Revista Ecos de Asia

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This article was written on 04 Dic 2015, and is filled under Cine y TV.

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Aprendiendo Asia III: de dragones y mitologías compartidas

Con motivo del Especial Asia-América, en el que este mes Estados Unidos posee un protagonismo especial, presentamos una nueva entrega de nuestra serie Aprendiendo Asia, que dedicaremos a una producción de Disney centrada en las comunidades de inmigrantes chinos en Norteamérica.

Logotipo y cabecera de la serie.

Logotipo y cabecera de la serie.

En 2005, Disney Channel estrenó American Dragon: Jake Long, la historia de un preadolescente proveniente de una familia sinoamericana que poseía poderes ancestrales: la capacidad de transformarse en dragones protectores. En pleno siglo XXI, la misión de estos dragones consiste en velar por la seguridad de la comunidad mágica, un rico submundo que se esconde entre las sombras de la gran ciudad de Nueva York.

Aspecto de Jake transformado en dragón.

Aspecto de Jake transformado en dragón.

La historia, contada con cierta irreverencia, se centra en Jake, que compagina los entrenamientos para convertirse en el dragón occidental bajo las órdenes de su abuelo materno (y del perro de este, un Shar Pei[1] con capacidades humanas) con la vida propia de un chico de su edad: el instituto, los amigos (con los que  comparte aficiones, como el skate), los primeros romances… Además, su situación es todavía más complicada de lo que parece a simple vista. El secretismo de su identidad alcanza su propio hogar: su propio padre, norteamericano, desconoce la capacidad mágica de su familia.

Así, a escondidas de su padre (que exhibe una cómica ingenuidad al respecto), Jake se dedica a proteger al mundo mágico con un éxito que se compagina con la relativa torpeza de un joven en proceso de formación, cuya rebeldía adolescente le hace cometer numerosos errores, tanto por la inexperiencia inherente a su edad, como por la actitud de falsa seguridad que le da su entrenamiento, haciéndole creer que es capaz de resolver sin ayuda cualquier problema. De este modo, la serie desarrolla numerosos enredos episódicos, entre los cuales va tomando forma una trama principal que enfrentará a Jake y a todas las criaturas mágicas contra una organización enemiga, el Clan de los Cazadores.

Jake en forma dragón, capturado por los Cazadores.

Jake en forma dragón, capturado por los Cazadores.

Más allá de esta estructura básica, que sigue los mismos patrones de otras series producidas más o menos en los mismos años, tanto de la propia Disney (por ejemplo, Kim Possible) como de otras productoras, American Dragon: Jake Long plantea una serie de cuestiones interesantes tanto a un nivel representativo de la cultura sinoamericana como, en una lectura más profunda, una definición idiosincrática de la mitología estadounidense.

Sobre el primer nivel y la representación de la cultura tradicional china y su integración en Occidente, American Dragon se inserta dentro de una larga representación de los chinatowns en los dibujos animados y en la cultura pop a lo largo del siglo XX. En este sentido, se trata de una imagen apoyada en estereotipos que reproduce algunos tópicos procedentes del ámbito cinematográfico. A este respecto, destaca por ejemplo la relación entre Jake y su abuelo. Más allá del parentesco, la relación de aprendizaje que se establece entre ambos es muy similar a la que tiene lugar en películas como Karate Kid o Kill Bill (por citar dos ejemplos paradigmáticos[2]): maestro en artes orientales de carácter estricto transmite su sabiduría ancestral a un joven que, aunque ocasionalmente no entiende la forma en la que se desarrolla el entrenamiento, termina creciendo y madurando, adquiriendo los conocimientos del maestro y convirtiéndose en un héroe solvente. Aunque la relación maestro–discípulo no es exclusiva del ámbito oriental, y existen numerosas producciones de carácter puramente occidental que la tratan, lo cierto es que la orientalización de los personajes da lugar a unos rasgos característicos que condicionan el tipo de relación entre ambos.

Jake, su abuelo y Perro Fu contemplan la ciudad.

Jake, su abuelo y Perro Fu contemplan la ciudad.

Estéticamente, también constituye una repetición de lugares comunes asociados a la cultura china, haciendo especial hincapié en aquellos aspectos que marcan una diferencia cultural entre la china y la norteamericana. En este sentido, el gong que aparece al final de los créditos de apertura es un ejemplo más que representativo: la pegadiza canción inicial, marcada por ritmos melódicos occidentales, termina bruscamente con un toque de gong, cuyas vibraciones acompañan al título. Por el contrario, aunque numerosos objetos adquieren estéticas que evocan a la cultura china, la caracterización de los personajes es más difusa, y aunque estilísticamente existen diferencias entre los rasgos de personajes occidentales y asiáticos dentro de la serie, el diseño de los protagonistas no incurre de manera exagerada en tópicos sobre la fisionomía. El más orientalizado de los personajes principales es el abuelo, apoyándose en detalles como la vestimenta (una suerte de túnica que recuerda vagamente prendas tradicionales) y el vello facial, un bigote largo acompañado de una perilla también alargada.[3]

Jake con su abuelo y maestro.

Jake con su abuelo y maestro.

Mucho más interesante resulta hacer una lectura a un mayor nivel de profundidad, contemplando el valor simbólico otorgado a la comunidad de criaturas mágicas. La jerarquía del universo mágico, dentro y fuera de Estados Unidos, plantea varias cuestiones interesantes que pueden pasar más o menos desapercibidas dentro de la acción y el humor de la serie, así como para el público objetivo al que se dirige.

En el escalafón más alto de esta jerarquía se encuentran los dragones, que adoptan forma humana para integrarse entre la población. Los dragones pertenecen a distintas tradiciones culturales, son criaturas poderosas que, pese a que presentan rasgos similares, han evolucionado de distintas formas en las distintas culturas occidentales y orientales, pero en todas ellas comparten una posición relevante. Tanto Jake como su familia, al transformarse, adoptan un aspecto cercano al de los dragones occidentales, a pesar de su ascendencia asiática, lo cual contribuye a unificar el mito, y narrativamente, a afianzar la posición de Jake como el Dragón Occidental.

El submundo mágico oculto en Nueva York va más allá de los dragones y posee una gran variedad de criaturas que conviven, formando su propia sociedad jerarquizada.

El submundo mágico oculto en Nueva York va más allá de los dragones y posee una gran variedad de criaturas que conviven, formando su propia sociedad jerarquizada.

Así, a través de la figura del dragón, que aúna la estética occidental de estas criaturas con su concepción oriental (es en Asia –especialmente, en China– donde estas criaturas adquieren un valor protector, mientras que en Occidente es más habitual presentarlas como enemigos) esta serie elabora una mitología propia, de carácter plenamente integrador.

Jake, como máximo exponente de la cultura china, tiene el deber de proteger a todas las criaturas mágicas que viven en la ciudad. Nueva York, tradicionalmente, ha ofrecido una imagen paradigmática de crisol de culturas, construida en torno a la inmigración procedente de Europa y de otros lugares. A este respecto, funciona metafóricamente como representación del país, puesto que los Estados Unidos crecieron gracias a las comunidades de inmigrantes que buscaban “el sueño americano”. Dentro de estas comunidades, la china ha tenido un papel relevante, especialmente en la Costa Oeste (debido a la proximidad geográfica, a tan solo un océano de distancia de China, de ahí deriva la importancia de los barrios chinos de Los Ángeles y, sobre todo, de San Francisco), aunque también se ha asentado formando comunidades en otras ciudades, siendo Nueva York una de ellas.

Algunas de las criaturas mágicas que aparecen en la serie: Medusa, una familia de strigoi, un kelpie y una quimera.

Algunas de las criaturas mágicas que aparecen en la serie: Medusa, una familia de strigoi (vampiros de la tradición rumana), un kelpie (espíritu del agua escocés) y una quimera.

De este modo, se establece una lectura sinocentrista, por la cual se adopta la cultura china tradicional (y su evolución en territorio americano) y se emplea como cohesionadora de las múltiples criaturas que viven en Nueva York (y por lo tanto, en Estados Unidos), procedentes de las distintas comunidades de inmigrantes. Algunas de estas criaturas, como los leprechauns, las gárgolas, las sirenas, los duendes, las hadas o los centauros evocan, con mayor o menor claridad, a distintas tradiciones culturales europeas, integrándolas en un imaginario legendario común.

En definitiva, American Dragon: Jake Long trata de unificar en una misma tradición las distintas mitologías que Estados Unidos entiende como propias gracias a su sustrato cultural. Este intento no es único ni exclusivo, sino que ha habido otras creaciones dirigidas en este sentido,[4] la principal relevancia radica en que el caso que nos ha ocupado está dirigido a un público infantil, es decir, buscaba transmitir esta noción de un pasado  y un corpus legendario común de manera intuitiva a una nueva generación, agrupando en un mismo nivel de realidad a las distintas mitologías que resultan familiares en la ingente producción de ficción americana, pero que generalmente se mueven en universos aislados o no mantienen contacto directo unas con otras. A través de la comunidad mágica de American Dragon, quedaba establecido un marco común en el que estas manifestaciones convivían, y además permitía asumir que todas las diferentes historias protagonizadas por los distintos tipos de criaturas compartían una misma realidad, y si estas historias se centraban en una única criatura no es porque el resto no existiera, sino por necesidades narrativas.

No debe olvidarse que esta serie fue realizada por la productora Disney, lo cual explica (al menos parcialmente) esta voluntad cohesionadora. Más allá de una enriquecedora intención de aplicación universal, mediante este recurso Disney construía además su propio universo, dando cabida a sus grandes clásicos, adaptaciones de cuentos, dentro de un mismo plano de realidad. Una buena parte de las criaturas que aparecen en American Dragon: Jake Long puede relacionarse con algún clásico Disney: las gárgolas en El Jorobado de Notre Dame,[5] las hadas con la figura de Campanilla, de Peter Pan,[6] las sirenas, etc. Igualmente, hacía relativamente poco tiempo que Disney había producido su primer gran clásico de influencia oriental, Mulán (1998), del cual se lanzó una secuela en 2004, lo que evidenciaba un interés de la compañía por acercarse al mercado asiático. En este sentido, aunque American Dragon: Jake Long era un producto principalmente local (y posteriormente, explotado en las filiales de Disney Channel), pone de manifiesto una apertura hacia la diversidad cultural de Asia-Pacífico que Disney recupera esporádicamente.

A modo de conclusión, podemos establecer que la apropiación de la cultura china como cohesionadora del universo mágico de American Dragon: Jake Long responde a un proyecto más ambicioso que el de otras series de Disney creadas para televisión. A diferencia de Phineas y Ferb, en la que la presencia de comunidades inmigrantes era anecdótica incluso en el episodio doble en el que los protagonistas conocen a familiares de sus amigos de origen extranjero (capítulo que ya analizamos aquí), en este caso el carácter migratorio y el diálogo intercultural entre la tradición familiar y la pluralidad social son aspectos fundamentales que se tratan abiertamente, aunque sea desde la perspectiva de un audiovisual infantil y juvenil.

Notas:

[1] El Shar Pei es una raza de perro procedente de China, de la cual se tiene constancia desde aproximadamente el siglo II a.C., y posee un importante carácter simbólico vinculado a la Dinastía Han (206 a.C. – 220 d.C.).

[2] El caso de Karate Kid (1984) sería paradigmático por tratarse de una película juvenil, dirigida a un público similar. El de Kill Bill (2003 y 2004) es relevante porque se trata de un homenaje al género cinematográfico de artes marciales, y en cierto modo inició un revival del mismo.

[3] Si bien es habitual en muchas culturas la asociación del vello facial (especialmente, aquel de gran longitud) con la sabiduría y la figura del maestro (véase los casos, por ejemplo, de los magos Gandalf y Saruman en El Señor de los Anillos, Obi Wan Kenobi en Star Wars: Una nueva esperanza, Albus Dumbledore en la saga Harry Potter o Panoramix en Astérix), el estilismo que adopta, en mechones alargados, entronca con la representación asiática que durante el llamado peligro amarillo fue codificada a través de personajes como Fu Manchú, aunque con el paso de las décadas esta iconografía perdió parte de sus connotaciones negativas.

[4] Entre las que destacan, por citar alguna, la novela American Gods de Neil Gaiman, o la serie de cómics Fábulas (que, con un concepto un tanto diferente, aúna a buena parte de los personajes de cuentos populares dentro de una misma tradición, aunque este ejemplo se centra mucho más en la tradición estrictamente occidental).

[5] Citamos El Jorobado de Notre Dame porque es donde las gárgolas comparten tanto la estética como la idea básica: elementos arquitectónicos de rasgos monstruosos que cobran vida, no necesariamente con maldad (sino más bien con cierta simpatía), vinculados al edificio en el que se encuentran. No obstante, a este respecto no debe olvidarse la serie Gárgolas (1997), también de Disney, que se centraba en estos mismos seres, concebidos como monstruos que se convertían en piedra durante el día. En la serie, las gárgolas protagonistas habían sido víctimas de una maldición, que las obligaba a dormir hasta que el castillo en el que habitaban “se elevase sobre las nubes”. En los años noventa, un excéntrico multimillonario compró ese castillo y lo hizo trasladar, piedra a piedra, desde su emplazamiento original en Escocia hasta la ciudad de Nueva York, donde las gárgolas vuelven a la vida.

[6] Destacando, de nuevo, el ejemplo más evidente por similitud estilística y de concepción, pero no la única hada de la tradición de Disney.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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