Volvemos a reseñar uno de los lanzamientos recientes de Diábolo Ediciones. Después de Antes de mi vecino Miyazaki, la editorial nos acerca Anime! Anime! Cien años de animación japonesa, escrito por David Heredia Pitarch, cuyo título homenajea a la obra de referencia Manga! Manga! The world of Japanese Comics de Frederick L. Schodt.
Y es que Anime! Anime! quiere emular el ejemplo del clásico de la historiografía, trazando por primera vez en castellano una panorámica completa sobre el mundo de la animación japonesa. Ya desde la introducción, su autor habla del deseo de crear una obra que sirva de guía, sistemática y alejada (en la medida de lo posible) de las obras de divulgación existentes.
Para llevar a cabo esta diferenciación, David Heredia divide el libro en cuatro apartados: “Historia de la animación japonesa”, “Estudios de animación”, “Personalidades destacadas” y “¿Cómo se hace el anime?”, que articulan la base de su discurso y permiten disponer la información de manera clara y ordenada.
El primer capítulo, “Historia de la animación japonesa”, constituye una síntesis muy acertada de la historia de este medio en Japón. A pesar de su brevedad, en un tema que podría hacer correr ríos de tinta, en este capítulo queda bien definido el devenir cronológico de la industria y los distintos hitos que han estimulado su crecimiento o contribuido a la transformación de la misma.
El siguiente apartado, “Estudios de animación”, adquiere un carácter más enciclopédico, recogiendo veinte fichas con los estudios más destacados. De este modo, aparte de incluirlos dentro de la trayectoria general del fenómeno, permite aproximarse de manera aislada a productoras como Studio Ghibli, Gainax o Madhouse.
En “Personalidades destacadas”, el autor desarrolla un listado de los principales realizadores que más han trascendido en el campo de la animación. Con una estructura similar al capítulo anterior, aquí se recogen cincuenta figuras relevantes para la industria del anime. No se limita únicamente a directores, sino que reúne a “los artistas”, todos aquellos cuyos nombres han quedado ligados a la animación. Así, entre los cincuenta nombres del listado tienen cabida realizadores, pero también diseñadores, animadores, músicos… En la selección destaca el equilibrio entre los nombres más consolidados para el público occidental (como pudieran ser Hideaki Anno, Hayao Miyazaki, Katsuhiro Ôtomo o Isao Takahata) con otros que han pasado más desapercibidos, pero cuya importancia es innegable. Otro punto que debe destacarse muy favorablemente es la inclusión de mujeres relevantes dentro del listado, ya que existe una tendencia a destacar con mayor facilidad los nombres masculinos, pero el autor no cae en la invisibilización.
El último capítulo, “¿Cómo se hace el anime?”, constituye un breve pero interesante repaso sobre el sistema de producción para llevar a cabo este tipo de obras, independientemente de su formato, y permite comprender mejor los avatares del desarrollo de las producciones. Así, no solo refuerza el contenido del libro, sino que además resulta muy didáctico y permite entender el desarrollo de las producciones actuales.
El libro concluye con un glosario de términos relativos a la producción de animación, de gran utilidad para cualquier aficionado que se esté adentrando en el mundillo (e incluso para los ya iniciados), una bibliografía y una pequeña biografía del autor.
Posiblemente, el mayor logro de Anime! Anime! sea la capacidad que ha evidenciado su autor para condensar, en menos de trescientas páginas, las nociones fundamentales sobre una industria de más de un siglo de antigüedad y con una vasta producción a sus espaldas. Pese a enfrentarse a una tarea titánica, David Heredia logra sintetizar las claves fundamentales de la historia del anime, presentando un libro práctico para todo aquel que quiera hacer una aproximación al medio, tanto desde un punto de vista de aficionado como más académico. Indudablemente, se le pueden achacar carencias (muchas de las cuales, ya justifica el propio autor en la introducción, aclarando que su criterio ha sido primar la difusión de obras más desconocidas frente a profundizar en otras mejor estudiadas), pero constituye un contexto necesario en el que las distintas “piezas” procedentes de otras fuentes pueden ir encajándose.