Reseña literaria: La casa del álamo, de Kazumi Yumoto

Portada de La casa del álamo, a cargo de Ana Oncina, como el resto de la colección.

Había pasado cerca de un año desde que Nocturna Ediciones trajo a España Viaje a la costa, la segunda novela de Kazumi Yumoto que integraba su catálogo. La primera había sido Los amigos, pocos meses antes. Tuvimos ocasión de reseñar ambas obras en su momento, y con el paso de los meses, echamos de menos que Nocturna no siguiera recuperando a esta autora. Sin embargo, descubrimos con mucha alegría que, hace unas semanas, Nocturna Ediciones lanzaba como novedad La casa del álamo, veinte años después de su publicación original. Como las dos obras anteriores, esta goza también de una adaptación cinematográfica, si bien solamente la de Journey to the shore ha tenido cierto impacto internacional.

La casa del álamo cuenta la historia de Chiaki en dos momentos de su vida: el primero, en el momento presente, en el que recibe una llamada telefónica anunciando el fallecimiento de la casera de su antigua casa, una persona muy querida para ella, y el segundo, su infancia, cuando la conoció y se crearon los lazos que la han conducido a su funeral. Mientras procesa la noticia, Chiaki comienza a rememorar su infancia, muy complicada, que quedó marcada por la muerte de su padre, cuando ella contaba con seis años de edad. En aquel momento, su vida y la de su madre dieron un vuelco radical: ambas tuvieron, cada una a su manera, problemas para asimilar la noticia y proseguir con sus vidas, lo que se tradujo en la mudanza a un pequeño apartamento en el edificio de la casa del álamo.

Chiaki recuerda cómo su incapacidad para entender las implicaciones de la muerte de su padre le generó una enorme ansiedad, alcanzando niveles casi patológicos, y cómo se esforzaba por lidiar con ella para no cargar a su madre con un problema añadido. Sin embargo, gracias a la relación con la anciana casera, Chiaki poco a poco ve apaciguarse sus demonios, especialmente cuando la mujer le confiesa su gran secreto: es una mensajera del más allá y recibe cartas de gente que ha perdido a seres queridos, para llevárselas en su ataúd cuando muera y poder entregárselas a sus destinatarios.

La novela plantea los temas recurrentes de Kazumi Yumoto. El mundo de la infancia, todavía descubriendo la vida, y la relación que los jóvenes entablan con los ancianos (muy similar, en este sentido, a lo que ocurría en Los amigos), la forma de relacionarse con el mundo, personajes vulnerables y, por encima de todo, la muerte como algo omnipresente, natural, complejo y a la vez muy simple; todo ello con el habitual estilo narrativo, en primera persona, que favorece la empatía de los lectores con la protagonista.

No se puede decir que el giro final (o, mejor dicho, los giros) sean previsibles, pero tampoco causan excesiva sorpresa dentro del realismo mágico que la autora cultiva a la perfección. Quizás, en este sentido, el final tan abierto suponga un problema, ya que el lector tiende a esperar más respuestas de las que recibe. A cambio, el final aporta respuestas a muchas preguntas ocultas, que no se habían manifestado previamente porque la autora, hábilmente, había ocultado informaciones que cambiaban por completo la situación y que, al aparecer al final, permiten de golpe entender con mucha mayor claridad todo lo que sucede en la historia. Como si de un puzle se tratase, los capítulos finales suponen la pieza clave que de repente, al ser colocada en su lugar, hace que toda la imagen tenga sentido.

Con estos ingredientes, Kazumi Yumoto convierte La casa del álamo en un rincón de paz, un refugio bucólico que alivia el sufrimiento del alma. Una prosa sencilla y una historia conmovedora que, sin duda, convierte rápidamente al lector en cómplice del misterio. ¿Llegarán las cartas a los difuntos realmente a su destino?

Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.