Revista Ecos de Asia

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This article was written on 15 Jun 2016, and is filled under Música y escenarios.

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Tamaki Miura, la Butterfly que cautivó a Puccini

Artículo realizado en colaboración con Ana Isabel Serrano.

Pocos títulos gozan del consenso y la popularidad que aúna Madama Butterfly, una de las diez óperas más representadas de la Historia. Objeto de incontables estudios, motivados en gran medida por el impactante atractivo de su exótico argumento, por su vistosa y evocadora escenografía o por el innovador lenguaje musical que tiñe la partitura con un color genuinamente japonés sugerido por cascadas de escalas pentafónicas y específicos timbres orquestales de naturaleza oriental que conviven y se ensamblan con la elocuente melodía diatónica pucciniana reservada por el autor para los elementos del drama de procedencia occidental, hoy viene a estas páginas por la soprano Tamaki Miura, pionera de las Butterflies orientales y, como tal, musa inspiradora e icono interpretativo de este conmovedor personaje del maestro luqués.

Tamaki Shibata[1] (el apellido Miura lo adoptó al casarse) nació en Kyobashi, Tokio, el 22 de febrero de 1884. Su padre, el notario Kumataro Shibata, procedía de Shimoasahina-mura y su madre, Towa, del clan Nagata de Kozawa-mura. Con dieciséis años comenzó su formación en la  Academia Imperial de Música de Tokio con August Junker y Madama Petzold, siendo contratada en 1903 como protagonista del Orfeo ed Euridice de Gluck, en la que supuso ser la primera ópera occidental representada por un reparto enteramente japonés, completado por Yama Yoshikawa (Orfeo) y Sen Miyawaki (Amor). En 1913 esposó a un pariente lejano, el doctor Masataro Miura, asistente en la Escuela de Medicina de la Universidad Imperial, haciendo su debut oficial un año después[2] en la  Ópera Imperial de Tokio como Santuzza en Cavalleria rusticana. Ese 1914 se trasladó a Alemania escapando repentinamente a Londres por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Allí trabajó, entre otros, con el director Henry Wood,[3] presentándose en octubre de 1914 en el Royal Albert Hall[4] en un concierto de caridad para las viudas de la Gran Guerra con el aria “Caro nome” de Rigoletto. En mayo de 1915 afrontó por primera vez a Cio-Cio-San en la ciudad del Támesis, empujada por Vladimir Rosing, interpretación que llevó en otoño a los EEUU, contratada por Max Rabinoff para cantar con la Boston Opera Company el que desde entonces se convertiría en su caballo de batalla, Madama Butterfly, rol que volvió a escenificar en Londres durante la Guerra bajo las órdenes de Sir Thomas Beecham. Nueva York,[5] Filadelfia, San Francisco, Chicago, La Habana o Río de Janeiro disfrutaron de su arte, recreando otras heroínas de estética japonesa como Madame Chrysanthème de Messager, Mimosa-San en The Geisha de Jones o Iris en la ópera homónima de Mascagni, además de Manon de Massenet, Faust de Gounod o La bohème de Puccini.

Mantuvo a lo largo de más de cuatro lustros una abundante actividad internacional, como muestra su gira de 1920 por Monte Carlo, Barcelona, Florencia o Roma, en cuyo Teatro Costanzi cantó con buena aceptación 9 de las 11 Butterflies programadas del 17 de septiembre al 14 de noviembre de ese año, alternándose con ella el 2 de octubre la Baldassarre Tedeschi y el 17 del mismo mes Rinalda Pavoni, primera Fleana en Zingari de Leoncavallo. En 1922 regresó a Japón comprometida en una tournée de 66 recitales, aprovechando la mañana del ofrecido el 2 de junio en Nagasaki para visitar los lugares[6] donde se desarrolla Madama Butterfly. Su éxito fue tal en este periplo que en el área metropolitana de Tokio se vendieron más de 80.000 copias de sus discos, un verdadero récord para aquella época. En 1924 visitó de nuevo los Estados Unidos como integrante de la San Carlo Opera, compañía liderada por la soprano dramática Bianca Saroya, pasando después a la Manhattan Opera Company, formación que contaba con los prestigiosos tenores Orville Harrold, Riccardo Martin y Dimitri Onofrei,[7] estrenando el 11 de diciembre de 1925 en la Ópera de Chicago la Namico-San de Aldo Franchetti,[8] opera en un acto, en inglés, que el compositor había escrito ex profeso para ella y que se representó esa noche tras unos extraordinarios Pagliacci con Claudia Muzio, Fernand Ansseau y Cesare Formichi.

Vanity Fair, septiembre de 1915, pág. 44 (fuente: , tomada el 13-08-2015).

Vanity Fair, septiembre de 1915, pág. 44 (fuente: oldmagazinearticles.com, tomada el 13-08-2015).

Entre sus apariciones posteriores en América y Europa podemos citar el recital del Carnegie Hall neoyorquino en 1928, diversas actuaciones en Italia a inicios de los 30 en el Dal Verme de Milán, el Teatro Verdi de Pisa, el Carani de Sassuolo, la Pérgola de Florencia, el Politeama Chiarolla de Turín, además de Módena, Livorno, Lucca, Pistoia, Génova, Novi Ligure, Rimini, o su función número 2.000 de Madama Butterfly en una serie de representaciones en el Teatro Biondo de Palermo entre diciembre de 1935 y enero de 1936. Tornada a Japón tuvo el honor de protagonizar la primera versión integral de este título en su país en el Teatro Kabuki-za en 1936. Tras el parón de la Segunda Guerra Mundial siguió cantando a pesar de una maltrecha salud que acabó con su vida el 26 de mayo de 1946, día en que retransmitieron por radio su última sesión de grabación efectuada el 16 de abril del mes anterior en el Daito Gakuen Hospital.

Izq., la soprano con kimono tradicional japonés (tomada de The Record Collector, vol. 36, nº 2, mayo 1991, p.132) y dcha. fotografía dedicada para el local “Camparino in Galleria” de Milán (fuente: ansa.it) 

Izq., la soprano con kimono tradicional japonés (tomada de The Record Collector, vol. 36, nº 2, mayo 1991, p.132) y dcha. fotografía dedicada para el local “Camparino in Galleria” de Milán (fuente: ansa.it)

Por lo que respecta a su voz, y tomando como base diversas tomas de “Un bel dì vedremo”, podemos decir que su registro es de soprano lírica de vibrato correcto, como lo son su línea y fraseo, timbre claro y transparente, tesitura media (al menos del Reb3 al Sib4) y agudo con brillo pero carente de expansión. Se echa en falta, sin embargo, un énfasis interpretativo mayor, un grave más contundente y, en general, un mordiente que, al menos en estas grabaciones de estudio, no aparece en los momentos de tensión. A pesar de ello y de una octava superior no siempre a fuoco, parece ser que la seducción y originalidad que emanaba su figura en vivo borraba estas pequeñas carencias y dotaba a su personaje de una credibilidad irresistible,[9] como así debió pensar el mismísimo Puccini quien, tras pasar junto a ella una temporada en 1920 en su villa de Torre del Lago, sucumbió a su encanto embriagado por el halo exótico de la prima donna profesándole admiración como la auténtica Butterfly que soñó para su ópera. En esta línea se manifiesta un interesante estudio del musicólogo japonés Shuhei Hosokawa[10] que coteja diferentes críticas aparecidas en 1921 en Brasil, donde se manifiesta el ensoñador influjo al que aludimos.

Tamaki Miura está presente en la actualidad gracias al “Concurso Internacional de Ópera de Shizuoka” en Japón, ofreciendo este certamen un premio especial que lleva su nombre. Creado en 1996 con carácter trianual, conmemora los 50 años de la muerte de la cantante y su próxima edición está convocada para 2017. También ha sido recordada en 2015 en una campaña de promoción de Campari con motivo del centenario del local ubicado en la Galleria Vittorio Emanuele de Milán “Camparino in Galleria”. Se decía en aquella época que la diva japonesa había tenido una brillante carrera internacional gracias a que tomaba un Campari con Seltz antes de salir a escena. Como pueden leer en la foto: “La única cosa que falta en Japón es el cordial Campari, ¡Qué lástima!”.

En febrero de 2016 ha recibido su bautismo en las redes sociales abriéndole una ventana al mundo de internet a través del “Doodle Google Japonés” con motivo del 132 aniversario de su nacimiento.[11] Y en el Glover Garden de Nagasaki fue colocada su imagen en 1963, una evocadora escultura en la que parece vislumbrar en lontananza a su adorado Pinkerton que retorna para perpetuar su amor a la manera japonesa por 999 años. Que su recuerdo dure otros tantos.

Notas:

[1] Imprescindible para conocer su biografía el libro de Hisayuki Tanabe Kisho Miura Tamaki, Tokio, Editorial Kindai Bungeisha, 1995.

[2] Ciertas fuentes retrotraen hasta 1909 ese debut. Sin embargo la propia soprano refirió a Frederick H. Martens en 1923 que el tenor Adolfo Sarcoli la preparó para su debut, no llegando el divo italiano al Japón hasta 1911, por lo que parece más fiable el dato que nosotros reflejamos (Martens, Federick H., The Art of the Prima Donna and Concert Singer, Nueva York, D. Appleton&Co., 1923, pp. 209-219).

[3] Frecuentó numerosos enseñantes durante su carrera, entre ellos la Albani, Moranzoni, Jachiya, Viafora, Strani o Aldo Franchetti, afirmando satisfecha que cada uno de ellos le dijo cosas que valía la pena saber.

[4] Scott, M., The Record of Singing. Vol. 2 1914-1925, London, Duckworth, 1979, pág. 146.

[5] I. Kolodin en The Metropolitan Opera, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1966, nos da cuenta de sus actuaciones como Butterfly, Iris y Madame Chrysanthème en esta ciudad, pp. 259, 265, 282 y 289.

[6] Se detuvo especialmente en el nº 14 de Minamiyamate, lugar donde estuvo el edificio que sirvió de consulado americano entre 1893 y 1898 en el que transcurre parte de la acción de la ópera.

[7] Bott, Michael F., “Tamaki Miura” en The Record Collector, vol. 36, nº 2, mayo de 1991, p. 133. El propio Onofrei refirió los datos al autor del artículo aclarando que en la Manhattan Opera Company entró como sustituto de un enfermo Riccardo Martin pues él, marido de Bianca Saroya, estaba en la San Carlo.

[8] Se considera este título una ópera americana exclusivamente porque su autor se había naturalizado como ciudadano estadounidense unos días antes de su estreno. Como afirma Ronald L. Davies en Opera in Chicago, New York, Appleton Century, 1966, p. 167, el argumento, basado en una sangrienta tragedia japonesa, hubo de ser dulcificado por la crudeza de la versión original: Namiko-San muere decapitada por un machete, quedando inicialmente la cabeza sobre sus hombros. Al tocarse con las manos, la cabeza cae y rueda sobre el escenario. El final de Franchetti resulta menos gráfico.

[9] Ha de señalarse que de entre las numerosa críticas de época consultadas de diarios de los EEUU, ninguna de ellas subraya sus deficiencias (al máximo “una voz pequeña en un cuerpo menudo”) por encima de la autenticidad de su personificación. Algunas llegan a comparar sus prestaciones con las de la inmensa Geraldine Farrar y, si bien se decantan vocalmente por ésta, eligen a Miura por su veracidad.

[10] Hosokawa S., “Nationalizing Cho-Cho-San. The Signification of Butterfly Singers in a Japanese-Brazilian Community”, Japanese Studies, nº3, vol. 19, 1999, pp. 254-258.

[11] Disponible aquí.

avatar Roberto Anadón (1 Posts)

Licenciado en Derecho, abogado en ejercicio adscrito al ReICAZ y Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, es profesor del Departamento de Historia del Arte, de la Universidad de la Experiencia y de los Cursos Extraordinarios de Verano de la Universidad de Zaragoza, habiendo pertenecido también al Área de Didáctica de la Expresión Musical de la Facultad de Educación. Como tenor se formó en Milán bajo la guía de Fernando Bandera, resultando ganador de diversos concursos internacionales (“Monserrat Caballé-Bernabé Martí”, 1993, concurso de la Fundaciò Caixa de Catalunya para estudiar con Jaime Aragall, 1992, 1993). Ha recibido clases magistrales de Carlo Bergonzi, Franco Corelli y Pedro Lavirgen, actuando en numerosos escenarios europeos con reconocimiento de la crítica, destacando entre sus interpretaciones Canio en “Pagliacci”, Alvaro en “La forza del destino” o Calaf en “Turandot”.


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One Comment

  1. Bruno Deschênes
    23/09/2016
    avatar

    Sir:

    I am writing from Montreal. I am currently writing an article on the Japanese geisha, mentioning in my article about Mrs. Tamaki Miura. I found your web site with some photos. I would like to know if I could use the second (in which she appears twice) for my article. I will of course give the full credit to your web site.

    I sincerely thank you!

    Bruno Deschênes, ethnomusicologist, Montréal

    Bonjour,

    Je vous écris de Montréal. Je rédige actuellement un article sur les geisha japonaise. Je fais mention de Mme Tamaki Miura. Cherchant une photo d’elle, je suis tombé sur votre site. Je désire savoir si vous accepteriez que j’utilise la deuxième photo dans cet article (où elle apparaît 2 fois) pour le mien. Je donnerai bien sûr le crédit exact.

    Je vous remercie sincèrement de l’attention que vous porterez à cette requête.

    Bien à vous! Bruno Deschênes, ethnomusicologue, Montréal

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