En el año 2015 nos llegaba la película Miss Hokusai, en la que el realizador Keiichi Hara adaptaba a un largometraje animado el manga homónimo de Hinako Sugiura, centrado en la figura de la hija de Hokusai, Oei Katsushika.[1] Tres años después, de la mano de la editorial Ponent Mon, nos llega una edición en castellano de la obra que inspiró la película animada, que podría considerarse un clásico moderno del manga.
Títulos como Miss Hokusai contribuyen a fortalecer la ya de por sí contundente línea manga de la editorial Ponent Mon, que desde hace años cuenta con los derechos para la publicación de una parte importante de las obras de Jirô Taniguchi,[2] entre otros títulos de gran interés.[3] A pesar de ello, el lanzamiento de Miss Hokusai ha coincidido cronológicamente con el de Pink, de Kyoko Okazaki, otra obra de gran relevancia de una mangaka hasta el momento inédita en España. Sin embargo, se trata de dos títulos muy diferentes que apenas tienen en común la autoría femenina y la excepcional calidad de su contenido.
Miss Hokusai recoge, en dos volúmenes, retazos de la vida de Oei Katsushika, la hija de uno de los artistas más importantes del ukiyo-e. Aunque ella es la protagonista, en cierto modo, Hinako Sugiura construye una historia coral, en la que retrata el círculo íntimo de Hokusai: la vida del maestro como artista consolidado, la vida de la propia Oei, que se labra una identidad a lo largo del cómic (de la misma manera que buena parte de los lectores, que desconozcan su figura, pasarán a conocerla paulatinamente al proceder a la lectura), pero también la presencia significativa de los principales aprendices del maestro Hokusai, así como de otros colaboradores.
En este sentido, resulta excepcional la manera en la que Hinako Sugiura construye la ambientación, con una presencia casi abrumadora de grandes nombres del ukiyo-e (editores, dibujantes, etc.) que se gestiona de manera muy fluida, de manera que no dificultan en modo alguno el seguir la línea argumental principal. Este aspecto quizás resulte especialmente valioso para aquellos que conozcan previamente algunas nociones sobre el Periodo Edo (1603-1868) y la cultura del ukiyo, aunque se presenta de tal manera que el lector completamente ajeno al tema podrá encontrar una interesante puerta de entrada a este ámbito cultural y artístico a través de esta biografía ficcionada de una figura que tuvo su importancia, aunque esta quedase eclipsada por su condición de mujer y su ascendencia.[4]
A nivel estético, Miss Hokusai es una auténtica delicia. La autora ha sabido adoptar un estilo para los personajes y acciones con una fuerte base clásica, bebiendo directamente de la estética ukiyo-e y modernizando ligeramente sus rasgos. Todo ello lo ha combinado con numerosas citas visuales a grabados xilográficos de todos los géneros y autores, no solamente de Hokusai y Oei. Esto le permite construir un Periodo Edo que visualmente se apoya en la estética propia de la época, dotándolo de una imagen que al lector le resulta especialmente coherente por ser la que asocia a la cultura y tradición del momento histórico.
Pero además de beber tan profundamente de fuentes de la tradición nipona (algo, por otro lado, entendible al atender al contexto de la autora, que siempre mantuvo un gran interés por la documentación histórica, hasta el punto de retirarse del manga en 1993 para dedicarse a la investigación sobre la vida cotidiana en el Periodo Edo), Hinako Sugiura logró dotar a la historia de una narrativa ágil y delicada, poniendo gran cuidado en la composición de las viñetas, llegando a lograr algunas magistrales al combinar las influencias clásicas con sus capacidades de experimentación.
La publicación de Miss Hokusai por parte de Ponent Mon contribuye, pues, a llenar un gran vacío dentro del manga editado en España, tanto en lo que respecta a la autora, inédita en nuestro país hasta la fecha, como por la relevancia del propio título. Ojalá en el futuro Ponent Mon nos permita disfrutar de más obras de Hinako Sugiura.
Notas:
[1] Existen varias formas de transcribir el nombre de la artista, siendo los más populares Ôi, Ei y Oei. En este artículo utilizaremos esta última denominación, por ser la elegida también en la versión castellana del cómic en cuestión. Sobre Oei Katsushika publicamos en Ecos de Asia una serie de tres artículos que analizaban su trayectoria y producción artística, disponible aquí, aquí y aquí.
[2] A quien dedicamos un especial con motivo de su fallecimiento, en el que tuvimos ocasión de hablar de uno de los mangas editados por Ponent Mon, La época de Botchan (del que comentamos una visión general, la representación de la arquitectura tradicional y de la arquitectura occidentalizante).
[3] Aparte de los títulos de Taniguchi, Ponent Mon se ha mostrado en todo momento muy selecta a la hora de escoger licencias de mangas para publicar en castellano. En este sentido, destacan las apuestas por Takashi Murakami (mangaka autor de El perro enamorado de las estrellas, no confundir con el artista plástico con el que comparte nombre), Moyoco Anno (autora de Gorda), Mari Yamazaki y Miki Tori (autoras de Plinius), Kaijo y Tsuruta (autores de la saga Emanon), Fumiyo Kouno (autora del manga En este rincón del mundo, cuya adaptación a largometraje animado de la mano de Sunao Katabuchi se estrenó en 2016) o Usamaru Furuya (de quien Ponent Mon ha editado dos títulos: Autasasinofilia y 51 maneras de proteger a tu novia, aunque es un autor bien conocido en el panorama nacional).
[4] El caso de Oei Katsushika resulta especialmente paradójico. Durante el Periodo Edo, era perfectamente normal que las hijas y esposas de los artistas no solo aprendieran el oficio para ayudarles, sino que desarrollasen (dentro de ciertos límites) sus propias carreras artísticas. Sin embargo, a la larga quedaron eclipsadas por los artistas masculinos a su alrededor, no quedando constancia material de muchas de estas artistas. Por otro lado, Oei fue hija de uno de los artistas del grabado ukiyo-e más importantes y renombrados en su época, pero también a posteriori, convirtiéndose en la figura más destacada del arte japonés (al menos, en lo que respecta a su proyección internacional). En la figura de Oei se aúnan ambas situaciones: su labor como mujer quedó eclipsada bajo la de su padre, pero al ser su padre una personalidad tan destacada, ello revirtió en que históricamente se preservase el nombre de Oei, aunque fuese de manera muy anecdótica y con muy poca información al respecto.