Una de las últimas incorporaciones a la colección Maestros de la Literatura Japonesa de Satori Ediciones ha sido Si pudiera cambiarlos, una novela anónima escrita a finales del del periodo Heian (794-1185), y que, aunque parezca sorprendente, tiene como protagonista indiscutible a la transexualidad.
Esta obra, conocida en japonés como Toikaebaya monogatari[1] (literalmente “Ojalá pudiera cambiarlos” o “¡Ay, si cambiarlos pudiera!”), pasó bastante desapercibida en Japón a pesar de su contenido explícito. No fue hasta la adaptación al japonés actual de Yasunari Kawabata[2] en 1948, cuando la obra empezó a tener más protagonismo.
Puede parecer extraño que una obra protagonizada por la transexualidad no fuese censurada en el Japón del siglo XII, pero hay que tener en cuenta que se trata de un país donde las relaciones entre personas del mismo sexo no estaban penalizadas de ningún modo. De hecho, fueron los españoles y portugueses quienes, en el siglo XVI, dejaron recogidos textos tratando la homosexualidad en los templos budistas nipones, algo que los jesuitas consideraron inmoral.[3] Aun así, este tipo de encuentros estuvieron permitidas en Japón hasta la llegada de los estadounidenses en el siglo XIX, momento en el que estos empezaron a verse con otros ojos.
A pesar de esta mención explicativa de las relaciones homosexuales en Japón, se ha de señalar que en Si pudiera cambiarlos estas no aparecen, sino que el argumento principal versa acerca del cambio de rol de los personajes principales, como se señala a continuación.
El argumento de Si pudiera cambiarlos trata acerca de la vida en la corte de dos hermanos, pero no de dos cualquiera. Así, mientras que Sadaijin, un alto cargo de la Corte Imperial, soñaba con presentar a sus hijos en sociedad cuando creciesen y enorgullecerse de ellos, como cualquier padre de esa época, los niños optaron por desarrollar las características contrarias a su sexo, siendo la niña valiente, segura de sí misma y audaz, y el muchacho, tímido, frágil y sensible.
Con este marco, ya se puede suponer que decidió hacer el padre: presentarlos en sociedad de manera intercambiada, pues así sería como tendrían un mejor futuro en la Corte Imperial. Y no se equivocó, pues ambos escalaron y triunfaron en la escala política, teniendo un grandioso éxito social, aunque no sin complicaciones.
Cuesta creer que este maravilloso argumento haya sido idea de uno o varios nipones del periodo Heian, ya que perfectamente podría ser un tema a tratar en una novela del siglo XXI. Eso es, sin duda, lo que hace especial a Si pudiera cambiarlos, una obra en donde el amor y el humor son los principales protagonistas, aunque sin olvidar a la política, un tema que es inseparable de los relatos nipones de este periodo.
En cuanto a la edición, esta novela tiene una presentación prácticamente inmejorable, viéndose a la perfección el sello tan característico de la editorial. Bajo una portada en la que se encuentra la obra Primavera, de Yamamura Kôka (1885-1942), se hallan trescientas cuatro páginas en las que se demuestra el virtuosismo para la escritura que existía en el Japón del periodo Heian, momento histórico en el que, además, el protagonismo literario recaía especialmente en las mujeres, destacando las obras Genji Monogatari, de Murasaki Shikibu, y Makura no Sôshi, de Sei Shônagon.
Además del propio relato, la edición de Satori es acompañada de un prólogo en el que se trata el contexto histórico y geográfico de la obra, así como las referencias a otras representaciones artísticas que han sido influenciadas por Si pudiera cambiarlos. También hay dos apéndices, tratándose en el primero los ochentaicuatro waka que aparecen en la obra, y en el segundo la descripción de los personajes principales.
Con todo esto, Si pudiera cambiarlos no se trata de una obra más del catálogo de la editorial asturiana, sino que se trata de una muestra de porqué Satori Ediciones es la editorial más reconocida dentro del ámbito de la literatura nipona en nuestro país. Y aunque es una obra tan atrevida como inusual, encaja a la perfección dentro de la colección de los Maestros de la Literatura Japonesa, pues su lectura es imprescindible para conocer la auténtica belleza de Japón.
Notas:
[1] El término monogatari se podría traducir por “cuento” o “historia”. Se trata de un vocablo muy utilizado para referirse a este tipo de relatos.
[2] Yasunari Kawabata (1899-1972) fue el primer japonés en obtener el premio Nobel de Literatura, hecho acaecido en 1968.
[3] Uno de los textos escritos por un misionero jesuita dice: «Las abominaciones de la carne y los hábitos viciosos estaban considerados en Japón como algo honorable; los hombres confían sus hijos a los bonzos para ser instruidos en tales cosas al mismo tiempo que los usaban para servir sus deseos» (Jânavira, Dharmachari. “Homosexuality in the Japanese Buddhist tradition”, Western Buddhist review, 3, 2011). Más información acerca de la homosexualidad en Japón en el siguiente enlace.
Sorprendente, si, pero no veo nada maravilloso, ni mucho menos transgresor o revolucionario, en intercambiar de sitio dos conjuntos de estereotipos.