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Lore y folklore del anime “Kami-sama Hajimemashita” Parte IV: entre el Cielo y el Infierno – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 26 Oct 2020, and is filled under Cultura Visual, Historia y Pensamiento.

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Lore y folklore del anime “Kami-sama Hajimemashita” Parte IV: entre el Cielo y el Infierno

A lo largo de esta serie de artículos hemos podido explorar la representación del folklore japonés en la adaptación animada del popular manga Kami-sama Hajimemashita de Suzuki Julietta. Tras la introducción a su autora y al yako protagonista, se presentó a sus yôkai más representativos y, posteriormente, se profundizó en su adaptación del cuento popular Urashima Tarô. En esta última entrega vamos a presentar la relación entre la presente serie y el sintoísmo.

La segunda temporada empieza cuando Nanami, quien ostenta el cargo de Diosa de la Tierra del santuario Mikage a pesar de su condición humana, es invitada a “la reunión de los dioses”, llamada kamihakari o kamuhakari en japonés. El diez de octubre de cada año, los ocho millones de dioses que componen el panteón sintoísta bajan a la playa de Inasa, donde se cree que descendieron los dioses por primera vez a Japón y lugar donde se sitúa la pequeña isla de Benten coronada por un torii que aparece en la serie, desde donde se dirigirán a Izumo-taisha (pref. Shimane) a reunirse alrededor de la figura allí consagrada, Ôkuninushi, dios de los vínculos. De hecho, esta celebración, que se alarga del once al diecisiete del mismo mes, es la causa por la que una de las formas japonesas de aludir a octubre sea kannaduki, traducido literalmente como “el mes sin dioses”, mientras que en la ciudad de Izumo se refieran al mismo mes como kamiariduki, “el mes con dioses”.

Comparación entre la versión animada (izquierda) y la real (derecha) de Benten-jima en la playa de Inasa.

Centrándonos en el Gran Santuario de Izumo, o Izumo-taisha en japonés, es considerado uno de los dos grandes centros de culto sintoístas junto con Ise-jingû (pref. Mie). Fue construido alrededor del siglo X (aunque el edificio actual data del siglo XVIII), y se trata de un conjunto de estilo taisha inspirado en las casas señoriales del periodo Kofun (300-538), con tejados a dos aguas elaborados con corteza de ciprés y madera sin pintar, aunque posteriores modificaciones han ido añadiéndole elementos de otros estilos. Situado en un recinto rectangular de 27000 m2 y delimitado por dos vallas, el santuario está organizado alrededor del edificio principal o honden (identificable por los chigi en forma de X sobre su tejado), rodeado de distintos sessha o santuarios auxiliares consagrados a deidades que guardan una estrecha relación con la principal.

Comparación entre la versión animada (izquierda) y la real (derecha) de Izumo-taisha (arriba y centro) y de la estatua de Ôkuninushi con la Liebre de Inaba que se encuentra en el recinto (abajo).

Durante su asistencia al evento, Nanami tendrá la misión de escribir los ofuda (talismanes sintoístas de papel o madera) que permitan establecer vínculos entre las personas, lo que se corresponde con la creencia popular que sostiene que durante esta festividad los dioses establecen los lazos que van a unir a los creyentes. Las deidades con las que interactúa la protagonista, sin embargo, son una reinterpretación más libre de la tradición. Por ejemplo, una de las primeras diosas que aparece es Inahohime, guardiana de las buenas cosechas; aunque no se ha encontrado ninguna referencia a una diosa con este nombre, podría tratarse de la diosa Inari, patrona del arroz y la agricultura entre otros atributos o de Miho no hime, consorte de Ôkuninushi, a la que se suele representar sosteniendo una espiga de arroz (inaho en japonés). El belicoso Dios de la Guerra Takehaya es realmente Susanoo, cuyo nombre completo es Takehaya Susanoo no mikoto, mientras que el singular Dios del Viento Otohiko es una variación de Shinatsuhiko no kami, patrón del mismo elemento natural. Por supuesto, también aparece Ôkuninushi, y quienes se encargan de administrar el evento son liebres, aludiendo a la leyenda de la Liebre de Inaba, donde el anfitrión es protagonista. También puede divisarse a Ebisu, uno de los Siete Dioses de la Fortuna y el único originario de Japón, sosteniendo un pescado como es típico (aunque le falta su característico gorro de pescador). Otras referencias son menos claras, siendo este el caso de Mamorigami, con un diseño similar al héroe mítico Momotarô y cuyo nombre suena a “dios protector”, aunque los kanji que lo componen no tienen este significado, quien reparte una medicina milagrosa llamada momotan o “elixir de melocotón” que parece hacer referencia al Jardín de los Melocotones Inmortales reservados a los dioses de la mitología china.

Aparición de distintos dioses sintoístas en el anime: visión general del panteón con Ebisu a la derecha (arriba izquierda), Inahohime (arriba derecha), Susanoo (centro izquierda), Otohiko (centro derecha), Ôkuninushi con la liebre de recepcionista (abajo izquierda) y Mamorigami (abajo derecha).

Tras cumplir sus deberes como Diosa de la Tierra, Nanami y su fiel guardián Tomoe bajan al mundo humano para disfrutar del kamiarisai, festival que se desarrolla en la ciudad de Izumo de manera paralela al kamihakari de los dioses. También probarán el Izumo soba, comida típica de la región considerada uno de los tres grandes platos de soba junto con el wanko soba de la prefectura de Iwate y el togakushi soba de Nagano.

Comparación entre la versión animada (izquierda) y la real (derecha) de Izumo-taisha durante el kamiarisai: la entrada al recinto con el cartel de madera anunciando el festival (arriba) y el característico kagura-den con la gruesa shimenawa colgando de la entrada (centro). Platos de Izumo soba (abajo).

El paso de Nanami por el kamihakari, sin embargo, no está exento de problemas ya que Ôkuninushi le informa de que alguien ha roto el sello que lleva a Yomi, Reino de los Muertos y equivalente sintoísta al Infierno cristiano. Este “sello”, llamado en japonés chibiki-iwa, es en realidad una gran roca que se encuentra en Yomotsu Hirasaka, la frontera entre ambos mundos localizada popularmente en la ciudad de Matsue (pref. Shimane) y convertida en un atractivo lugar turístico. Se cree que esta piedra fue con la que el dios primigenio Izanagi obstaculizó la salida de su difunta esposa Izanami tras su accidentada visita a Yomi durante el mito fundacional del sintoísmo.

Comparación entre la versión animada (izquierda) y la real (derecha) de la chibiki-iwa en Yomotsu Hirasaka, ciudad de Matsue.

Nada más llegar a Yomi, Nanami huirá de unos demonios lanzándose a un río, presumiblemente el Sanzu equivalente al Estigia de la mitología griega, y poco después tendrá una breve audiencia con Izanami, Diosa del Inframundo, que siempre aparece detrás de cortinas y cubierta con mantos para evitar enseñar su rostro, ya que se supone que tras pasar un tiempo en Yomi adquirió una apariencia horrenda que fue la que provocó la apresurada huida de su marido. En la serie también se respeta la tradición popular, compartida por otras culturas, que advierte del peligro de comer los manjares del Reino de los Muertos, ya que ello te impedirá volver con los vivos.

Capturas de pantalla de la representación de Yomi en el anime: Nanami y Akihito rodeados por demonios (arriba izquierda), el río Sanzu (arriba derecha), Izanami (abajo izquierda) y comida del inframundo (abajo derecha).

En esta entrega hemos visto la relación que establece la serie Kami-sama Hajimemashita con la religión sintoísta, la cual sigue la tendencia establecida a lo largo de esta serie de artículos según la que Suzuki Julietta integra la tradición nipona en sus historias, no sólo como ambientación, sino también como parte de la narrativa. Obviamente, Kami-sama Hajimemashita no es la única serie que funde elementos tradicionales con otros más modernos, existen innumerables casos en el mundo de la cultura popular, pero sí es un excelente ejemplo que demuestra que el entretenimiento y la cultura pueden ir perfectamente de la mano.

avatar Claudia Bonillo (77 Posts)

Graduada en Ingeniería Informática con mención en Computación (2016, Unizar), Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (2017, Unizar) y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte (2018, Unizar), actualmente es doctoranda del área de Asia Oriental en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza especializada en la transmisión de la historia medieval japonesa, periodo Sengoku (1467/1477-1603), a través de la cultura popular nipona (videojuegos, manga y anime). En el año 2020 ganó la Beca del Gobierno Japonés (MEXT/ Monbukagakushô) para Graduados Españoles para poder hacer una estancia de investigación en la Universidad de Kioto.


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