Revista Ecos de Asia

Los yôkai multiplataforma, del pergamino a la pantalla de cualquier hogar

A través del universo que comportan los productos culturales japoneses, la imagen de los yôkai, las criaturas fantásticas del folclore nipón, se ha ramificado considerablemente. Sin embargo, el género de lo sobrenatural no es algo novedoso de esta época: textos, pergaminos y libros ilustrados, y estampas ukiyo-e fueron el vehículo a través del cual estas criaturas se dieron a conocer en la sociedad del pasado.

Hoy en día, el manga es el principal medio para su difusión, acompañado siempre del resto de productos de la cultura pop (anime, videojuegos, etc.). Esta combinación de medios es la que hace posible la multiplataformidad de los yôkai. No obstante, la noción de multiplataforma ya se daba en el pasado; algunos de los yôkai más antiguos se encuentran registrados en diferentes medios (literario, pictórico, decorativo, etc.).

Un tengu, por poner de ejemplo a uno de los yôkai más conocidos, puede ser el protagonista de un setsuwa (mitos y leyendas en formato escrito) del periodo Kamakura (1192-1333), estar retratado en un emaki (pintura en rollo) del periodo Muromachi (1336-1573), o en una estampa ukiyo-e del periodo Edo (1603-1867), mencionado oralmente en una leyenda local, aparecer representado en una serie de manga, animado en un videojuego o serie de televisión, o en forma de peluche en la época actual.

Grupo de daitengu (narices largas) y kotengu (cuervos), obra de Kawanabe Kyôsai, periodo Edo.

Si nos centramos en la figura del tengu podemos distinguir entre dos tipos: daitengu (el tengu de nariz larga, o gran tengu) y kotengu (también conocido como karasu-tengu, tengu cuervo, o tengu menor). Estos dos yôkai son de los más representados en todos los géneros, desde los tradicionales hasta los más modernos. Para hacernos una idea de la antigüedad del personaje, la primera vez que se menciona la figura del tengu es en el Nihonshoki (720), obra literaria del periodo Nara (710-794), y su popularidad incrementó hasta nuestros días.

Numerosos artistas del ukiyo-e, como Katsushika Hokusai, Kawanabe Kyôsai, Tsukioka Yoshitoshi, Utagawa Kuniyoshi, Toriyama Sekien, etc., los retrataron en su producción artística, en una época en la que el género sobrenatural se extiende entre las clases populares. En este momento, además de las estampas e ilustraciones, se popularizan los karuta, juegos de cartas japoneses, y el segoroku, un juego similar a la Oca actual, ambos decorados con imágenes de monstruos y seres fantásticos entre los que se encuentran daitengu y kotengu. También con un sentido más decorativo, estos seres se representaban en forma de netsuke, pequeñas piezas talladas en marfil que servían como contrapeso para llevar el inro, pequeñas cajitas para guardar medicinas, o bolsitas para guardar el tabaco sujeto en el cinturón.

Netsuke con forma de karasu-tengu, periodo Edo o posterior.

Tras la recuperación de Japón después de la Segunda Guerra Mundial, el país se preparaba para unos años de auge económico. Fue en esas décadas cuando se produjo el boom yôkai, y la mercantilización de la cultura tuvo un efecto significativo en sus manifestaciones y formas de representación. La sociedad japonesa moderna es altamente comercial, por lo que la creación y uso de imágenes acordes a la estética del momento es la forma más eficaz de publicitar un producto. La dulcificación del yôkai, el despojo de su poder, o la eliminación del misterio, básicamente consisten en adaptar el yôkai tradicional a las formas y estilos atractivos en el momento. La criatura sobrenatural que tiempo atrás gozó de cierto poder e influencia ahora se encuentra limitada al marco de la cultura popular. En este contexto, las características del yôkai se reescriben, aunque se mantienen aquellas que son claves para su identificación.

Volviendo a los tengu, además de los elementos representativos del físico, las vestimentas, y los objetos que suelen llevar (armas ligeras o abanicos de plumas), destaca la personalidad que se les otorga a estos personajes en la actualidad. Tradicionalmente, el kotengu es más caótico, impulsivo, y nada amistoso con los humanos, mientras que el daitengu, a pesar de ser más poderoso, tiene más auto control y una mayor estima por ciertas personas. Una característica de las representaciones actuales de los tengu, y en general de los yôkai, es que se les ve interactuando con los seres humanos mucho más de lo que tradicionalmente se esperaría de ellos.

Urokodaki, personaje de Kimetsu no Yaiba (Koyoharu Gotouge).

En el manga y anime de Kimetsu no Yaiba (2016), el personaje de Urokodaki no es un tengu como tal, pero porta una máscara de daitengu y se encarga de formar y entrenar a jóvenes promesas que se enfrentarán contra demonios. Los daitengu se caracterizan por su sabiduría y, en relación con este carácter de maestro, cabe destacar la figura de Sôjôbô, el tengu que habita en el monte Kurama que enseñó el arte de la espada al famoso héroe Minamoto-no-Yoshitsune. Este personaje aparece en el manga y anime de Hôzuki no Reitetsu (2011), comandando a una guardia formada por kotengu.

Minamoto no Yoshitsune y la policía tengu, Hôzuki no Reitetsu (Eguchi Natsumi).

En cuanto a su carácter de ser protector, en el manga y anime Karasu Tengu Kabuto (1987), el personaje de Genbu es un tengu de nariz larga y piel roja, presentado como un guardián que, además de velar por el protagonista, aparece protegiendo una cueva en la que se encuentra una poderosa arma. De la misma forma que Ô-Tengu, de la película Yôkai Daisensô (2005), un daitengu de nariz larga y piel verdosa, guarda el escondite de un arma.

Personaje Ô-Tengu, de la película Yôkai Daisensô (Takashi Miike).

De carácter más impulsivo y belicoso, los kotengu se suelen representar con sus atributos aviares, o prescindiendo de ellos, pero sin la característica nariz alargada. En Karasu Tengu Kabuto (1987), el protagonista es el descendiente de un tengu cuervo, ágil y versado en el arte de la lucha y la espada. Otro personaje con características similares es Kujou Sara, personaje del videojuego Genshin Impact (2020), quien se presenta como un tengu criado por humanos, a los que sirve en su lucha como general de batalla.

Portada del primer tomo de Karasu Tengu Kabuto (Terasawa  Buichi).

Tanto Kabuto como Kujou Sara son karasu tengu o kotengu con un aspecto más humanizado, y es la presencia de alas negras, armas ligeras, u otros elementos que recuerdan a un cuervo lo que los caracteriza. Sin embargo, aparecen kotengu con unas facciones aviares tanto en los mangas, como en sus posteriores adaptaciones al anime, de Nurarihyon no Mago (2008) y Gegege no Kitarô (2018). En el primer caso incluso se pone de manifiesto la capacidad de muchos yôkai de poder cambiar de forma, ya que estos personajes aparecen tanto con forma humana como en forma “cuervo”.

Karasu-tengu en el anime Gegege no Kitarô de 2018 (obra original de Mizuki Shigeru)

Además de en representaciones audiovisuales, es interesante mencionar la producción de merchandising, figuras, peluches, como por ejemplo de los personajes de Yo-kai Watch, una de las producciones yôkai media-mix por excelencia, ya que cuenta además con videojuegos, dos series de manga, serie de anime, y películas; y las representaciones en formato performance, como son las mascotas Tengu-chan y Tenmaru, pertenecientes a la ciudad de Numata, en Gunma, y a la villa Yamazoe, en Nara, respectivamente.

Tenmaru, mascota de la villa Yamazoe

Hay quienes piensan que las representaciones tradicionales poseen una carga mayor de autenticidad, ya que las modernas se han dulcificado o descafeinado, eliminando parte de su auténtica naturaleza. Sin embargo, más que hablar sobre originalidad, habría que hacerlo sobre la capacidad de los yôkai de adaptarse a los tiempos, pues es esto lo que mantiene su imagen tan viva en la actualidad.

avatar María Arrebola Ruiz (2 Posts)

Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla (2019). Ha realizado el Máster Universitario en Estudios Globales de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Barcelona (2021). Actualmente realiza estudios de Doctorado en la Universidad de Zaragoza.


Share

Los comentarios están cerrados.