Revista Ecos de Asia

Entre imágenes, música y cine. La migración coreana a México en 1905 a través de sus fuentes históricas

Los hechos, por sí solos, no son capaces de permanecer en la memoria colectiva. Los documentos de alguna época en particular, con el paso del tiempo, van adquiriendo valor histórico y le dan sentido a nuestra existencia, es decir, no podemos saber quiénes somos si no sabemos quiénes hemos sido y cómo llegamos a ser. Para ello, es necesario el rescate de la memoria y el uso de  fuentes históricas, ya sean escritas, sonoras, visuales, testimoniales y/o electrónicas que documenten un acto, y todo aquel material que nos dé cuenta de un hecho.

El estudio de algún hecho histórico o fenómeno social ha sido trabajado utilizando las fuentes tradicionales que encontramos en archivos y bibliotecas, pero conviene también tener en consideración las fuentes alternativas, como la fotografía, el cine y la música. Es por eso que en este artículo deseamos compartir la importancia del empleo de estas otras fuentes  históricas (fotografía, música y cine) para el estudio de la migración (emigración) coreana a México en el año de 1905,  momento que reconocemos como un trayecto que va del Protectorado Japonés en Corea  (1905-1910) al Porfiriato Mexicano (1877-1911).[1]

Tomando como referencia lo antedicho y para el caso de los migrantes coreanos en México, no nos detendremos demasiado en la narración del momento histórico, salvo mencionar que  corría el año de 1905  y, en el aún Choson, (nombre con el que se le conocía a Corea antes de su división en 1945) iniciaba el periodo del Protectorado Japonés (1905-1910) y, en México, el periodo del Porfiriato (1876-1911). Hacia 1886, Porfirio Díaz, el entonces presidente de México, había abierto las puertas a todos los extranjeros que quisieran trabajar en las haciendas Yucatecas. De esta manera, un número aproximado de 1033 coreanos, entre hombres, mujeres y niños, y clases sociales ianban (yangban), yunguin (jungin), sanmin (sangmin) y chonmin (cheonmin) aceptaron dicho ofrecimiento y se embarcaron desde el puerto de Chemulpo (hoy Inchon) hacia  Puerto Progreso en Yucatán, México, y de ahí a las haciendas de henequén[2] en Yucatán, donde trabajaron como peones en las haciendas henequeneras, llevando consigo sus costumbres y forma de vida.

Como acabamos de mencionar, para conocer la historia es necesario el empleo de fuentes históricas. Sin embargo, más allá de los documentos de los archivos, como los registros de las aduanas, de las haciendas henequenes, las filiaciones y formas del Registro Nacional de Extranjeros (México) y las naturalizaciones emitidas por la Secretaría de Relaciones Exteriores (México), también debemos apoyarnos en fuentes alternativas, como las fotografías que, en general, nos devuelven un fragmento de la realidad  más o menos reconocida del momento y lugar en que son tomadas y que informan, describen y proporcionan datos de los migrantes y su cotidianidad en  el tiempo y el espacio.

Las imágenes son interpretadas, asimiladas, captadas y decodificadas; algunas de ellas son resguardadas en las fototecas, como la Fototeca Pedro Guerra de la Universidad Autónoma de Yucatán, que posee un vasto acervo con imágenes de vida cotidiana, tales como la de un  grupo de coreanos fotografiados en una de las haciendas henequeneras, o las imágenes familiares resguardadas en el Museo de la Inmigración coreana del Estado de Yucatán.

Cuando la imagen es más personal se convierte en una fuente histórica que, en uso doméstico, convierte en protagonistas al entorno y al espacio cotidiano. En este punto,  encontramos los archivos históricos familiares o bien las fotografías caseras, donde las imágenes de los antepasados son una verdadera fuente histórica en el momento en que las reconocemos  como documentos auxiliares para el rescate de la memoria histórica.

Familia de migrantes coreanos en México. Museo de la Inmigración Coreana, Yucatán, México.

Por su parte,  la producción musical de cada período puede reflejar valores de una sociedad en particular. La música, sin embargo, no ha sido significativamente trabajada como objeto de investigación académica para el estudio de la inmigración coreana a México en 1905 pero, “es posible conocer la historia de un país desde un análisis musicológico de la partitura en estructura y contenido de la letra,  tal es el caso de Arirang[3] (canción tradicional coreana) y el Hanpando (que literalmente significa Península de Corea).

Partitura del Hanpando

Además, el análisis musical es capaz de evidenciar los hechos históricos y reconstruirlos, aunque asuma ideológicamente el pasado a través de los sonidos y las maneras en que se plasman en una partitura y se representan colectivamente los acontecimientos históricos mediante interpretaciones estéticas, apoyados de la letra de la canción que estemos analizando.[4]

La música, a su vez, está íntimamente relacionada con el cine, ya que sirve de apoyo para conectar a un filme con el espectador. Películas como Henequén, realizada en 1996, dirigida por Kim O son (Kim Ho-sun) y protagonizada por Roger Cudney, Chan Mi ji (Chang Mi hie) Jon Iunyon (Hong Yunjeong) kim Gui-u ri (Kim Gyuri) y Lim Son min (Lim Seong min), es del tipo de producciones con intencionalidad histórica.

Película Henequén (1996)

Para analizar una película, debemos tener en cuenta la historicidad (entendida como la veracidad de un hecho histórico), la espacialidad, la temporalidad y la narración. Desde el aspecto narrativo, Henequén nos habla de la historia de los coreanos que fueron llevados a Yucatán con falsas promesas de una buena vida, pero que, en su lugar, terminaron siendo obligados a trabajar como esclavos en las haciendas henequeneras. Este filme, de manera paralela, narra la relación afectiva entre la hija de una familia ianban y un carnicero chonmin.

Desde la historicidad es posible analizar, con apoyo de la sociología, las clases sociales de Choson, los cambios en su estratificación acordes a su nueva realidad en México y en contraste con las clases sociales de ese país. También podemos analizarla desde la temporalidad, a partir de una descomposición del tiempo reconocida por el historiador Fernand Braudel como la “larga duración”, donde se pueden observar las rupturas y continuidades de la mentalidad y cotidianidad de la comunidad coreana en Yucatán a lo largo del tiempo, ya que Henequén se inicia en el año de 1905 y termina en el periodo  revolucionario mexicano (1910-1920).

Por todo esto, podemos concluir que la fotografía, la música y el cine son fuentes útiles para la investigación histórica del fenómeno migratorio en México en 1905 y, aunque consideramos que el arte no reproduce de manera explícita la realidad y es una representación de la misma, permite comprender a la sociedad y sus formas de vida.

Así,  es necesario realizar trabajos que empleen este tipo de material pues, en la medida en que las consideremos como verdaderas fuentes históricas, aceptaremos que el arte también pone de manifiesto una realidad social y sirve para mantener viva la historia mediante el rescate de la memoria,

 

Para Saber más:

  • Álvarez, María del Pilar. “Las huellas de la colonización y el deber de la memoria: Apuntes desde el cine documental surcoreano”. Estudios de Asia y África, México, El Colegio de México, 2013, pp. 123-134.
  • Burke, Peter, Formas de hacer historia, Madrid, España, Alianza, 1996.
  • Koehler, Robert, “Trad music: Sound in Harmony with nature”, Korea Essentials, 8 Seùl, Corea, 2015.
  • Romano, Ruggiero, “La historia y la fotografía”, Históricas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, p. 252.

 

Notas:

[1] Para conocer más sobre la historia de la migración coreana a México en 1905, se puede revisar un artículo anterior publicado en esta misma revista.

[2] El henequén, también conocido como ki, por su nombre en maya, es una planta de agavenativa de la península de Yucatán de la cual se extrae el sisal o fibra de henequén.  Es fácil de identificar por su roseta de hojas duras y alargadas de hasta metro y medio de altura.

[3] Arirang corresponde a la tradición musical, que surgió con la constitución del hangul –alfabeto coreano– que generó una ola de traducciones del hannum –el coreano escrito con ideogramas chinos– tanto de obras coreanas como chinas, difundiéndose entonces la narrativa a gran escala. La primera grabación conocida de Arirang fue hecha en 1896 por la etnóloga estadounidense Alice C. Fletcher, quien grabó a tres estudiantes coreanos cantando una canción que ella llamó, Love Song: Ar-ra-rang. Howard, Keith, Perspectives on Korean Music (vol. 1) Preserving Korean Music: Intangible cultural properties as icons of identity, Routledge, 2017, p. 87.

[4] El Hanpando es un canto que evoca a los antepasados y de carácter anónimo. Como objeto de estudio y  utilizando la letra de ese canto, podemos reconocer elementos de etnicidad y nacionalismo, origen mitológico y culto a los antepasados. El estribillo es el siguiente: “Mirando hacia el mar del este, está mi Hanpando, tú eres mi amor, eres la tierra de mis antepasados, eres Hanpando.

avatar Andrea Elena Ríos (21 Posts)

Licenciada en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha escrito varios artículos para la revista Debates por la Historia de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), México y la publicación de su tesis por el Centro de Documentacion de los Movimientos Armados (CeDeMa) en Valencia, España. Forma parte del seminario de Historia de Corea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Su línea de investigación gira en torno a los movimientos sociales en Corea durante la ocupación japonesa (1910-1945).


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