Revista Ecos de Asia

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This article was written on 23 Mar 2022, and is filled under Literatura.

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“Fault Lines” (2021): Seísmo en la vida de un ama de casa japonesa

El año pasado se publicó, primero en Reino Unido y más tarde en Estados Unidos, la breve novela de ficción contemporánea titulada Fault Lines (2021), opera prima de la escritora japonesa afincada en Londres Emily Itami. Este pequeño volumen, de capítulos sumamente cortos, nos transporta a la vibrante y siempre cautivadora ciudad de Tokio, donde se ambienta esta simple historia de cotidianeidad, familia e infidelidad.

Portada de la novela en su edición estadounidense, que captura a la perfección el espíritu de la obra y refleja la fusión del Japón moderno con el tradicional.

Fault Lines es un relato contado en primera persona, con un tono intimista y testimonial que nos hace sentirnos como si estuviéramos dentro de la cabeza del narrador o leyendo un diario personal. Esa voz narrativa no es otra que la de la protagonista, Mizuki, un ama de casa tokiota que vive en un fabuloso y moderno apartamento de la capital japonesa junto a su marido, Tatsuya, y sus dos hijos: la preadolescente Eri y el pequeño Aki. Su vida parece perfecta para el espectador ajeno, pero desde las primeras páginas descubrimos que, en su interior, Mizuki es infeliz y presenciamos su lucha interna por reclamar su propia identidad en un mundo de apariencias, sofocada por las obligaciones diarias y las presiones sociales. Tal es el punto de desesperación en el que se encuentra que, en el momento en el que se inicia el relato, descubrimos a la protagonista coqueteando con la idea de arrojarse por el balcón de su casa, en el piso treintaidós de un rascacielos residencial. Se trata solo de un milisegundo, pero pone de manifiesto el estado de total zozobra por el que pasa Mizuki, dejando clara su inestabilidad emocional y la infelicidad que le provoca la vida hogareña.

En una de las pocas noches en que Mizuki puede arreglarse y salir con sus amigas, expatriadas francesas, conocerá a un hombre llamado Kiyoshi que vendrá a sacudir los cimientos de su tranquila existencia y le ayudará a recordar quién era antes de convertirse en madre y esposa, cuando soñaba con triunfar como cantante. Juntos, recorrerán los barrios de Tokio, saboreando manjares exquisitos y enamorándose con la misma impetuosidad con que florecen los cerezos. Aunque parece evidente que Kiyoshi es el amor de su vida, ¿dejará Mizuki que este terremoto emocional destroce la apacible vida que ha construido junto a Tatsuya?

Las referencias sísmicas vienen a colación del título de la novela, que aún no cuenta con traducción al castellano, y que en original es Fault Lines. Lo interesante de este título es que juega con la polisemia del término, que puede referirse tanto a las fallas geológicas, las líneas de la superficie terrestre donde tienen lugar los terremotos (tan frecuentes en Japón); como, en un sentido más metafórico, a una falla en el sistema, una zona debilitada que puede causar problemas. Ambas acepciones son cruciales para comprender el significado del libro.

A pesar de la sencillez de la historia, Emily Itami demuestra especial talento para la construcción de los personajes pues, aunque no es una novela en la que pasen muchas cosas, resulta enormemente atrayente por la psicología interna de su protagonista. Además, la ambientación de la novela es embriagadora, con descripciones cuidadas de los lugares más fascinantes de Tokio, mostrando el transcurrir del tiempo con los cambios meteorológicos (de la estación lluviosa al cálido verano) y las festividades tradicionales de Japón (como el Hanami o el Omatsuri). Sin duda, la experiencia de Itami como escritora de viajes le ha servido de inspiración, además de su conocimiento de primera mano de la capital nipona, donde creció y a la que regresó después durante una baja maternal con sus hijos pequeños; unas vivencias que utilizó como punto de partida para su relato de ficción.

Sin embargo, lo verdaderamente notable de Fault Lines es su capacidad para la antítesis, combinando la simplicidad argumental con la profundidad de las ideas subyacentes; del mismo modo que contrapone lo dramático del tema con un tono humorístico que arrolla al lector en cada página. La prosa de Itami es irónica hasta el punto de resultar astringente, y está plagada de comentarios ácidos. Se trata de un humor que provoca carcajadas pero que, cuando la risa se evapora, deja un silencio incómodo y un regusto amargo en los labios que segundos antes se estiraban hasta forzar las comisuras.

Asimismo, si levantamos la pátina de ironía que recubre la novela, descubrimos una dura crítica social que permite reflexionar sobre temas profundos, como el papel de la mujer en la sociedad japonesa, la maternidad y la vida marital, el decoro y la ética laboral, la relación entre la belleza, la edad y la autoestima, etc.

Mizuki sufre por un marido que la ignora, una suegra que siempre la mirará por encima del hombro y unos hijos que absorben cada segundo de su tiempo, hasta el punto de no ser capaz de reconocerse a sí misma en el espejo. Tacha la maternidad de “secta” y se siente juzgada cuando no alcanza los estándares de perfección que la sociedad le exige, y considera a sus hijos unos psicópatas porque cumplen muchos de los veinte rasgos de escala de Hare. A pesar de todo, el lector será capaz de identificar el profundo amor que Mizuki siente por su progenie en cada uno de los pequeños y grandes gestos diarios de devoción materna, desde preparar el bentô, hasta anteponer su bienestar al suyo propio.

Aunque cualquier lector puede adentrarse entre las páginas de esta auténtica delicia que es Fault Lines, lo cierto es que el público femenino será capaz de empatizar con Mizuki a muchos más niveles, pues toda mujer se sentirá identificada con alguno de los aspectos que en el libro aparecen. Especialmente en el caso de las madres, la novela ofrece un retrato sin filtros de la maternidad real: imperfecta, frustrada, inadecuada y alejada de ideales inalcanzables, por lo que puede ayudar a muchas mujeres a entender que sus sentimientos son válidos, que no están solas y que las opiniones del entorno y la sociedad jamás podrán ensombrecer el amor que sienten hacia sus hijos.

Para saber más:

avatar Laura Martínez (173 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte de la misma, con especialización en Cine. Actualmente realiza estudios de Doctorado en la Universidad de La Rioja.


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