Las festividades o eventos son un hecho característico de la cultura de un país, mostrando sus tradiciones. De este modo, tras ver en los artículos anteriores las características principales, los platos esenciales y los cocineros destacados, en éste, último de la serie, se recopila, desde el punto de vista gastronómico, las celebraciones más destacadas de Japón, así como los elementos que componen dichos eventos.
En primer lugar, se encuentra el Oshôgatsu, el año nuevo japonés. Es una de las fechas más importantes para los habitantes de Japón, puesto que al ser un periodo de cuatro días de celebración, llamado ganjitsu, son aprovechados para viajar al extranjero o bien visitar a los familiares o amigos. Durante este tiempo, es tradicional acudir a los templos y santuarios, independientemente de que estos sean budistas o sintoístas. Por otro lado, es típico el osechi-ryôri, que es el nombre que se le da a la comida que se sirve durante los primeros días de esta celebración. Se caracteriza por ser una comida compleja y abundante, servida en cajas lacadas (o simplemente de madera) de varios pisos y con varios compartimentos llamadas jûbako, muy parecidas a grandes cajas de obentô.
El siguiente evento destacado ocurre el tres de marzo, cuando se celebra un día para las niñas de Japón, el Hinamatsuri, caracterizado por las exposiciones que hacen las niñas de unas muñecas vestidas con kimonos tradicionales, las cuales quedan situadas en distintos niveles de una plataforma, de hasta cinco a siete escalones, cubierta con tela roja. En el escalón superior se ponen dos muñecos, que representan al emperador y a la emperatriz. En otros escalones se colocan las damas, músicos, ministros, funcionarios, y los muebles de la corte están en los escalones inferiores. Estas muñecas[1] pasan de generación en generación dentro de la familia. Es muy común comer el hina-arare, dulces de arroz cubiertos de azúcar de varios colores.
Más tarde, en primavera, tiene lugar el Hanami, la fiesta nipona más conocida. Cuando los cerezos florecen, de finales de marzo a principio de abril, hay una tradición en la que los japoneses se sientan bajo estos árboles a modo de picnic para pasar el tiempo junto a sus familiares o amigos. El centro meteorológico es el que se encarga de predecir los días en los que los cerezos florecen, debido a las variantes en el clima nipón. Una de las comidas más típicas de estas fechas es el botamochi, bolas de arroz no glutinoso junto a pasta de mochi mezclados con anko.
El cinco de mayo se celebra el día del niño (Kodomo no hi) para ensalzar su felicidad, personalidad y para que crezcan fuertes y saludables. Este día las familias izan las cometas tradicionales con forma de carpa, una por cada hijo. También es muy común en este día hervir los mochi envueltos en kashiwa, hojas de roble.
Algo muy común, también, en Japón, es el realizar festivales (matsuri) en diversas localidades de Japón. De todas ellas, destaca una celebrada en Kioto desde principios de julio hasta mediados de ese mes: el Festival de Gión. En él, las calles de la ciudad se llenan de transeúntes, puestos de comida y desfiles, destacando el que pone fin al festival, el Yamaboko Junkô. En este período, es muy común el consumo de platos típicos japoneses como el yakitori, trozos de pollo en brocheta y asados, el takoyaki, bolas de masa rellenas de pulpo, y el okonomiyaki, masa con varios ingredientes, generalmente verduras en juliana y carne picada, hecha a la plancha, aunque son más tradicionales el chimaki, pastel de arroz glutinoso japonés envuelto en una hoja de bambú, el hamo, un tipo de pescado, y el sômen, fideos finos blancos elaborados con harina de trigo.
Traducido literalmente siete-cinco-tres, el Shichi-go-san, se celebra el quince de noviembre, momento en el que los padres visten a sus hijos con vestidos tradicionales, aunque solo participan niños de tres a cinco años y las niñas de tres a siete, para visitar los templos y santuarios sintoístas o los budistas del área donde residen, para expresar gratitud y rezar por la seguridad y salud de los niños. Como es un día para los infantes, es muy tradicional el chitose-ame que es un caramelo alargado de color rojo y blanco envueltos de papel de arroz comestible, ya que se dice que este caramelo aporta longevidad y salud a quien lo consume.
Finalmente, cuando se acerca el final del año, se celebra otro de los grandes eventos nipones, el Ômisoka. Se trata de la segunda festividad más importante de Japón y se caracteriza por ser un día de limpieza, concepto en el que se incluyen tanto casas, como negocios, escuelas y servicios públicos, con el propósito de recibir el año nuevo de manera ordenada, considerándose un acto de respeto y prosperidad. En este día es muy común el toshikoshi-soba y el toshikoshi-udôn, que simplemente son fideos de distintos tamaños.
Así, se puede afirmar que Japón es un país que combina una de las más bellas y tradicionales culturas, una rica y variada gastronomía y un paisaje digno de admirar. Esta dieta, de hecho, es de las más valoradas en el entorno culinario, no sólo por lo variada que es, sino también por sus sabores únicos, casi imposibles de reproducir con otros elementos que no sean los de la receta original. Tienen una de las dietas más sanas y equilibradas del mundo y se dice que contiene los secretos de una vida longeva.
De este modo, y tras leer los anteriores artículos, se podría decir que el país nipón no sólo es visitado por turistas que quieren disfrutar de su patrimonio artístico y cultural, sino también por su apreciada gastronomía, siendo reconocida en todo el mundo. Así, el País del Sol Naciente, junto con la Península Coreana y el País del Medio[2], componen el epicentro de la dieta de Asia Oriental; es por esta razón, por la que todo estudioso de hostelería debería visitar, alguna vez, estos tres países.
Notas:
[1] Sobre las muñecas empleadas en esta festividad tradicional, ya tratamos en un artículo anterior
[2] República Popular de China