Continuando con el análisis de la figura del polifacético Takeshi Kitano, nos disponemos ahora a estudiar el caso excepcional de Glory to the Filmmaker!,[1] una de sus obras más reflexivas y autorreferenciales, llena de notas metacinematográficas.
La película se inicia en una clínica u hospital, donde vemos que le están realizando diversas pruebas médicas a un muñeco. Este elemento, que tendrá gran protagonismo a lo largo de todo el filme, representa al propio cineasta: Takeshi Kitano, viste de la misma manera que él, con un identificable atuendo de color azul, y lo sustituye en determinadas escenas, a modo de doble. Ya en este inicio tan poco ortodoxo encontramos algunas referencias metacinematográficas, como por ejemplo en la pantalla del ordenador del médico que está realizando este examen, donde aparece como nombre del paciente Yasujiro Ozu, y más adelante este nombre cambia por el de Akira Kurosawa. Con estos dos guiños a grandes cineastas de la historia japonesa, Kitano establece sus bases estilísticas, en lo que supone toda una demostración de sus intenciones artísticas.
Asimismo será esta plataforma, la pantalla del ordenador, la que Kitano utilice para presentarnos los títulos de crédito de su película.
Tras los títulos de crédito, aparece sobreimpreso el título: “Opus 19/31”, una clara alusión a la película 8 ½ de Federico Fellini. Además de la evidente intertextualidad que supone este título, la vinculación con esta obra maestra italiana no es meramente nominal, sino que ambas comparten un argumento similar, pues se trata de dos reflexiones de un director sobre su propia trayectoria y su labor como cineasta, relatando la crisis creativa de su protagonista.
En este momento, cuando aparece Kitano cargando con su muñeco, una voz en off dice “Todo empezó con una película de gánsteres como esta”, y de esta forma se inician una serie de sketches cómicos donde irá recorriendo no solo su propia filmografía, sino que nos mostrará también un panorama del cine japonés a través de distintos fragmentos. Esto supone otra manera de metacine que es la del “film dentro del film”, que Kitano explotará en la primera parte de su película.
Así pues, el primero de estos fragmentos es precisamente una de las características películas de yakuzas que, como ya vimos en el anterior artículo, han dado fama internacional a Takeshi Kitano, como fue el caso de Hana-Bi. Sin embargo, en esta ocasión, Kitano se burla de su propia trayectoria como cineasta, tomando lo más representativo de su carrera y convirtiéndolo en una sátira con toques de humor absurdo, como por ejemplo el momento en el que uno de los gánsteres aparece cortándose las uñas, en una actitud nada propia de un peligroso delincuente.
De esta forma, vemos a Kitano protagonizando su propia película de gánsteres, mientras que la voz en off nos dice que este tipo de películas son las que mejor hace, aunque apunta también que, cansado de este género, juró en diversas entrevistas que no volvería hacer una película sobre ello, y es por esta razón por la que, en los siguientes sketches, irá probando con distintos tipos de películas, realizando así un recorrido visual por la historia del cine japonés.
De esta forma, se propone retomar el cine japonés más tradicional, realizando un drama sin violencia y que trate los problemas de la gente común, bajo el título de “Retirement” (“Jubilación”). De nuevo, Kitano incluye una película dentro de otra, en este caso en blanco y negro, contándonos la historia de un anciano que, tras jubilarse, no encuentra sentido a su vida.
Kitano es de nuevo el protagonista de esta película en la que imita los estilemas del gran cineasta japonés Yasujiro Ozu: el uso del blanco y el negro en lugar del color, el punto de vista bajo, situado a la altura de un hombre sentado sobre el tatami, el cuidado por mostrar los interiores de las casas tradicionales japonesas, o el estatismo de la cámara. En concreto, podemos encontrar paralelismos con la película más conocida de este director: Cuentos de Tokio (Tokyo Monogatari, 1953).
Tras varios fracasos, Kitano se propone realizar un melodrama, contando la historia de un artista que queda ciego en un accidente y, gracias a la ayuda de una de sus estudiantes, llegará a convertirse de nuevo en el artista que un día fue, pero este proyecto es de nuevo abortado.
Entre cada uno de estos fragmentos de películas, volvemos a ver de nuevo a Kitano que arremete repetidas veces contra su muñeco y alter ego (ahorcándolo o arrojándolo a un río, por ejemplo), para manifestar sus sucesivos fracasos como director y la frustración que siente ante la imposibilidad de crear una nueva obra maestra. Desde una comicidad muy contenida, vemos cómo va introduciendo reflexiones interesantes acerca del proceso de producción de una película.
En este punto, se plantea qué tipo de películas quiere ver la gente, atendiendo al mercado cinematográfico,[2] y decide hacer un filme ambientado a mediados del siglo XX. Opta entonces por incluir aquí un pequeño relato autobiográfico, contando la historia de un niño que debe soportar la pobreza, la discriminación y la violencia, y cuyo padre alcohólico maltrata a su madre.
Sin embargo, el género del cine japonés que más triunfa a nivel internacional es sin duda el del terror, y por ello incluye aquí un fragmento de una película de terror japonés pero vista desde su propia óptica. De esta forma, va cumpliendo todos los códigos del género[3] para subvertirlos realizando una parodia, incluyendo una leyenda urbana, los crímenes previos que se habían desarrollado en una casa algo alejada, el grupo de jóvenes visitantes…
Incluye aquí también una crítica a la industria estadounidense, pues comenta que Hollywood ha realizado remakes de este tipo de películas, como puede ser el caso de The Ring (2002), un remake de la japonesa Ringu (1998)[4].
En este fragmento, combina por una parte el género de terror con la tradición japonesa, pues la película se titula Teatro Nô, y está protagonizada por un actor de este tipo de teatro. Asimismo, va más allá en su burla, llegando a satirizar otro subgénero del terror: las comedias de terror al estilo de Scary Movie (2000). Como puede observarse en los distintos fotogramas, cada uno de los fragmentos de películas insertos dentro de Glory to the Filmmaker! cuenta con su propio título y con un diseño muy diferenciado, que atiende a las particularidades propias de cada tipología cinematográfica.
Otro género que parodia es el denominado chambara, las películas de samuráis, incluyendo épicas escenas de lucha y espectaculares katanas. De nuevo el director es el protagonista de su “film dentro del film”, que en esta ocasión lleva por título: Cuervo Azul: Ninja Parte 2, criticando así mismo la sobre-explotación que se ha llevado a cabo de este género mediante las distintas secuelas y sagas.
El último de estos sketches metafílmicos es una película de ciencia ficción en la que dos científicos que trabajan en el observatorio astronómico (uno de ellos interpretado por Kitano), descubren un asteroide que se acerca a la Tierra e impactará con ésta en una semana.
Ya desde los títulos de crédito diseñados ex profeso, y la música instrumental que acompaña las primeras secuencias, nos remite irremediablemente a una de las películas más exitosas dentro de este género: La Guerra de las Galaxias (1977).
Ante el descubrimiento del asteroide, la voz en off comenta: “En una película americana aparecería un héroe que detonaría el asteroide con una bomba H, como en los cómics, pero aquí, los astrónomos descubren dos caras humanas en el asteroide, que se convierten en protagonistas del relato”. Mediante esta comparación, critica en primer lugar al cine hollywoodiense, plagado de finales felices y valientes héroes, y cuyas temáticas están muchas veces inspiradas en el mundo del cómic; y, por otra parte, lo contrapone con mucho sarcasmo a la cinematografía japonesa, donde cualquier elemento secundario puede convertirse en protagonista de la historia.
En este momento, tras más de 40 minutos de un irreverente prólogo plagado de referencias metafílmicas, las historias empiezan a entrecruzarse, de tal manera que las caras encontradas por los científicos en el asteroide, se convierten efectivamente en dos de los protagonistas: una madre y una hija de aspecto estrafalario y escasos ingresos, que tratan de sobrevivir mediante pequeñas estafas y engaños. El destino de estas dos mujeres acabará unido al del propio Beat Takeshi y su maniquí durante el resto del filme.
En esta segunda parte de la película, el humor y las alocadas acciones de los protagonistas van escalando hasta alcanzar cotas insospechadas, con momentos verdaderamente surrealistas y absurdos. De manera muy resumida, podríamos decir que las dos estafadoras intentarán atrapar a un hombre rico, y fijarán sus ojos en Beat Takeshi, que conduce un descapotable. Lo persiguen hasta un garaje, donde tendrá lugar la memorable escena en que unos matones empiezan a pegar a Kitano, que cada vez que va a recibir un golpe se convierte en el muñeco, hasta que termina transformándose en Zidane, el jugador de fútbol, y se recreará de manera cómica el famoso cabezazo propinado por Zidane a Materazzi en la final del Mundial celebrado en Alemania en 2006.
Tras formalizar la unión, madre e hija descubrirán que en realidad Kitano no es un hombre rico, y que deben trabajar duramente en el campo. Ante estos hechos, las mujeres deciden escapar, y Kitano las perseguirá a bordo de un cohete, ayudado por un extraño alienígena. A pesar del surrealismo de la escena, resulta especialmente interesante por dos elementos metacinematográficos que incluye: por una parte, en el momento en que el cohete se dispara, la cámara amplía el plano y vemos entonces a los operarios, al que sujeta el micrófono, etc.; y por otra parte, el extraterrestre enfundado en un traje color plata le dirá a Takeshi: “¿Te acuerdas? Han pasado 8 años desde Kikujiro”, en una clara referencia a la película de Kitano: El verano de Kikujiro (1999).La madre de la muchacha organizará el compromiso entre su hija y Takeshi, celebrándose una boda tradicional en la que el novio es de nuevo sustituido por su muñeco.
La alocada persecución termina cuando la joven se da cuenta de que en realidad sí ama a Kitano y quiere estar con él, por lo que todos regresan al campo, juntos.
En ese momento de paz, un meteorito cae sobre los protagonistas de todas las historias anteriores (los guerreros, los yakuza, los jóvenes de la película de terror…); todos ellos se volatilizan y emerge entonces de la tierra el título de la película.
De esta forma tan particular, volvemos al inicio de la película, a la sala de rayos X de un hospital donde están llevando a cabo las pruebas al maniquí que representa a Kitano, culminando una estructura narrativa circular. En este momento, aparece en pantalla la imagen del cerebro de Beat Takeshi, que contiene una cámara de cine que se va resquebrajando. Esto supone a la vez la causa y conclusión de la película: el director no puede hacer películas porque su “cámara interior”, su pensamiento cinematográfico, está roto.
Como hemos ido viendo, en Glory to the Filmmaker! Takeshi Kitano se aprovecha de los recursos del metacine para dejarnos entrar en su cabeza (bastante gráficamente, como hemos analizado en el final de la película). Nos presenta así sus dudas y tribulaciones en lo referente a su propia labor como creador, su miedo al éxito, sus inseguridades… temas que también tratará en otras películas como Takeshis’ (2005) o Aquiles y la tortuga (2008).
El principal miedo que Kitano trata de exorcizar con este filme, es un posible estancamiento en el género cinematográfico de los yakuzas y mafiosos, ya que el componente autocrítico de la película es muy elevado. Así pues, podemos ver en este filme una voluntad de evolucionar, de cambiar, buscando nuevas vías para su cine a la vez que experimenta con distintos géneros característicos de Japón.
Sin embargo, y a tenor de sus últimas producciones, podemos decir que fracasó. Kitano sucumbió a la comercialidad u optó por mantener su estilo de “auteur”. Sea cual sea el caso, si su miedo era el estancamiento, ha resultado ser un temor más que confirmado con el lanzamiento de Outrage 2 (2013), que no es solo una película más sobre mafias, sino que además es una secuela de otro film ya realizado por el propio Kitano.
De esta forma, en lo referente a la autocrítica, sus recurrentes escarceos metacinematográficos quedaron en nada, pues Kitano sigue fiel a su ya consagrada filmografía. Por el contrario, si leemos su obra atendiendo a otros niveles, debemos destacar su importante labor en el campo del metacine ya que, aunque sea en tono de comedia satírica, muchas veces tendente al surrealismo, Glory to the Filmmaker! incluye un interesante panorama de distintos niveles de intertextualidad. Asimismo, el recorrido que hace por los géneros cinematográficos del cine japonés resulta, además de divertido, muy interesante para la Historia del Cine.
Por ello, podemos concluir que las extravagancias de Kitano fascinan y desconciertan al espectador común, pero incluyen, a modo de regalo oculto, una serie de mensajes metacinematográficos verdaderamente apasionantes, dispuestos para aquellos que se molesten en desentrañarlos.
Para saber más:
Notas:
[1] Glory to the Filmmaker! (Kantoku Banzai!, 2007): 104 min. Japón. Director: Takeshi Kitano. Guión: Takeshi Kitano. Música: Shinichirô Ikebe. Fotografía: Katsumi Yanagishima. Reparto: Beat Takeshi (Takeshi Kitano), Toru Emori, Kayoko Kishimoto, Anne Suzuki, Kazuko Yoshiyuki. Productora: Bandai Visual Company.
[2] Sobre las dificultades del mercado y la imposibilidad de triunfar en él, reflexionará más en profundidad en su siguiente película, Aquiles y la tortuga (2008).
[3] El cine de terror, a nivel internacional, presenta una serie de elementos estandarizados que han ido repitiéndose a lo largo de las décadas. A este respecto, puede consultarse el artículo sobre el género del slasher publicado anteriormente en esta revista.
[4] Sobre estas películas ya habló nuestra colaboradora Elísabet Bravo en un artículo anterior.