Irene Starace (Velletri, Italia, 1978) es traductora e investigadora, especializada en literatura japonesa y comparada. Licenciada en Lingue e Civiltà Orientali por la Università La Sapienza de Roma y Doctora en Literatura comparada por la Universidad Autónoma de Madrid, pertenece a varios grupos de investigación, y ha traducido al italiano varias obras, como Il grande libro degli haiku (Roma, Castelvecchi, 2005) y una colección de memorias de Natsume Soseki (Dietro la porta a vetri, Lecce, Pensa Multimedia, 2011). Starace, presencia habitual en revistas y congresos internacionales con temática japonesa, acaba de presentar su último libro -adaptación de su tesis doctoral y muestra máxima de su especialidad-, Entre pasado y presente: las mujeres de Japón y del Renacimiento italiano en la obra de dos escritoras del siglo XX,[1] sobre la interpretación de figuras femeninas del Japón de Heian y del Renacimiento italiano en la obra de las escritoras Enchi Fumiko y Maria Bellonci.
Con esta excusa, hablamos con ella sobre las mujeres japonesas del pasado y sobre la manera en la que han sido retratadas en la literatura.
Ecos de Asia: En tu libro examinas y confrontas algunas de las revisiones históricas que dos importantes escritoras, bastante desconocidas para el público español, -Enchi Fumiko y María Bellonci-[2] hacen sobre mujeres relevantes del pasado nacional de sus respectivas culturas. ¿Por qué elegiste este tema?
Irene Starace: La elección del tema nació de una curiosidad mía. Conocí primero unas obras de Bellonci –Lucrezia Borgia y Segreti dei Gonzaga– que leí a los dieciocho años. Unos años después, en el último curso de la carrera, asistí a un curso monográfico sobre escritoras del Japón moderno y contemporáneo, y así también conocí la obra de Enchi. Un día empecé a pensar en los parecidos entre las dos escritoras y me surgió el deseo de profundizar el tema. Así nació este trabajo.
EdA: Debido a la temática de Ecos de Asia nos interesa, sobre todo, poder hablar de Enchi Fumiko. ¿Qué puedes contarnos sobre ella y por qué nuestros lectores deberían interesarse en su figura y en su obra?
I. E.: Enchi Fumiko fue una escritora fascinante por la capacidad de elaborar el patrimonio cultural de su país de forma original, y no solo por eso. Es maestra en el arte de la ambigüedad narrativa, en la creación de obras muy complejas, que pueden ser interpretadas de maneras múltiples, y de atmósferas cargadas de intensidad. Todo esto hace de ella una escritora inolvidable para sus lectores. Lamentablemente, casi no hay obras suyas traducidas al castellano. Por si a algún lector le ha surgido interés, solo se pueden encontrar las novelas Onnazaka (traducida con el título Los años de espera) y Onnamen (Máscaras femeninas). Además, en la revista Kokoro se ha publicado la traducción de su cuento Nise no enishi shûi (Espigueos de ‘El vínculo de dos vidas’).
EdA: ¿Cuáles son los textos de Enchi Fumiko que analizas y comparas en tu libro? ¿Qué vinculaciones y similitudes encuentras entre sus motivos y tratamiento y la obra analizada de Maria Bellonci?
I. E.: Los textos que analizo son Máscaras femeninas (1958), Komachi hensô (El disfraz de Komachi, 1965), Namamiko monogatari (Historia de falsas chamanas, 1965) y Yûkon (El espíritu vagabundo, 1970). Las vinculaciones entre las dos escritoras están en la rehabilitación de personajes objetos de ataques misóginos hasta el momento: por un lado, se trata de Lucrezia Borgia y la dama de Rokujô, un personaje de La historia de Genji convertido en símbolo del poder destructor de los celos femeninos. Por el otro, de Ono no Komachi y Gaspara Stampa, dos poetisas de gran talento y hermosura, que vivieron fuera de los esquemas tradicionales de la feminidad, y por eso también fueron expuestas a ataques misóginos a lo largo de los siglos. En el caso de los dos primeros personajes, las dos escritoras absuelven a los personajes de sus culpas, pero no logran disolver el aura inquietante que las rodea, y para exculparlas defínitivamente, utilizan el mismo recurso: la imagen de la sangre. En el caso de Bellonci, la sangre significa la pertenencia a una familia con ciertas características; en el caso de Enchi, la pertenencia al género femenino. Pero el significado de la imagen es el mismo: las culpas de los personajes no dependen de su voluntad, sino de algo más fuerte que las empuja. En el segundo caso, en cambio, salen a la luz más las diferencias que las afinidades entre ellas. Bellonci explica que para Gaspara Stampa el amor fue el catalizador de su talento poético, y hace hincapié en su creatividad, algo que no conoce distinciones de género. Por otro lado, Enchi es ambigua al dividir a Komachi en dos personajes distintos: una mujer sujeto, creativa y consciente de sí misma, y otra que es pura sexualidad.
EdA: Como mencionas, Enchi se ocupa de algunas de las damas del periodo Heian (794-1185), un momento histórico en el que la mujer adquiere, al menos sobre el papel, una gran importancia en la cultura japonesa. Las principales y más reconocidas obras de la época, como el Genji Monogatari (Murasaki Shikibu) y El Libro de la Almohada (Sei Shônagon) fueron escritos por mujeres, pero también nos han llegado relatos de otras damas de la corte de menor importancia, como el conocido como Diario de Sarashina. ¿Qué motivos tuvo, o pudo tener, Enchi para escribir sobre las mujeres de este periodo? ¿Existen intenciones nacionalistas para la recuperación histórica de algunos personajes? ¿Es similar el tratamiento de las mismas que hace con respecto a las historias que ubica en otros periodos históricos?
I. E.: Enchi amaba muchísimo la cultura de los siglos pasados de Japón y su interés se dirigió también a otros géneros y épocas: los teatros nô y kabuki, la literatura de la época de Tokugawa (1603-1867). Además, como mujer, tenía un interés particular en rastrear e investigar la historia de las mujeres del pasado. No veo en esto un objetivo nacionalista, sino político, en el sentido amplio de la palabra. Después de las simpatías izquierdistas de su juventud, no volvió a interesarse por la política, pero, como escribe Ayako Kano, su escritura puede parecer apolítica solo si se consideran tales las estructuras sexuales del poder. Respecto al tratamiento de sus personajes, varía más según los periodos de su producción que según la época que le interesa, pasando de ser realista a fantástico.
EdA: ¿Sobre qué arquetipos o motivos construyó y presentó Enchi a sus mujeres del periodo Heian? ¿Difieren sus visiones e interpretaciones de las ofrecidas por autores masculinos?
I. E.: Hay un arquetipo fundamental que es constante en casi toda la producción de Enchi: el de la posesión de espíritus. En muchas culturas además de la japonesa, la posesión es un fenómeno que afecta sobre todo a las mujeres, permitiéndoles expresar sentimientos prohibidos. En la obra de Enchi sucede lo mismo, pero en Máscaras femeninas introduce una primera variación en su manera de tratar este tema. En esta novela, se crea una conexión entre la mujer atormentada por los celos (la dama de Rokujô y su versión moderna, Mieko) y las chamanas, que en el Japón antiguo eran sacerdotisas y reinas. Esta conexión le permite a Enchi empoderar a su protagonista y llevarla a obtener indirectamente sus objetivos de venganza. También las posesiones se podían inventar para derrocar a un rival político: es lo que Enchi nos describe en Namamiko monogatari, cuyo título significa precisamente “Historia de falsas chamanas”. En este caso la protagonista, la emperatriz Teishi (que existió realmente), es una mujer ejemplar por su honestidad y fortaleza, y Enchi se siente atraída hacia ella por su destino de declive y muerte prematura. Respecto a su diferencia de los autores masculinos, en la mayoría de los textos escritos por hombres, las mujeres son más un reflejo de sus ideas, fascinaciones y miedos que seres humanos reales. La obra de Enchi, en cambio, trata a las mujeres como sujetos. Esto es particularmente evidente en su tratamiento de los personajes de mujeres ancianas. Ella fue pionera en describir la sexualidad y la pasión amorosa en ellas. Por otro lado, a través del tema de la posesión, sigue colocándolas en el reino de lo irracional y de lo Otro, como podría hacer un escritor varón. Por esto antes hablaba de una ambigüedad suya.
EdA: ¿Fue realmente el Heian un periodo de gloria para las mujeres? ¿En qué diferió su posición con respecto a otros periodos de la Historia japonesa?
I. E.: En Japón las mujeres tuvieron una historia de libertad e independencia mucho más larga que en cualquier otra parte del mundo. El patriarcado se empezó a instaurar entre el séptimo y el octavo siglo después de Cristo, y en la época de Heian ya estaba bastante avanzado. Las mujeres mantenían los derechos económicos, pero estaban excluidas del poder político y, como éste estaba vinculado muy estrechamente con la cultura, también se encontraban en los márgenes del poder cultural. Esto puede parecer sorprendente, pero hay que recordar que los géneros como el monogatari no se consideraban de prestigio. Podemos imaginar que eran más amados que la prosa en chino por los cortesanos de Heiankyô, hombres incluidos, pero los géneros considerados elevados eran otros: por ejemplo, la poesía y la historiografía. A partir de los siglos posteriores, la condición de las mujeres siguió empeorando: perdieron también sus derechos económicos y desapareció por completo la costumbre del matrimonio matrilocal, que les permitía vivir sin ser esclavas del marido y de los suegros. En la época de Tokugawa, se consolidó el concepto de danson johi (respeto por los hombres, desprecio por las mujeres), que no ha dejado de ejercer su influencia hasta hoy.
EdA: ¿Cuál era su situación en comparación con la de la Europa contemporánea? Pocas mujeres europeas del mismo periodo -con la salvedad de Leonor de Aquitania- han recibido un tratamiento historiográfico similar, a pesar de que algunas como Matilde de Canossa o Ermesenda de Carcasona, o incluso la noble Marozia, alcanzaron un poder político muy superior al de sus congéneres japonesas. ¿A qué se debe esta diferencia de tratamiento de la mujer del medievo en la historiografía europea y japonesa?
I. E.: Eran más independientes y protegidas que las europeas, aunque a lo largo del periodo su dependencia de los hombres fue aumentando. En el caso de que tuvieran recursos económicos, necesitaban la ayuda de un hombre para administrar y vigilar sus propiedades. En este sentido, como observa Enchi en un estudio crítico sobre el Genji, la dama de Rokujô es atípica, porque administra sola su patrimonio. Pero para la mayoría de ellas la vida llegó a ser difícil, tanto económica como emocionalmente, como saben quienes han leído los textos de las damas, escritos en la segunda mitad del periodo. La diferencia de tratamiento en la historiografía se debe a factores lingüísticos y culturales. Con la invención de la escritura fonética en kana, las mujeres se pusieron a escribir en su idioma, mientras que los hombres seguían haciéndolo en chino. Esto las convirtió en las creadoras de la literatura nativa en prosa (la poesía en lengua japonesa ya era cultivada tanto por mujeres como por hombres) y, en la mirada de la historiografía, en las guardianas de la tradición japonesa frente a las influencias extranjeras.
EdA: Estamos acostumbrados a leer y escuchar que la japonesa es una cultura todavía atrasada en asuntos que conciernen al tratamiento de la mujer y la igualdad de género. La Madame Crysanthème de Lotti, la Madama Butterfly de Puccini y, en general, buena parte de la narrativa extranjera desarrollada durante los periodos Meiji, Taisho y primera parte del Showa coinciden en presentar un modelo de mujer bella y de semblante triste, sumisa y dependiente. Esta idea aparece reiterada en parte importante de manga y el anime, y son numerosas las voces que se alzan contra esta representación de la mujer tradicional japonesa, además de haber proliferado los estudios sobre esta temática. ¿Qué hay, o puede haber, de cierto en estos tópicos? ¿Tiene esto que ver con las mujeres que nos presenta Enchi Fumiko?
I. E.: Si hay algo cierto en estos tópicos, tiene mucho más que ver con una simulación consciente por parte de las mujeres, que con su forma real de ser. Tampoco es un aspecto exclusivo de Japón: muchas mujeres en todo el mundo prefieren fingir ser como los hombres quieren que sean, para no complicarse demasiado la vida. Por otro lado, la dependencia económica de muchas mujeres es una realidad, ya que el mundo laboral sigue ofreciéndoles pocas oportunidades. La obra de Enchi también habla de esto: muchas de sus protagonistas se independizan solo a través de la escritura, reflejando su experiencia personal. Pero sus textos nos hablan de lo que se oculta detrás de la máscara de la mujer sumisa: cóleras feroces y sentimientos ardientes, que conviven con una mirada sobre el mundo de una lucidez despiadada.
EdA: En definitiva, ¿puede, o debe, hablarse de Enchi Fumiko como una autora feminista? ¿Y de Maria Bellonci? ¿Quien representa, en tu opinión, la literatura feminista -o protofeminista, según la época a la que nos refiramos- dentro del panorama histórico y cultural japonés?
I. E.: Creo que las dos escritoras se pueden considerar feministas, por la atención que han dedicado al tema de las mujeres y por la nueva luz que arrojaron sobre tantos asuntos relacionados con ellas. Aunque hay aspectos en su obra que nos dejan insatisfechos, no podemos cometer el error de juzgar el pasado con los ojos del presente. Respecto a la segunda pregunta, ¡temo que la respuesta sería demasiado larga! Pero podría mencionar a Murasaki, a la poetisa y feminista Yosano Akiko (1878-1942), a su coetánea Hiratsuka Raichô (1886-1971), fundadora de la revista feminista Seitô, a Oba Minako (1930-2007), que habló de la búsqueda de identidad de las mujeres de su generación, etc… Lamentablemente, no hay traducciones al español de estas autoras, con la excepción de Yosano Akiko, y naturalmente de Murasaki.
EdA: Muchas gracias por tus palabras, Irene.
I. E.: Muchas gracias a vosotros.
Notas:
[1] Starace, Irene. Entre pasado y presente: las mujeres de Japón y del Renacimiento italiano en la obra de dos escritoras del siglo XX, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2016.
[2] Maria Bellonci (1902 – 1986) fue una importante escritora y traductora italiana, famosa por sus novelas históricas y biografías psicológicas -profundamente investigadas- de personajes como Lucrezia Borgia (que es considerada todavía como la biografía más relevante de este personaje) o Isabella d’Este, y de familias como los Borgia, Este, Gonzaga o della Rovere. Se realizaron también adaptaciones televisivas de algunas de sus obras, aunque sin duda la más importante es la maniobra a la inversa, pues llevó a cabo la novelización de la miniserie Marco Polo (1982).