Revista Ecos de Asia

Los “gentiles salvajes”: las vicisitudes del pueblo ainu en la era Meiji

Hokkaidô y las Islas Ryûkyû son, respectivamente, las fronteras septentrional y meridional del archipiélago japonés y en ellas habitan algunas de las minorías que conforman la heterogénea población del país. Aunque es un tema muy complejo que todavía esconde muchas incógnitas para los especialistas, aquí vamos a hablar brevemente de la minoría que vive en el norte, los ainu, que son un pueblo étnica y, sobre todo, culturalmente distinto a los wajin, quienes suponen la mayoría de la población japonesa actual.

Fragmento de Ezoshima kikan (lit. ‘Maravillas de la isla de Ezo’), una obra de Hata Aokimaro (pseudónimo del samurái Murakami Shimanojô), quien se incorporó en 1798 a una expedición del shogunato para visitar la isla de Ezo con el fin de conocer el territorio ainu. Imagen: Brooklyn Museum.

El origen de la cultura ainu —al igual que la wajin— todavía es objeto de debate, pero probablemente sean resultado de un proceso de fusión de culturas entre quienes llegaban por mar al norte de Hokkaidô y quienes ya habitaban en el archipiélago, habiendo también un componente wajin implicado. Los wajin habían hecho algunas incursiones en el territorio ainu antes de la era Meiji, desarrollando sus propios estereotipos sobre ellos, pero la apertura de las fronteras de Japón en 1868 conllevó la llegada de exploradores occidentales —como Isabelle Bird, John Batchelor, Thomas Blakiston o Henry Savage Landor— que también impusieron su propia visión sobre los ainu, percibiéndolos como la “alteridad de la alteridad” y describiéndolos desde su perspectiva orientalista como “gentiles salvajes”, inocentes como niños.

La conocida como restauración Meiji trajo muchos cambios a nivel social, político y económico siguiendo las ideas occidentales. Como ahora explicaremos, el derecho a la ciudadanía supuso para los ainu el derecho de poseer tierras y su estatus social cambió, al menos, a nivel teórico. A partir de entonces, los ainu dejaron de ser considerados un grupo cultural distinto que tenía rasgos físicos, religiosos, lingüísticos e históricos comunes, pues se habían convertido en el resultado de la mezcla de grupos indígenas, al igual que el resto de la población japonesa era también resultado de sus propias mezclas. Este aparente avance, sin embargo, no fue más que negar la diferencia, es decir, la causa de su compleja situación, lo que supuso la invisibilización de la causa material de su discriminación y su conversión en una de las minorías nacionales definida con mayor vaguedad.

En el primer año de la era Meiji, el gobierno japonés, preocupado por la defensa de sus fronteras septentrionales, anexionó la región de Ezo, que pasó a denominarse Hokkaidô (lit. ‘camino del mar del norte’). En cambio, otras partes del territorio de los ainu como Sajalín y las islas Kuriles iban y venían de las manos de Japón en función de los tratados que se establecían con Rusia. En esta situación, se estableció un sistema militar colonial durante el año 1874 denominado Tondenhei (lit. ‘soldados de colonización’) para reforzar las defensas de la frontera norte contra Rusia y mantener el orden interno y la ley en Hokkaidô, así como sofocar la rebelión de los disidentes. Además, aparte del renombramiento de Ezo, los topónimos ainu también fueron sustituidos por topónimos japoneses y las islas fueron divididas en catorce regiones sin tener en cuenta la distribución de los kotan o asentamientos ainu. Posteriormente, sin embargo, se recuperaron los topónimos propios del territorio ainu para facilitar el proceso de registro. Así, la restauración Meiji inició la incorporación de los ainu en el sistema político y administrativo de los wajin, para quienes los primeros habían ganado el derecho a la ciudadanía.

En este periodo, se sentaron las bases del futuro desarrollo de Hokkaidô en diversos campos. Las granjas gestionadas por el gobierno introdujeron bueyes para arar y segar. Además, una serie de fábricas, como molinos de harina y fábricas de cerveza, condujeron al desarrollo de un sistema de carreteras. Se construyó la línea ferroviaria principal de Horonai, que explotaba la mina de carbón de Horonai, y se fundó la Escuela de Agricultura de Sapporo, que se convertiría posteriormente en la Universidad de Hokkaidô. Fue un periodo en el que el gobierno de la prefectura centró sus esfuerzos en el establecimiento de infraestructuras, en la introducción de empresas y en la promoción del desarrollo mediante capital privado. Entre 1910 y 1946 tuvieron lugar el primer y el segundo plan de desarrollo, incentivando el cultivo y la explotación natural.

Desde los inicios de su colonización, por tanto, Hokkaidô ha sido concebido como un lugar a donde los inmigrantes debían llegar para defender el territorio japonés y para ayudar a la producción nacional de alimentos. De hecho, actualmente, Hokkaidô es el mayor productor de arroz de todo Japón. El fracaso agrario que se experimentó en Meiji, sin embargo, se podía vaticinar al ver las dificultades que se tenían para desarrollar la región, pues cerca del cincuenta y tres por ciento de su superficie está compuesta por montañas y bosques. Además, las inversiones gubernamentales eran insuficientes y la falta de agricultores experimentados amenazaba con retrasar el desarrollo.

Para estimular la inmigración, los inmigrantes reclutados por la Oficina de Desarrollo de Hokkaidô recibían tierras gratuitamente. Si la propiedad no era desarrollada por los agricultores en los tres años siguientes a su asentamiento con su propio trabajo, esta era retirada. Los ainu, que en el momento de la anexión no tenían experiencia como agricultores, sufrían dificultades para emprender actividades agrícolas. Aun así, no se mostraron reacios y, como resultado, se los formó como agricultores y se les suministraron semillas y herramientas. Con todo, muchos ainu estaban en desacuerdo con este desarrollo destructivo, sobre todo teniendo en cuenta que sus alternativas tradicionales, como la caza de ciervos o la pesca del salmón, se habían convertido en caza furtiva y la recogida de leña pasó a ser considerada un robo. Así, la población ainu se fue diezmando, principalmente debido a las epidemias introducidas por los wajin y el deterioro de sus condiciones de vida. Finalmente, los intentos de transformar a los ainu en agricultores no tuvieron éxito, por lo que se buscaron otros reclutas en las antiguas familias de samuráis y entre los agricultores del continente.

Hokkaidô, que ahora es formalmente parte de la nación japonesa, fue así colonizada por inmigrantes wajin procedentes de familias de samuráis o de agricultores que se aprovecharon de la situación y reclamaron las mejores zonas de la región. Como consecuencia, la tierra distribuida entre los ainu era, en su mayoría, de suelo infértil y tenían dificultades para mantener las necesidades de sus familias. En definitiva, los esfuerzos del gobierno de Meiji por desarrollar Hokkaidô llegaron a servir a los inmigrantes, mientras que esos mismos esfuerzos crearon grandes dificultades para los ainu, quienes, al no poder cultivar sus tierras, se dedicaron a trabajar a tiempo parcial o como mano de obra para los inmigrantes más afortunados. Muchos ainu también se buscaban la vida como “topógrafos” para el gobierno. Así, se estableció el Hokkaidô Kyûdojin Hogohô (lit. ‘Ley de protección de los nativos de Hokkaidô’) en 1899 debido a las quejas de los ainu y su impacto en los medios. Esta ley, sin embargo, no logró proteger ni sus intereses, ni su tierra, ni su gente.

Estas políticas de asimilación que se llevaron a cabo también incluían un proceso de aculturación, un concepto que hace referencia a los procesos y acontecimientos que resultan del acto de unir dos o más culturas anteriormente separadas y autónomas. Esto significó para los ainu la prohibición de la práctica de sus propias costumbres, su propia lengua, sus vestimentas tradicionales, etc. En su lugar, debían convertirse en auténticos nihonjin, acatar las nuevas leyes y adaptarse a una vida como agricultores. Al principio, esto hizo que dedicaran muchos esfuerzos a olvidar su herencia ainu y a adaptarse a las nuevas condiciones. Al cabo de un tiempo, se darían cuenta de que sus tierras y recursos naturales habían sido debidamente integrados, mientras que ellos, como pueblo, habían sido excluidos.

La aculturación también se dio en las escuelas. Antes de la introducción de la educación obligatoria, los wajin discutían sobre si eran educables. La educación obligatoria segregada se introdujo formalmente a principios del siglo pasado con la creación de escuelas separadas para satisfacer las necesidades de los ainu, aunque no fueron muy utilizadas. La causa de esto puede estar relacionada principalmente con el hecho de que los ainu necesitaban a sus niños para trabajar. Otros factores evidentemente discriminatorios, como la diferente duración de la educación para los niños ainu y wajin, contribuyeron también a la falta de entusiasmo de los padres ainu por la futura educación de sus hijos. Este sistema escolar segregado y en gran medida desatendido sobrevivió hasta 1937. Cuando los ainu fueron educados en las mismas escuelas que los wajin y durante los mismos años, la enseñanza era muy parecida, aunque solían ser vistos negativamente.

Cartel publicitario de Upopoy, el Museo y Parque Nacional Ainu inaugurado en 2020.

En la actualidad, los ainu desean una ley que recoja sus demandas y que mire más allá de una revalorización parcial de su cultura con fines económicos, ya que la realidad actual requiere un reconocimiento de sus derechos colectivos como minoría discriminada por motivos étnicos. Aunque la ley de 2019 busca conservar y fomentar su cultura, el gobierno limita y controla el acceso a los recursos naturales, los cuales son necesarios para preservar y desarrollar realmente la cultura ainu. Pese a que la mayoría de la población ainu vive en Hokkaidô, miles de ellos emigraron a las ciudades de Japón para encontrar trabajo y escapar de la discriminación, que estaba más extendida en esta isla. Debido al trato discriminatorio que han sufrido durante generaciones, algunos han renunciado a sus orígenes y prefieren que estos pasen los más desapercibidos posible dentro de las grandes urbes.

Para saber más

  • Godefroy, N. (Ed.), “The Ainu assimilation policies during the Meiji period and the acculturation of Hokkaidô’s indigenous people”, en actas del simposio Linguistic and Cultural Identity in Japan. Bucarest, Centro de Estudios Japoneses de la Universidad de Bucarest, 2012.
  • Riobó, A. P.; Cabañes, G. S. E., Japón en su historia: De los primeros pobladores hasta la era Reiwa. Gijón, Satori, 2020.
  • Sjöberg, K. V., The Return of the Ainu. Londres, Routledge, 1993.
  • Walker, B. L., The Conquest of Ainu Lands. Berkeley, University of California Press, 2001.
avatar Marta Añorbe (2 Posts)

Graduada en Filología Hispánica. Máster en Profesorado de Educación Secundaria, especialización en enseñanza de ELE a alumnado japonés. Traductora de literatura japonesa para distintas editoriales españolas. Actualmente realiza el Máster en Estudios de Asia Oriental (especialidad en estudios japoneses).


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