Revista Ecos de Asia

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This article was written on 03 Feb 2016, and is filled under Literatura.

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Sarashina Nikki, Ensoñaciones de una dama del periodo Heian.

Portada de la edición en castellano de Sueños y ensoñaciones de una Dama de Heian.

Portada de la edición en castellano de Sueños y ensoñaciones de una Dama de Heian.

Hace aproximadamente diez siglos, durante el culmen de la maduración cultural de la época Heian, una joven de perteneciente a los escalafones más bajos de la nobleza cortesana,se embarcaría en un periplo desde la agreste Kazusa hacia la capital, Kioto. Conocida como “Sugawara no Takasue no musume” o la hija de Sugawara Takasue, Sarashina, debido al trabajo de su padre como burócrata de bajo rango, viajó durante toda su infancia por las diferentes provincias de lo que hoy se conoce como el área de Kansai. De este viaje surgiría un nikki o diario, así como uno de los primeros ejemplos del género de viajes.

Siendo más precisos se estima que la confección de dicho diario se produce en torno a 1059, momento en el que, si analizamos el devenir del desarrollo histórico-factual, podemos decir que se trata de un periodo ciertamente turbulento. En 1052 se produce una guerra conocida como Zenkunen no eki, o “Guerra de los Primeros Nueve Años” (aunque su duración es de doce). Estamos ante un conflicto que se produce en la provincia de Mutsu, entre el clan Abe liderado, por Abe no Yoritoki y posteriormente por su hijo Abe no Sadato y el clan Minamoto, encabezado por Minamoto no Yoritoki y por su hijo, Minamoto no Yoshiie conocido como “el primogénito de Hachiman”. En 1062 después del asalto a la fortaleza de Kuriyagawa, Sadato se rinde y finalizando el conflicto con los Minamoto como vencedores. Dicha tesitura produjo cierta inestabilidad para el gobierno central y se dejó notar en la capital en el momento en que Sarashina servía en la corte.

Si a esta tesitura añadimos el tipo de concepción religioso-temporal de la vida, que impera en este momento en la sociedad (al menos entre la nobleza y los círculos religiosos), basada en la tercera edad del budismo  conocida como mappô o “Ley del Último Día”, podemos hacernos una imagen clara del tipo de coyuntura en la que escribe Sarashina. El budismo japonés sitúa en 1052 el comienzo del fin del mundo, una actitud milenarista similar al Ragnarök escandinavo.

Por otro lado es el momento en que el clan Fujiwara comenzará a perder una parte de la cuota de poder que tenía hasta el momento (Goreizei subirá al trono en1068). Sarashina vivió tanto el momento de esplendor de este clan, con Fukiwara no Michinaga, como los inicios del declive con su hijo Yorimichi, a cuya nieta servía en la corte la dama Sarashina.

Ante esta situación, es normal que Sarashina mirase al pasado con añoranza e idealización, seguramente fruto de la sedimentación que las continuas lecturas como Genji Monogatari habían hecho en el subconsciente de la autora.

Tipológicamente se trata de un libro que podemos enmarcar dentro de lo que conocemos como nyôbôbungaku o literatura de mujeres (obviamente del ámbito nobiliario). Este tipo de literatura se desarrolla durante el periodo Heian, y alcanza su apogeo concretamente de 990 a 1090. El Murasaki Shikibunikki[1] de Murasaki Shikibu, el Makura no Shôshi de Sei Shônagon, o el anónimo Izumi Shikibumonogatari de Izumi Shikibu,[2] entre otros, son los máximos exponentes de este género. Todas las autoras presentan rasgos comunes; pertenecen a la nobleza de tercer y cuarto rango; son hijas o nietas de escritores que dominaban la escritura china; muchas eran damas de compañía de las emperatrices; escribían en una escritura privativa llamada onnamoji o hiragana.

Podemos considerar Dama Sarashina, como un libro que entra dentro de los nikki o diarios. Dicho “diario” fue escrito a modo de biografía cuando la autora contaba con cincuenta y dos años. Estas memorias compuestas en el ocaso de su trayectoria vital, se sustentan en el recuerdo de los momentos más importantes de su vida, intercalando, además, ochenta y nueve poemas que datan en su mayoría de sus años de juventud.

No podemos entender Ensoñaciones de una dama del periodo Heian, si no conocemos cuales son los valores estético-morales que imperan en los círculos cortesanos y religiosos durante el periodo Heian. Estos valores pueden resumirse en torno a cuatro conceptos: miyabi, mono no aware, mujô kan y yûgen.

Si hablamos de miyabi o elegancia, debemos decir que es un concepto que vino de la mano con la imitación de los clásicos chinos. Consiste en el refinamiento expresado sobre todo por la clase cortesana.

Por su parte el concepto de mono no aware se sustenta, esencialmente, en un tipo de sensibilidad refinada hacia las cosas, con una especie de nostalgia; es como conmoverse ante algo externo (la sonrisa de un niño o la lluvia de primavera). Es una reflexión sobre el paso del tiempo, un valor estético que triunfa sobre todo a finales de la época Heian y se liga principalmente al Genji Monogatari siendo asociable a su vez a otro concepto denominado mujô kan o sentimiento de la transitoriedad y fugacidad de la vida.

El último valor estético-moral conocido como yûgen, triunfará en el nohgaku de los siglos XIV a XV, pero eso no significa que no existiese en el momento en que escribe la autora, ya que en el encuentro con Sukemichi podemos observar alusiones a este tipo de valor. Misterio insondable, inexplicable. Está compuesto por los caracteres “yû” (oscuridad) y “gen” (misterio), y queda perfectamente reflejado en la siguiente frase del libro: “Se siente su presencia como se pueden sentir las estrellas del cielo en una noche nublada.

Por otro lado el diario posee una estructura compleja, formada por diversas partes relacionadas y un compendio de apéndices, no obstante, pueden distinguirse claramente tres etapas de la vida de la autora, que compondrían los tres bloques principales de la obra: desde la infancia hasta el inicio de las peregrinación, desde los trece años a los treinta y ocho, y otra etapa que va desde los treinta y ocho años que se inicia con la visita al santuario de Ishiyama hasta la época de declive a los cincuenta y dos años.

En la primera parte encontramos a la niña viajera que va por primera vez con su padre desde la agreste y lejana Kazusa hasta la capital Heian-Kyo. Hay un predominio descriptivo del paisaje, árboles y tonalidad de sus hojas, ríos, caminos y pueblos son dibujados con una clara perspectiva contaminada por la sensibilidad emotiva y desarrollada de una mujer de cincuenta y dos años, no de una niña de trece.

La primera estancia en la capital queda marcada en el corazón de Sarashina por dos acontecimientos, distintos en transcendencia, pero que parecen ser los que crearán el caldo de cultivo para la forja de la personalidad de la autora. El primero es la marcha de su madrastra y la muerte de su nodriza, situación que le hace entender la fugacidad de la vida y cuya respuesta sentimental podemos codificar en el valor estético-moral de origen budista denominado mujô kan al que aludíamos anteriormente. El segundo es la recepción de los ansiados cincuenta y cuatro libros que componen el Genji Monogatari. La lectura de estos libros ha de crear un tipo de patrón ensoñativo (en el que los motivos líricos como la luna, la noche y el viento son una constante) que la acompañara hasta la época de hastío y declive. Desde que adquiere estos libros comienza el uso reiterado de los motivos literarios, acompañado por la imagen de las lágrimas, que abarcaría del capítulo uno al doce y por el de los sueños que será algo más frecuente a partir del capítulo doce. Parece más que obvia la influencia que el Genji Monogatari tiene en la redacción de la obra, de hecho parece existir un intento constante de recrear mediante experiencias reales algunas de las situaciones que se producen en la obra de Murasaki Shikibu, por ejemplo en la página ciento treinta y uno cuando Sharashina cruza el rio Uji, “lugar en el que Ukifune poseía una hermosa casa de campo”. Aquí podríamos ver claramente un ejemplo de aware, ya que el paisaje le produce una sensación de asombro y conmoción ante la belleza sacra de la naturaleza.

Aunque parezca que el capítulo diez marca un periodo de transición por su decepción al entrar en el servicio de la corte, en el once en el encuentro con Sukemichi, personalmente observo de  nuevo un retorno a las situaciones que se dan en el Genji Monogatari. Por ejemplo, cuando comienzan a hablar de la estación que cada uno prefiere y lo que ello evoca, se produce un momento muy parecido a las conversaciones que aparecen en la historia de Genji.

“Tengo entendido que en China nada iguala al brocado de las flores primaverales, mientras que en la lengua de Yamato preferimos el patetismo del otoño ¿A cuál elegirías?…….”

“¿Y a vosotras? ¿Qué estación os gusta más?…..”Aquí hablan de China y de la decisión sobre que estación es más bella.

A esta situación se pueden asociar dos valores estético-morales, por un lado yûgen y por otro miyabi. Yûgen porque el encuentro entre Sarashina y Sukemichi se da en zonas separadas por persianas y paredes de papel, además de ser un encuentro que se produce por la noche. En este encuentro ambos destilan un tipo de misterio y belleza oculta mediante el reflejo de sus siluetas y el tipo de lenguaje que usan. Por otro lado miyabi está presente en toda la obra, el mero hecho de preguntar y responder en forma de verso implica unos altos estadios de refinamiento y elegancia. A pesar de que miyabi está presente de manera constante durante toda la obra, es en momentos como esta conversación cuando aflora con mayor claridad, a través de la calidad y sutileza de los poemas que intercambian los personajes.

A partir del capítulo doce observamos cómo los sueños tienen una mayor transcendencia, y como otro tipo de abstracciones más acordes con la situación de ocaso vital en el que se encuentra, le lleva a refugiarse en la espiritualidad. La pérdida de todos sus seres queridos, a excepción de su hijo, y una trayectoria vital mediocre, hacen que Sarashina se refugie en la religión y en la educación de su hijo como último bastión de esperanza y consuelo. Es curioso observar cómo pasa dela fantasía exagerada a un tipo de esperanza pragmática en el renacer en la Tierra Pura del Buda Amida.

A modo de conclusión, podemos decir, que entre las obras del periodo Heian traducidas al castellano (Heike Monogatari, Genji Monogatari, Ise Monogatari, Heiji Monogatari, Tsurezuregusa, Makura no Shôshi, Manyôshû…), el texto de Sarashina es una obra de menores pretensiones, aunque ciertamente esconde una ironía sutil y alusiones simbólicas soterradas difíciles de ver. Comparado con los principales títulos de la literatura japonesa del periodo, éste es un libro ligero que tal vez puede no sorprender demasiado, por su aparente sencillez y su ritmo pausado, resultando en algunos pasajes excesivamente descriptivo.

Por otro lado contiene algunos poemas sugerentes, bonitos y elaborados pero quizá insuficiente para aquellos cuyo bagaje cultural (sobre este tipo de obras) sea extenso. Tal vez su valía reside en que es un texto que se sustenta en valores como makoto y describe muy bien las vivencias de un personaje secundario dentro de la nobleza, sirviéndonos como radiografía del tipo de vicisitudes y vivencias al  que las personas de los rangos bajos de la nobleza se enfrentaban en ese periodo.

Para finalizar, cabe decir, que para el profano se trata de un libro aconsejable como toma de contacto con el periodo Heian, dado que el Genji Monogatari es mucho más complejo y cuenta con una mayor extensión. Es importante tener en cuenta que para poder entenderlo bien sería aconsejable el uso de obras de referencia, siendo los libros de Carlos Rubio y de Federico Lanzaco útiles para entender los parámetros en los que se enmarcan de este tipo de obras.

Notas:

[1] Traducible por “El diario de Shikibu”, estamos aludiendo a una de las obras menores de la autora Murasaki Shikibu, más conocida por su obra magna, Genji Monogatari.

[2] Cabe destacar que al menos en los dos primeros casos el nombre es un seudónimo y desconocemos el verdadero nombre de las autoras.

avatar Mario Malo Sanz (4 Posts)

Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza, máster en Asia Oriental especialidad Japón por la Universidad de Salamanca, Máster en Asia Oriental, especialidad Corea, Universidad de Salamanca y Máster de estudios de Lengua y Cultura japonesa en la Universidad de Takushoku (Tokio). Actualmente cursando el doctorado entre la UAB y la USAL sobre Génesis, desarrollo y características del civismo fraguado en la Restauración Meiji.


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One Comment

  1. Sergio Ortega
    02/08/2017
    avatar

    Estimado Mario

    Gracias por la reseña del libro de Dama Sarashina. Que libros de Carlos Rubio y Federico Lanzaco hace referencia al final del texto?
    Agradeceria su respuesta

    Saludos!

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