Revista Ecos de Asia

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This article was written on 20 Oct 2015, and is filled under Cine y TV.

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Historia a través del cine: Gaijin, Caminhos da Liberdade

Que Japón es una nación particular es bien sabido. A pesar de haber recibido numerosas influencias culturales a lo largo de los siglos, el aislacionismo ha sido una caracterísitica intrínseca para la isla del Sol Naciente, y ello modeló su carácter y el destino de sus gentes. La emigración nunca ha tenido un peso específico en su Historia, ya que durante más de 200 años ningún extranjero podía adentrarse tierra adentro y nadie podía salir de allí. Y a día de hoy, sigue siendo la nación industrializada con menor presencia extranjera (menos de un 2%). Pero también ha habido excepciones.

gaijinTizuya Yamasaki es una directora de cine brasileña nikkei (que es el término que se emplea para referirse a los descendientes de los japoneses en la diáspora) que recoge en el multipremiado filme Gaijin una de las experiencias clave en la emigración nipona: la acontecida en Brasil. Esta obra, por encima de su cualidad artística, nos resulta interesante porque es un testimonio histórico de primer orden. Las películas históricas que suelen triunfar, en raras ocasiones guardan el más mínimo respeto por la Historia, centrándose en elementos dramáticos o épicos y sacrificando lo didáctico. Gaijin, por el contrario, se basa en hechos reales (la vida de la abuela de la realizadora) y centra su atención en los detalles, el ambiente o la mentalidad de las personas que vivieron aquella época. Puede que no sea la narración más ágil, pero como documento histórico es un bien muy valioso.

La historia se ambienta en Japón en plena era Meiji, con una sobrepoblación acuciante y un campesinado empobrecido y desempleado por las nuevas circunstancias (reforma agraria, nuevos tributos en metálico), comienza a enviar gente para trabajar en el extranjero. Brasil es el lugar elegido, y como vemos en las primeras escenas, existe ya propaganda incitando a los ciudadanos a irse al país carioca. Para la ambientación histórica esto es ya importante y no un mero macguffin, pues introduce una de las claves del éxodo japonés en esta época: que nunca fue espontáneo ni masivo, sino que estuvo siempre instrumentalizado desde el gobierno. El filme comienza en 1908, año en el que arriba a Santos el Kasato Maru, que fue el primer barco nipón en llegar allí tras años de negociaciones entre las élites de uno y otro estado, y tras superar Brasil la crisis de los precios del café (también contextualizada aquí) que había cerrado la puerta a la llegada de extranjeros hasta ese momento, pues es a las plantaciones de café donde la mayoría de los inmigrantes irán a parar.

gaijin 2A partir del momento en el que se nos muestra a los hacendados brasileños siendo guiados económicamente por un lord inglés, nos damos cuenta de otro de los aciertos del filme: es una obra coral y multilingüe, que intentará dotarse así de un mayor realismo, mostrándonos las diferentes nacionalidades que pobablan el Brasil de la época. Españoles, portugueses, italianos, africanos o indios formaban parte de la mano de obra barata empleada en un país pluriétnico que arrastró durante décadas la lacra del racismo institucional. Los japoneses, últimos en emigrar, serán de los más perjudicados al poseer una de las identidades más radicalmente distintas a las que allí existían, y pronto el grupo de los recién llegados vivirá el shock cultural, desde la alimentación de los brasileños, eminentemente carnívora, que les era tan ajena, hasta las condiciones climáticas o el tipo de cultivo. Otra excelente referencia histórica versa sobre una conversación entre los protagonistas acerca de la escasez de plantaciones vegetales en Brasil, pues serán japoneses quienes expandirán el cultivo de numerosas especies de frutas y hortalizas que antes no se daban allí y de las que ahora Brasil es incluso exportador, como la manzana o el melón.

Pero la película no deja de ser un retrato de las memorias de la abuela de la cineasta, personificada aquí en el personaje de Titoe (interpretada por Kyoko Tsukamoto), y es a través de ella que vemos y padecemos el drama migratorio. Esto resulta enormemente interesante,  ya que la historia es relatada a través de los ojos de la persona más vulnerable, que sufre la doble discriminación racista y patriarcal. Titoe es una joven de 16 años casada a la fuerza con un hombre desconocido para ella, Yamada (las miai, o matrimonios concertados pervivieron incluso entre las comunidades niponas de Sao Paulo durante décadas), puesto que resultaba mucho más fácil conseguir un pasaje a Brasil si se hacía acompañado de una familia. Una vez allí, será víctima de violaciones, del doble trabajo en las plantaciones y en el cuidado del hogar, y finalmente se verá abocada a permanecer en Brasil en contra de su voluntad, cuidando de su hijo. La ghettificación producida por el gregarismo japonés marcará el futuro de los nikkeis: el núcleo familiar que abría la puerta a la emigración resulta ser, irónicamente, también lo que impide ese retorno tan deseado. La mayor parte de los emigrantes esperaban hacerse ricos y regresar cuanto antes, pero tras las primeras cosechas enseguida se percatan de que no les va a ser posible.

El trato inhumano recibido por parte de los hacendados, que controlan y manipulan sus gastos, haciéndoles pagar unas deudas por manutención y transporte totalmente exageradas, y la intransigencia hacia sus protestas llevan a los trabajadores al deterioro mental y subsecuentemente al físico. Numerosas escenas nos presentan esta situación. El italiano Enrico encabeza la ideologización de los campesinos que acaba con una tremenda paliza hacia su persona por parte de las fuerzas del orden y, finalmente, el destierro; y el contable de la hacienda, Tonho, se encuentra en la disyuntiva de saber que los empleados están siendo engañados y explotados, pero carece del poder para ayudarles sabiendo que ello le costará su propia cabeza. Y detrás de todos, el lord inglés azuzando al dueño de la Fazenda Santa Rosa para que no dude en usar la mano dura contra los agitadores. La marginación de los japoneses en esa parte del filme nos adelanta las condiciones que sufrirán en la futura dictadura de Getulio Vargas. Mientras los extranjeros de otras comunidades son los que comienzan las protestas en la hacienda cafetera, los nipones recurren a la abnegación (suicidio incluído) hasta que al final intentan huir. El “antiniponismo” fue doctrina política en Brasil y tras estallar la II Guerra Mundial su situación se volverá más dramática y la represión,pan de cada día.

Las negligencias médicas, tan corrientes en la época, tienen a su vez presencia durante el filme, desde la rotura del brazo del hermano de Yamada, que tendrá que ser atendido por otro de los trabajadores de la hacienda dada la inexistencia de médicos, hasta la muerte del propio Yamada, provocada por la indiferencia hacia la vida de los campesinos japoneses por parte de sus amos.

La vida de los japoneses en el exilio brasileño seguirá siendo, durante muchos años, un camino de penuria y marginación. Décadas más tarde vemos a Titoe, ya tras el éxodo rural a la ciudad, trabajando en una fábrica textil, y se nos presenta a su hija, al cual Yamada prometió inútilmente que “nacería en Brasil pero crecería en Japón”. La pequeña Shinobu pregunta a su madre por su padre, y por si algún día volverán al país del que una vez emigraron. Titoe le vuelve a prometer que algún día se irán y la inocente contestación de la niña es demoledora. “¿Podré llevarme a mis amigos? Si no, vete tú sola, yo me quedo aquí”, escenificando a la perfección el destino de muchos nikkeis y la condena a la que se ven abocados los que no tienen otro remedio que abandonar su tierra en busca de una vida mejor: el destino del desarraigo, la inevitable sensación de haberse quedado para siempre en tierra de nadie.

avatar Hector Tome Mosquera (15 Posts)

Se licenció en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela, afincado ahora en Barcelona, donde colabora con diversos proyectos literarios, periodísticos y políticos.


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