Revista Ecos de Asia

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This article was written on 31 Ene 2015, and is filled under Arte, Cine y TV.

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Del pop al kitsch: una Movida iraní.

A lo largo de este especial hemos ido viendo cómo los asuntos iraníes en el panorama internacional fueron dejando de ser tratados como cuestiones exóticas para convertirse en problemas de primer orden. Escenario de paso durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, país clave en la Guerra Fría y poseedor de unos de los subsuelos más ricos del planeta, la geopolítica iraní interesaba a políticos y economistas, pero los agitados asuntos románticos de Mohammed Reza Pahlevi le convirtieron en un personaje público bien presente, ya fuera de forma real o figurada, en diferentes ámbitos.

En los años previos a la Revolución, sus matrimonios con Soraya Esfandiary –que fracasó estrepitosamente y que se convirtió en un personaje todavía más público iniciada su faceta como actriz- y Farah Diba -que le daría por fin la tan deseada descendencia-, hicieron correr ríos de tinta tanto en las revistas de actualidad como en los tabloides más amarillistas. El Sah y sus mujeres, juntos o por separado se convirtieron en países como España o Italia en tema de conversación habitual, convirtiéndose poco a poco en iconos plenamente pop.

Un paso clave en este proceso sería el del viaje del artista pop por antonomasia, Andy Warhol, al Teherán del Sah, adónde fue invitado para pintar un retrato de la emperatriz Farah, que durante toda su vida fue una importante mecenas de las artes, quizás como fruto de su educación en la École Speciale d’Architecture de París. [1] Del mismo derivaría un famoso retrato que ha conocido varias copias e incluso algún fatídico desenlace, que confirmaba la faceta icónica de esta familia real tan dada a las cámaras.

Andy Warhol y Farah Diba, delante del célebre retrato.

Andy Warhol y Farah Diba, delante del célebre retrato.

Si el pop intentaba representar de forma artística los objetos de consumo cotidiano, incluyendo en ellos al star system tanto del mundo del cine como de la jet-set en términos más generales, era obvio el porqué del éxito icónico de la familia Pahlevi. Transformados en uno de los juguetes rotos favoritos del ámbito creativo tras su exilio, tras la muerte en 1980 de Mohammed Reza Pahlevi y el traslado de la ex emperatriz y sus hijos a Estados Unidos al año siguiente, la viudedad de Fara significó todo un largo paseo de la Shahbanu por toda clase de medios de comunicación, ocupando numerosas portadas (algo que ha continuado haciendo hasta época muy reciente).

Ejemplos de las numerosas portadas del corazón que ocupó y ocupa la Shahbanu Farah (Diba) Pahlevi.

Ejemplos de las numerosas portadas del corazón que ocupó y ocupa la Shahbanu Farah (Diba) Pahlevi.

Sin embargo, en España el personaje de Farah Diba (conocida en España por su apellido de soltera, cuya palabra homófona acompañaba bastante a su percepción) alcanzó una importancia especial. Como representante en la esfera pública de la cultura del exceso que tan bien representó la Movida española, la iraní tuvo un protagonismo especial.

Retrato de la Familia Real iraní. Por Costus.

Retrato de la Familia Real iraní. Por Costus.

Mientras que el análogo español a la experiencia de Warhol lo encontramos en una obra de los Costus[2] -aristas clave del pop madrileño-, Retrato de la Familia Real Iraní,[3] el Irán resultante de la Revolución pasa igualmente a ser objeto de consumo en la esfera pública, y el entonces principiante grupo gallego Siniestro Total se coronan con la irreverente canción Ayatollah! (1982), que menciona todo un repertorio de conceptos ligados a la Revolución Cultural iraní.[4]

Los excesos de uno y otro bando son parodiados y ridiculizados de formas más o menos explícitas, pero sin duda una de las visiones más interesantes, al menos en cuanto a orientalismo y “popismo” es la que fue el segundo largometraje del –entonces emergente y hoy celebérrimo director- manchego Pedro Almodóvar: Laberinto de Pasiones (1982).

En Laberinto de Pasiones se enfrentar dos personajes necesitados de amor: Sexilia (Cecilia Roth), una ninfómana hija de un prestigioso ginecólogo, y Riza Niro (Imanol Arias), el hijo homosexual del Sah “del Tirán”, de incógnito en Madrid. A través de todo un desfile de estrambóticos, y en ocasiones incongruentes, personajes (mención a especial a Toraya, la trasposición fílmica de la ex reina Soraya, o a Sadec, el terrorista islámico homosexual interpretado por Antonio Banderas), el director nos introduce en los ambientes musicales y sexuales de la Movida Madrileña para contarnos una historia de enredos en la que el sexo y la mitomanía juegan un papel protagonista.

Riza Niro, de incógnito, se divierte en su exilio madrileño.

Riza Niro, de incógnito, se divierte en su exilio madrileño.

La estética con la que se presenta a Toraya (Helga Liné) es, sin embargo, más propia de la lucida por Farah Diba en sus apariciones públicas.

La estética con la que se presenta a Toraya (Helga Liné) es, sin embargo, más propia de la lucida por Farah Diba en sus apariciones públicas.

Laberinto de Pasiones presenta muchos de los elementos que luego serán claves en el cine “almodovariano” – las diferentes manías sexuales, la homosexualidad, las amas de casa, la música o el propio “desfile de modernidades”,[5] pero el elemento iraní la hace especialmente hija de su tiempo, y ha contribuido enormemente a la percepción del mismo en determinados sectores. La integración del “factor iraní” dentro del kitsch contracultural continúa la tradición “warholiana”,[6] pero se actualiza mediante tanto la inclusión del factor más puramente coyuntural, tanto en las referencias al fundamentalismo de Jomeini y compañía (ejemplificados en el grupo de terroristas fracasados)[7] tanto mediante al amarillismo español, del cual emana el casi protagonismo y erotomanía de Toraya-Soraya (habitual residente de la jet-set en la costa marbellí en aquel momento, y que en la película es una Helga Liné pronunciando en perfecto italiano), o a la mitomanía general desprendida de los escasos comentario sobre el depuesto Sah. Se trata, en definitiva, de un muestrario de modernidades, no solo de las correspondientes a las de la Movida madrileña sino de las del panorama iraní coyuntural.

Riza Niro (Arias) descubre el origen de Sadec (Banderas) al ver una foto del mismo disfrazado de “las mujeres de su tierra”.

Riza Niro (Arias) descubre el origen de Sadec (Banderas) al ver una foto del mismo disfrazado de “las mujeres de su tierra”.

Por una parte, tan interesante como el motivo kitsch de la elección de la familia protagonista es la irreverente poca concesión al disimulo, suficiente para evitar la denuncia legal pero clara como el agua: Irán pasa a ser “el Tirán”, Reza Ciro (nombre real del heredero de Mohammed Reza Pahlevi) es Riza Niro y Soraya se convierte en Toraya. La destrucción nihilista y literaria de iconos –en este caso, mediante el comentario público de una supuesta vida privada vox populi de una fragmentada familia real-, habitual y clave en el punk de cualquier época y elemento clave de la Movida madrileña, cobran un sabor especial en la producción del Manchego al incluir el universo de la prensa rosa, las amas de casa de clase baja y otros elementos que hasta entonces no se habían considerado como contraculturales. El supuesto conocimiento público de las frustraciones maternales y amorosas de Soraya (conocemos a Toraya buscando ser inseminada con el esperma del Pahlevi difunto, más adelante lo intentará con su heredero), o la letra del tema de Almodóvar y MacNamara Gran Ganga, que en la película canta, por pura casualidad, el personaje de Riza Niro,[8] demuestran el interés popular de muchos de los temas en torno a los que gira la producción.

Riza Niro, alias Johnny (Arias) en el grupo de música con el que pretende divertirse y pasar desapercibido entre el desfile de personajes de la Movida madrileña.

Riza Niro, alias Johnny (Arias) en el grupo de música con el que pretende divertirse y pasar desapercibido entre el desfile de personajes de la Movida madrileña.

En su film, Almodóvar, subvierte jugando a la confusión y a la banalización; practica el orientalismo –el morbo paternalista por lo oriental en tanto que desconocido e integrador del “Otro”- pero a la vez se mofa del mismo. Las partes musicales de la introducción o de Gran ganga o los con diálogos como el de “los islámicos” son buena muestra de ello.

-Señora, ¿ha visto usted a unos islámicos?

–Islámico…es como árabe, de piel oscura, y muy morenos.

El grupo de terroristas islámicos en su apartamento, con cachimba, pistolas y retrato de Jomeini.

El grupo de terroristas islámicos en su apartamento, con cachimba, pistolas y retrato de Jomeini.

-¿Dónde estarán los islámicos estos, habrán llegado?

-Pues mira donde tienes a los islámicos, aquí a la izquierda (…)

-Que esos no son, hombre, ¡qué esos son de Madrid!

El grupo de terroristas, pareciendo “de Madrid”.

El grupo de terroristas, pareciendo “de Madrid”.

Laberinto de pasiones, sobre cuyas cualidades (o falta de) han corrido ríos de tinta es, en definitiva, la muestra más importante de este carácter profundamente kistch que adoptó la familia real iraní en el imaginario popular, una muestra interesante de la interacción entre la más baja y la más alta cultura, y a medio camino entre la garantía de la oficialidad y la subversión más profunda.

Para saber más:

Numerosas publicaciones se han ocupado tanto del arte pop como de la Movida Madrileña, pero para un mejor disfrute de los elementos mediante los que se subvierte la mitología y mitomanía Pahlevi, recomendamos el divertido y completo visionado de la película Laberinto de pasiones.


Notas:

[1] Información sobre este viaje puede encontrarse http://www.pri.org/stories/2013-11-04/heres-how-andy-warhol-ended-iran-during-shahs-regime

[2] Costus fueron la pareja profesional y sentimental de artistas plásticos, asociados al Pop Art, Enrique Naya Igueravide y Juan José Carrero. Operativos entre 1981 y 1989, fueron personajes muy significativos de la Movida madrileña, siendo su casa un conocido centro de fiestas y reuniones, que aparecería además en varias películas de Almodóvar. Antonio Holguín define su universo iconográfico como “la representación más kitsch de las tradiciones españolas, desde la iconografía flamenca típicamente española a la bíblica, pasando por las mitomanías españolas con influencias del pop americano”. Holguín, Antonio. Pedro Almodóvar. Madrid, Cátedra, 2006. p. 168.

[3] El cuadro pertenece en la actualidad a Olvido Gara “Alaska”, otro de los grandes iconos de la Movida.

[4] Comenzando por el propio título, inequívoca referencia a Jomeini, la letra del tema incluye también menciones al sah, Irán, Teherán, los imanes, a Alá y al Corán, al desierto y a cortar las manos como castigo. Apareció en el primer EP del Grupo, Ayudando a los enfermos (1982, DRO), y fue regrabado para su primer LP ¿Cuándo se come aquí? (1982, DRO).

[5] Vidal, Nuria, El cine de Pedro Almodóvar. Barcelona, Destino, 1989. P. 39.

[6] Antonio Holguín señala las relaciones de la obra de Pedro Almodóvar con el pop americano –presente de manera explícita en sus primeras películas-, tanto a nivel temático como personal: menciona las relaciones de Almodóvar con Warhol en el ámbito personal y en su proceso creativo, así como con la herencia de Liechtenstein en la campo de la narración seriada, pues Almodóvar fue autor de varias fotonovelas. Igualmente, señala el gusto de Almodóvar y otros “popistas” por el dinero, lo que quizás explique su interés por llevar a una riquísima familia desestructura como los Pahlevi a la gran pantalla.  Holguín, 2006. Op. cit. pp. 161-162.

[7] Probablemente, se trata de unas primeras inclusiones de terroristas islámicos fundamentalistas en el cine reciente.

[8] En la letra se incluyen una serie de elementos, que más allá del nihilismo desvergonzando de la obra de MacNamara, el cual también aparece en el film, parece que coinciden con muchas de las nociones sobre la vida privada de los Pahlevi: ”Sexo, lujo y paranoias,  ese ha sido mi destino. (…) Gran Ganga, Gran Ganga, soy de Teherán. Gran Ganga, Gran Ganga,  él es de Teherán.” El tema, de 1982, apareció en la banda sonora de la Película.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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