En películas chinas previamente analizadas una de las cosas que llama la atención es una tendencia a retratar a personajes de la clase obrera como unos fracasados que después pueden convertirse en héroes. Son normalmente de orígenes humildes, pero gracias a guiones ingeniosos adquieren una nobleza que les hace destacar moralmente sobre otros personajes que disfrutan de poder, normalmente económico, sin haber tenido que trabajar duro para conseguirlo. Recordamos especialmente, por ejemplo, el padre en la película What a day de Xiaoku Wang (China, 2017), un humilde repartidor, que empieza en la cinta como una figura cómica, patética, que es humillada por una pequeña banda de delincuentes pero después se transforma en un superhéroe de cómic en la imaginación de su hijo (que actúa a la vez como narrador y guionista de la película en un ejercicio de metaficción). Paralelamente, tenemos al protagonista de If you are the one de Feng Xiaogang (China, 2008) quien, a pesar de ser relativamente mayor, de orígenes humildes y poco atractivo, demuestra unas cualidades humanas asombrosas que compensan con creces sus carencias físicas. Además, después de hacerse rico vendiendo un invento, acaba saliendo con una azafata de vuelo, una mujer bella, joven, rica y exitosa; la tufeiyuan por excelencia.
Enfoque del estudio y principales fuentes de información
Lo que pretendemos en el presente artículo es evaluar cómo se gestiona la sensación de haber fracasado en la vida en el imaginario de los jóvenes chinos. Analizamos a fondo las implicaciones del uso de la palabra diaosi para referir a jóvenes que fracasan en la vida y de paso mencionamos otro concepto: los tang ping o “tirados”, en rebelión contra el sistema, que se niegan a trabajar duro porque no ven la posibilidad siquiera de lograr las metas materiales que la mayoría de la población joven espera conseguir. Como enfoque principal nos centramos en los problemas que se derivan de la desaceleración económica de la sociedad china y en concreto cómo esta repercute en la escasez de oportunidades laborales sobre todo para graduados de orígenes más humildes que aspiran a ascender de estatus social. Se toma como referencia principal el artículo “La nueva ‘generación perdida’: desigualdad y malestar entre la juventud china” del investigador en la sociopolítica china contemporánea Kan Karita.[1]
Hablando en términos generales, la sensación de haber fracasado en la vida, de no haber llegado a un éxito soñado, muchas veces va asociada con la idea de pertenecer a una generación maldita. Sin embargo, estas generaciones de jóvenes marginados suelen encontrar defensores en forma de escritores y cantantes que ayudan a exponer su causa. Un buen ejemplo de ello es el movimiento de Punk Rock, una corriente musical que en el contexto del Reino Unido podría concebirse como la vocalización de una protesta frente a la falta de oportunidades laborales y de esperanza para el futuro entre jóvenes a finales de los años setenta y principios de los ochenta.[2] No obstante, cabe pensar que en una sociedad como la china las protestas y exigencias para la reforma social serán mucho más discretas de las que están permitidas en otras sociedades del mundo.[3]
Una posible causa del malestar entre los jóvenes chinos actuales es el hecho de que normalmente los privilegios se propaguen de generación en generación entre la clase media o superior. Si uno nace en una familia con padres que trabajan en el gobierno, por ejemplo, es mucho más fácil acceder a puestos parecidos. La falta de movilidad social también se ejemplifica por el hecho de que si uno estudia en una provincia pobre con pocos recursos, las posibilidades para conseguir plaza en uno de las grandes universidades se ven muy reducidas, favoreciendo el acceso a la educación de calidad solo a personas de clase media o alta. A la hora de solicitar trabajo también se valoran mucho los orígenes de la familia y lo que suele ocurrir es que los hijos de familias ricas acceden más fácilmente a los mejores trabajos. Efectivamente, parafraseando Kan Karita, lo que se observa es la existencia de un mecanismo que mantiene un equilibrio con pocas posibilidades de movilidad social.[4] Paralelamente, se está observando la emergencia de una nueva clase de graduados empobrecidos que prefieren malvivir en las grandes ciudades con trabajos mal remunerados que regresar a sus pueblos. De volver así, sin haber triunfado laboralmente, sería admitir que han fracasado en la vida, sobre todo si no encuentran un trabajo relacionado con lo que han estudiado.
Diferentes actitudes frente a la posibilidad de triunfar y lograr las metas materiales
A la hora de afrontar la falta de oportunidades, se puede hablar de dos tendencias opuestas entre los jóvenes chinos. Por un lado, hay un porcentaje relativamente pequeño, que ya constituye una contracultura, que se coloca en una posición de rebelión en contra de algunos valores tradicionales.[5] Esta minoría llamada los tang ping (literalmente los “tirados”) ha ganado el reproche del gobierno y una severa crítica de la población más tradicional porque se posicionan en contra de la ética del trabajo duro, uno de los pilares del éxito económico de la China moderna y gracias a lo que disfruta de una posición tan eminente en el mundo. Por otro lado, se encuentra la mayoría de los jóvenes chinos que aspiran a ascender socialmente y económicamente. De ahí surge la cuestión de cómo afronta uno el fracaso ante esta aspiración.
Como primer acercamiento a la idea de ser un diaosi, conviene hablar de un uso más restringido del término[6] para referirse a una persona de origen presumiblemente humilde que, a base de mucho esfuerzo y sacrificio por parte de su familia, ha logrado obtener un grado universitario, pero, a pesar de todo, no consigue un trabajo que le permita ascender socialmente. Profundizando más, según Kan Karita la palabra diaosi se utiliza irónicamente.[7] Es una autocrítica pero a la vez una burla de los que han obtenido el éxito sin ningún mérito propio (los “altos-guapos-ricos” o gaofushai, por ejemplo), ya que en la sociedad actual todo el mundo es un diaosi, porque es difícil encontrar trabajo y más aún un trabajo bueno.
Este uso del término refleja cierta deconstrucción de la idea tradicional de lo que es un triunfador en la vida. En lugar de admirar a los que han accedido a los mejores trabajos por provenir de una clase privilegiada, existe una crítica velada y una valoración de personas que han obtenido un título universitario a pesar de todos los obstáculos que el sistema les pone. Es decir, pertenecer a la “clase” diaosi esconde cierto orgullo. Le acompaña una especie de nobleza propia que se burla de algunas nociones tradicionales de la sociedad china, sobre todo considerando lo que es digno de admiración. Un ejemplo de esto podría ser relacionar el éxito con el atractivo físico. La implicación es que las personas ricas no son más atractivas que otras personas, sino que sus riquezas les dan la sensación engañosa de ser más atractivas físicamente aunque en realidad son como todo el mundo.
Conclusiones
Detrás del humor hay una realidad más sombría de millones de jóvenes chinos que trabajan con horarios más que excesivos. Para algunos, eso se puede tolerar porque hay una remuneración que lo compensa, pero en los tang ping ya se notan los primeros signos de que la población en general está cansada de ese estilo de vida. Aunque existe la tendencia de referirse a uno mismo como un “perdedor” (diaosi; literalmente “pene”) cabe pensar que detrás de este desprecio personal existe una valoración totalmente contraria, es decir, que su uso es irónico. Más bien, parece tener en cuenta los esfuerzos sobrehumanos que llevan a cabo los chinos para triunfar en la vida. Si es una admisión de derrota, esconde una lucha valiente en la batalla antes de la caída. De ahí que se haya identificado con una dignidad especial que hemos definido como la “nobleza propia” de los diaosi. Sin embargo, este estudio ha sido como una caja de pandora por la cantidad de temas de interés que despierta, ya que toca todo tipo de problema social con el que se tienen que enfrentar los jóvenes chinos. Temas tan variados como los obstáculos que hay que superar para casarse hasta la cuestión de qué condiciones de vida están dando lugar a la contracultura de los tang ping. Unos temas que abordaremos sin duda en artículos futuros.
Para saber más:
Notas:
[1] Kan, Karita, “La nueva ‘generación perdida’: desigualdad y malestar entre la juventud china” (The New “Lost Generation”: Inequality and discontent among Chinese youth), French Centre for Research on Contemporary China, China Perspectives, Número 2, 94, 2013, pp. 67-73. Disponible aquí.
[2] Se menciona el Reino Unido de los años setenta y principios de los ochenta como ejemplo porque su realidad socio-económico es muy parecida a la de la China en la actualidad en cuanto a la falta de oportunidades.
[3] Las voces de disensión o el activismo son muchas veces considerados como delitos o atentados contra el orden social.
[4] Citando a Kan Karita:“The general frustration is that no matter how hard they work, their upward mobility is frequently stalled by those with powerful backgrounds…” op.cit., p.68.
[5] La idea es que hay ganar mucho dinero para casarse y tener casa propia, familia etc. Prefieren abandonar la idea de casarse y aceptar trabajos de pocas horas a la semana para tener más tiempo libre a acatar lo que se denomina el “996” (trabajar desde las nueve hasta las nueve seis días a la semana).
[6] En realidad es un término que es utilizado por todos los niveles de la sociedad. Además de la clase obrera, incluso una persona de clase alta lo podría utilizar si en lugar de un Lamborghini solo podría comprarse un BMW, por ejemplo.
[7] Kan Karita habla, por ejemplo, de “playful irreverence for authority and established institutions through a non-violent but uncooperative discourse…” y dice que “self-mockery can be seen as a weapon of the weak”. La idea es que al menospreciarse verbalmente a sí mismos esconden un mensaje oculto de desprecio hacia aquellos que están en una posición superior a ellos sin merecerlo. Karita, Kan, loc. cit.