Revista Ecos de Asia

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This article was written on 14 Sep 2018, and is filled under Cultura Visual.

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“Kampung boy”, una infancia en Malasia

El tándem Amok Ediciones – Dibbuks sigue dando alegrías a los amantes del cómic y a los interesados en las manifestaciones culturales populares del Sudeste Asiático, esta vez con la publicación de Kampung Boy, segunda obra de esta sinergia tras El arte de Charlie Chan Hock Chye.

Portada de la edición española

No en vano, Lat es uno de los máximos exponentes del cómic de Malasia, así como del Sudeste Asiático. Nacido en 1951 en una pequeña aldea en Gopeng (Malasia), ya desde niño manifestó un gran interés por el dibujo y por la narración gráfica, creando cómics para sus amigos. Fue en los años setenta cuando empezó a consolidar su carrera como dibujante, colaborando con varias publicaciones, como Asia Magazine o New Straits Times, donde comenzó una serie denominada Escenas de la vida malaya.

Esta trayectoria condujo a la publicación, en 1979, de Kampung boy, una obra de carácter autobiográfico que narraba su infancia en una zona rural. Por aquel entonces, Escenas de la vida malaya había consagrado ya a Lat como uno de los autores más relevantes de Malasia, pero fue Kampung Boy la que le valió una proyección internacional, aunque siguió trabajando en la misma línea que en las obras previas a esta publicación, continuando su relación con el New Straits Times.

Lo cierto es que Kampung Boy fue además un punto de inflexión en la carrera de Lat. Su reconocimiento internacional le convirtió en el máximo representante del cómic malayo, abriéndole numerosas puertas tanto a colaboraciones culturales (realizó en 1993 un cortometraje animado, Mina Smiles, para la UNESCO) como a sinergias empresariales (entablando una colaboración con la marca japonesa Sanrio en 2009 para realizar un parque temático en Nusajaya).

De hecho, tras la incursión en el mundo de la animación con Mina Smiles, en 1997 se produjo una adaptación televisiva de Kampung Boy, y posteriormente Lat ha mantenido vínculos con proyectos de animación como un nuevo medio de expresión de su creatividad, siempre sin dejar de lado el cómic como medio principal.

 

En lo que respecta a la proyección internacional de Kampung Boy, son muchos los artistas de cómic del ámbito estadounidense que han defendido la importancia de esta obra, entre los cuales posiblemente destaque Matt Groening. El creador de Los Simpson (de plena actualidad tras el estreno en agosto de su última serie, (Des)encanto) ha manifestado en ocasiones su admiración por la obra de Lat, que considera “uno de los mejores libros cartoon de todos los tiempos”. Así reza en uno de los blurbs promocionales de la edición española, aunque debe aclararse que se trata de una declaración escogida como reflejo de uno de los mayores adalides de Lat en el ámbito estadounidense.

Pero, ¿qué es lo que convierte a Kampung Boy en una obra tan destacada y en un referente de una industria de cómic nacional? Sin duda alguna, la principal razón es el carisma que desprende la obra, la conjunción entre narrativa, dibujo y texto.

Y es que Lat concibe su obra de una manera muy personal, no solamente por tratarse de una autobiografía, sino también en el aspecto más artístico. El autor se enfrenta a las páginas de Kampung Boy de una manera que podría recordar más a un libro ilustrado que a un cómic propiamente dicho. Carece de una división en viñetas, dejando la página libre para disponer los elementos por toda su superficie.

Sin embargo, Kampung Boy no es un libro ilustrado, en buena medida debido a la extraordinaria habilidad de Lat para dotar de dinamismo y temporalidad a sus dibujos, empleando algunos recursos muy interesantes, como la secuenciación de un personaje en movimiento en un fondo estático (en lugar de la repetición de un mismo espacio con los progresos del personaje en varias viñetas).

En cualquier caso, a pesar de la gran calidad artística del álbum, no es este su único mérito. El retrato de la sociedad rural malaya de mediados de siglo XX que Lat lleva a cabo a través de sus memorias es muy valioso, especialmente desde un punto de vista occidental, como testimonio de una época. En este sentido, es extraordinariamente didáctico al respecto de las costumbres malayas, especialmente de aquellas que suponen ritos de paso y otras prácticas importantes para el individuo.

El estilo de dibujo empleado por Lat facilita la capacidad empática del lector, puesto que diseña los personajes de una manera muy simplificada, de modo que carecen de rasgos étnicos que puedan impedir que el lector se identifique con ellos. Por su parte, el texto narrado en primera persona facilita la conexión con el lector. Además, la universalidad de la perspectiva de la infancia ante la vida adulta supone otro importante factor a la hora de provocar empatía. Cualquier lector es capaz de extrapolar las peripecias de este pequeño Lat a sus propias vivencias. Muchas no serán similares y solo se basarán en los sentimientos que provocaba la situación, pero precisamente este aspecto permite un conocimiento mutuo.

La publicación española de Kampung Boy incluye un prólogo a cargo de Raúl Ramírez, profesor de Historia Contemporánea, que ahonda en la figura de Lat y en el impacto de la obra antes de ofrecer un panorama histórico que permita su contextualización y favorezca su comprensión. Queda de manifiesto el anhelo divulgativo de sus editores y su interés por ofrecer a los lectores no solamente un entretenimiento de calidad, sino también un producto cultural de calidad.

La edición que nos presentan Dibbuks y Amok Ediciones se reafirma en el cariño que ambas sienten hacia este proyecto. Es una elegante edición en tapa dura, con un formato apaisado que se adapta a la presentación original de la obra, y a un precio considerablemente ajustado que favorezca su difusión.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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