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This article was written on 29 Dic 2016, and is filled under Cine y TV.

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Nuevas propuestas del cine asiático en la 64 edición del Festival de Cine de San Sebastián: la representación china

Artículo escrito conjuntamente por Alejandro M. Sanz Guillén y Raquel Monteagudo Jimeno.

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián se celebra anualmente en la capital guipuzcoana desde el 21 de septiembre de 1953. Hasta la fecha el certamen ha ido prosperando en calidad y reconocimiento, llegando en el 2016 a su 64ª edición. Aunque la presencia asiática entre las producciones presentadas no es una novedad de ésta última edición, este último año han pasado por el Festival un importante número de títulos, motivo por el cual hemos considerado meritorio realizar esta reseña.

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Concretamente, en este artículo, vamos a centrarnos en las producciones chinas presentadas en la categoría de Nuev@s Director@s, en la que se reúnen los primeros y segundos largometrajes creados en el último año, los cuales optaban al Premio Kutxabank Nuev@s Director@s y al Premio Eroski de la Juventud, en el que participaron también algunas producciones de la sección Horizontes Latinos.

En esta categoría, la película ganadora es elegida por el Jurado Joven, formado por trescientos jóvenes voluntarios de edades comprendidas entre los 18 y 25 años. Éstos se comprometen a asistir al visionado de las películas candidatas y, en ocasiones, al interesante coloquio que les sucede, donde parte del equipo de producción responde a las preguntas que la proyección haya podido suscitar.

En esta 64ª edición dos filmes chinos fueron presentados en la sección: Something in Blue de Yunbo Li y One Hundred And Fifty Years Of Live de Liu Yu. Nos detendremos en cada uno de ellos para ofrecer un comentario individualizado.

El cine chino lleva unas décadas en auge desde la llegada de la denominada 5ª generación, con representantes de la talla de Chen Kaige o Zhang Yimou. Ya no supone una gran sorpresa ver cómo la cinematografía de este país se mueve en festivales de talla internacional, con unos resultados muy positivos, de forma que el cine chino se ha convertido en un referente muy valorado por la crítica.

En general, se puede apreciar en los jóvenes realizadores cómo las características que han definido la idiosincrasia de la filmografía china, y que han permitido agrupar directores según unos rasgos comunes en la etiqueta de “generaciones”, se difuminan en favor de un cine más globalizado, en el que los elementos que definen la cinematografía de un país se perciben menos nítidamente.

Hu Xi Zheng Chang / Something in Blue – Yunbo Li (China)

¿Cómo se vería tu vida y la relación con tus amigos si un joven director os siguiera por vuestra ciudad cámara en mano? Tal vez, el resultado de esa hipotética película se podría asimilar a Something in Blue, la ópera prima del director chino Yunbo Li.

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La ciudad como elemento clave y un grupo de amigos, historias cortas, cierto componente amoroso y desconcierto ante un futuro incierto, son algunos de los elementos que podrían recordarnos a algunas películas estadounidenses de la década de 1990, de Richard Linklater (Slacker, 1991) o Kevin Smith (Clerks, 1994). En este caso, la obra se adapta al mundo hiperglobalizado de la década de 2010, permitiendo que un grupo de jóvenes chinos haga un guiño a la sitcom norteamericana The Big Bang Theory y que un público sin una nacionalidad concreta pueda apreciarlo.

Yunbo Li, Licenciado en Comunicación por la Universidad de China, crítico de cine y colaborador en varios medios dedicados a la cultura audiovisual, inicia su andadura en la dirección cinematográfica con este título, en el que la yuxtaposición de una serie de escenas componen su primera película, tratando de dar pequeñas pinceladas sobre la vida en su ciudad, Cantón.

Something in Blue se basa en la vida de cuatro jóvenes universitarios, cuyo futuro no se presenta de manera muy clara, sino que más bien divagan sobre sus vidas sin tener un rumbo marcado o definido. Éstas se narran a través de pequeños episodios concatenados y cerrados, en muchos casos sin demasiada continuidad uno con otro, de forma que se configuran cápsulas que encierran una pequeña historia y en conjunto componen la película.

Este tipo de narración, si bien no es novedoso, tiene una serie de complicaciones que tal vez Yunbo Li no consiguiera resolver adecuadamente. La frescura que puede aportar este formato, muy adecuado además para relatar este tipo de descripciones de la juventud en una gran ciudad, se echa a perder por una carencia de ritmo que agrava la fatiga del espectador, de forma que la sucesión de los capítulos al final de la película caen como plomadas esperando el final de la cinta.

Otro de los factores que pueden también aportar más vitalidad a la película es el uso de actores no profesionales. La vida de los cuatro jóvenes es lo más veraz que se ha podido conseguir, confesaba el equipo técnico al final del visionado de la proyección. Pero este recurso, de nuevo, tiene un problema, y es la falta de unos diálogos guionizados, y lo que por una lado se puede aportar gran frescura, en este caso supone una desventaja, la historia pierde consistencia e impide al espectador consumir una historia completa.

En definitiva, es una narración compuesta por pequeños relatos que terminan sin concluir en nada. El hilo argumental poco definido y el uso de un ritmo lento y pausado no terminan de encajar con la tónica general del largometraje ni con su vibrante banda sonora.

Bien es cierto que hay un factor que se puede rescatar de la película, y es la capacidad descriptiva que esta tiene. Ese uso de actores no profesionales, tiene una parte negativa ya comentada, pero puede servir para que el filme adquiera un interés sociológico que sobrepasa al cinematográfico.

Seguramente Something in Blue se pueda rescatar dentro de unos años para tener una visión sobre la denominada generación Millennials china y su cotidianeidad, especialmente en lo que a la figura masculina se refiere. En cambio, los papeles de personajes femeninos quedan relegados en todo momento a un plano secundario, en ocasiones meramente accesorio, algo que también choca con nuestra percepción de espectador occidental.

Lo más curioso es que los anhelos, sueños y temores de estos Millennials distan poco de los que podamos tener al otro lado del globo, y más concretamente en el ámbito español. En cierta medida, cualquier joven español puede verse reflejado en los personajes de la película y encontrar más puntos en común que diferencias. Aunque de nuevo remarcamos que esta comparación dista mucho de ser compartida por el colectivo femenino occidental.

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Yi Bai Wu Shi Sui De Sheng Huo / One Hundred And Fifty Years Of Live  – Liu Yu (China)

Liu Yu dio el gran salto del trabajo en televisión a la gran pantalla con The Blinding Light (2012), proyectada en la sección Nuev@s Director@s en la 61ª edición del Festival de Cine de San Sebastián. Ahora sigue avanzando en su carrera cinematográfica y vuelve a la capital guipuzcoana con One Hundred And Fifty Years Of Live (2016).

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No es una sino dos las vidas que se suman para lograr la cifra de ciento cincuenta años de existencia que dan título a la película. Este emocional filme nos narra la historia de Han, un anciano de noventa años, que vive en condiciones de pobreza al sur de Pekín, con su hijo de sesenta años, el cual no puede valerse por sí mismo por una discapacidad mental.

Este es el punto de partida para un duro drama, que se mezcla con cierto tono crítico hacia el gobierno chino en asuntos de sanidad, mostrando la corrupción del sistema y la poca atención a personas necesitadas, de clases bajas. Se trata de una historia inspirada en una noticia que el propio Liu Yu leyó.

Han, viendo el fin de sus días cerca, tratará de hacer lo posible para que cuando muera, su hijo tenga una vida digna. Pero ante la poca o inexistente ayuda del gobierno y la despreocupación de la situación que vive por parte de sus hijas, más interesadas en la futura herencia de su padre que en la situación de su hermano, Han deberá tomar medidas extraordinarias para que su hijo no sufra cuando él ya no esté.

Esta trama principal se entrelaza con una historia secundaria que se introduce de la mano de un joven a quien el anciano protagonista alquila una habitación para poder ganar algo más de dinero y cuidar a su hijo. Este nuevo inquilino, por circunstancias relacionadas también con el sistema sanitario chino y la presión de su futura prometida, comete una serie de robos.

Realmente, se trata de una historia completa y cerrada, un buen drama de la mano de, a nuestro parecer, uno de los realizadores más prometedores de la categoría Nuev@s Director@s. Aunque la trama secundaria se percibe en algún momento como accesoria en el hilo argumental principal, con esta segunda línea el director trata de hacer hincapié en la crítica al estado del sistema sanitario de la República Popular de China.

Otro de los asuntos que llama la atención es la extrema frialdad de los comportamientos de los personajes, que tal vez se deba a cuestiones culturales, al rol de los personajes o al resultado de trabajar con actores no profesionales, si bien creó cierta confusión en los espectadores que visionábamos la película. Este hecho se hace especialmente notable en los momentos de mayor tensión de la trama, los cuales se acentúan con la decisión de suprimir la banda sonora, el ritmo pausado de la narración y la calma y compostura mantenida por los personajes.

En conclusión, podríamos decir que se trata de una película brillante que recibió una buena acogida entre el público al final del festival, cuando el cansancio acumulado comenzaba a pasar factura. Liu Yu nos confesaba tras el visionado haber sacado adelante One Hundred And Fifty Years Of Live autofinanciándose, como tantos otros nuevos realizadores, pero en este caso con un más que sorprendente presupuesto de unos 120€. Este dato sirve para valorar mucho más el magnífico trabajo de Liu Yu, quien no solo se encarga de la dirección, sino también del guion, producción, fotografía y edición, contando con su familia, amigos y novia para dar vida a sus personajes. Asimismo, tristemente, confesaba en este coloquio que no albergaba esperanza en que este título fuera a poder pasar la censura en su país, ni que llegara de ninguna forma al circuito comercial, limitándose al mundo de los festivales, que una vez más acaban siendo la plataforma de salida a nuevos y magníficos directores.

Nuestra recomendación es que, si por algún milagro tenéis acceso a la película, no dejéis pasar la oportunidad de emocionaros con la historia de Han.

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Como hemos podido observar, el cine chino está hoy en día ya plenamente aceptado por el público occidental. Pese a que algunos convencionalismos sociales y aspectos culturales aún nos son extraños, las producciones chinas son ya cinematográficamente muy potentes y valoradas por sus múltiples facetas, extraordinaria calidad y originalidad.

En el caso de esta 64ª edición del Festival de Cine de San Sebastián pudimos apreciar cómo se proyectaban numerosos filmes de países asiáticos y cómo estos se reconocieron institucionalmente. Concretamente, cabría destacar el éxito arrollador del caso chino con la película de Feng Xiaogang, I Am Not Madame Bovary, galardonada con la Concha de Oro y la Concha de Plata a la mejor actriz.

Continuaremos comentando la presencia cinematográfica asiática en la última edición del Festival de Cine de San Sebastián en el próximo artículo, en el que nos centraremos en el panorama surcoreano a través de la película Our love story de Lee Hyun-ju, presentada en la categoría Nuev@s Directo@s, además de reseñar otros largometrajes presentados en el certamen procedentes de Extremo Oriente, o deudores de la tradición fílmica asiática.

avatar Alejandro Sanz Guillén (11 Posts)

Graduado en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. Actualmente estudia en la misma Universidad el Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte y un diploma de Especialización en Estudios Japoneses.


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