Revista Ecos de Asia

El auge de las exposiciones sobre manga en occidente: una nueva manera de exportar patrimonio cultural japonés

Cuando alguien echa un breve vistazo a la oferta cultural y expositiva de las principales ciudades japonesas, o ya sea también de algunas de las fundaciones más relevantes como la Mori Arts Center, le será común y habitual encontrar en parrilla algunas exposiciones sobre manga y anime, debido al reconocimiento mediático y nacional del que gozan estos lenguajes artísticos al tratarse de una producción cultural local. En Japón estos procesos llevan desarrollándose décadas mediante exposiciones y retrospectivas sobre reconocidas franquicias, mangaka, ilustradores e incluso revistas o estudios de animación. Por ejemplo, en los últimos años destaca la exposición Shônen Jump TEN (Mori Arts Center Gallery, 2018) o la retrospectiva del director y animador Takahata Isao (The National Museum of Modern Art [MoMAT], 2019) entre muchas otras, sin olvidarnos de la existencia de museos dedicados al manga o ciertos autores de entre los cuales destaca el Museo Internacional del Manga inaugurado en Kioto en el año 2006.

Detalle de la exposición This is MANGA – The Art of URASAWA NAOKI (Japan House London, 2019)

A lo largo de los últimos años también hemos podido presenciar el desarrollo de diversas exposiciones sobre manga y anime en el marco expositivo y museístico occidental, que de manera aún un tanto germinal y lejos del nivel de integración que poseen este tipo de propuestas en Japón, ofrecen nuevas capas y contextos de recepción para estos medios en el extranjero. En consonancia con la creciente popularidad y éxito internacional de la cultura popular japonesa contemporánea, exposiciones como Mangaマンガ (British Museum, 2019), Osamu Tezuka, el Dios del Manga (MNAC, 2019)[1] o el proyecto Louvre No.9 (Louvre, 2016) entre otras, son algunas de las paradigmáticas propuestas que han empezado a introducir el manga en los museos y presentado el mundo de la cultura popular japonesa tanto al espectador aficionado como al público general que busca introducirse en la materia.

Sin embargo, una vez se han establecido estas exposiciones como precedente, se pueden identificar diversos paradigmas curatoriales detrás de la concepción, discurso, promoción y presentación del manga al público occidental en estas propuestas. ¿Cuál es el principal atractivo de estas exposiciones? ¿A qué tipo de público apelan? ¿Cuáles son los mecanismos que utilizan para aproximarse a estos espectadores? En este sentido, el desarrollo de las exposiciones sobre manga en occidente han oscilado entre dos perspectivas diferentes: una que busca crear una analogía entre el manga y la tradición pictórica japonesa, enfatizando el carácter japonés (o dicho de otra manera “japonesidad”) de este arte a través de una retrospectiva histórica de varios siglos; y la otra que prefiere situar el manga como cómic japonés dentro de las corrientes del cómic internacional contemporáneo, centrándose por tanto en el sector del cómic y poniendo su foco de atención en las características intrínsecas del medio.

Ambos paradigmas pueden ser complementarios entre sí, y lo cierto es que suele ser rara la exposición sobre manga en occidente que no dedica al menos una sección de su discurso en conectar el manga con prácticas artísticas de siglos anteriores como el ukiyo-e, el teatro o la caligrafía. También cabe tener en cuenta que este tipo de propuestas radican en un doble target de público: por un lado, el público general que busca introducirse al conocimiento del manga y el anime, y por otro, un espectador más especializado en la materia. Por ello, la posibilidad de exhibir páginas, ilustraciones y manuscritos originales de los mangaka puede ser atractivo suficiente para el espectador más entendido y aficionado en el sector, independientemente de la perspectiva curatorial de cada muestra en cuestión. Sin embargo, podemos considerar que la mayoría de exposiciones tienden a inclinarse por uno de los dos enfoques, mostrando diversos matices en base a factores como la naturaleza del discurso, los contenidos, la voluntad de aproximarse al gran público e incluso el contexto expositivo, tanto geográfico como temporal, en el cual se ha llevado a cabo la muestra.

Por un lado, el paradigma curatorial que tiende a crear analogías entre el manga y la tradición artística japonesa se sustenta en aquellas teorías que sitúan los orígenes del manga en los rollos narrativos emaki de la Edad Media, que al mismo tiempo fueron precedentes de los ukiyo-e del período Edo y de otras artes japonesas tradicionales mejor conocidas por el gran público. Con este enfoque, podríamos decir que se busca dar a conocer el manga al público general apoyándose en referentes que probablemente conozcan, como pueden ser la caligrafía o el ukiyo-e, y que en cierto modo no dejan de participar en percepciones, constructos y estereotipos orientalistas.

Detalle de la exposición Manga del British Museum (2019)

Un ejemplo de esta perspectiva curatorial lo encontramos en la exposición Manga del British Museum, la cual hace de gran oda e introducción al mundo del manga, su industria y cultura visual para el gran público. Entre los muchos contenidos exhibidos, su discurso tiende a arraigarse en dicho vínculo entre manga y tradición al ofrecer numerosas analogías en forma de obras o entrevistas (aspecto que en cierto modo resulta interesante al ofrecer un “diálogo” entre lenguajes artísticos contemporáneos y tradicionales). De este modo, la muestra tampoco deja de lado las colecciones sobre Japón que posee el British Museum, el cual recordemos que, como institución de con grandes tintes colonialistas, sus criterios de investigación y adquisición responden a patrones arqueológicos, etnográficos y antropológicos. Por tanto, dentro de este paradigma también pueden entrar en juego las colecciones de arte japonés que puedan poseer los museos que acogen este tipo de exposiciones, siendo un modelo discursivo más adoptado y atractivo para grandes instituciones artísticas, como pueden ser museos de la envergadura internacional del British Museum o el Louvre.

Por su parte, las exposiciones que conciben su discurso considerando al manga como cómic japonés dentro de las dinámicas del sector del cómic internacional suelen seguir el planteamiento y organización que tradicionalmente han recibido las exposiciones sobre manga o anime en occidente, es decir, la de vincularse a diferentes festivales, salones o convenciones ya sean de cómic general, manga o incluso cultura japonesa. En este sentido, las exposiciones que siguen este paradigma curatorial presentan el manga y sus artistas como partícipes del mundo del cómic a nivel global, enfatizando la naturaleza del manga como cómic japonés y las cualidades de dicho lenguaje artístico dentro de las características del cómic como medio. De este modo, el manga se sitúa y exhibe en un marco expositivo más afín al sector cultural en el cual se desarrolla como también al mundo contemporáneo globalizado.

Un ejemplo de este tipo de muestras lo encontramos en la exposición Osamu Tezuka, el Dios del manga, llevada a cabo en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) en colaboración con FICOMIC y centrada en ofrecer una retrospectiva del mangaka Osamu Tezuka, prolífico autor que ha sido conocido como el “Dios del Manga” (Manga no kamisama). Por un lado, la propuesta del MNAC y FICOMIC consiste en una exposición monográfica (en este caso centrada en un artista como es Osamu Tezuka), que busca presentar y explotar el valor de Osamu Tezuka como un gran dibujante de cómics a nivel internacional. De este modo, podemos comprobar cómo este paradigma curatorial da lugar a un modelo de exposición y discurso más asentado y conocido, que se ajusta al planteamiento de la mayoría de exposiciones sobre manga y anime que se celebran en Japón, las cuales como hemos mencionado anteriormente tienden a focalizarse en la figura de un único mangaka, serie o revista, ya sea a modo de retrospectiva o de exhibición de unos trabajos concretos.

Escultura de Atom, protagonista de Astroboy, en la exposición Osamu Tezuka, el Dios del Manga (MNAC, 2019)

Sin embargo, su contexto expositivo, inaugurada como una de las atracciones principales del 25 aniversario del Salón del Manga de Barcelona (renombrado entonces como Manga Barcelona), y siendo la adaptación de la exposición Manga no Kamisama llevada a cabo en la quinta edición del Festival International de la Bande Dessinée d’Angoulême, también refleja el mayor vínculo de esta perspectiva curatorial con el mundo del cómic. De hecho, el MNAC lleva desarrollando un plan de inclusión y promoción del cómic como lenguaje artístico en su institución desde 2014 mediante diversas exposiciones, como por ejemplo El Víbora. Comix Contracultural (2019), o Las Nuevas Aventuras de Corto maltés (2019), lo que de nuevo enfatiza el vínculo de este enfoque curatorial con el sector del cómic y la mayor apreciación de este medio en el mundo del “gran arte”.

Debido a la crisis sanitaria internacional que estamos viviendo, es difícil de predecir si el actual “status quo” del desarrollo de exposiciones sobre manga en occidente seguirá la vía abierta por las perspectivas curatoriales tratadas en este artículo, o si veremos nuevos modelos para llevarlas a cabo, como puede ser el uso de un formato digital. Sin embargo, es probable que factores como la promoción internacional del manga y la aproximación de este medio al gran público sigan dando forma a la perspectiva curatorial de futuras propuestas, y por tanto a sus discursos y contenidos. Como hemos visto, presentar el manga en base a la tradición cultural y artística de Japón, o bien hacerlo mediante situar al medio como el exponente del cómic japonés en un marco global, puede ofrecer exposiciones y discursos que den una imagen más o menos ajustada a la realidad de la industria del manga, como también ser más o menos afín a las inquietudes del público general. Pese a ello, la posibilidad de ver en vivo los dibujos y páginas manuscritas originales de reconocidas series y mangaka, independientemente de su uso en los discursos de las muestras, resulta ser un aliciente lo suficientemente atractivo como para atraer y satisfacer al consumidor recurrente de manga y también fascinar al público general. Por ello, este factor se convierte en un componente que, tanto en Japón como en occidente, pone en evidencia una de las principales funciones y atractivos universales de una exposición: la exhibición del arte y su contemplación por parte de los espectadores.

 

Notas:

[1] Tanto Manga como Osamu Tezuka, el Dios del Manga han sido reseñadas anteriormente en Ecos de Asia. Puedes leer nuestras impresiones aquí.

avatar Óscar García Aranda (9 Posts)

Historiador del Arte por la Universidad de Barcelona (UB) y graduado del Máster Oficial de Estudios de Asia-Pacífico en un Contexto Global por la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Actualmente es estudiante del programa doctoral de Traducción y Estudios Interculturales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), focalizando su línea de investigación en el manga y el anime como lenguajes artísticos contemporáneos de Japón.


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