Revista Ecos de Asia

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This article was written on 22 Ene 2014, and is filled under Literatura.

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‘El Jardín de Kama’: poesía amorosa desde la India colonial.

La cuestión del orientalismo ha hecho correr ríos de tinta. Si bien el término ya existía mucho antes de que el estudioso Edward Said publicara su obra de título homónimo (Orientalism, 1978), en verdad ésta marcó un hito. En ella, Said describió con acierto el modo tendencioso y e instrumentalista (al servicio del control, la auto-propaganda y el escapismo) con el que viajeros, expertos y público occidental en general habían creado, a lo largo de más de un siglo, una imagen con la que tipificar a Oriente.

Ciertamente, aún arrastramos gran cantidad de clichés e imágenes sobre Oriente que se remontan al contexto colonialista del siglo XIX en especial. Durante este largo periodo, ya por xenofobia semi-instintiva, ya según un calculado plan de dominación del ‘Otro’, se aquilataron taxonomías y se grabaron tópicos a sangre y fuego. Todavía hoy muchos cuestionan la virilidad del hombre asiático y se relamen con la capacidad de sumisión (dejémoslo ahí) de su compañera. Se niega e ignora la existencia de incontables y dispares ‘culturas-que-no-son-la-europea’… y la personalidad del sujeto: el ‘asiático’ no merece gozar de individualidad. ‘Asiático’ (o, casi peor aún, ‘chino’) se convierte así en ‘pan-término’, que asegura conocer y abarcar todo. La ignorancia es atrevida.

Portada de ‘El Jardín de Kama’ en su edición estadounidense. 1904.

Portada de ‘El Jardín de Kama’ en su edición estadounidense. 1904.

Les invito a no olvidar la importancia de las generalizaciones que en el pasado se han hecho sobre ‘Oriente’ y el uso interesado de ‘lo asiático’, ‘lo oriental’ y similares (para doblegar a Oriente, o para escapar a él cuando Occidente resultaba demasiado pacato) a lo largo de las líneas que siguen. Y éstas tratan de literatura.

En 1901 tuvo lugar la publicación de ‘El Jardín de Kama’, colección de lírica amorosa hindú traducida por el británico Laurence Hope. Pero dos de estos datos que les doy son falsos.

El primero es el origen de los textos: de hindúes antiguos, nada. Escritos en la década de 1890, pertenecían al supuesto traductor. Si bien en temática y estilo bebían de la India y de sus autores, todo estaba convenientemente ‘pulido’ al gusto de los lectores británicos. Los compatriotas de Hope, a pesar de su superficial apariencia de mojigatería, se hallaban ávidos por devorar colecciones de versos sensuales venidos de Oriente. A partir de sus páginas podían dar rienda suelta, suspirando por oscuros ojos insinuantes que rinden sus secretos junto a estanques de recónditos mausoleos, a sus más encendidas fantasías.

Retrato fotográfico de Laurence Hope.

Retrato fotográfico de Laurence Hope.

La segunda de las mentiras concierne a la identidad del autor del poemario. Laurence Hope fue el seudónimo elegido por Adela Florence Nicolson (1865-1904), esposa de un coronel británico –y apasionado lingüista–  destinado en la India, para publicar sus versos en la primera década del siglo XX. En vida, la autora gozó de gran fama, como atestiguan las muchas reediciones de sus poemarios, la exitosa conversión en canciones de algunos de sus poemas más célebres (como ‘Kashmiri Song’, de la compositora Amy Woodforde-Finden, que incluso Rodolfo Valentino llegó a interpretar poco antes de hacer su incursión orientalista definitiva en El Sheik en 1921); e incluso la producción de películas pseudo-inspiradas en su imaginario.

Pero Florence/Hope, como muchas contemporáneas, acabó cayendo en el olvido como autora. Su obra fue desdeñada y desterrada a la polvorienta estantería de ‘exotismos coloniales y otras mimbres’. Su estilo fue tachado ‘neurosis de sexo’. Ella, de ‘Kipling decadente’.

Sin embargo, es quizá precisamente la sensualidad de ‘El jardín de Kama’ y de las obras que le siguieron lo que ha hecho que la crítica más reciente comience a reclamar una valoración más justa de la poesía de Hope. Entre los autores mencionados como presuntos predecesores de ésta, destacan una serie de varones como Yaiá Deva (brahmán hindú del siglo XII), o simbolistas británicos como Swinburne o Symonds.

Representación de la poetisa india Mirabai.

Representación de la poetisa india Mirabai.

Pero además de los decadentes masculinos de la década de 1890, una rama femenina de precursoras reclama a ‘Laurence Hope’ para sí en la misma medida. Así, se ha querido relacionar su poesía amorosa con la de la sin par Safo. Independientemente del estilo, quizá a ello contribuyan las conjeturas acerca de Florence/Hope como posible bisexual, por cierto. A este nombre se añade el de la princesa rashput Mirabai, poetisa india del siglo XVI. Esta comparación da algo más de solidez a la supuesta ‘indiedad’ (perdón por el término) de la poesía de Hope, que los expertos han relacionado con la lírica india de tipo sufí y bhakti; hinduista y musulmana respectivamente.

Esta familiaridad de la autora con la poesía de diversas corrientes espirituales de la India conecta, a su vez, con otra virtud presente en ‘El Jardín de Kama’: la pluralidad de voces. Además de escoger un nombre de varón para publicar el volumen, a menudo la autora concibe personajes masculinos, de nombre bien oriental, como rapsodas de sus poemas. De ahí títulos como ‘Verso por Taj Mahomed’, ‘Tres canciones de Zahir-u-Din’, ‘La canción del  barco de Valgovind’ o ‘Historia de Uidapore, contada por Lalla-ji, el Sacerdote’. Las voces de estos misteriosos hombres orientales son recopiladas por Laurence Hope, traductor británico, ayudando a Adela Florence Nicolson a parapetarse detrás de una posición segura.

¿A qué nos referimos con esto? Pues a que fragmentos como ‘ojalá que la música cesara y la noche nos envolviera / Con soledad, sombra y el sonido de puertas al cerrarse / Para que nuestros seres se fundan y nuestros labios se encuentren / Mientras los míos beben de la, amor, esencia tuya’ podían ser mejor tolerados en 1901 con un envoltorio de respetabilidad masculina. Un erudito británico traduce poemas escritos y ‘cantados’ por hombres de otra cultura (ya se sabe, fuera de la metrópoli las normas morales de la buena sociedad quedan suspendidas… y no sólo para los indígenas) y época. Así, se perdonan las salidas de tono y la profusión descriptiva.

Ilustración de Byam Shaw para el poema ‘Zira: En Cautividad’, de ‘El Jardín de Kama’.

Ilustración de Byam Shaw para el poema ‘Zira: En Cautividad’, de ‘El Jardín de Kama’.

No obstante, la verdadera identidad de la autora fue desvelada pronto, y ello, aunque causó escándalo, no menoscabó la popularidad de la obra.

Finalmente, el anglo-indio Byam Shaw se ocupó de dotar de ilustraciones a los ya bien gráficos pasajes de ‘El Jardín de Kama’. Admirador de Dante Gabriel Rossetti, de algún modo aun en fechas tan lejanas de la obra de la Hermandad Prerrafaelita, su obra es testimonio de cómo el ideario de los prerrafaelitas británicos extiende su influencia sobre la producción de numerosos artistas finiseculares, fascinados por mundos exóticos en el tiempo y en el espacio, y por ahondar en la compleja y ambivalente imagen de la mujer como receptora y emisora de impulsos de sensualidad.

También son interesantes las imágenes de Shaw por contribuir a la inmersión del lector del poemario en un mundo oriental bien lejano en el espacio pero próximo en la imaginación. A este mundo se le da vida recurriendo a un corolario de motivos que, mezclado casi conforme a una receta culinaria (un poquito de arabesco, una cucharada de dramatismo, algo de arcaísmo, una pizca de insinuación), acaba resultando en un producto final que, sin duda, supo satisfacer los deseos de la audiencia de la metrópoli colonial.

Todo lector curioso que desee conocer un poco más ‘El Jardín de Kama’ puede encontrar el texto íntegro en el original inglés, e incluyendo las ilustraciones de Shaw, en el sitio web archive.org. Quien se anime podrá adentrarse un poco en un ejemplo del tipo de literatura (el kitsch no está exento, reconozcámoslo) que deleitó al público británico en tiempos del Imperio. Pero también, lector amante de Asia, podrá ser testigo de cómo este tipo de publicaciones contribuyeron con un pequeño granito de arena a infundir sobre la India ese halo de misterio, erotismo y tierra de insólitos vetos y prebendas que aún conserva.

Para saber más:

Hope, Lawrence, The Garden of Kama and Other Love Lyrics from India, New York, John Lane Company, 1914.

Roy, Anindyo, ‘Gold and Bracelet, Water and Wave: Signature and Translation in the Indian Poetry of Adela Cory Nicolson’, Women: A Cultural Review, 13:2 (2002), pp. 140-160.

Said, Edward, Orientalismo, Madrid, Libertarias, 1990.

avatar Claudia Sanjuan (15 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster en Nineteenth Century-Studies por el King's College de Londres. El fin del XIX, los estudios de género y la historia cultural figuran entre sus mayores intereses. Actualmente, reside en Viena.


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