Revista Ecos de Asia

Okokume y Cosmic Girl. Origen y evolución

Durante los meses de enero y febrero de este año 2021, concretamente entre el 18 de enero y el 21 de febrero, pudo verse en la galería JPS de Hong Kong una exposición que llevaba por título Inside mostrando la obra de la artista catalana Laura Mas Hernández, conocida en el mundo del arte como Okokume. Nació en Mataró en 1985 y se graduó en la Escuela Llotja de Barcelona, al igual que otras grandes figuras del arte hicieron antes que ella, como por ejemplo Pablo Picasso. A pesar de que la obra de Okokume no guarda ninguna característica común con la del malagueño, sí que es cierto que podríamos ver ciertas similitudes si tenemos en cuenta que ambos se inspiraron en culturas no europeas para llevar a cabo su labor artística. De sobra es conocida la influencia africana de Picasso. No obstante, en el caso de Okokume, la influencia viene de Japón, su arte y cultura popular.

Tsuru-Onna, 2015, acrílicos sobre lienzo, 120 x 80 cm

Desde sus inicios, las mujeres vestidas con kimono fueron un personaje recurrente en su obra, tal y como puede apreciarse en la serie Ikimono, de 2015. La elegancia de estas mujeres, sus suntuosos trajes y sus intrincados peinados, los animales y paisajes que las acompañan, podrían recordarnos a los grabados ukiyo-e y a los famosos retratos de corte japonista de los pintores europeos del siglo XIX. No obstante, el color turquesa de sus rostros y el rosa de sus cabellos, junto con los pequeños orificios que coloca en ciertas partes de sus caras, las dotan de un aspecto galáctico y futurista, que las aleja de las tradicionales estampas ukiyo-e que tan populares fueron en el siglo XIX en Europa, pero acercándolas al manga y al anime, que tan conocidos son hoy en día tanto en Oriente como en Occidente. De hecho, la cultura popular nipona es un tema recurrente y una influencia clara en la obra de Okokume, como podemos ver en la serie Underground, del año 2016, donde quedan fielmente retratadas las jóvenes que pueden verse en barrios tan conocidos como Harajuku, donde se reúnen miembros de todas las tribus urbanas.

Ureshii, 2016, acrílicos sobre lienzo, 86 x 100 cm

No obstante, si por algo es conocida Okokume es por su personaje Cosmic Girl. Nacido en el año 2017, mantiene la característica paleta de color de tonos pastel y ácidos, concretamente turquesa y rosa, por la que es conocida esta artista ya desde sus primeras series como Ikimono o Underground. En el caso del personaje Cosmic Girl, el vínculo con Japón es claro, concretamente con el manga, el anime y la estética kawaii. Sin embargo, la influencia del anime no es simplemente en apariencia, sino que Cosmic Girl tiene un trasfondo como pueden tener las películas de Hayao Miyazaki o la obra del creador japonés Yoshitomo Nara. En el caso del primero, sus películas, hacen uso de la estética de lo agradable, lo mono para transmitir un mensaje al espectador, que bien puede ser un niño o un adulto. En el caso de Yoshitomo Nara, son frecuentes en su obra esos niños de ojos grandes, oscuros, profundos y atrayentes, que captan nuestra atención y claman ayuda del espectador, como puede apreciarse por ejemplo en Cosmic Eyes (2007). Por lo tanto, podemos afirmar que tanto las películas del Studio Ghibli, la obra de Yoshitomo Nara y, por supuesto, Okokume se sirven de la estética de lo kawaii, lo mono, adorable y agradable para captar al espectador y transmitir mensajes que trascienden el plano bidimensional de sus creaciones. Sin embargo, Cosmic Girl, no solo remite al arte y la estética popular nipona, sino que también recuerda a las famosas figuras de ojos grandes y absorbentes que atrapan al espectador creadas por la estadounidense Margaret Keane durante el último tercio del siglo XX.

Cosmic Girl, 2017, acrílicos sobre lienzo, 89 x 116 cm

En el caso de Cosmic Girl de Okokume en un primer momento nació como una mensajera cuyo propósito en la Tierra es concienciar y educar a los niños sobre la importancia de proteger el medio ambiente. Vemos aquí también algo frecuente en la cultura nipona, ya que suele ser habitual que empleen personajes de rasgos manga y anime para transmitir mensajes o educar, no solo a los niños, sino también a los adultos. Sin embargo, más adelante Cosmic Girl fue evolucionando, creciendo, de manera paralela a como lo hizo Okokume hasta llegar a convertirse en un alter ego de sí misma, y le sirve para canalizar sus sentimientos y transmitirlos al espectador. El momento que marcó el cambio tanto para ella como para su personaje fue el fallecimiento de sus abuelos paternos a quienes estaba muy unida. Esta fue la razón que le llevó a pintar niñas inocentes que aparentemente están bien, pero en el fondo están rotas por dentro, como lo podían estar los niños retratados por Yoshitomo Nara o Margaret Keane.

En el caso de Okokume, a diferencia de las obras de Yoshitomo Nara o Margaret Keane, el personaje representado es siempre el mismo, una niña de rasgos galácticos y futuristas, que vino a nuestro planeta para explicarnos cómo debíamos cuidarlo y que, con el paso del tiempo, ha ido creciendo, sobre todo psicológicamente, enfrentándose a los mismos problemas que su creadora tenía que afrontar; y expresando abiertamente unos sentimientos a los que la artista, en lugar de poner palabras, puso trazos, gestos y colores. Además, al ser siempre el mismo personaje, al que incluso ha dado un nombre, nosotros, como espectadores, nos sentimos más identificados con ella, nos implicamos más con sus sentimientos e incluso sentimos compasión por esa pequeña niña cósmica que nos mira con sus profundos ojos galácticos plagados de estrellas. Esta niña, con un gran corazón y dispuesta a hacer lo que esté en su mano para ayudar a la Tierra a recuperar el esplendor de un tiempo pasado.

Para conocer el origen de la paleta que caracteriza a Cosmic Girl, debemos retroceder a la infancia de Okokume. Fue entonces cuando alguien, siguiendo la falsa creencia de que las películas de dibujos son para niños, le regaló la cinta de Akira, dirigida por el cineasta japonés Katsuhiro Ôtomo en el año 1998. Okokume todavía guarda un vívido recuerdo de este largometraje que, en su mente infantil dejó un profundo impacto. De hecho, fueron tres personajes en concreto los que nos sirven para explicar el porqué del rostro turquesa de Okokume, tres niños con poderes psíquicos cuya piel es de dicho color y sus cabellos blancos. No obstante, como ya hemos visto, Cosmic Girl ha ido creciendo, ha cambiado, pero no solo psicológicamente, sino también estéticamente. Es por esta razón que esta pequeña niña que en un primer momento estaba dominada por una paleta de tonos pastel y con un tipo de trazo claramente vinculado al arte pop, ha evolucionado hasta llegar a ser lo que es hoy en día, una niña enérgica, electrizante, con una paleta vibrante, unos trazos impresionistas que dotan al personaje de vida y muestran el estado de agitación en el que se encuentra, donde los sentimientos luchan por salir y mostrarse al espectador.

See you soon, 2020, acrílico y pasteles al óleo sobre lienzo, 126 x 90 cm

Cuando aterrizó entre nosotros junto con Dino, una lagartija que le ayudará a comunicarse con los más pequeños del planeta, entró también en contacto con los cuatro elementos:  tierra, viento, agua y fuego, que le ayudarían a sanar el planeta enfermo. Así nos lo cuenta en un libro que creó ella misma, con motivo de una exposición celebrada en 2018 en Hong Kong. En dicha publicación acompañó dieciséis imágenes con sus correspondientes textos, con la finalidad de narrar la historia de Cosmic Girl, sobre todo a los más pequeños. Es aquí donde veremos cómo la magia de los cuatro elementos surgirá con el objetivo de hacer brillar nuestro planeta.

avatar Beatriz Múgica (2 Posts)

Graduada en Historia del Arte en la UPV/EHU, recientemente ha finalizado un Máster en Conservación y Exhibición de Arte Contemporáneo y defendido su TFM, que lleva por título “La presencia del arte japonés en Occidente, el arte zen en la obra de Prado de Fata”.


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