Revista Ecos de Asia

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This article was written on 03 Mar 2021, and is filled under Cultura Visual, Historia y Pensamiento.

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Namu Amida Jutsu. Referencias budistas en Jujutsu Kaisen

Una de las reflexiones más frecuentes sobre Japón como país es que sabe combinar la modernidad con su historia milenaria. Esta faceta más tradicional también permea el mundo del manga y, por supuesto, Jujutsu Kaisen, escrito e ilustrado por Akutami Gege, no es una excepción. Si en un artículo anterior ya profundizamos en el subtexto sociológico que ofrecen algunas de las situaciones de esta singular obra, en este presentamos algunas de las relaciones que tiene Jujutsu con la religión budista. De manera similar a la anterior entrada, el presente artículo contiene spoilers todavía no publicados en España.

La mayor parte de las influencias las observamos en el diseño de uno de los antagonistas principales, Getô Suguru. Siguiendo la línea cronológica de la historia del manga, y no de su publicación, ya desde su primera aparición durante sus tiempos en el instituto las referencias a Buda son evidentes: las orejas con los lóbulos alargados, así como el moño en el que se recoge su espesa melena negra son referencias evidentes a dos de los atributos más reconocibles de las estatuas de Buda, donde estas peculiares orejas representan que lo oye todo mientras que el abultamiento en la cabeza, simulado con el pelo recogido, simboliza su sabiduría infinita. La sonrisa beatífica que suele adornar la expresión de Suguru, que no es su sonrisa natural sino una máscara que mantendrá incluso tras su deserción, también alude a esta expresión pacífica y contemplativa de la estatuaria budista.

Getô Suguru durante su época de instituto con su típico moño y pendientes (izquierda) y su cuerpo de adulto con una estética similar, pero con el pelo más largo, y sonrisa falsa (derecha),

Esta relación de Suguru con el budismo no es casual, como demuestra la portada del capítulo setenta. En ella se le puede ver vestido con túnica, sobre una nube, con una aureola sobre la cabeza y varias maldiciones arrodilladas frente a él. Esta imaginería es idéntica a la de las pinturas budistas conocidas como raigô-zu, que podrían traducirse como “pinturas de bienvenida”, un género pictórico originado en China, importado posteriormente a Japón por el monje Ennin (794−864) y popularizadas por Genshin (942−1017), en el que se presenta a distintos Budas y bodhisattvas (Yakushi, Kannon, Miroku…) yendo a recibir las almas de los muertos. Gracias a los mudras de las manos que está haciendo el personaje hemos podido identificar que en concreto está basado en representaciones del Buda Amida, tan popular que cuenta con su propio subgénero, los amida raigô-zu. En estas pinturas aparece también con una aureola y subido en una nube, acompañado normalmente por un séquito celestial, ausente en la portada. La orientación en tres cuartos de Suguru también es intencional, y hace referencia al jin’un Amida, o “Amida de la nube rauda”, también conocido como hayai raigô o “recibimiento rápido”, en el que este Buda es representado en diagonal con una inclinación de unos cuarenta y cinco grados haciendo referencia a su rápida bajada para salvar las almas de los muertos, o de las maldiciones en el caso de nuestro personaje. Esta efigie del Buda Amida, aunque puede aparecer en pinturas aparte, es común que se incluya dentro de los jigoku-ezu o “pinturas del infierno”, en las que se suele situar en una esquina para salvar a los desventurados lo que, en parte, nos recuerda al mundo de Jujutsu Kaisen, en el que Suguru se hace cargo de las almas de las maldiciones en medio de la violencia y caos de una sociedad que no se aleja demasiado de los infiernos budistas.

Volviendo a la posición de las manos, en estas pinturas el Buda Amida aparece haciendo raigô-in, o “señales de bienvenida”, en concreto los llamados kubon raigô, que indican en cuál de los nueve posibles niveles de renacimiento del paraíso de la Tierra Pura van a acabar las almas. De entre estos nueve tipos, el que está haciendo Suguru, con los dedos índice de ambas manos unidos a sus respectivos pulgares formando sendos círculos, se corresponde con el gebon-jôshô, o “Nacimiento Superior en el Paraíso Inferior”, donde renacen las almas que no han violado las escrituras de Buda, pero han cometido acciones malvadas y no se avergüenzan de ellas. Esta situación es evidentemente similar a la de Suguru, que decide emprender un genocidio creyendo en una causa justa, salvar las vidas de los hechiceros; aunque es consciente de que sus actos pueden parecer atroces a ojos de los demás, o incluso que son en sí mismo malvados, su determinación es firme y no queda lugar para el arrepentimiento. Un detalle curioso, y consideramos que especialmente relevante, es que la posición de las manos está invertida: en el mudra gebon-jôshô la mano derecha se sitúa a la altura del pecho y la izquierda a la altura de la cadera, mientras que Suguru las tiene colocadas al revés. Aunque existen los sakate raigô-in, o raigô-in con las manos invertidas en el que se intercambian la posición de las manos derecha e izquierda, no se ha encontrado ningún caso en el que esto suceda con el gebon-jôshô. Y no sólo las manos, sino que la posición de la túnica también está invertida. En estas pinturas es común que Amida lleve la túnica colocada sobre los dos hombros o, alternativamente, con lo que se conoce en posición hentan uken, o con el hombro derecho al descubierto. En la portada, sin embargo, es el hombro izquierdo el que Suguru lleva desnudo. Esta inversión completa y deliberada nos lleva a suponer que el autor está intentando representar una versión invertida del Buda Amida, que no salva sino condena, referenciando el papel antagónico del personaje.

Portada del capítulo setenta protagonizada por Suguru (izquierda) y ejemplo de amida raigô-zu en un jigoku-ezu (derecha). Es interesante fijarse sobre todo en la posición de las manos y de la túnica.

Siguiendo con el análisis de Suguru, tras abandonar la sociedad de hechiceros, y decidido a cumplir su plan de librar al mundo de las personas sin poderes que son la principal causa de las maldiciones, opta por convertirse en líder de una secta. Con la intención de que le tomen en serio, ya que a los ojos de los fanáticos que debe comandar no es más que un joven de dieciséis años, decide crear un personaje que inspire autoridad, y elige como disfraz el hábito budista. Llamado sôfuku en japonés, consiste en una túnica de colores sobrios como el negro que elige Suguru, y una kesa, una pieza de tela reservada para los monjes ordenados. Existen varios tipos de kesa: las rakusu son pequeñas, cuadrangulares y cuelgan del cuello, o las shichijô kesa, más ceremoniales, profusamente decoradas y que llegan hasta el suelo. La que elige Suguru es una gojô kesa, que cuelga sobre un hombro y llega hasta la cintura. Lo significativo, sin embargo, es el propio nombre. El “gojô” de la gojô kesa se escribe con los mismos kanji que el “gojô” de “Gojô Satoru”, el nombre de su mejor amigo al que se vio obligado a dejar atrás, lo que parece indicar que esta prenda actúa como memento. Aprovechamos para mencionar que el propio nombre de “Satoru” también es una referencia budista, ya que se escribe con el kanji de “alcanzar la Iluminación”. Además, la frase que dice cuando despierta su máximo potencial durante su segunda pelea contra Fushiguro Tôji, tenjô tenge yuiga dokuson, que viene a significar que está en la cima de la creación, también es una referencia budista, ya que se considera que fueron las primeras palabras que pronunció Shaka, el Buda histórico.

Primera aparición de Suguru con su nuevo atuendo (izquierda) y monjes japoneses con una gojô kesa (centro) y shichijô kesa (derecha).

Por último, vamos a hablar brevemente de los gestos que hacen los personajes al invocar sus técnicas malditas. Uno de los jóvenes coprotagonistas, Fushiguro Megumi, por ejemplo, que invoca shikigami con formas animales para pelear, utiliza los gestos asociadas a las sombras chinescas. Relacionado con el tema que nos ocupa, vamos a empezar hablando de Gojô Satoru, el hechicero más fuerte. A la hora de hacer su Expansión de Dominio, una técnica especial de los hechiceros y maldiciones en el mundo de Jujutsu, llamada Vacío Inconmensurable, entrelaza los dedos índice y anular de la mano derecha. Esto se corresponde con el Taishokuten-in, o sello de Taishokuten, asociado al dios hindú Indra o Sakra, dios protector del buda histórico Shaka y uno de los más importantes del panteón hindú. Es, por tanto, un gesto muy apropiado para una de las fuerzas del bien, la más poderosa de ellas. En el extremo contrario tenemos a Sukuna, un hechicero oscuro que ha poseído el cuerpo del protagonista. El gesto que realiza para convocar su Expansión de Dominio, Relicario Demoníaco, es el Enmaten-in, asociado al Rey del Inframundo y juez de los muertos en la mitología india, lo que una vez más está acorde con su rol como Emperador de las Maldiciones.

Gojô Satoru (izquierda) y Sukuna (derecha) invocando sus respectivas Expansiones de Dominio. Se han colocado los sellos de Taishakuten y Enmaten en sus correspondientes bocadillos por comodidad.

En este artículo hemos presentado algunas de las referencias a la religión budista presentes en el manga de Jujutsu Kaisen, arrojando así nuevas luces sobre algunos de sus personajes más carismáticos y relevantes. Estas pequeñas referencias incluidas en la obra nos demuestran el detallismo y cuidado con el que Akutami Gege ha escrito su historia, y nos permiten disfrutar aun más, si cabe, de esta visión alternativa del Japón del siglo XXI.

 

avatar Claudia Bonillo (77 Posts)

Graduada en Ingeniería Informática con mención en Computación (2016, Unizar), Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (2017, Unizar) y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte (2018, Unizar), actualmente es doctoranda del área de Asia Oriental en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza especializada en la transmisión de la historia medieval japonesa, periodo Sengoku (1467/1477-1603), a través de la cultura popular nipona (videojuegos, manga y anime). En el año 2020 ganó la Beca del Gobierno Japonés (MEXT/ Monbukagakushô) para Graduados Españoles para poder hacer una estancia de investigación en la Universidad de Kioto.


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