Artículo escrito conjuntamente por Raquel Monteagudo Jimeno y Alejandro M. Sanz Guillén.
En este artículo continuamos con las películas asiáticas presentadas en la última edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Si en la reseña anterior nos centramos en los largometrajes chinos de la categoría de Nuev@s Director@s: Something in Blue de Yunbo Li y One Hundred And Fifty Years Of Live de Liu Yu, en el presente procedemos a comentar otra película asiática presentada en la misma sección, en este caso de procedencia surcoreana.
También hemos creído adecuado presentar unos breves comentarios sobre otros largometrajes que participaron en diversas categorías del Festival de San Sebastián, producciones asiáticas y títulos influidos por estas, ya que dan buena cuenta de la presencia del cine asiático en un festival de talla internacional.
Dentro del panorama del cine de Corea del Sur, la década de 1990 constituyó un punto de inflexión en el devenir histórico del país. Los cambios que supuso la consolidación democrática impregnaron la escena cinematográfica nacional dando lugar a la denominada Nueva Ola. No obstante, es ya en nuestro siglo cuando se produce plenamente el salto fronterizo del cine surcoreano. Esta evolución tiene lugar con la participación de realizadores de Corea del Sur en el circuito de festivales internacionales, siendo Im Kwon-taek uno de los directores pioneros en acceder a la esfera global. Le suceden figuras de la talla de Lee Chang-dong, Park Chan-wook, o Kim Ki-duk, que todavía protagonizan en el presente el terreno cinematográfico de su país.
Yeon-ae-dam / Our Love Story – Lee Hyun-ju (Corea del Sur)
La surcoreana Lee Hyun-ju comienza su andadura en el ámbito de los largometrajes presentándonos una cálida historia de amor lejos de los recorridos comerciales. Sin duda, uno de los aspectos más originales de este romance reside en la orientación sexual de las protagonistas, Yoon-ju (Lee Sang-hee) y Ji-soo (Ryu Sun-young), y las circunstancias en las que se presenta.
En Corea del Sur el amor entre personas del mismo sexo constituye un claro tabú, el cual la directora escoge conscientemente para debutar. Previamente ya había trabajado el tema de la homosexualidad en dos de sus cortos anteriores: Distance (2014) y Ordinary Family(2014).Esta apuesta por el cine independiente de Lee Hyun-ju ya ha sido recompensada con la obtención del Grand Prize en la 17 edición del Jeonju International Film Festival por su primer largometraje. También se sumó a las diez candidatas al Premio Sebastiane que entrega la asociación Gehitu a la película que mejor logre reflejar los valores y la realidad del colectivo LGTBI.
El filme se desarrolla en la ciudad natal de la directora, Seúl. La trama se desenvuelve de forma íntegra a través de la óptica de la protagonista, una prometedora estudiante de Bellas Artes con la que resulta difícil no empatizar a los pocos minutos. La joven nos sube al tobogán emocional que experimenta cuando descubre su verdadera orientación sexual. La responsable de este cambio es Ji-soo, una enérgica y temperamental camarera a quien conoce fortuitamente. En este encuentro no solo halla a su primera pareja, sino a sí misma.
La directora se quería centrar en la relación entre las personas y encontró en el amor un camino visual para desarrollar su objetivo. De acuerdo con la intención de Lee Hyun-ju, la identidad sexual de las protagonistas debería leerse simplemente como un componente más de la personalidad de cada una.
El resultado es una película donde se hace perfectamente palpable el realismo a lo largo de toda la producción. Evitar la división de las escenas o un excesivo trabajo de edición se debe a este afán de verosimilitud. Así, el filme nos brinda imágenes cargadas de sencillez y dulzura tales como el primer encuentro sexual entre las protagonistas, cargado de confusión e inseguridad. El espectador asiste a este íntimo descubrimiento, dejándose guiar al igual que Yoon-ju por su nueva compañera.
Sin embargo, los efectos de tal efusiva entrega no se hacen esperar. Tras el idilio de la primera parte del filme afloran los primeros problemas, y de forma paralela la película en la segunda mitad va perdiendo intensidad. Entran así en juego sentimientos tan universales como la decepción o los celos. Por otro lado, cabe destacar la falta de comunicación y hermetismo que se percibe en las protagonistas, donde su círculo de confianza parece estrecharse hasta rozar un punto asfixiante.
Resulta llamativa la cuestión de la homofobia a pesar de su presencia tangencial en la trama. Este tema salpica de forma desprevenida a Yoon-ju, mientras que Ji-soo se topa con los convencionalismos conservadores que acusan su presencia lejos de la gran ciudad. A pesar del talante seguro del que viene haciendo gala la joven a lo largo de la película, la figura del padre y las obligaciones sociales arriban para imponerse. En el retrato de la población surcoreana queda claro que parece lejana la aceptación legal y social de las parejas homosexuales. En suma, Our love story nos transmite el peso de la tradición patriarcal y los prejuicios en cuestiones de género y sexualidad.
Para concluir, si bien la apuesta por el tema de la homosexualidad femenina no resulta un unicum en el panorama fílmico surcoreano, la lista de títulos que lo tratan no es muy extensa. Cabría además apuntar la juventud de estas películas, siendo la secuela dirigida por Kim Tae-yong y Min Kyu-dong, Memento Mori (1999), uno de los primeros ejemplos. Cabe apuntar también la preponderancia masculina en la dirección de filmes de temática lésbica. Forman parte del escaso elenco representado por mujeres July Jung (A Girl at MyDoor, 2014)o la artífice de nuestra película, Lee Hyun-ju, lo cual constituye otra virtud que sumar a Our love story. La dirección femenina aporta un punto de vista diferente que impregna la película de naturalidad, cercanía y sensibilidad. Sin duda, algunas de sus líneas más sobresalientes.
Por otro lado, cabría admitir que ninguno de los títulos de Corea del Sur se desenvuelve con la maestría de otras películas lésbicas en contexto occidental, como ocurre con La vida de Adèle (2013), dirigida por Abdellatif Kechiche. Tal vez The Handmaiden, la producción dirigida por el célebre Park Chan-wook que el pasado 2 de diciembre ha llegado a nuestros cines, eleve la calidad de los filmes surcoreanos y constituya un relevante impulso para esta temática históricamente tan desatendida.
Otras menciones:
Entre los títulos presentados en la sección Nuev@s Director@s también cabe mencionar brevemente en este artículo la película Summer Lights, de Jean-Gabriel Périot. Si bien es un filme francés, dirigido por un realizador francés, tanto la temática, como la historia, el reparto y, en cierta medida, el lenguaje cinematográfico, nos recuerda más a una producción nipona.
La película narra una historia en la que un cineasta japonés trata de filmar un documental para la conmemoración del 70 aniversario de la bomba atómica de Hiroshima, pero la historia se trunca hacía un drama romántico cuando conoce a una joven que guarda un gran secreto en relación a este catastrófico hecho.
Esta película es otro ejemplo de cómo el cine japonés, que recibió durante largo tiempo el influjo de las cinematografías occidentales, es desde hace años exportador de influencias. En este caso un tono dulce y amable, y los aspectos profundos de la idiosincrasia cultural nipona, se trasladan al segundo largometraje de este director francés.
https://www.youtube.com/watch?v=bXEp2CyujIY
Este año el público de San Sebastián ha podido disfrutar de numerosas películas de animación de gran calidad. Entre ellas queremos destacar Your Name¸ presentada en la Sección Oficial del festival. Un largometraje japonés de Makoto Shinkai, a quien en algunos artículos ya se han atrevido a comparar con Hayao Miyazaki tras este filme.
Your Name narra una bonita historia de amor, jugando con los conceptos de tiempo y espacio de una manera magistral, al más puro estilo Christopher Nolan podríamos decir, pero trasladado al lenguaje del anime, el cual hará esbozar una sonrisa a los seguidores de este tipo de animación desde el opening.
Una película muy recomendable de un director ya asentado en el mundo de de la animación con títulos como 5 centímetros por segundo (2007) o El jardín de las palabras (2013), pero que pasa al reconocimiento internacional a partir de este último filme.
Con éste queda ya de manifiesto la capacidad que tiene la animación japonesa para narrar historias interesantes, y aunque muchos espectadores aún la rechazan por asociar este lenguaje con algunas ideas preconcebidas, películas como Akira (1988) de Katsuhiro Ôtomo, o los títulos del archiconocido Studio Ghibli como Mi vecino Totoro (1988), La princesa Mononoke (1997) o El viaje de Chihiro (2001), entre otras, nos han demostrado la magnífica plataforma que es el anime para desarrollar historias maduras y complejas.
https://www.youtube.com/watch?v=hRfHcp2GjVI
Ganadora de la Concha de Oro del certamen, y con Concha de Plata para la actriz Fan Bingbing, I Am Not Madame Bovary arrasó completamente en el Festival de Cine de San Sebastián.
Estéticamente irreprochable y bellísima, cada fotograma es digno de ser extraído y compartir pared con las grandes obras de la historia de la pintura. Pero además destaca la originalidad visual en el uso de un formato circular en la mayor parte de la película.
La trama quizás resulta más difícil de seguir: un falso divorcio para tratar de engañar al gobierno, un drama disfrazado de comedia, una estafa que se tuerce para la mujer, quien buscará defender su situación. Tal vez en algunos momentos la línea argumental parece fallar o no tener demasiado sentido, pero se completa magistralmente dejando cerrados todos los interrogantes al final y razonando todas las posibles incoherencias.
Sin duda, se trata de una muestra más de la pujanza del cine chino de manos de un director ya altamente valorado en el mundo de los festivales, reconocido con el Premio a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de El Cairo con A Sigh (2010) y en el de Pekín con Back to 1942 (2012). Incluye también en su palmarés tres premios Cien Flores de China como mejor director, y ahora esta Concha de Oro.
A modo de conclusiones, en primer lugar se debe subrayar la meritoria posición que ocupa en nuestros días el cine surcoreano en el ámbito cinematográfico. Nos encontramos con un panorama fílmico prometedor y sin duda de largo recorrido. Conviene también señalar la actualidad de la cuestión femenina en el ámbito de la dirección fílmica. Precisamente, este mismo año asistimos a una prometedora irrupción de directoras que han generado títulos como The World of Us de Ga-Eun Yoon, The Truth Beneath de Lee Kyoung-mi, o el que acabamos de comentar.
A pesar de la destacable presencia del cine de Corea del Sur, cabría sin embargo reconocer que todavía arrastra una posición de infravaloración respecto a las producciones vecinas chinas o japonesas. No obstante, como hemos podido ver en la 64ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, los directores de cine surcoreano independiente han mostrado una más que notoria presencia. Así, hemos podido asistir a su reconocimiento con la entrega de la Concha de Plata a Hong Sang-soo por su película Dangsinjasingwa Dangsinui Geot /Yourself and Yours(2016).
De este modo, se ha demostrado que los nuevos realizadores asiáticos presentan calidad suficiente como para continuar la estela cinematográfica de Extremo Oriente.