Revista Ecos de Asia

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This article was written on 16 Sep 2016, and is filled under Literatura.

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La estética del terror psicológico en Dark water de Koji Suzuki

Koji Suzuki es considerado uno de los escritores vivos más importantes del género de terror y ciencia ficción de Japón. En Occidente dio el salto a la fama con su novela The Ring, la primera que abriría su célebre trilogía Ringu y que fue llevada a la gran pantalla en 1998, de mano del director Hideo Nakata. El mismo Nakata sería el encargado en 2002 de filmar Dark Water, inspirada en la colección de relatos que Suzuki publicó en 1996. Precisamente esta colección de relatos ha sido traducida y editada recientemente, a finales de 2015, por la editorial Satori, especializada en literatura nipona. Con una maravillosa presentación, un interesante epílogo redactado por Jesús Palacios y la traducción a cargo de Rumi Sato, Dark Water nos permite acercarnos al terror psicológico de un autor que, para nuestra desdicha, ha sido traducido al español menos de lo que nos gustaría. Todo ello teniendo como nexo de las historias un elemento común: el agua.

Portada de la edición de Satori Ficción de la obra de Koji Suzuki: Dark Water.

Portada de la edición de Satori Ficción de la obra de Koji Suzuki: Dark Water.

Al igual que para otros escritores anteriores que Suzuki, como fue el caso del británico William Hope Hodgson y del norteamericano H. P. Lovecraft, el agua y los miedos que emanan de sus profundidades han sido tema recurrente en las historias de terror. A la hora de entrar a valorar la obra de Suzuki, cabe destacar cómo Japón y su condición de archipiélago han dejado su impronta en los artistas y escritores que han habitado sus tierras a lo largo de la historia. Fuente de vida, de sustento, el agua también se alza como protagonista de tragedias a cargo de tifones, remolinos, tsunamis… Todo lo que otorga lo arrebata, pero todo lo que arrebata, en ocasiones, lo devuelve. Al menos así parece entenderlo Suzuki, el cual, antes de embarcarse en su primer relato, Agua que se agita, uno de los más escalofriantes y cercanos a los tópicos de J-Horror, decide escribir un pequeño prólogo en el que narra el paseo matutino que dan una abuela y su nieta hasta un mirador que propicia una espectacular vista de la bahía de Tokio.

Grabado ukiyo-e de Hiroshige representando un remolino de Naruto.

Grabado ukiyo-e de Hiroshige representando un remolino de Naruto.

La abuela, alentada por su nieta, cuenta historias a ésta que inventa a partir de los innumerables objetos que son arrastrados por la corriente hacia la bahía. Ya desde el prólogo se advierte uno de los recursos recurrentes en la obra de Suzuki: lo “siniestro”. Lo “extraño” que emana de lo cotidiano, aquello que Freud llamó Unheimlich en su análisis de la categoría de lo “Ominoso”, y a lo que Suzuki tratará de aportar su sello personal en esta obra. Lo “extraño”, entonces, que aflora en lo familiar, en lo mundano y apacible que, poco a poco, cambia de cariz, de atmósfera. Las situaciones expuestas en Dark Water paulatinamente van oprimiendo a los protagonistas de sus historias hasta asfixiarlos, pero lo hace de un modo singular al que el lector occidental puede estar más o menos acostumbrado.

Fotograma de la película Dark Water de Hideo Nakata. Dicha película tuvo como base el relato Agua que se agita de Koji Suzuki.

Fotograma de la película Dark Water de Hideo Nakata. Dicha película tuvo como base el relato Agua que se agita de Koji Suzuki.

Al abordar la obra de Suzuki cabe preguntar: ¿qué tipo de clímax es el que plantea el japonés en Dark Water? Lo siniestro, entendido como aquello “distinto” que emana de lo apacible, ha sido recurso común del relato de terror euroamericano ya desde el XIX. El propio Freud analizaba en relación a lo siniestro uno de los relatos del célebre escritor E.T.A. Hoffman como ejemplo de sus teorías. En Lovecraft, al igual que en la mayoría de escritores del género, lo siniestro, en los términos freudianos está presente, aunque cabe destacar como, poco a poco, esta categoría evoluciona hacia el “Horror”, es decir, hacia aquel sentimiento carente de posibilidad estética en cuanto a que no permite reflexión alguna. El Horror, el miedo animal al que son sometidos los personajes de Lovecraft torna a las criaturas que lo provocan indescriptibles, impronunciables (Cthulhu, Shu-Niggurath, Cthylla, etc.) ¿Estamos con Dark Water ante un tipo de terror sobrenatural similar? Si pensamos en los recursos típicos del J-Horror, al ver la película The Ring, basada en la obra homónima de Suzuki, parece que sí, pero debemos recordar que las adaptaciones al cine en ocasiones son muy libres y que, si verdaderamente queremos conocer la obra del autor que las propicia, debemos acudir directamente a los textos. Es en el medio escrito en el que verdaderamente pueden desglosarse las peculiaridades del terror que Suzuki plantea.

Entonces, y siguiendo la comparativa con Lovecraft, ¿puede “pronunciarse” el miedo que emana de las “aguas negras” de Suzuki? La respuesta es no, pero no por los mismos motivos que en los relatos del norteamericano, sino todo lo contrario: si en las historias de Lovecraft aquello que generaba terror era demasiado horroroso como para ser descrito, en Suzuki no tiene ni tan siquiera por qué existir. Es este el punto en el que radica la genialidad del escritor nipón: tornar al terror “sobrenatural” en “psicológico”. Acostumbrado el lector al relato de terror “típico”, acaba siendo su propia mente la que “culmina el trabajo”, la que pone punto final al cuento y llena aquellos “vacíos” que quedan con su propia imaginación. Lo cierto es que, si se analizan detenidamente algunos de los relatos, como puede ser el citado Agua que se agita, con el que comienza Dark Water, aquello que se alza como núcleo del temor nunca llega a entrar en escena. Jesús Palacios, en alusión a las teorías de Rafael Llopis, describe la obra de Suzuki como “Cuento de fantasmas materialista”, es decir, lo sobrenatural, reinante en obras como la de los citados Hoffman y Lovecraft, por poner dos ejemplos, queda eliminado o, al menos, no es expuesto hasta sus últimas consecuencias. Lo sobrenatural es velado, oculto entre una trama que, al final del relato, lleva al lector a preguntarse si aquello de lo que huye el protagonista, aquello que teme, verdaderamente existe. Si se hace un balance racional, muchas de las situaciones que van derivando hasta provocar el pánico en los personajes a entrar en pánico podrían tener una explicación. Las “casualidades”, como que en el bloque de pisos donde se desarrolla la acción desapareciese hace años una niña, o la aparición de un zapato flotando a la deriva que sugiere que algún niño se ahogó por la zona, sirven de ingredientes a una receta que los propios personajes de los relatos empiezan a elaborar y que el lector acaba engullendo.

El título de la obra de Suzuki es sintomático a este respecto. No son “aguas contaminadas”, tampoco “aguas habitadas” o “venenosas”, son “aguas oscuras”, y, cuando en el mar que baña a un archipiélago como Japón no hacemos pie, ¿qué hay más aterrador que la imaginación?

Para saber más:

  • Almazán, David (ed.). Japón. Arte, cultura y agua. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004.
  • Freud, Sigmund. Lo ominoso (Obras Completas, Tomo XVII). Madrid, Amorrortu, 2001.
  • Hope Hodgson, William. La nave abandonada y otros relatos de horror en el mar. Madrid, El club Diógenes, 2006.
  • Lovecraft, Howard Phillips. Los mitos de Cthulhu (Rafael Llopis, ed.). Madrid, Alianza, 2012.
  • Suzuki, Koji, Dark Water. Gijón, Satori Ficción, 2015.
avatar Jaime Romero (3 Posts)

Graduado en Filosofía por la Universidad de Salamanca y Máster en Estudios Avanzados en Filosofía con especialidad en Estética y Teoría de las Artes por la misma universidad. En la actualidad realiza su tesis doctoral sobre estética del Neojaponismo en la Universidad de Salamanca, donde forma parte del Grupo de Investigación Reconocido en Estética y Teoría de las Artes.


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