Revista Ecos de Asia

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This article was written on 10 Oct 2017, and is filled under Cine y TV, Crítica.

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“First they killed my father” (2017): Loung Ung, Angelina Jolie y su visión sobre el genocidio camboyano

El pasado 15 de septiembre se estrenó en la plataforma Netflix la última película dirigida por la también actriz Angelina Jolie, “Se lo llevaron: recuerdos de una niña de Camboya”. Jolie, que continúa adentrándose en el cine bélico y humanitario, dirige en esta ocasión la adaptación de las exitosas memorias de la activista Loung Ung,[1] que narra su supervivencia durante el ascenso y caída de los Jemeres Rojos y el autogenocidio jemer (1975-1979). El periodo de gobierno de los Jemeres Rojos fue, probablemente, uno de los más sanguinarios de la Historia. Entre las ejecuciones, los trabajos forzados, las pésimas condiciones alimentarias y sanitarias, el fuego cruzado con los soldados vietnamitas y las explosiones de las minas antipersonas con las que los mismos Jemeres Rojos sembraron el suelo de su país, casi un cuarto de la población camboyana perdió la vida en apenas cuatro años.

Loung y su padre, al inciio de la película.

Loung Ung tenía cinco años cuando los Jemeres Rojos tomaron Nom Pen –la capital camboyana- y obligaron a evacuar a la mayoría de sus habitantes (más de dos millones de personas). La familia Ung salió relativamente bien parada durante un tiempo, especialmente teniendo en cuenta que se trataba de una familia de clase media-alta en la que el padre trabajaba para el gobierno del General Lon Nol, que los jemeres trataban de erradicar. Tras años de hambre, penurias, trabajos forzados y fallecimientos de seres queridos, Loung Ung y algunos de sus hermanos lograron sobrevivir hasta la llegada del ejército vietnamita a Camboya, y más tarde consiguieron asilo y trabajo en Estados Unidos. Muchos años más tarde, Loung se convirtió en activista de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersonas y en el 2000 publicó un libro de memorias –First They Killed My Father: A Daughter of Cambodia Remembers (“Primero mataron a mi padre: una hija de Camboya recuerda”) que se convirtió en un best-seller. Precisamente, Angelina Jolie –que en aquellos momentos se encontraba dando sus primeros pasos como actriz y que estaba en Camboya rodando Tomb Raider– recibió un ejemplar de la novela, y algún tiempo después, las dos activistas se convertirían en amigas. Finalmente, en 2014, dio comienzo la producción de este largometraje, que se ha convertido en la película más cara y ambiciosa de toda la historia camboyana, y la primera producción de vocación abiertamente internacional–e incluso, comercial, si tenemos en cuenta la distribuidora elegida- rodada en jemer.

Jolie y Ung, durante una rueda de prensa en Camboya.

Para la ocasión, Jolie ha contado con la autora y protagonista para adaptar el guion desde el libro, y también con otro célebre camboyano en la producción: nada más y nada menos de Rithy Panh, un premiado director y documentalista que ha dedicado toda una vida a exponer las secuelas de la Kampuchea Democrática. Entre otros nombres célebres de los títulos de crédito podemos encontrar al compositor Marco Beltrami –habitual de películas de terror, que consigue transmitir a la cinta un toque tan siniestro como la historia que relata- o a Maddox Jolie-Pitt, el mayor –y todavía adolescente- de los hijos adoptados de la directora y nacido en Camboya, que ayudó en la película en calidad de productor ejecutivo.[2]

En comparación con otros genocidios del siglo XX, las acciones de los Jemeres Rojos en el poder han sido muy poco tratadas en el cine; más allá de las producciones del mencionado Panh, o de la oscarizada The Killing Fields, son pocos los que se han atrevido a realizar producciones sólidas sobre el tema. Quizás, por ello, esta película se quede corta para aquellos que no conocen con profundidad el contexto histórico, ya que se trata de una película con muy poco diálogo, en el que muchos eventos se dan por sentados. No obstante, esto podría ser una ventaja, ya que puede provocar la misma sensación de desconcierto que debió sentir la protagonista de la historia cuando de un día para otro su vida cambió por completo.

El filme da comienzo con unas imágenes de archivo estadounidenses y francesas: en apenas unos segundos, las imágenes de una Camboya moderna, casi del Estado del Bienestar, se combinan con las de bombardeos y soldados, al ritmo de The Rolling Stones. En esta sección se relata cómo, a pesar de la supuesta neutralidad del país, a los soldados estadounidenses no les queda más remedio que entrar el país para defenderles de sus vecinos vietnamitas.[3]

Los Jemeres Rojos tomaron Nom Penh en 1975 y vaciaron la ciudad en unos pocos días.

A continuación, una escena nos traslada a 1975, en la que conocemos a una familia de clase media-alta, que vive en una casa acomodada de Nom Penh y que escucha música pop. Apenas unos días después de la bucólica escena inicial, los soldados del Angkar– el Partido Comunista de Camboya – llegan a la ciudad y obligan a desalojarla, bajo el pretexto de que los Estados Unidos estaban a punto de bombardearla. En realidad, lo que se pretendía era iniciar un proceso de ruralización que convirtiera el país, la recién proclamada Kampuchea Democrática, en una república comunista agraria, eliminando para ello cualquier rasgo de individualismo y/o vínculos con el capitalismo, incluyendo la medicina moderna. Para ello, se desplazaría a millares de familias a las zonas rurales del país, donde se les organizaría en comunidades controladas por el gobierno y en donde se verían obligadas a cultivar y realizar obras de ingeniería en ínfimas condiciones humanitarias; muchos otros, recibirían formación como guerrilleros y se verían obligados a combatir contra norteamericanos y vietnamitas.

Millares de familias, como las de la protagonista, se vieron obligadas a huir al campo, dejando todas sus posesiones atrás.

Viendo imposible la supervivencia de su familia por ser un trabajador del gobierno –estos fueron rápidamente ejecutados -, los Ung dejan atrás su casa y sus posesiones valiosas y cambian su nombre y profesión para tratar de pasar desapercibidos. Poco a poco, en su éxodo rural, los Ung se verán obligados a renunciar no solo a sus posesiones, sino a cualquier rasgo de individualidad: se les quitarán los zapatos, serán obligados a teñir sus ropas de negro y deberán cortarse el cabello de forma igualitaria. Incluso, en lo que fue una práctica habitual para suprimir todavía más las señas identitarias, se verán obligados a renunciar al concepto mismo de familia: pronto, los hijos mayores serán enviados a un campo de trabajo separado para adolescentes, en donde la mayor de las hermanas enfermará y fallecerá. No mucho después, el cabeza de familia será requerido para un trabajo en otro lugar, sin que nunca se vuelva a saber de él.

Los Jemeres Rojos intentaron minar cualquier riesgo de individualismo en la sociedad camboyana. Entre otras cosas, fueron oblgiados a teñir sus rojas.

El título original de la novela –y de la película- era, por lo tanto, mucho más apropiado y potente que el descriptivo y conciso Se lo llevaron: recuerdos de una niña de Camboya con el que fue traducido al español. Ante el hambre y la miseria, la madre de la familia ordena a sus hijos menores que huyan del campo, se separen y se hagan pasar por huérfanos, ya que esa será su única oportunidad para sobrevivir. Desgraciadamente, no se equivocaba, pues el campo de trabajo en el que ella se queda es destruido poco después. Sola en el mundo, Loung llega a otro campo, desde el que es enviada a otro todavía más lejano, en el que será formada como soldado y será utilizada para poblar el suelo selvático de minas anti-persona. Tras un incendio sufrido en esta última comunidad, ella y muchos otros supervivientes emprenderán una huida, pero antes de llegar a su destino final –que, como podemos suponer por el devenir de la protagonista, será mucho más seguro-, tendrán que escapar del fuego enemigo.

Loung y dos de sus hermanos se harán pasar por huérfanos para poder sobrevivir.

Desafortunadamente, a pesar del enorme interés de los hechos relatados, el filme cuenta con toda una serie de escenas que se hacen demasiado largas. A pesar de la brutalidad de los hechos que relata, se trata de una obra eminentemente introspectiva y de largos silencios, que pretenden generar empatía con la soledad que siente la protagonista, brillantemente interpretada por la actriz novel Sareum Srey Moch. Por ello, a lo largo de toda la película se combina un punto de vista bajo (con muchos contrapicados), propio de una niña, con toda una serie de planos generales cenitales, que sirven para exponer la magnitud del desplazamiento y del éxodo provocado por el mandato jemer. A favor de Jolie juegan un brillante uso de la fotografía, así como la sobriedad y cautela con la que se ejecutan las escenas más sórdidas, logra hacer visible una historia cruentísima, sin caer en sensiblerías o morbosidades habituales. A esto debe sumarse el soberbio trabajo actoral del reparto, en especial de la joven niña protagonista, que sostiene a través de su impasible y desconcertada visión un filme durísimo. En su contra, que da la sensación de que hay demasiados elementos que quedan sin explicar: a un espectador poco informado quizás le cueste seguir la historia, y mucho más, entender las motivaciones y procedimientos del Angkar. También sorprende no encontrar menciones a los “campos de la muerte”, a los interrogatorios y torturas, a Pol Pot, China, o incluso, a la Guerra del Vietnam… ¿sería esta sensación de desconcierto la norma para muchas de las víctimas de los jemeres? Por otro lado, llama la atención la sutil elegancia con la que es capaz de narrar escenas de suma crudeza, evitando lo explícito con un lirismo que a veces incluso resulta artificioso.

Como Loung, muchas niñas fueron entrenadas para ser soldados y para minar el suelo camboyano.

Sea como sea, con esta película Jolie ha realizado el que posiblemente sea su mejor trabajo hasta el momento, más que recomendable a pesar de la profunda tristeza que deja tras su visionado. Las nominaciones a los Óscar están a la vuelta de la esquina, y esta película (basada en una historia real, bélica, humanitaria, protagonizada por una niña, narrada por una mujer, rodada en su país de ambientación y en la lengua nativa y con un toque reivindicativo no anti-patriótico) tiene todas las papeletas para aparecer entre las mismas…

 

Para saber más:

  • Ficha de la película en Filmaffinity.
  • Ficha de la película en IMDB.
  • Tráiler de la película:

 

Notas:

[1] Ung, Loung. Se Lo Llevaron. Barcelona, RBA, 2002.

[2] También ayudó en el rodaje otro de los hijos de Angelina Jolie y Brad Pitt, Pax Jolie-Pitt, nacido en Vietnam.

[3] Esta introducción, así como algunas frases de la película, han causado gran controversia, porque parece que Jolie quiera dar a entender que el genocidio jemer es indirectamente culpa de los Estados Unidos, ya que el sentimiento anti-americano fomentó el apoyo al Partido Comunista de Camboya.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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2 Comments

  1. edgardo juarez
    10/07/2018
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    ARA LOS FLOJOS DE MEMORIA.
    PARA LOS QUE AÚN NO HABÍAN NACIDO.
    PARA LOS QUE OLVIDAN LLAMAR DE GENOCIDAS A NIXON, KISSINGER, MC NAMARA , JOHNSON Y TODO EL CLUB ARMAMENTISTA ETERNAMENTE EN EL PODE DE U.S.A.Y EL MUNDO.
    GENOCIDAS. SIN VUELTAS.
    EL CRIMEN EN EL SUDESTE ASIÁTICO NO PROSCRIBE. ES DE LESA HUMANIDAD.
    AUNQUE HAYAN LOGRADO CAMBIAR EL NOMBRE AL MUSEO DEL GENOCIDIO EN SAIGÓN.
    AUNQUE OCULTEN EL DESFILE PERMANENTE DE CIUDADANOS NORTEAMERICANOS FORZADOS A COMBATIR EN UNA GUERRA QUE NI SABÍAN PORQUÉ ERA NI SIQUIERA DONDE ERA.
    ADMIRABLE TRABAJO DE JOLIE – UNG.

  2. Carlos
    10/07/2018
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    Estuve hace poco tiempo en Camboya y verdaderamente da mucha pena ver la gran cantidad de gente mutilada como resultado del periodo Kmer y la posterior guerra. Lo difícil de entender es qué “pensamiento popular” llevó a tamaña agresión al propio pueblo. USA, China y Vietnam no aliviaron las penalidades aunque gracias a los vietnamitas los Kmer fueron derrotados.

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