La inspiración y la temática de los anime o series de animación japonesas puede llevarnos a cualquier parte: desde el Japón tradicional, la India, el Londres decimonónico o incluso al Brasil contemporáneo. En un artículo anterior, dentro de este especial centrado en las relaciones entre Latinoamérica y Japón, ya comentamos otra serie que bebe de esta cultura, como es el caso de Jikû Tenshô Nazca, basado, principalmente, en la antigua cultura inca trasladada al Japón contemporáneo a través de las reencarnaciones de distintos guerreros y sacerdotes; sin embargo, en este caso queremos centrarnos en un anime de carácter realista que nos remite a las andanzas de una delincuente fugada de una cárcel de máxima seguridad y una niña huérfana.
Michiko to Hatchin (Michiko y Hatchin en castellano) es una serie que fechamos en el año 2008 producida por el estudio Mangaglobe (Ergo Proxy, Sengoku Basara) y dirigida por Sayo Yamamoto (Lupin III: The Woman Called Fujiko Mine). En este caso, a través de un total de 22 capítulos se narra la historia de las dos protagonistas, Michiko Malandro por un lado, y Hana Morenos por otro. La primera es una mujer joven y atractiva, en busca y captura por parte de la policía después de haberse fugado de una prisión de máxima seguridad; a lo largo de los episodios se nos dan algunas pinceladas acerca del pasado de este peculiar personaje, que parece obsesionada con encontrar a Hiroshi Morenos -el padre de Hana-, con el que mantuvo una relación amorosa. Hana Morenos, que con el paso de los capítulos pasará a ser conocida como Hatchin, es una niña huérfana que vive, en un primer momento, con la familia que la adoptó, donde se la maltrata y se la considera una mera criada, hasta que un día, Michiko irrumpe en la casa con su peculiar moto y se la lleva para encontrar a su padre. Si bien, la aventura de ambas protagonistas va a estar plagada de dificultades y enfrentamientos, tanto con la policía, como con bandas tan poderosas y peligrosas como Monstro; igualmente, se van a encontrar con toda una serie de personajes, que van desde la más pura crueldad hasta llegar a cautivar al espectador con su originalidad y entrega.
Toda esta historia se ambienta en una serie de escenarios ficticios claramente inspirados en América Latina, sobre todo en Brasil, deducimos esto tanto porque los carteles y letreros que aparecen en las tiendas están escritos en portugués, como por los rasgos de los habitantes de cada uno de los escenarios, de piel morena y cabello oscuro en su mayoría. Este es un escenario triste y cruel donde vamos a encontrarnos con niños portando armas y trabajando al servicio de cualquier grupo, la pobreza reinante, el dominio de una serie de bandas armadas, diversos secuestros, o incluso la violencia y el sexo como un leitmotiv constante. Todos estos aspectos nos llevan a pensar en dos cosas: la imagen que desde Japón se tiene de América Latina (y más concretamente de zonas como Brasil) y la imagen tópica que se quiere transmitir al público mediante la serie que nos ocupa. No podemos negar el hecho de que la trama que hemos comentado se ve favorecida por el universo que ha creado Sayo Yamamoto, de modo que permite introducir de manera más o menos constante toda una serie de enfrentamientos, tensión, o incluso giros inesperados en el guión. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar el hecho de que este anime no hace sino contribuir a la imagen, tópica y negativa, que muchas veces llega a Europa, considerando Sudamérica como un conjunto de peligros y corrupción. Si bien, y como ya hemos mencionado, hemos de tener en cuenta que se trata de una ambientación ficticia, una inspiración en un paisaje real; por lo que muchos aspectos se ven exagerados y modificados en favor de la historia.
Dejando de lado los tópicos injustificados así como todos los aspectos negativos que se subrayan a lo largo de los capítulos, no podemos dejar de considerar también esta serie como una fuente para conocer algunas de las costumbres o aspectos que aparecen en determinados episodios, como puede ser el caso de las corridas de toros y el éxito que cosechan -y por las que parece que el público japonés también se siente atraído-, los mercados y la variedad de productos, las comidas que toman los personajes, monumentos y algunas arquitecturas… siempre, por supuesto, bajo el velo de la ficción.
En primer lugar, Michiko podría considerarse, de nuevo, como una especie de tópico de la mujer latina: morena, atrevida, apasionada, que viste de manera provocativa y sensual; pero también se la representa como peligrosa e inculta, rasgos que, de nuevo, se respaldan en la temática de este anime. Destaca el hecho de que la mayor parte de los personajes femeninos se caracterizan de esta forma, todas ellas con un cuerpo esbelto y sensual, tez morena y una personalidad arrolladora que conjuga la sensualidad y el peligro. Por otro lado, la pequeña Hana o Hatchin es el contrapunto a la energía de Michiko; al principio se presenta como un personaje calmado y silencioso, que aguanta el trato de su familia adoptiva con resignación y aceptación, hasta que acaba explotando en un violento ataque a uno de sus hermanos. Una vez se encuentra con Michiko e inician su aventura juntas (a la que prácticamente se ve arrastrada sin explicación alguna), Hana se torna mucho más valiente y menos reservada, manteniendo esa fortaleza que la caracteriza desde el principio de la serie. Como ya hemos comentado, la relación entre ambas protagonistas es el punto más importante a tener en cuenta, cómo acaban por convertirse en algo mutuamente necesario, se protegen mutuamente y corren en ayuda la una de la otra, manteniendo al espectador en esa intriga por saber si realmente son madre e hija o su relación no va mucho más allá de la búsqueda que han emprendido juntas.
A modo de conclusión, no podemos sino incidir en lo expuesto con anterioridad, quizás este sea un anime que ponga de relieve los aspectos más negativos de la sociedad latinoamericana, si bien, esta es una decisión que se toma con el fin de favorecer la trama de la historia. Hemos de tener en cuenta que no deja de ser un escenario ficticio de rasgos exagerados, por lo que no se ha de tomar como un testimonio de una realidad que, por otra parte, esta ahí, y en ocasiones sale a la luz. Dejando de lado este aspecto y centrándonos en la calidad de la serie, destaca el estilo de dibujo por su originalidad y aspecto más cercano al realismo; además, la animación es bastante buena, al igual que el diseño de personajes. Igualmente, la trama resulta más que recomendable al tratarse de una historia muy dinámica, repleta de acción y bastante entretenida, recomendable para todos aquellos que tengan ganas de ver algo diferente.