En artículos anteriores ya nos hemos acercado a Jujutsu Kaisen, manga escrito e ilustrado por Akutami Gege y publicado en la revista Shûkan Shônen Jump. Tras analizar la traducción de algunos de sus diálogos y profundizar en su relación con la religión budista, en este artículo presentamos una aproximación a los mitos en los que se ha inspirado Akutami para dar forma a algunos conceptos de su manga.
Empezaremos hablando de las maldiciones, abominaciones que nacen de la acumulación de sentimientos negativos de las personas. Una subcategoría son monstruos clásicos que han inspirado terror en los corazones de la gente durante generaciones, provocando que estas criaturas imaginarias hayan tomado forma. Debido a ello durante la historia aparecen varias manifestaciones de yôkai, la mayoría manejadas por el hechicero Getô Suguru, cuya técnica le permite ponerlos bajo su control. Tenemos a la kuchisake onna, inspirada en una leyenda urbana que se popularizó especialmente con la llegada de los foros en Internet. La historia cuenta que una mujer con la cara tapada se acerca a los niños preguntándoles si la consideran hermosa; si responden afirmativamente, la mujer se descubre el rostro, revelando que tiene la boca cortada de oreja a oreja; si responden que no, les acuchilla. Su origen se sitúa a principios de 1979, cuando un periódico local de Gifu publicó rumores sobre este fantasma, extendiendo la historia desde Aomori hasta Kagoshima. A partir de entonces empezó a darse forma al fantasma, con abrigo rojo, máscara y guadaña, los dos últimos atributos respetándose en el manga, y hoy día forma parte de las historias de fantasmas más extendidas en el archipiélago. Asimismo, una de las maldiciones de categoría especial que Suguru utiliza, las más poderosas de las que sólo hay dieciséis en el mundo, es Tamamo no Mae quien, como ya comentamos previamente en un artículo sobre los espíritus zorro, fue la concubina preferida del emperador Toba (1103-1156) y que, según se dice, resultó ser un zorro transformado, siendo además la responsable de extender las historias sobre yôko en Japón durante el periodo Heian (794-1185/1192), lo que justifica su enorme influencia. Al mismo nivel está la hôsô babaa o “vieja de la viruela” que, como su nombre indica, es un yôkai que provoca esta enfermedad para poder comerse a los que mueren padeciéndola; el rumor parece haber surgido durante el periodo Edo (1615-1868) cuando, a la par que una epidemia de viruela hacía estragos en la ciudad de Shichigahama (pref. Miyagi) a principios de la era Bunkan (1804-1818), empezaron a descubrirse tumbas abiertas con los cadáveres destrozados, un incidente que no se detuvo ni cuando colocaron pesadas rocas sobre los túmulos. El ataque que realiza esta maldición, de hecho, recuerda a este incidente, ya que consiste en encerrar a sus víctimas en un ataúd y lanzarles una roca encima para sellarlas. También, durante el atentado de Shibuya por parte del falso Getô, este invoca una maldición nacida de la leyenda del namazu que, como él mismo explica, se basa en la creencia popularizada durante el periodo Edo de que los terremotos y tsunami eran creados por los movimientos de un pez gato gigante. También tenemos el kôryû o “dragón arcoíris” que podría estar inspirado en la nijihebi o “serpiente del arcoíris”, también llamada de manera más general “monstruo del arcoíris”; el origen de este mito está en los aborígenes de Australia, que creían que el fenómeno del arcoíris era creado por un espíritu que provocaba desgracias y enfermedades. Por último, es destacable mencionar que el atentado que perpetra Suguru contra la población civil liberando sus maldiciones en el barrio de Shinjuku en Tokio y en Kioto simultáneamente lo llamó la Hyakki Yakô o Procesión de los Cien Demonios, referenciando la leyenda urbana de que por la noche los demonios pasean por las calles de Kioto que se extendió durante el periodo Muromachi (1333-1573) y quedó ilustrado en el periodo Edo en el emakimono Hyakki Yakô-zu.
En cuanto al personaje del Emperador de las Maldiciones, Ryômen Sukuna, que se traduciría como Sukuna “Dos Caras”, ya aparece mencionado en el Nihon Shoki o Nihongi, texto escrito en el año 720 que recoge todo lo relativo a la historia del archipiélago nipón desde su creación inspirándose en los mitos sintoístas prexistentes transmitidos oralmente hasta las crónicas de los emperadores. Se le describe de la siguiente manera:
65th year. In the province of Hida there was a man called Sukuna, who was so formed that on one trunk he had two faces. The faces were turned away from each other. The crowns met, and there was no nape of the neck. Each had hands and feet. There were knees, but no popliteal spaces or heels. He was strong and nimble. He carried swords on his right and on his left side, and used bow and arrow with all four hands at once. On this account he was disobedient to the Imperial command, and took a pleasure in plundering the people. Hereupon the Emperor sent Naniha-neko Takefuru-kuma, ancestor of the Omi of Wani, who put him to death.1
La provincia de Hida se corresponde con la actual prefectura de Gifu, donde puede visitarse el templo Senkô-ji que guarda una estatua de este demonio. La versión del manga coincide tanto en personalidad como en físico con lo descrito en el Nihongi, e incluso las espadas que se mencionan aparecen en Jujutsu, aunque se sustituye el arco por un ataque en el que lanza una flecha hecha de fuego con las manos desnudas.
Pasando a los hechiceros, uno de los personajes secundarios, Ino Takuma, utiliza una técnica llamada raihô suijû que, como su nombre indica, consiste en invocar las habilidades de los zuijû, bestias mitológicas que actuaban como representantes de los reinos animales en la antigua China y cuyo concepto seguramente se introdujo en Japón durante el budismo en el siglo VI. Tiene siete integrantes, cuatro de ellos siendo los shireijû o “cuatro bestias espirituales”, tres de los cuales forman parte de la técnica de Ino: el dragón (ryû) es el rey de los animales con escamas como los peces y los reptiles, el kirin (animal mitológico con cuerpo de león, piel de pez y cuernos de ciervo) es el rey de los animales con pelo y el reiki (“tortuga espiritual” [t.a.]) lidera a los animales con concha. El fénix chino (hôô) ha sido sustituido por el kaichi (similar a un león cornudo), que forma parte del conjunto más amplio de los zuijû.
Del mismo modo, aunque no llega a aparecer durante la historia, se menciona varias veces a Sugawara no Michizane (845-903) como antepasado de dos de los hechiceros más poderosos del manga, Gojô Satoru y Okkotsu Yûta. Michizane nació en Kioto y desde pequeño destacó en los estudios gracias a su talento y esfuerzo, convirtiéndose en un gran erudito y político; sin embargo, debido a intrigas de la Corte Imperial. Fue acusado por Fujiwara no Tokihira (871-909) de un crimen que no había cometido, degradado y obligado a trasladarse hasta la región de Dazaifu sin siquiera despedirse de su familia. Aunque no tenía dinero ni para vestirse ni para comer, se dedicó a rezar por el bienestar del Emperador y por la paz en el mundo. Tras su muerte empezaron a sucederse las calamidades en la Capital Imperial, llegando a ser considerado uno de los Nihon Sandai Onryô (“Tres Grandes Espíritus Malignos de Japón” [t.a.]) junto con el emperador Sutoku (1119-1164) y Taira no Masakado (903-940); los onryô son una variedad de yûrei o fantasma que surgió entre los periodos Nara (710-794) y Kamakura (1192-1333) para referirse a almas vengativas; aunque pueden pertenecer a personas vivas, lo más usual es que se manifiesten tras la muerte. Volviendo a Michizane, para apaciguarlo se consagró su alma en un santuario, siendo ahora conocido como Tenjin “Dios del Estudio”, y no deja de ser una elección curiosa relacionar a dos de los personajes principales con una figura tan ambigua.
El origen de la familia Kamo, perteneciente a las Gosanke o “Tres Grandes Casas” del mundo de la hechicería junto con la Gojô y la Zen’in, también se remonta al periodo Heian. Concretamente están relacionados con los onmyôji, practicantes del onmyô-dô, conjunto de creencias basadas en la Teoría del Ying Yang y de los Cinco Elementos desarrollada en China que llegó a Japón durante la introducción del budismo, evolucionando a una serie de hechizos y técnicas de adivinación y astrología. El periodo Heian coincide con el periodo de esplendor de los onmyôji, y también de los hechiceros según el manga, cuando eran oficiales del gobierno que formaban parte del órgano administrativo conocido como Onmyô-ryô. Cumplían el papel de exorcistas y adivinos para la Corte Imperial, además de ser astrólogos y encargarse del control del calendario, aunque a partir del periodo Kamakura con el apogeo de la clase samurái y el constante conflicto entrarían en decadencia. Por otra parte, Ashiya Sadatsuna, creador de la técnica del Dominio Simple, no parece corresponderse con ningún exorcista real o legendario, pero pertenece a los Ashiya, familia de onmyôji que existió realmente y que es conocida por su relación antagónica con la casa Abe, los exorcistas más respetados del periodo Heian y de los pocos que mantuvieron parte de su influencia con el paso del tiempo.
El manga también utiliza parte de la terminología asociada a los exorcismos budistas. Así, tenemos los jufu o talismanes protectores que en el manga están imbuidos de energía maldita y permiten ejecutar técnicas de manera autónoma. Los shikigami que utiliza Fushiguro Megumi, mensajeros celestiales y demonios invisibles al ojo humano capaces de cambiar de forma que ayudan a los exorcistas, ya sea en su día a día o en combate; Akutami los ha adaptado para que, en vez de utilizar como intermediario para manifestarse ofuda hechos con washi (talismanes de papel japonés) utilicen sombras, aportando un toque más original y personal a un espíritu clásico. Uno de sus shikigami, de hecho, Nue, está basado en un yôkai popular durante el periodo Heian con cabeza de mono, patas de tigre, cuerpo de tanuki, cola de serpiente y voz de zorzal dorado del Himalaya, aunque a veces simplemente se le representa como una nube negra. Por su parte, la técnica de Inumaki Tôge de imbuir de poder maldito sus palabras, el jugon, también aparece frecuentemente relacionada con los onmyôj, y las barreras espirituales o kekkai que juegan un importante papel en la historia, especialmente la del hechicero inmortal Tengen, también se remontan a estos exorcistas.
Otras referencias son más anecdóticas. Una de las armas de los almacenes de los Zen’in que utiliza Fushiguro Tôji durante su ataque a Gojô Satoru durante su misión de proteger a Riko se llama Ama no Sakahoko, que está relacionada con el nieto de Amaterasu, Ninigi no Mikoto. Tras recibir los Tres Tesoros de mano de su abuela, es guiado por Sarutahiko no Mikoto a descender a tierras japonesas desde Takamagara y se dice que donde aterrizó clavó una alabarda, la Ama no Sakahoko. En la actualidad, en la cima del monte Takachihonomine puede visitarse una estatua representando esta arma que data del periodo Edo y cuya forma coincide con la que blande Tôji. Por otro lado, la caja que guarda el dedo de Sukuna que protegía la escuela del protagonista, Itadori Yûji, y que actúa de desencadenante de toda la historia tiene una adhesivo pegado en la tapa con el texto “saimaontekihô”, una incantación budista procedente de China para acabar con las influencias malignas. Por último, las shimenawa, o cuerdas con shide o trozos de papel en zigzag colgando, que actúan para marcar lugares sagrados y para crear barreras aparecen de manera recurrente.
En este artículo hemos presentado varios de los vínculos entre el folklore japonés y el manga Jujutsu Kaisen, estableciendo una continuidad entre la ficción más remota y la más reciente. Dado que el manga no está más que a la mitad de su recorrido, esperamos con ganas ir descubriendo cómo va a seguir Akutami inspirándose en el pasado para enriquecer una obra tan rompedora.
Notas
1 Asto, W. G., Nihongi. Chronicles of Japan from the Earliest Times to A.D. 697, Londres, Kegan Paul, Trench, Trübner & Co., 1896, p.298.