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De Oiwa a Kayako Saeki: Un repaso a la saga "Ju-on" (IV) – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 10 Feb 2017, and is filled under Cine y TV.

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De Oiwa a Kayako Saeki: Un repaso a la saga “Ju-on” (IV)

Hemos hablado sobradamente en esta revista del hito que supuso el estreno de Ringu en 1998 en el género fantástico y las consecuencias que tuvo en la cinematografía japonesa y americana, pues no sólo ocasionó una oleada masiva de películas asiáticas realizadas a imitación de esta, de entre las cuales Ju-on destaca particularmente, sino que además trajo consigo toda una serie de remakes estadounidenses en una auténtica fiebre por el terror japonés. Este fenómeno de los remakes (como sucede con las precuelas, secuelas y reboots) es la prueba de la crisis de creatividad de la industria cinematográfica y, por desgracia para los amantes del género, afecta de forma significativa al terror. Puede justificarse un remake realizado, por ejemplo, treinta años después de la película original como una manera de revitalizar el clásico, acercar a las nuevas generaciones a los hitos cinematográficos del pasado y volver a narrar una historia con los efectos especiales actuales. Lo interesante de un buen remake (aunque decir que un remake es bueno es arriesgado en algunos círculos) es que no resulte una simple copia del original, sino que narre una nueva historia basada en el universo de la que la precedió o intente aportar algo nuevo. De esa manera, no sólo das a conocer un clásico a unos espectadores diferentes, sino que también tienes la oportunidad de contentar a los admiradores del film original.

¿Cómo justificamos, entonces, esta fiebre por el remake que afecta de tal manera al cine de terror japonés? Nos encontramos con películas que se estrenan escasos años después de las originales, ¿qué novedad pueden aportar o qué sentido tiene esta práctica? El cine de terror japonés, especialmente el de temática sobrenatural, tiene su origen en las leyendas y los cuentos tradicionales, por no mencionar las representaciones en el grabado ukiyo-e y en el teatro kabuki. Es probable que el espectador occidental que se acerca por primera vez a estas películas se pierda ciertos matices importantes que analizábamos en particular en el artículo sobre Ringu y Dark water que citábamos con anterioridad. Es más, puede que el estilo narrativo lento y la preferencia por la sugerencia generen cierto rechazo. Como espectadores occidentales, estamos acostumbrados a los recursos narrativos del cine de terror comercial de Hollywood, donde necesitamos que nos den pautas claras para entender el argumento, las acciones sean explícitas, el ritmo narrativo sea rápido y haya un final feliz (o todo lo feliz que puede ser un film de terror). Estamos sobradamente acostumbrados a la técnica del jump scare, en la que de repente sucede algo que nos hace “botar” en el asiento mediante un golpe de efecto en el que la banda sonora tiene mucha importancia.

No hay finales felices en estas películas japonesas de las que hemos hablado. No hay apenas banda sonora, ni siquiera el argumento está completamente “masticado” para que lo podamos entender. No es habitual tampoco que nos encontremos escenas de violencia o terror explícito. Aunque el j-horror de finales de los noventa pueda tener muchas influencias de Hollywood y retrate a un Japón modernizado y cosmopolita, el cine bebe de un sustrato cultural que el espectador occidental que lo desconoce no va a apreciar.

Así se explican los remakes surgidos con un margen escaso de tiempo. No sólo se toma una película japonesa y se copia sin más: se realiza una adaptación al gusto del espectador occidental. Volviendo al ejemplo de Ringu, si comparamos a esta con su remake The ring, nos encontramos con que el film original ha perdido su esencia en la copia. Samara es una niña vestida de blanco con el cabello largo y negro sobre el rostro que en vida tuvo unos poderes terribles y que fue víctima de la ira y la incomprensión. Su sed de venganza se plasmó en una cinta de video que mata a todo aquel la visiona. Se parece a Sadako, pero sólo en la superficie. Aunque la caracterización del fantasma y el argumento principal son iguales, la película ha perdido su esencia. El agua, como estudiamos en aquel artículo, tiene un significado muy profundo en la cultura japonesa que aquí se pierde por completo. Mientras que Ringu utiliza magistralmente la sugerencia para causar terror, The ring se vale del golpe de efecto. No hay jump scares en Ringu ni demasiadas explicaciones, pero es que tampoco nos hacen falta. En la primera parte del artículo sobre la saga Ju-on, entre otras cosas, resumimos las consecuencias que tuvo Ringu para la cinematografía inmediatamente posterior.

Una franquicia como Ju-on puede ser también extraña para el espectador occidental medio: diálogo escaso, efectos especiales pobres, fotografía sucia y descuidada, narración seriada y no lineal, puesta en escena sobria y final trágico.[1] No insistimos en el argumento de la saga porque ya lo explicamos en la primera parte del reportaje, pero hay que tener en cuenta que los fantasmas son la materialización del odio de las personas que habitaban la casa maldita y que, por tanto, no se apiadan de nada ni de nadie. Quien entre en la casa morirá, de una forma u otra, porque nadie puede salvarse de la maldición de los Saeki. Puede ser extraño ver cómo personajes que nada tienen que ver con la trágica historia de Kayako y Toshio mueran sin remedio; el castigo es igual para todos ellos, al margen de la vida que lleven. Por ejemplo, es curioso que una joven y bondadosa voluntaria, que trabaja para que los ancianos impedidos a los que cuida tengan una vida más fácil, se vea envuelta en esta maldición por el simple hecho de haber entrado a una casa. Podría ser más lógico que la maldición sólo afectase a las malas personas, pero, si es eso lo que buscamos, nos hemos equivocado de película.

En la segunda parte de este reportaje estudiamos las precuelas de la saga y en la tercera hablamos de las dos películas japonesas que lanzaron la historia. El remake del que vamos a hablar tiene una doble función: relanzar la historia por una segunda vez para un público más global y terminar de dar explicación a los cabos sueltos que quedaban en las películas japonesas. Al mismo tiempo, esto tiene dos consecuencias: por un lado, para quien hubiera visto ya las películas japonesas, los remakes no tenían ningún misterio y se perdía la originalidad y la frescura que habían caracterizado a sus predecesoras; por otro, Ju-on se caracteriza por otorgar al espectador un papel activo en el relato, reconstruyendo, reordenando y reinterpretándolo con las claves que nos dan, pero en el remake el espectador es pasivo, ya que se le facilita toda la información para comprender el argumento y la historia. Quedan, así, en el remake los golpes de efecto y los sustos, pero se pierde la esencia genial de esta saga; es decir, que la historia se acomoda al gusto occidental. Este primer remake generó dos secuelas y de estas tres películas vamos a hablar brevemente en esta cuarta parte de este reportaje sobre la saga Ju-on.

4.- La maldición se extiende: el remake

El grito (The grudge, Takashi Shimizu, 2004):[2]

Fotograma de la película

Fotograma de la película.

El argumento es el mismo que en su versión japonesa, el cambio que observamos más relevante, más allá de que se incluyan personajes americanos,[3] es el que afecta a la narración de la historia. Si en Ju-on nos encontrábamos con una narración serializada en capítulos, aquí, pese a algún flashback perfectamente comprensible, la narración es lineal, con una protagonista (humana, ya que en las japonesas hablábamos más bien de que la única a la que podíamos llamar “protagonista” era a la casa donde se desarrolla la historia) única: Karen (Sarah Michelle Gellar). Este cambio es necesario comentarlo, puesto que lo interesante de la película japonesa era que, como espectadores, nos obligan a tomar un papel activo en la narración de la historia, ya que debemos ser nosotros los que ordenemos los capítulos o fragmentos que, si recordamos los artículos anteriores, se titulaban con el nombre de un personaje en el que se centraba esa parte y que no tienen necesariamente un orden cronológico normal, ya que van salteados.

La visualización de las precuelas se hacía más o menos necesaria, puesto que hay detalles argumentales que se perdían en La maldición, sin embargo, en este remake, no es en absoluto necesario tener una idea general previa: el argumento está totalmente masticado y el espectador no tiene que hacer esfuerzos en ordenar acontecimientos.

Otra acomodación interesante es la que tiene que ver con un episodio, bastante escabroso, que sucedía en la franquicia japonesa. Takeo está obsesionado con la idea de que su esposa es una adúltera, llegando al extremo de creer que no es el padre de su hijo Toshio. Está convencido de que su mujer le ha sido infiel con el profesor del niño, que es curiosamente un amigo de infancia de Kayako. Furioso, asesina a Kayako y a Toshio, y va a casa del profesor Kobayashi cuando él no está, para matar a su mujer y llevarse a la niña no nata que ambos esperaban. Sabemos lo que Takeo ha hecho gracias a una conversación que mantiene con Kobayashi por teléfono, justo cuando el profesor estaba en casa de los Saeki. En una secuencia grotesca y espeluznante, vemos a Takeo golpeando una bolsa de basura contra el suelo. El sonido viscoso nos hace intuir que dentro de esa bolsa está el feto. Poco después, Kayako aparecerá para llevarse a su marido y ejercer su venganza sobre él. Aunque el asesinato de la mujer de Kobayashi no aparezca en la película ni se nos muestre el feto en ningún momento (sólo sangre), la escena es macabra y horrible de contemplar; quizá por esta razón este tema se omite en el remake. Aunque el profesor visita la casa de los Saeki, lo que sucede es que se encuentra a Takeo ahorcado. La propia muerte del profesor, víctima de la maldición de la casa, es diferente también.

Hay un detalle interesante de esta relación entre Kayako y el profesor. Mientras que en la película original, Kobayashi es, como su nombre indica, japonés y tutor de Toshio, en El grito se llama Peter Kirk y es un profesor universitario estadounidense. Como en su predecesora, se deja muy clara en El grito la obsesión enfermiza de Kayako por el profesor, a quien acosa y persigue allá donde va, aunque Peter no lo sepa. El diario vuelve a ser el desencadenante de la ira de Takeo, donde Kayako escribía sobre su amor obsesivo por Kobayashi/Peter. El motivo por el que Peter va a la casa no es Toshio, sino que decide ir tras haber recibido cartas de amor de Kayako.

Como podemos deducir, este cambio de nacionalidad recuerda al viejo y manido recurso que deriva de Madame Butterfly: la relación entre una japonesa y un americano, también con consecuencias fatales en este caso que nos ocupa. Por otro lado, la omisión del tema del feto parece hacerse para acomodarse a otro tipo de público, dado que estamos ante una película mucho más comercial y este tema podría resultar incómodo.[4]

Kayako sigue siendo encarnada por Takako Fuji

Kayako sigue siendo encarnada por Takako Fuji.

El resto de la narración lo obviamos por ser idéntico a la película original, salvando el hecho de que la familia que se muda a la casa de los Saeki es estadounidense y no japonesa, así como Karen, la mujer que va a cuidar de la anciana. Se omite, sin embargo, todo el fragmento de las colegialas (que tenía lugar mucho después de que Rika falleciera, víctima de la maldición), probablemente porque era tremendamente confuso en la cinta original. No obstante, este fragmento no se perderá, sino que será más o menos rescatado en la secuela.

Ni qué decir tiene que todos los famosos sustos que aparecían en la franquicia japonesa están en el remake: Kayako apareciendo dentro de la cama, la muerte de la anciana, Kayako bajando las escaleras ensangrentada y reviviendo su muerte, el sonido característico que emite, Karen en la ducha sintiendo una mano espectral, la voluntaria sin mandíbula (que nos sonará también de las precuelas)… Como decíamos, la cinta se acomoda a un público más comercial, omitiendo detalles escabrosos, normalizando la narración y ganando en efectos especiales, que eran más artesanos en la original.

A partir de este momento, y como si se tratase de esa necesidad de tener que explicarlo todo, característica de este remake, se sucedieron las secuelas, con muy poca brillantez en comparación con esta primera película, que estaba bastante cerca de la original en cuanto a trama.

El grito 2 (The grudge 2, Takashi Shimizu, 2006):

Aubrey y Kayako detrás de ella

Aubrey y Kayako detrás de ella.

Esta secuela es una continuación del argumento de la primera, no sucede al margen de los hechos de la entrega anterior, sino que retoma la historia y los personajes. En este caso, aunque no recupera la narración seriada característica de la serie japonesa, sí que obliga al espectador a tomar un cierto papel activo al presentarnos tres historias aparentemente distintas, pero conectadas entre sí, que suceden en distintos momentos cronológicos. Sólo al ver la película en su totalidad podremos ordenar mentalmente los hechos. Pese a que esto podría parecer tener cierto interés, en realidad no tiene la frescura de la saga original: ni los giros argumentales son tan espectaculares, ni este proceso en el que el espectador toma un papel activo en la ordenación cronológica es tan complejo. Para que sea más fácil entender de qué estamos hablando, explicaremos las tres historias brevemente por separado, viendo algunos puntos de unión con otras películas de la saga y comentando si realmente nos aportan algo o no.

La primera historia estaría protagonizada por la hermana de Karen, Aubrey, quien ha ido a verla a Japón tras los desgraciados sucesos de El grito 1 y se propone investigar qué es lo que le ha ocurrido a su hermana. La película nos aportará detalles argumentales nuevos, referidos en este caso a la infancia de Kayako Saeki, que supuestamente explican los motivos por los cuales ella, después de la muerte, se ha convertido en un ente malvado. Así pues, ya no es solo la idea de la venganza, que está tan ceñida al folclore japonés (ya explicamos la historia de Oiwa en entregas anteriores). Realmente, al empezar las películas de la saga japonesa ya se nos explicaba esta idea, y es que si una persona muere de forma trágica mientras experimenta sentimientos intensos, como ira, frustración, miedo, etc., volverá convertido en un espíritu malvado, y todo aquel que tenga contacto con él caerá víctima de una maldición, independientemente de cómo haya sido en vida esa persona y de lo que haya hecho. Aquí, aparte de esto, se dan explicaciones innecesarias y totalmente accesorias, con la idea de prolongar el boom de la primera película, que no hacen sino desprestigiar la integridad de la saga, mucho más parca en aclaraciones. Pese a todo, está inserta en la franquicia, así que tendremos que aceptar estos nuevos detalles biográficos sobre Kayako, que la conectan con el mundo de los espíritus.

Eason (en la imagen) y Aubrey investigarán lo que le sucedió a Karen

Eason (en la imagen) y Aubrey investigarán lo que le sucedió a Karen.

La segunda historia está protagonizada por Allison, una chica que está en un instituto japonés donde le está costando mucho integrarse. Como vemos, se trata de una reinterpretación de los personajes de las adolescentes, vistas en otras películas de la franquicia japonesa. A la chica le gastan una broma pesada sus compañeras y por este juego acaban todas afectadas por la maldición de los Saeki.

Allison (en el centro) y sus dos compañeras frente a la casa

Allison (en el centro) y sus dos compañeras frente a la casa.

La última historia podría parecer a priori interesante, ya que se desarrolla en Chicago. Por no extendernos, simplemente señalaremos que hay una explicación para que la maldición se haya trasladado tan lejos y que se conecta con los otros capítulos de la película, demostrando que no importa dónde estés, los fantasmas te perseguirán allá donde vayas. En este caso, no será necesario, además, que la familia protagonista de este fragmento visite la casa de los Saeki para verse afectados por la maldición. Irán repitiendo, de hecho, algunos acontecimientos vistos en otras películas de la saga, como las discusiones entre la madrastra y el padre de Jake (quien podríamos decir que es el personaje protagonista de este capítulo), quien además había expresado sus celos injustificados insinuando que ella le estaba siendo infiel, hecho muy característico de Ju-on, puesto que Takeo Saeki mató a su mujer en un arrebato de celos.

Los Saeki aterrizan en Chicago

Los Saeki aterrizan en Chicago.

Reseñar que, pese al interés que podría parecer que tiene ver tres historias en una misma película conectadas entre sí y ver a estos fantasmas en otras localizaciones a las habituales, El grito 2 es una secuela bastante mediocre en muchos aspectos. Los fantasmas de los Saeki están tan desvirtuados que rozan el ridículo. El maquillaje es excesivamente exagerado y blanco, pero afortunadamente es Takako Fuji todavía la encargada de encarnar a Kayako. El personaje de Toshio ha sido interpretado por varios niños, lo cual es lógico, teniendo en cuenta que los años pasan para todos, y precisamente por eso cabría preguntarse por qué han escogido a un actor tan alto (Ohga Tanaka) para encarnar a un niño que era muy pequeño en la saga japonesa. Sus apariciones resultan, como decíamos, ridículas (más que las de Kayako). Los Saeki, que tanto habían aterrorizado a un público hambriento de nuevas experiencias en cuanto a terror, resultan una triste parodia de lo que habían sido.

El grito 3 (The grudge 3, Toby Wilkins, 2009):

Y hablando de tristes parodias, El grito 3 continúa por desgracia por esta senda, contando la historia de Jake, la de la hermana de Kayako, quien dice tener la clave para acabar con la maldición, y la de las familias que viven en el bloque de pisos de Chicago. Por desgracia, es aún más ridícula si cabe que su predecesora y es difícil de salvar, ha envejecido bastante mal. Takako Fuji no retoma a su icónico personaje en esta entrega, y es una ausencia que se hace notar.

Kayako (Arriba) y Toshio (abajo) tienen un aspecto muy diferente en esta secuela 2

Kayako (Arriba) y Toshio (abajo) tienen un aspecto muy diferente en esta secuela

Kayako (Arriba) y Toshio (abajo) tienen un aspecto muy diferente en esta secuela.

Terminado el análisis de la franquicia generada por el primer remake americano de Ju-on, continuaremos en la última parte de esta serie de artículos con las tres producciones más recientes relacionadas con ella. La primera será el reboot Ju-on: the beginning of the end (Ju-on: Owari no hajimari, Masayuki Ochiai, 2014), realizada como una manera de relanzar la serie y devolverle su esplendor original, con la idea también de modernizarla. La segunda sería la continuación de esta, Ju-on: The final curse (Ju-on: Za fainaru, Masayuki Ochiai, 2015), rodada con la misma intención. La tercera será una curiosa propuesta que empezó como una broma y que terminó llevándose a cabo por el furor suscitado entre los fans: Kayako vs. Sadako (Kôji Shiraishi, 2016), una producción que prometía un enfrentamiento entre los dos fantasmas más famosos de la cinematografía japonesa, Kayako Saeki de Ju-on y Sadako de Ringu. Mencionaremos también, brevemente, las dos películas conmemorativas realizadas a raíz de la saga: Ju-on: White ghost o The grudge: Old lady in white (Ju-on: Shiroi rôjo, Ryûta Miyake, 2009) y Ju-on: Black ghost o The grudge: Girl in black (Ju-on: Kuroi Shôjo, Mari Asato, 2009).

Para saber más

El grito:

El grito 2:

El grito 3:

Notas:

[1] Hay que admitir que muchos de estos recursos vienen motivados por el apretado presupuesto del que se dispuso en las precuelas estrenadas directamente en vídeo, pero, gracias a la habilidad de Shimizu para superar estos problemas, son elementos que podríamos citar como característicos de la saga.

[2] Como curiosidad, señalar que tanto este primer remake como sus otras dos secuelas empiezan con un texto explicativo, ya archiconocido dentro de la saga, en el que se explica que cuando una persona muere violentamente y con un sentimiento de ira nace una maldición en ese lugar y afecta a todos los que tengan contacto con él.

[3] Es interesante señalar que los tres fantasmas malditos siguen siendo los mismos actores, es decir Takako Fuji encarna a Kayako, Yuya Ozeki a Toshio y Takashi Matsuyama a Takeo.

[4] Como sucedió en el caso de Imprint (Takashi Miike, 2006).

avatar Elísabet Bravo (31 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza en 2013. Terminó el Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte en la misma universidad en 2014, con especialidad en Lenguaje y Cultura audiovisual. Particularmente, le interesa el cine de terror.


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One Comment

  1. Dani
    02/07/2017
    avatar

    Me están encantando estos análisis de mi saga favorita de terror (obviamente para mi dejo de ser lo que era en el momento en que shimizu decidió americanizarse, y encima las que mencionas que analizarás en la última parte de estos artúclos, sin shimizu en ellas son del mismo nivel o incluso… peores)
    Esperando con ganas esa última parte 🙂

    Por cierto, si no me equivoco, el asesinato de Takeo Saeki a la mujer de Kobayashi se puede ver de manera “recordada/revivida” en Ju-on: The curse 2, cuando Kyoko está de su hermano (o era la de sus padres, ya no lo recuerdo) y abre una de las puertas. Es en ese momento cuando queda en el mismo estado que Nobuyuki (o más bien peor que éste).

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