Nos acercamos en dos artículos anteriores al cineasta Feng Xiaogang (Pekín, 1958), creador de los ya comentados El banquete (Ye Yan, 2006), y If you are the one (2008). Recuperamos ahora la obra de este director para evaluar la comedia negra Yo no soy Madame Bovary (2016), basada en la novela de Zheny un No maté a mi marido y ganadora de varios premios en Asia y de la Concha de oro en el festival de San Sebastián. Una película que parece reivindicar más que cualquier otro filme los derechos de la mujer y encaminar la lucha contra un sistema patriarcal.
La película se basa, en parte, en el rechazo social que se produce hacia una mujer adúltera que rechaza su posición tradicional en la sociedad. Mientras en Occidente esto suele asociarse con el personaje flaubertiano de Madame Bovary, su equivalente más cercana en el folclore chino es el personaje de una novela china del siglo XVI, Pan Jian Lian, cuyo deseo adúltero desemboca en tragedia. Sin embargo, al ambientar el filme en la actualidad, su alcance es mucho más atemporal, permitiendo así poder abordar temas más dispares.
La historia arranca con el relato de una pareja con un hijo que intenta engañar a la burocracia falsificando un documento de divorcio para poder tener otro piso. Realmente este es solo un pretexto para su verdadera intención que es tener otro hijo, ya que la ley en aquel entonces prohibía a las parejas tener más de un vástago. Sin embargo no todo sale como habían planeado porque, a pesar del hecho de que la protagonista, Li Xuelian ya esté embarazada, el ex marido, QinYuhe se aprovecha de su nueva situación de soltero para casarse con otra mujer. Además el ex marido empeora aún más la situación de su ex mujer acusándola de ser una mujer adúltera, una Pan Jin Lian algo que intensifica aún más su sentido de marginación social por ser una mujer “divorciada”. Furiosa después de enterarse del engaño de su ex marido, Li Xuelian pierde su bebe en un aborto espontáneo. Después sólo tiene un propósito para seguir viviendo: vengarse de su ex marido por la muerte de su bebe y limpiar su mala fama. En ese momento empieza una larga lucha legal llena de demandas judiciales que dura diez años. La protagonista no agota todas las vías judiciales y frente a la corrupción e indiferencia de las distintas autoridades legales, vemos cómo la reclamación de justicia para esta campesina acaba con las carreras de personajes importantes, como un alcalde y jueces.
A la historia no le faltan momentos cómicos debido a las situaciones embarazosas por las que pasan estos personajes de la burocracia, quienes pierden sus trabajos por la mala publicidad que trae la mujer. El hecho de que la protesta de una campesina por un asunto de poca importancia haga que los políticos escuchen más a las quejas de la gente humilde no es tan ridículo como tal vez parece. A veces grandes cambios sociales se han producido por acciones aparentemente insignificantes. En este sentido, la película hace reflexionar sobre cómo nuestras vidas pueden ser perjudicadas tanto por los prejuicios como por las instituciones sociales. En esta línea, la película reivindica principalmente los derechos de la mujer, pero también muestra cómo la marginación social pone en peligro la supervivencia de las personas.
El filme refleja muy bien las obsesiones que vemos en trabajos anteriores del director, que se interesa sobre todo por mujeres bellas de carácter fuerte que andan contra corriente, tal vez desafiando las convenciones de la sociedad o lo que se espera de su género. En el caso de la protagonista, incorpora plenamente la característica de femme fatal de otras heroínas de sus películas, que conduce a los hombres hacia su perdición. Hay dos personajes que pierden la cabeza por ella. Uno incluso está dispuesto a matar por ella si cede a acostarse con él. En este sentido, la heroína es potencialmente igual de mortal que otros personajes de su filmografía, pero mantiene una especie de vulnerabilidad que también vemos en otras películas del director, como If you are the one (2008).
En cuanto a aspectos formales de la película, lo primero que llama la atención son los cambios en el formato de la pantalla, que empieza como un círculo pero luego cambia a un cuadrado o a una pantalla completa. Se supone que el círculo es una alusión a la pintura tradicional china y que los cambios coinciden con nuevas escenas de la acción, o cuando se quiere hacer una reflexión sobre la historia cuando ya ha terminado. Este elemento puede resultar un poco molesto ya que al visionar la película por primera vez hacía pensar que estábamos viendo la historia a través de una especie de telescopio.
El sentimiento de distancia de la acción y de los personajes se intensifica aún más cuando se considera que este recurso no permite el uso natural de primeros planos, o el uso del plano contra plano típico de un montaje normal que parecen ayudar a comprender mejor la psicología de cada personaje.
Por otra parte, aunque hay momentos muy liricos cuando la estética de las imágenes es deslumbrante, hay otros en los que las imágenes parecen muy artificiosas o mundanas. Notamos, por ejemplo los fotogramas de hojas flotando sobre el agua, o la lluvia cayendo sobre el agua, pero el encuadre de Li Xuelian como un personaje histórico no es muy natural. Perdonamos la abundancia de fotogramas de escenas oscuras o de paisajes de poco interés por el tema principal de la historia. Sólo al final de la película sale otra vez el festín de imágenes de la calidad fotográfica de sus más grandes producciones como El banquete (Ye Yan, 2006), con los planos de suntuosos corredores de la burocracia y una gran profundidad de campo. En cambio, resulta digna de destacar la escena en que la protagonista se acuesta con su nuevo “novio” quedando ella siempre fuera de campo o vemos como el protagonista masculino se va desnudando poco a poco. Este intercambio acaba en una escena en la cama donde el novio le dice unas palabras tiernas.
Ostensiblemente el principal mérito de esta película es la defensa de los derechos de la mujer y mostrar cómo la lucha de una mujer por sus derechos, a base de insistir, puede acabar en un cambio social – a nivel de la actitud de los burocráticos hacia la gente humilde por lo menos. Sin embargo no cambia el sistema patriarcal que se mantiene hasta el final.
Aunque la película se llama Yo no soy Madame Bovary, parece ser solamente una elección comercial para promocionar la película. En realidad el personaje histórico chino, Pan Jin Lian con quien se compara el personaje principal solo tiene en común con la versión occidental lo de ser adúltera y sufrir la marginación social que desencadena semejante condición. De hecho, mientras en un primer nivel la historia relata la lucha de una mujer para recuperar su dignidad y vengarse de su ex marido, a quien culpa de la muerte de su hijo no nato después de que este la deja por otra mujer, en un segundo plano resulta aún más interesante por lo que revela sobre cómo vive el individuo en sociedad, y no sólo en la sociedad china. En este sentido, aunque la historia pretende reflejar un poco el funcionamiento de la burocracia china, vivimos ya en un mundo tan globalizado que se pueden extrapolar indicios de cómo la sociedad afecta las vidas de los individuos. En lugar de presentar una visión pesimista de la capacidad del individuo para cambiar las injusticias de nuestra sociedad, revela que la sociedad está construida sobre ciertos principios y normas de conducta que todavía permiten el cambio social y la mejora de la sociedad.