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This article was written on 02 Dic 2015, and is filled under Literatura.

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Infancia y vejez, amores y desamores edulcorados a la sombra de la Historia. Isabel Allende y El amante japonés

La pasada campaña veraniega llegó al mostrador de las principales librerías una novedad, firmada por Isabel Allende, con un título tan genérico como seductor: El amante japonés.

«A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno».

Ese título y el breve aperitivo cuidadosamente seleccionado ofrecían a los potenciales clientes una abstracción necesaria para estimular su curiosidad y dar el paso de escogerlo ante la necesidad de llenar el ocioso rato de lectura vacacional, una oportunidad que se repite de cara a las fechas navideñas.

Portada de la edición española.

Portada de la edición española.

Una vez sumergidos entre sus páginas, encontramos una historia de protagonismo compartido planteada por una escritora veterana, que a sus 73 años manifiesta a través de la literatura sus preocupaciones sobre el mundo de la vejez y la ancianidad. Combina, de manera un tanto forzada, dos tramas principales: la de Alma Belasco, una mujer de la alta sociedad de San Francisco entrada en años, y la de Irina Bazili, una joven con un oscuro pasado que lastra su vida, y que, tal vez, logre superar gracias al contacto con la anciana. El personaje de Irina sirve para introducir la historia que será principal en esta novela, ya que a pesar de que se articula en dos tramas que intentan tener una importancia similar, una de ellas destaca sobremanera frente a la otra. A través de la protagonista, Alma Belasco, Isabel Allende pone sobre la mesa los temores ante la pérdida de independencia e identidad personal de las personas mayores, y el papel de la nostalgia y la necesidad de rememorar el pasado.

La historia comienza cuando Irina Bazili, una joven inmigrante de Europa del Este, entra a trabajar en Lark House, una sofisticada residencia de ancianos. Los primeros capítulos giran en torno a su adaptación al centro, un lugar exclusivo y muy demandado, presentando a la primera tanda de secundarios, los que acompañarán a las protagonistas durante sus andanzas en el presente. Pero en el momento en el que los caminos de Irina y Alma se crucen, comenzará una serie de saltos temporales para conocer el pasado de Alma, desde su infancia durante la Segunda Guerra Mundial hasta un pasado reciente que se descubrirá de manera más difusa, centrándose en lo relevante y dejando de lado los hechos. Irina y el nieto de Alma, Seth, la empujarán a escribir unas memorias, para poder indagar en el pasado de la anciana,  buscando encajar las piezas de un puzle que no se verá completo hasta el final.

La historia de Alma comienza en Danzig (Polonia) en 1939. La creciente judeofobia y la amenaza de guerra convencieron a los padres de la joven Alma a enviarla a Estados Unidos con unos tíos suyos, para ponerla a salvo. Tras un viaje no exento de complicaciones, la niña por fin se instala en San Francisco, donde comienza a establecer las redes y los lazos afectivos de su nueva vida, naciendo en este momento dos amistades que marcarán su vida: con su primo Nathaniel Belasco, y con el joven Ichimei Fukuda, hijo menor del jardinero de la familia.

Estos tres personajes conectan muy rápidamente, pero con la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial, su amistad debe superar una dura prueba, en una serie de pasajes que suponen un testimonio muy interesante de los campos de concentración que se crearon en Estados Unidos para reunir a la población japonesa. Durante estos pasajes, el eje de la narración se traslada de las mujeres protagonistas (Alma en el pasado y en el presente, Irina en el presente) a Ichimei, convirtiendo al personaje, de manera indirecta, en cronista del episodio. A través de Ichimei, se da a conocer al lector una vida austera en los campos, sufriendo las penalidades de climas extremos, la cautividad y la escasez,  donde, sin embargo, puede nacer el amor, incluso entre enemigos.

Más allá del protagonismo narrativo que adquiere en estos pasajes, el personaje de Ichimei en sí mismo es una representación alegórica de Japón y del pueblo japonés: un profundo amor hacia la naturaleza, que le permite moldearla y hacerla crecer de la manera más hermosa; callado, silencioso y discreto en sus emociones y en su hacer, reflexivo y pragmático. Conforme avanza la novela, el personaje de Ichimei se perfila a través del amor que se profesan él y Alma, no obstante, esto no hace sino incrementar el aura misteriosa en torno a Ichimei. Mientras, por parte de Alma, el lector tiene un acceso cada vez mayor a sus inquietudes, a sus pensamientos y a su historia (todo ello reforzado por los momentos en los que se convierte en narradora, directa o indirectamente, del relato), por parte de Ichimei cada nueva información crea nuevas incógnitas, en una tendencia que se mantiene hasta el final mismo, donde este personaje resulta, en cierto modo (y en diversos niveles de lectura) fundamental, e incluso el aire de misterio que le envuelve perdura más allá del momento álgido del desenlace.

A consecuencia de todo esto, lo acertado del título, El amante japonés, que pone todo su acento en el personaje de Ichimei Fukuda, queda en evidencia una vez reposada la lectura, si bien durante la misma es fácil poner en tela de juicio el sentido velado de esta elección.

Isabel Allende sostiene la versión española del libro (fuente: blog de Isabel Allende).

Isabel Allende sostiene la versión española del libro (fuente: blog de Isabel Allende).

Isabel Allende crea una más que solvente novela en torno a la ancianidad, con reflexiones muy interesantes sobre la soledad experimentada en los años crepusculares, quizá canalizando en parte sus propias preocupaciones. No obstante, la narración se ve ensombrecida, y en ocasiones obstaculizada, por la historia de otro de los personajes principales, el de la joven Irina Bazili. Si bien al comienzo de la novela y durante buena parte de ella este personaje sirve para introducir la trama de Alma Belasco, y hace de hilo conductor para darle coherencia, justificación y avance, en la parte final absorbe en buena medida todo el peso de la obra, a través de una historia creada como trasfondo que, además de suponer un añadido excesivo, resulta una digresión considerable, que crea al lector una sensación de ruptura al tiempo que pretende aludir a otro tipo de problemáticas que sobrecargan el transcurso de la novela. Con ello, se percibe un intento de hacer que la acción y el protagonismo basculen de uno de los pilares narrativos (Alma) al que se pretende que sea el otro (Irina), quizás para subrayar un relevo generacional en el que Irina y Seth ocupen, metafóricamente, el lugar de Alma y su marido. Si bien este gesto resulta relativamente fallido, y en la práctica termina sobrecargando innecesariamente de tramas la narración, responde a un funcionamiento lógico y encaja de manera coherente en la historia.

A pesar de todo, el misterio construido en torno a la figura del amante japonés es demasiado intenso como para dejarlo pasar, y se perfila de cara a las navidades como una interesante propuesta para un regalo literario.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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