Revista Ecos de Asia

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This article was written on 12 Sep 2014, and is filled under Literatura.

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El papel de los jesuitas en la obra literaria Shôgun.

No les serán negados los privilegios corrientes. Deportes, una biblioteca, un patio de recreo. Y se les facilitarán utensilios de jardinería. Confiamos en que los utilizarán para este objeto. Dediquen sus energías a estas cosas. Renuncien a sus vanos intentos de fuga y con inteligente cooperación esperaremos todos el fin de la guerra lo más cómodamente posible. 

Fotograma de los créditos de La Gran Evasión.

Fotograma de los créditos de La Gran Evasión.

Si son un poco cinéfilos, posiblemente hayan reconocido estas palabras. Pertenecen a la película La gran evasión (John Sturges, 1963), una adaptación cinematográfica de la novela homónima del australiano Paul Brickhill, cuyo guión fue elaborado por W.R. Burnett y el también australiano James Clavell. Mientras que Burnett se dedicó a las letras toda su vida, Brickhill y Clavell compartían algo más que su nacionalidad: ambos eran veteranos de la Segunda Guerra Mundial. El primero, piloto de la RAAF (Royal Australian Air Force), fue capturado en Túnez y prisionero en Alemania, en el campo Stalag Luft III, escenario en el que se desarrollaron los acontecimientos que, años después, inspiraron la novela y la película. El segundo, por su parte, combatió en el Pacífico, también fue hecho prisionero, y sus vivencias marcarían del mismo modo su carrera posterior.

James Clavell (fotografía de The Portsmouth Grammar School http://www.pgs.org.uk/)

James Clavell (fotografía de The Portsmouth Grammar School)

En 1940, a edad temprana,[1] James Clavell se alistó en la Artillería Real Británica, donde se le asignó como destino Malasia. Allí, sería capturado por los japoneses y llevado primero a un campo de prisioneros en la isla de Java, y posteriormente a una prisión al este de Singapur. Como buena parte de los prisioneros de guerra, sufrió durísimas condiciones y malos tratos por parte de sus captores, aunque sobrevivió  y, una vez terminada la guerra, alcanzó el rango de capitán. Un accidente de motocicleta truncó su carrera militar, de modo que ingresó en la Universidad de Birmingham. Fue allí donde conocería a April Stride, la que unos años después se convertiría en su esposa. April era una actriz que intentaba abrirse camino, aunque finalmente su carrera no llegó muy lejos.[2] Sin embargo, sí le valió conseguir los contactos adecuados para que James entrase en el mundo del celuloide, progresivamente: primero trabajando para televisión en Nueva York y, finalmente, el gran salto a Hollywood.

Clavell se inició como guionista, debutando con La mosca (Kurt Neumann, 1958). Con el paso del tiempo, también haría algunas incursiones en la dirección (Cinco puertas al infierno, 1959; Camina como un dragón, 1960; El último valle, 1970).

Portada de una de las ediciones de King Rat (El rey de las ratas).

Portada de una de las ediciones de King Rat (El rey de las ratas).

Paralelamente al guión de La gran evasión, Clavell trabajó en su primera novela: El rey de las ratas, publicada en 1962. En ella, narraba la historia de un campo de prisioneros japonés en 1945, inspirado en la prisión de Changi donde él mismo había estado cautivo. Esta obra inauguró la que se ha denominado tradicionalmente como Saga Asiática, compuesta de seis novelas: la ya citada, Tai-Pan (1966), Shôgun (1975), La casa noble (1981), Torbellino (1986) y Gai-Jin (1993). Aunque son consideradas como un todo dentro de la producción literaria del autor, el único rasgo en común que poseen es la ambientación en Asia. No comparten argumento, ni personajes,[3] ni pueden asociarse a través de ningún otro elemento.[4]

Aunque la primera novela de la Saga refleja en cierta medida las vivencias de Clavell durante la guerra, a partir de Tai-Pan resulta evidente el amor que el escritor desarrolló por la cultura asiática. Las novelas que componen la saga, todas ellas de extensión considerable, ofrecen una profundización inusitada en algunos aspectos culturales e históricos del marco asiático. La obra de la que nos ocuparemos a continuación, Shôgun, no es ninguna excepción a esta regla. No solamente por el tema que trata, sino también la forma de abordarlo, evidencian un conocimiento penetrante de la cultura y mentalidad japonesas.

Portada de una de las ediciones más populares en castellano de Shôgun.

Portada de una de las ediciones más populares en castellano de Shôgun.

Shôgun cuenta la historia de John Blackthorne, un navegante de origen inglés contratado por la Compañía de las Indias Orientales holandesa para comandar un buque comercial, el Erasmus. Al comienzo de la novela, el barco es el único superviviente de una expedición comercial que fue atacada y perseguida por españoles y portugueses. La nave consiguió huir y encaminarse hacia una nueva ruta marítima, hasta el momento exclusiva de sus enemigos, que atravesaba el Estrecho de Magallanes. A partir de ahí, con la tripulación diezmada, se aventuró en el océano Pacífico con el objetivo, o más bien la creencia, de alcanzar Japón. De pronto, una tormenta parece truncar las esperanzas de alcanzar tierra firme… sin embargo, el temporal termina conduciendo al Erasmus a costas japonesas. Allí, toda la tripulación es apresada, y Blackthorne se convierte en su representante, por ser el más alto rango con salud suficiente como para mantenerse en pie.

Toshiro Mifune como Toranaga y Richard Chamberlain como Blackthorne, protagonistas de la adaptación televisiva de Shôgun.

Toshiro Mifune como Toranaga y Richard Chamberlain como Blackthorne, protagonistas de la adaptación televisiva de Shôgun.

La novela narra la conversión del británico Blackthorne en el japonés Anjin-san (nombre que recibe al resultarles imposible a los japoneses pronunciar el original, y que significa piloto). Anjin-san es una pieza estratégica de gran importancia en un momento convulso para Japón: el emperador es todavía menor de edad y su poder ha quedado delegado en un Consejo de Regencia, formado por los cabezas de familia de cinco de los clanes más poderosos del país, entre los que existen evidentes tensiones. La importancia de Anjin-san radica en los conocimientos, especialmente bélicos, que pueden ser decisivos si estalla la guerra,[5] así como en la posibilidad de que el contacto con otros pueblos occidentales distintos a los españoles y portugueses pueda romper el monopolio establecido por éstos, además de poner freno definitivamente a la amenaza cristiana. Es por ello que Blackthorne se convierte en una figura codiciada, un personaje en el punto de mira de todos los bandos del complicadísimo panorama nipón, un peón en un tablero de ajedrez demasiado decisivo al que hay que controlar, de la manera que sea.

Y es que, en este tablero de ajedrez, no solo están en juego los intereses de los daimios más poderosos de Japón, no. Tienen también un peso relativo los intereses cristianos católicos. Es relativo porque no resulta trascendental para el devenir de la nación japonesa, sin embargo, sus representantes están dispuestos a defenderlos con uñas y dientes para mantener su posición y afianzarse en el archipiélago, siempre bajo el estandarte de la defensa de la fe cristiana, pero manteniendo en la sombra la ambición personal y material.

Los religiosos católicos en la obra Shôgun.

Aunque la novela gira en torno a un británico, aparecen en ella varios personajes europeos, en su mayoría portugueses, que componen parte del grupo católico.

Leon Lissek como Padre Sebastião en la adaptación televisiva de la novela.

Leon Lissek como Padre Sebastião en la adaptación televisiva de la novela.

Al primero que conocemos es al padre Sebastião. Se trata de un sacerdote rural, un jesuita destinado a la región a la que llega el Erasmus. Supone el primer contacto de Blackthorne en tierra japonesa, al menos, el primero con el que puede entenderse. El primer encontronazo entre ambos resulta tenso: el narrador mantiene siempre al lector dentro del hilo de pensamientos de Blackthorne, de modo que, antes del primer intercambio de palabras, Anjin-san ya nos ha puesto a la defensiva: lo ha reconocido como cura católico, y por tanto, como enemigo que hará lo posible por acabar con el hereje. El enfrentamiento verbal es un apresurado diálogo en el que Blackthorne le toma la medida, y el padre Sebastião se muestra muy alterado, atacando y cayendo en las provocaciones del inglés. No deja de ser un hombre que se rige por las pasiones, muy distinto a algunos de los que aparecerán más adelante, en parte también porque se trata de un hombre de campo. Ni se desenvuelve en la alta política, ni le corresponden menesteres como el enfrentamiento con herejes protestantes: es tan solo un misionero asentado en un pueblo extraño, cuidando de un pequeño rebaño y tratando de hacerlo más grande.

Frankie Sakai como Kasigi Yabu, en un fotograma de la serie de televisión.

Frankie Sakai como Kasigi Yabu, en un fotograma de la serie de televisión.

El padre Sebastião también se ve obligado a servir de traductor en un primer encuentro de Blackthorne con la nobleza, en este caso, con el daimio Kasigi Yabu. Aquí queda de manifiesto que no es un hombre acostumbrado a lidiar con asuntos políticos, y vuelve a repetirse una escena similar a la anterior, en la que el sacerdote cae en las trampas del inglés. En esta ocasión, Blackthorne emplea las provocaciones para dejar claro a Yabu que entre el padre Sebastião y él hay una enemistad y odio manifiestos, que pueden afectar a la traducción que el sacerdote realice tratando de poner al daimio en su contra.[6] En definitiva, el padre Sebastião es un hombre de acción, algo extraño dentro del contexto en el que más adelante se moverá nuestro protagonista. En este sentido, es necesario para el relato, a la hora de sembrar una incertidumbre más sobre los obstáculos a los que Anjin-san tendrá que hacer frente, pero también es necesario en una lectura con más perspectiva para establecer una diferencia entre alto clero y bajo clero, entre aquellos cuyo mundo es la pequeña comunidad cristiana que les rodea y aquellos nativos con los que deben lidiar, y aquellos otros que representan los grandes poderes, la encarnación de la Iglesia como institución, que participa de la alta política y de la construcción del mundo y cuyas preocupaciones se alejan, intencionadamente o no, de los feligreses a su alrededor.

Michael Hordern como Fray Domingo en la adaptación televisiva de la serie.

Michael Hordern como Fray Domingo en la adaptación televisiva de la serie.

Junto con el padre Sebastião, encontramos otro personaje que, respondiendo a un perfil parecido, juega un papel diametralmente opuesto en la historia: se trata del padre Domingo, un franciscano español con quien Blackthorne traba amistad durante el cautiverio al que, en un primer momento, le envía Toranaga.[7] El padre Domingo lleva encerrado dos largos años, en una prisión en la que, tal como explica, no se cumplen penas sino que se espera (habitualmente, unos pocos días) la llamada de los reos para ejecutar sus condenas a muerte. No obstante, debilitado, resiste como puede, haciendo gala de una fe inquebrantable. A su alrededor ha unificado a aquellos cristianos que se encuentran entre los que vienen y van, y en una pequeña comunidad, comparten alimento, espacio y reciben del padre la extremaunción cuando son llamados. Blackthorne es acogido entre ellos, ocultando su condición de protestante, y el franciscano sirve de maestro al inglés, bien de manera directa, enseñándole rudimentos de la lengua japonesa, o bien de forma indirecta, transmitiéndole confiadamente información sobre la idiosincrasia del país y la posición del cristianismo, de los jesuitas y de los europeos en el complejo panorama nipón. Resulta llamativa la manera de diferenciar a este personaje para convertirlo en aliado: Clavell recurre a hacerlo de otra orden religiosa (pues  los poderosos jesuitas son el enemigo, y no pueden dejar de serlo), pero también juega con las nacionalidades: en contraposición al padre Sebastião y al padre Martín Alvito (ambos portugueses), el padre Domingo es español. En teoría, este origen debería convertirlo en un enemigo todavía más acérrimo para Blackthorne, puesto que es con el rey de España con quien los Países Bajos e Inglaterra están enfrentados. Sin embargo en este caso la distinta procedencia se convierte en una herramienta que permite al lector diferenciar al enemigo con mayor claridad y focalizar a éste en la figura de los portugueses, del mismo modo que su pertenencia a la orden franciscana subraya el rol antagonista de los jesuitas.

El padre Sebastião y el padre Domingo suponen, como ya adelantábamos, los representantes del bajo clero, religiosos entregados a cuidar de sus pequeños grupos de conversos y a evangelizar para que estos grupos crezcan y salvar las almas de los pobres pecadores nativos. Por contra, existen otros personajes que, pertenecientes al alto clero, se mueven en otros ámbitos con unas aspiraciones mayores.

Alan Badel como Padre Dell'Aqua.

Alan Badel como Padre Dell’Aqua.

En primer lugar, jerárquicamente, corresponde hacer una mención al Padre Visitador, el napolitano Cario Dell’Aqua, al que se describe como “representante personal del general de los jesuitas, el jesuita más eminente y, por tanto, el hombre más poderoso de Asia”. Aunque oficialmente solo es una autoridad religiosa y respeta el principio de no intervencionismo en los asuntos políticos, tiene claro que el principio de supervivencia en las altas esferas pasa por mantenerse siempre al tanto de lo que ocurre y avanzar un paso por delante de aquellos que son hostiles. Actúa como un líder político, con todo lo que ello conlleva: busca a toda costa defender sus intereses estableciendo alianzas con aquellos que le proporcionen más beneficios, incluso si eso supone interceder ante los grandes señores para conseguir a cambio la edificación de la más grande catedral de Japón, bajo su tutela. Entre cristianos, no duda en hacer valer todo su poder eclesiástico para proteger los intereses que ha defendido de cara a los japoneses.

El padre Dell’Aqua es, ante todo, un líder, con todo lo que ello conlleva. En su caso, no existen rencillas particulares que lo enfrenten de manera directa a Blackthorne (incluso llega a interceder por él, cuando es estrictamente necesario y siempre movido por sus intereses), sino que la animadversión procede del momento inoportuno en el que el inglés ha aparecido, poniendo en peligro toda una vida de trabajo para asentar institucionalmente el catolicismo en Japón.

Damien Thomas como el padre Martin Alvito.

Damien Thomas como el padre Martin Alvito.

Aunque con un rango inferior, hay un sacerdote que puede tratar de igual a igual con el padre Dell’Aqua: Martín Alvito. Este personaje está basado libremente en un personaje real, João Tçuzu Rodrigues (1561-1634).[8] Entre los numerosos escritos de João Rodrigues, al igual que en las obras de otros religiosos coetáneos, incurre en descripciones de ciudades, sintiendo una especial fascinación por la capital, Heian, la actual Kioto, a la que denominaban Miyako. Rodrigues realizó la mejor descripción de esta ciudad, hablando de su planta, inspirada en el modelo chino (ejemplificado en la ciudad de Chang’an), e introdujo de manera novedosa el concepto de feng shui. No incluimos esta referencia a Miyako de manera gratuita, sino que constituye una prueba de la gran documentación de Clavell y de su inspiración en João Rodrigues para el personaje de Martín Alvito: en Shôgun, en uno de los diálogos, se produce el siguiente comentario:

“—Los japoneses son como animales. ¿Te hablé del padre Alvito? Es intérprete y ellos le llaman Tsukku-san, señor intérprete. Lo fue del Taiko, y ahora es intérprete oficial del Consejo de Regencia. Habla el japonés mejor que la mayoría de los japoneses y sabe más de ellos que cualquier otra persona. Me dijo que hay un montículo de tierra de cincuenta pies de altura en Miyako… Miyako es la capital. Pues bien, el Taiko hizo enterrar allí las narices y las orejas de todos los coreanos muertos en la guerra… Corea está en el continente, al oeste de Kiusiu.”

Este párrafo demuestra la inspiración de Martín Alvito en este personaje histórico: el conocimiento de la ciudad de Miyako, el apodo que Alvito recibe (muy similar al de João Rodrigues, podría tratarse incluso de una deformación en lugar de un cambio), todo son indicios que apuntan la relación entre el personaje real y el ficticio.

Martin Alvito es uno de los traductores de confianza de Toranaga.

Martin Alvito es uno de los traductores de confianza de Toranaga.

En cualquier caso, y pese a su evidente inspiración, Martín Alvito es un personaje que participa en la novela, con todo lo que ello conlleva. Es jesuita y portugués, y funciona, en cierta medida, como el antagonista directo de Blackthorne. Posee una gran inteligencia, que le permite conocer tanto la lengua japonesa en profundidad, como las costumbres del pueblo japonés. Todo ello le vale el gozar de una posición privilegiada en la que es respetado por los grandes señores feudales con los que tiene trato directo (aunque estos siguen estando situados jerárquicamente en una posición superior, algo que ni unos ni otro olvidan nunca). Además, su gran inteligencia le vale también saber desenvolverse en las altas esferas, se descubre como un hábil estratega político. En el caso concreto de la historia que nos ocupa, sus labores como traductor de confianza (por su extremada capacidad lingüística, así como por su reconocida profesionalidad y veracidad) le permiten disponer de información más que privilegiada, conociendo de primera mano parte importante de los acontecimientos relacionados con Blackthorne (aunque no todos, Toranaga-san es lo suficientemente precavido como para utilizar otros traductores en los momentos en los que resulta necesaria la confidencialidad absoluta).

Uno de los primeros encuentros entre Martin Alvito y Blackthorne, una entrevista ante Toranaga para la que el jesuita sirve de intérprete.

Uno de los primeros encuentros entre Martin Alvito y Blackthorne, una entrevista ante Toranaga para la que el jesuita sirve de intérprete.

Entre Alvito y Blackthorne los encuentros son habituales, y los desencuentros garantizados. El velado odio mutuo entre ambos personajes hace que cada reunión suponga un combate dialéctico, batallas verbales que se resuelven en ocasiones a favor de uno, en ocasiones a favor de otro, y otras veces son interrumpidas en lo más encarnizado, generando grandes tensiones entre ellos y a su alrededor.

Yoko Shimada como Mariko.

Yoko Shimada como Mariko.

Finalmente, Alvito también forma parte de los numerosos obstáculos que se interponen entre el amor que une a Blackthorne y a su traductora japonesa, Mariko Buntaro-san.[9] Estos obstáculos van desde el marido de ella, hasta la importancia política de ambos en la estrategia de Toranaga. Más allá de todo ello se encuentran las diferentes creencias: ella no es solo japonesa, sino también católica, mientras que Blackthorne es protestante, el enemigo de los católicos allí en Japón. Aunque esta oposición es la menos importante, queda subrayada cada vez que el camino de la pareja se cruza con el padre Alvito, ya que este posee gran afecto y confianza con Mariko-san.

 Mariko, Blackthorne y Alvito.

Mariko, Blackthorne y Alvito.

En una novela en la que prácticamente todos los personajes suponen una amenaza para el protagonista, por una razón u otra, el padre Martín Alvito es quien se perfila de forma más acertada como enemigo: opositor directo, goza de una importancia similar a la de Anjin-san (aunque haya sido conseguida por otros méritos), y aunque cuenta con poderosos enemigos, por sí mismo carece del poder suficiente como para causar un daño directo a Blackthorne, lo cual permite que pueda existir una guerra abierta entre ambos personajes.  Alvito encarna a un jesuita excesivamente estricto, ocasionalmente cegado por el orgullo, que si bien no es tan agresivo como el padre Sebastião, sí contrasta enormemente con el padre Domingo, puesto que sus actitudes y reacciones no son, en absoluto, las que cabría esperar de un sacerdote. Al igual que Dell’Aqua es un superviviente gracias a las intrigas y al manejo de información, pero su guerra abierta con el protagonista le impiden la redención que el Padre Visitador sí obtiene con sus acciones al final de la novela. Sin embargo, también a través de Mariko, esta guerra abierta concluye en una tregua en la que se deja entrever la amarga amistad de quienes se enfrentan durante tanto tiempo que acaban teniendo más cosas en común que en contra.

Antes de concluir, bien merecen una mención también dos personajes destacados, ambos de origen portugués, laicos y con roles también contrapuestos: el capitán Ferriera y Vasco Rodrigues.

Vladek Sheybal en el papel del Capitán Ferriera.

Vladek Sheybal en el papel del Capitán Ferriera.

Ferriera es capitán general del Buque Negro,[10] gobernador de Macao y primera autoridad de Portugal en Asia. Su talante y su mentalidad son plenamente occidentales, es incapaz de comprender que las reglas de juego en la política y economía japonesas son diferentes que las europeas. Contribuye a acentuar una visión que se acrecienta conforme avanzan las páginas de la novela y la evolución de Anjin-san: la comprensión del refinamiento japonés en detrimento de la mentalidad occidental, que termina convirtiendo la obra en una declaración de amor de Clavell por la cultura asiática en general y japonesa en particular. Ferriera es incapaz de entrar en el juego, trata de imponer su voluntad basándose en la autoridad que posee en el mundo occidental, rechaza de pleno el no intervencionismo que Dell’Aqua respeta a su manera, y busca el ataque frontal contra los japoneses de tal forma que finalmente tienen que ser los jesuitas mismos los que lo detengan para impedir que su ambición diese al traste con toda la presencia europea en Japón.

John Rhys Davies como Vasco Rodrigues.

John Rhys Davies como Vasco Rodrigues.

Por último, Vasco Rodrigues encarna la nobleza de los capitanes de barco. Desde el primer momento entabla una amistad profesional con Blackthorne, con las reservas que son propias de dos desconocidos de bandos opuestos, pero con un afecto sincero. En deuda vital con Blackthorne, no duda en devolverle el favor a la primera ocasión. Sin embargo esto no le impide cumplir con el deber que le imponen sus superiores cuando tiene que hacerlo, aunque le disguste. Pese a todo, en la relación entre ambos existe cierto honor, y aunque al final sus caminos se separan, no existe poso de rencor por ninguna de las partes.

En esencia, se caracteriza a los jesuitas como enemigos, un enemigo sibilino y despiadado que, en cierto modo, ha olvidado su mensaje a favor de una ambición desmedida. Orgullosos y soberbios, evidencian generalmente una gran inteligencia (aunque, como hemos visto, hay excepciones) que les permite desenvolverse con soltura en entornos hostiles. Tampoco los portugueses salen bien parados, son los peores dentro de los enemigos occidentales. Aunque no podemos detenernos en ello, en general todos los europeos aparecen retratados negativamente, con excepción de Blackthorne: también los supervivientes de su tripulación, no tanto al principio, especialmente con el paso del tiempo.

Shôgun es, como hemos comentado, una obra que destila un profundo amor por la cultura japonesa. El argumento subyacente es la conversión de un europeo en japonés, la educación según la mentalidad nipona que, en unos pocos meses, convierte a un inglés en Anjin-san, un hombre con privilegios de samurái y con un papel decisivo en la historia de Japón durante los años venideros.

Notas:

[1] Tradicionalmente se ha atribuido su fecha de nacimiento en 1924, alistándose con 16 años. Sin embargo, un reciente descubrimiento del documento legal de solicitud de nacionalidad estadounidense –que Clavell realizó en 1963– sitúa esta fecha el 10 de octubre de 1921, de modo que Clavell contaría con 19 años en el momento de entrar a formar parte del ejército.

[2] Tal como podemos comprobar en su ficha en la web IMDB: http://www.imdb.com/name/nm0834435/

[3] A excepción de Peter Marlowe, personaje de El rey de las ratas que también aparece en La casa noble.

[4] Tai-Pan se ambienta en el surgimiento de Hong-Kong en 1841, La casa noble se desarrolla también en Hong-Kong, pero en 1963, Torbellino se ambienta en Irán durante la Revolución Islámica de 1979 y Gai-Jin en las postrimerías del periodo Edo en Japón.

[5] Se trata de una imprecisión histórica exigida por el relato: según la novela, ambientada en 1600, con el Erasmus llegan a Japón las primeras armas occidentales, mientras que se tienen confirmaciones históricas del uso de arcabuces y otras armas por los japoneses desde mediados del siglo XVI.

[6] En este caso, el enfrentamiento llega mucho más lejos, haciendo que Blackthorne, para subrayar esta enemistad, recurra a la profanación del crucifijo del padre Sebastião. De este modo, sin saberlo, Blackthorne está llevando a cabo un acto simbólico similar a la ceremonia del e-fumi, un método real instaurado por el gobierno Tokugawa para descubrir a los japoneses convertidos en cristianos durante las persecuciones, especialmente a partir de la llevada a cabo en Nagasaki en 1629. El e-fumi consistía en obligar a todos aquellos sospechosos de practicar el cristianismo a pisar una serie de imágenes de Cristo o de la Virgen, para demostrar con ese gesto su renuncia a la religión cristiana.

[7] Toranaga Yoshi es el nombre que en la ficción se le da a Tokugawa Ieyasu. Muchos de los personajes principales de Shôgun están basados en personajes históricos, algunos de ellos reciben una vaga inspiración, pero otros son retratados con bastante exactitud.

[8] Jesuita conocido como Tçuzu (“intérprete”), vivió en Japón entre 1577 y 1612, a él se deben hitos historiográficos en el estudio de la lengua japonesa: Vocabulario de lingoa de Japam, Arte breve da lingoa Japoa y Arte da lingoa de Japam. También a él pertenece la Història da Igleja do Japâo, un completo tratado con numerosas referencias artísticas que evidencian una gran penetración en el conocimiento de la cultura japonesa.

[9] También inspirada por un personaje real, Hosokawa Gracia.

[10] El llamado Buque Negro es el galeón que anualmente arribaba a Japón para comerciar con Portugal y España.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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One Comment

  1. Muy buen artículo. Sólo quería comentar un par de pequeños detalles.

    Quien era menor de edad no era el emperador, era el hijo del anterior gobernante del país –al que en la novela llaman Nakamura y que vendría a ser Toyotomi Hideyoshi–, un niño de cinco años llamado en la novela Yaemon y que está basado en Toyotomi Hideyori… es curioso que Clavell llamase a ese personaje Yaemon, que era el nombre del padre de Hideyoshi.

    Por otro lado, fray Domingo es castellano y de otra orden porque representa ser de una de las órdenes mendicantes –franciscanos, agustinos y dominicos– que llegaron a Japón bastante después que los jesuitas, y con quienes estaban fuertemente enemistados. Estas órdenes se caracterizaron, entre otras cosas, por estar más relacionados con el pueblo llano y los enfermos, a diferencia de los jesuitas, cuya estrategia evangelizadora consistía en convertir a las élites, algo que queda muy claro en la novela.

    Un saludo.

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