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This article was written on 25 May 2018, and is filled under Arte.

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La cerámica Onda Yaki

Recientemente en Ecos de Asia hemos realizado un breve recorrido por la obra de uno de los maestros ceramistas japoneses más sobresalientes de la actualidad, Tanzan Kotoge y la exposición de piezas que se puede visitar en el Museo de Zaragoza. En esta ocasión nos centraremos en otro tipo de cerámica, en concreto en la Onta / Onda yaki o cerámica de Onda, la cual desde mediados del periodo Edo se viene realizando en la pequeña localidad de Sarayama, prefectura de Oita, un territorio montañoso de Kyûshû central.

Pieza de cerámica de Onda u Onda yaki, periodo Showa (1926-1989)

El origen de este tipo de piezas se suele señalar durante el periodo Edo, alrededor del año 1705, momento en el que un ceramista, Yanase San’uemon[1] encontró una gran cantidad de arcilla en las montañas circundantes y junto a su familia comenzó a realizar, en lo que hoy es la localidad de Onda Sarayama, una serie de piezas destinadas a las necesidades diarias de los habitantes de la región. El éxito de este tipo de piezas fue tal que Yanase compartió con los habitantes de la zona los métodos de realización para, entre todos, continuar con su producción y poder abastecer la demanda. A partir de entonces se construyeron una serie de hornos en la región, comenzando una más que interesante tradición en la que las técnicas y los conocimientos necesarios para su realización se han transmitido de generación en generación a través de padres a hijos hasta la actualidad.

El pueblo de Onda Sarayama se encuentra situado en una zona montañosa de Kyûshû central en la que abundan los torrentes y los saltos de agua. En la actualidad la pequeña localidad cuenta con diez talleres en los que se realizan piezas de Onda yaki, talleres en los que desempeñan su labor los ceramistas que intervienen en todo el proceso de realización de las piezas, comenzando por el acopio y refinamiento de las arcillas. La arcilla con la que se realiza la Onda yaki se extrae, tal como ocurría en el periodo Edo con Yanase San’uemon,  de las montañas que rodean el pueblo. Este tipo de arcillas se caracterizan por presentar un tono anaranjado que se vuelve de un color oscuro, casi negro, una vez finalizada la cocción. Los habitantes de Onda Sarayama consideran este tipo de arcilla como la base de su sustento, por lo que las labores de extracción solamente se realizan dos veces al año, distribuyéndose el material entre los diez hornos del pueblo, demostrando una gran preferencia por la sostenibilidad a largo plazo de la actividad como un bien perteneciente a la comunidad, así como una  alta consideración y valoración de los recursos naturales.

Localidad de Onda Sarayama , donde destaca la presencia de un horno Noborigama

El siguiente paso, una vez extraído el material, es su refinamiento y adecuación para la realización de cerámicas a través de una serie de métodos tradicionales y sin intervención de ningún tipo de maquinaria. En las labores de molido y pulverización de la arcilla los ceramistas de Onda Sarayama  se valen de una serie de karausu. Los karausu son una serie de grandes mazos accionados por la fuerza del agua de los arroyos que discurren por la localidad. Con un funcionamiento similar a la de los sishi odoshi,[2]  el mazo va unido a un largo mástil de madera que en un extremo presenta una cavidad que se va llenando de agua. Una vez lleno del todo,  el peso del agua acciona el mecanismo haciendo que el mazo vaya moliendo los bloques de arcilla. El proceso de transformar la arcilla en finas partículas aptas para el modelado dura unos treinta días, tras los cuáles la arcilla se transportará hasta una serie de recipientes con agua donde, a través de un proceso de decantación y filtrado, las partículas no deseadas como arena o fibras vegetales que podrían perjudicar a la pasta son separadas. Posteriormente se deja secar la arcilla al sol en bloques de grandes dimensiones durante un periodo de diez días para que el exceso de humedad se vaya evaporado, después se deja secar durante otros diez días sobre unos hornos alimentados con leña hasta el momento que adquiera la elasticidad y consistencia adecuadas. Como podemos apreciar, el proceso para obtener una arcilla idónea lleva meses de trabajo y se siguen empleando técnicas y procedimientos tradicionales.

Karausu molino hidráulico utilizado para la producción de cerámica Onda en el pueblo de Onta Sarayama en Prefectura de Ôita, Japón. Para verlo en acción resulta muy ilustrativo el siguiente enlace.

Posteriormente viene el trabajo de modelado en el torno, herramienta que es accionada por la fuerza del ceramista, diferenciando la tradición de esta cerámica de Onda de otros centros de cerámica en Japón donde los artesanos no muestran reparos en valerse de modernos tornos para la realización de sus piezas. Este tipo de tornos manuales, operados a partir de la fuerza de las piernas, requieren un mayor grado de conocimiento y de perfección de la técnica para desarrollar aún las formas más sencillas. Posteriormente, sobre la pieza se aplica una capa más fina y fluida de barbotina de color blanco, lo que provoca un fuerte contraste con el material oscuro de base. Una vez recubierta la pieza de esta arcilla blanca, las cerámicas se dejan secar al sol durante tres días, hasta alcanzar la consistencia óptima para la aplicación de uno de los motivos característicos de la cerámica de Onda. Situando la pieza nuevamente sobre el torno, el ceramista se vale de una herramienta específica denominada kanna,[3] consistente en una sencilla lámina delgada y plana de metal curvada en un extremo. El ceramista irá presionando el kanna sobre las paredes en movimiento de la pieza, extrayendo material y dejando salir la arcilla más oscura del interior, procedimiento denominado tobi-kanna, y que genera un motivo consistente en una espiral geométrica sobre las paredes de la pieza. El ceramista se puede valer de la velocidad o de la distintos grados de presión para generar toda una serie de motivos y variedades.

Otra técnica tradicional asociada a la cerámica de Onda es la denominada hakeme, consistente en disponer rítmicamente la capa superior de barbotina blanca sobre la pieza en movimiento, resultando en una serie de líneas que parten del centro y que desarrollan toda una serie de gradaciones en las tonalidades y que recuerdan o asemejan a los pétalos de la flor del crisantemo.

Los barnices están hechos de materias primas naturales, como ceniza, y colorantes minerales, como hierro y óxidos de cobre. Las distintas formas de las piezas están hechas para su uso en Japón, no para exportación, y generalmente son de naturaleza funcional, aunque las piezas más grandes como jarrones se usan en la actualidad casi exclusivamente como objetos de exhibición. Las piezas se cuecen en hornos de colina o noborigama,[4] que descienden de los introducidos por los alfareros coreanos a finales del siglo XVI en Japón.

Si bien hemos de señalar que la mayoría de ceramistas que realizan Onda yaki son hombres, las mujeres de la localidad desempeñan toda una serie de labores y trabajos necesarios, imprescindibles y de vital importancia en todo el proceso. Los artesanos que realizan esta serie de piezas nunca las firman con su nombre, de esta manera solamente podemos encontrar en la actualidad una sencilla inscripción que las señala como realizaciones de Onda, ya que se considera que cada pieza es resultado del trabajo colectivo de todo el pueblo, y que nadie a nivel individual puede adquirir por sí solo el merito. Los ceramistas trasmiten las diferentes técnicas y procesos de realización al hijo mayor, por lo que en la actualidad es posible encontrar a jóvenes ceramistas trabajando en la localidad. Se suele señalar por los distintos maestros que ellos no enseñan, es cada uno el que debe encontrar su camino a lo largo de realizar muchas piezas, en un laborioso proceso que suele comprender toda una vida. Así, el aprendizaje consiste en hacer y hacer piezas hasta que el proceso fluya de manera natural, como una parte inherente al ceramista. Aún en la actualidad en Sarayama se limita el número de hornos y tornos, así como no se permite el asentamiento de ceramistas de otras partes del país, visto como un modo de sostenibilidad y una manera de que se conserve arcilla para generaciones venideras.

Cerámicas de Onda decoradas con la técnica tradicional de tobi-kanna: sobre la barbotina blanca sale a la luz la base de cerámica más oscura a través del motivo geométrico conseguido con la herramienta kanna.

La popularidad de la Onda yaki se debe a su relación con el movimiento Mingei y a Yanagi Sôetsu[5] quien en 1927, tras descubrir este tipo de piezas en una tienda, se desplazó a la localidad y pudo comprobar de primera mano como se seguían empleando métodos tradicionales en la localidad, experiencias que plasmó por escrito en Hita no Sarayama. Sarayama también fue visitada por el famoso ceramista inglés Bernard Leach en el año 1954, permaneciendo veinte días junto a sus ceramistas y aprendiendo de ellos distintos procesos de su realización. La visita de Leach tuvo una gran repercusión en los medios japoneses, desencadenando un auténtico furor por estas piezas y haciendo que este método de trabajo tradicional de acopio de materiales y las técnicas de realización le valieran a estas cerámicas de la localidad de Sirayama el ser reconocidas por parte del Gobierno de Japón como Propiedades Culturales Intangibles en el año 1970;[6] asimismo, el sonido producido por los karausu le ha valido a la zona el ser sido inscrita como uno de los Cien Paisajes Sonoros protegidos de Japón.

 

Para saber más:

  • Maske, Andrew L.  The Ceramic Art of Onda. Boston, Pucker Art Publications, 2007.
  • Simpson, Penny; Sodeoka, Kanji y Lucy Kitto. The Japanese Pottery Handbook. Nueva York, Kodansha, 2014.

 

Notas:

[1] Maske, Andrew L.  The Ceramic Art of Onda. Boston, Pucker Art Publications, 2007, p. 2.

[2] El shishi-odoshi es un tipo de fuente de agua utilizada en los jardines japoneses consistente en un tubo segmentado, generalmente de bambú, sujetado a un lado de su punto de equilibrio. En reposo, su extremo más pesado está hacia abajo y apoyado contra una roca. El agua se va acumulando en el extremo superior del tubo para, finalmente desplazar el centro de gravedad, haciendo que el segmento de bambú gire y arroje el agua.

[3] El kanna es una herramienta japonesa empleada en la decoración de las cerámicas consistente en una delgada lámina de metal curvada que se presiona sobre las paredes de la pieza. Simpson, Penny; Sodeoka, Kanji y Lucy Kitto. The Japanese Pottery Handbook. Nueva York, Kodansha, 2014, p. 14.

[4] Los hornos tradicionales noborigama constan de una serie de cámaras contiguas, dispuestas en pendiente, estando cada cámara situada más alta que la anterior. Los hornos noborigama se han utilizado en Japón desde el siglo XVII. Penny; Sodeoka, Kanji y  Lucy Kitto. The Japanese Pottery… op. cit, pp. 78-79.

[5] Yanagi Sôetsu (1889–1961), junto con otros pensadores este momento desarrolló el movimiento Mingei, como una forma de revitalización del arte popular de Japón y como reacción al proceso de industrialización del país. Este movimiento, basado en el Arts and Crafts inglés, entre multitud de manifestaciones tradicionales, en Japón adquirió una gran relevancia en la recuperación de la cerámica tradicional, Gómez Pradas, Muriel. “La mirada de Eudald Serra. El artista a través de las colecciones de cerámica japonesa del museo etnológico de Barcelona,”  Archivo español de arte. nº 343, 2013, pp. 221-236.

[6] Maske, Andrew L.  The Ceramic Art … op. cit. p. 3.

avatar David Lacasta (76 Posts)

Soy Licenciado en Historia del Arte y actualmente estoy cursando el máster en estudios avanzados, en la modalidad de Asia Oriental. Estoy trabajando en la cerámica Satsuma, y el fenómeno de su coleccionismo en occidente.También me interesa mucho todo lo relacionado con las armas y armaduras de los samurai, así como la historia militar de Japón.


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