Revista Ecos de Asia

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This article was written on 11 Ene 2017, and is filled under Literatura.

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La flor de la libertad I: la literatura coreana durante las primeras décadas del siglo XX

La literatura coreana es conocida por tener un pasado asentado en la tradición oral, como la mayoría de las culturas existentes; pero en comparación con otras grandes potencias asiáticas, como China o Japón, esta práctica ha sido más destacada en la península coreana debido a que no se creó una escritura propia coreana hasta mediados del siglo XV, usando hasta entonces caracteres chinos para escribir. Además, cabe mencionar que la mayor parte de la población coreana no sabía ni leer ni escribir, lo que aumentó la necesidad de continuar esta tradición oral.

De este modo, se crearon dos literaturas paralelas que convivieron hasta el siglo XVI. Por un lado, se encontraba la literatura escrita en chino, la cual estaba destinada a las altas clases sociales, y, por otro, estaba la literatura transmitida de manera oral en forma de canciones, favoreciendo así el aprendizaje y la memorización de éstas por las clases más pobres.

Así, la literatura coreana fue evolucionando lentamente mientras cultivaba los géneros del teatro y la poesía; pero, al final, llegó el momento en el que todas las tradiciones y el pasado literario coreano debían romperse, algo que llegó de la mano de las vanguardias.

Esta literatura “moderna” nacida a comienzos del siglo XX representa una ruptura casi completa con el pasado de su tradición literaria. Esto se debe a que los países del Extremo Oriente trataron de aceptar e imitar los ejemplos extranjeros que habían llegado a su continente a finales del siglo XIX. Por lo tanto, los coreanos empezaron a copiar y a reproducir la literatura europea de finales del siglo XIX, mientras que en Occidente la literatura siguió evolucionando hasta llegar al vanguardismo.

A todo esto, hay que sumar que, a pesar de su arranque tardío, la literatura moderna habría podido florecer fructuosamente si se la hubiera permitido madurar en un ambiente libre. Sin embargo, este brote literario fue congelado cuando el país coreano perdió su libertad al verse sometido a los nipones. La ocupación japonesa en 1905 y la anexión de la península coreana al archipiélago nipón en 1910 provocaron que el país no fuese libre para madurar artísticamente.

Durante treinta y cinco años, el brote que había sido congelado tuvo que encontrar otro lugar donde florecer y, por una serie de infortunios, lo hizo bajo la sombra del colonialismo japonés. Así, la autenticidad del pueblo coreano como nación fue anulada durante la primera mitad del siglo XX; incluso su idioma fue prohibido durante algunos años de su cautiverio debido a que era la encarnación y la manifestación de la tradición y la cultura del pueblo, algo que había que erradicar si se quería convertir a Corea en una colonia más del imperialismo japonés.

Además, los japoneses trataron de prohibir las manifestaciones culturales coreanas en las que había atisbos de nacionalidad; es decir, se intentó que el pueblo coreano dejase de lado sus tradiciones y aceptase las del archipiélago nipón. Un ejemplo de ello fue que los japoneses obligaron a los coreanos a cambiar su nombre al japonés. Finalmente, el coreano no desapareció, sino que se desarrolló lentamente junto a la flor literaria que había sido plantada a inicios del siglo XX.

De hecho, fueron los misioneros cristianos europeos quienes llevaron la semilla a finales del siglo XIX. Entre 1880 y 1905, los occidentales llegaron a las costas coreanas y llevaron consigo muestras artísticas y literarias que habían florecido en Europa. Fue así como los coreanos empezaron a conocer una literatura nueva, plantando en su país la semilla que estos misioneros les habían regalado, la cual acabó germinando bajo el clima frío, oscuro y hostil que impusieron los nipones años más tarde.

Los escritores, poco a poco, sintieron la necesidad urgente de reformarse y romper con la barrera autoritaria del régimen dinástico coreano. Así, queriendo estimular la modernización de su pueblo, se escribió la primera novela perteneciente a esta nueva corriente, Lágrimas de Sangre,[1] que proclamaba la idea de nación, denunciando las desigualdades que había entre las diferentes clases sociales, y que marcó el inicio de la literatura moderna coreana.

Gracias a esta obra, otros escritores se atrevieron a rebelarse contra el imperio nipón mediante la utilización de diferentes recursos narrativos. Así, el sufrimiento de las bajas clases sociales, la reutilización de formas culturales autóctonas y casi olvidadas, la exaltación de la nación, la aparición de personajes populares y de costumbres coreanas, el humor y las paradojas fueron las claves secretas con las que la literatura coreana evolucionó y se convirtió en algo único e indestructible.

Los primeros diez años de ocupación nipona son conocidos como la época de los pioneros, apareciendo ya entonces grandes nombres de la literatura coreana como pueden ser Choe Namsun[2] (1890-1957) y Li Kwangsu (1892-1950). Estos dos autores son conocidos por ser de los primeros en rebelarse contra el régimen nipón; así, Li Kwangsu creó una revista mensual conocida como Chicos en 1908, la cual aprovechó Choe Namsun para publicar sus poemas, como puede ser la publicación de Desde el mar para los chicos. En esta obra, el autor crea una técnica poco convencional, ya que emplea, por primera vez, el verso libre escrito en un lenguaje simple y coloquial.

Choe Namsun

Choe Namsun.

Li Kwangsu también fue el padre de la literatura coreana, ya que fue el primer autor en producir novelas con un nuevo pensamiento moderno. Los protagonistas de estas, pioneros de la modernización, anhelan aprender ciencias y filosofía, al igual que ocurrió en la Ilustración europea del siglo XVIII. Este deseo de modernidad y de poder formar un propio destino, será lo que más adelante dará lugar al Liberalismo y al Humanismo en Corea.

li-kwangsu

Li Kwangsu.

Ambos autores, además, fueron militantes del movimiento patriótico que pedía una Corea libre e independiente de regímenes externos. Así, Choe Namsun redactó La declaración de independencia, un escrito que provocó que millones de almas coreanas proclamasen la independencia de su país el 1 de marzo de 1919. Las protestas independentistas, iniciadas por los propios líderes coreanos, se extendieron rápidamente a Manchuria, Siberia, Shanghái y Japón; y, en ese mismo año, el gobierno provisional coreano se estableció en Shanghái, reivindicando desde allí la independencia de su país.

Imagen del movimiento independentista del 1 de marzo de 1919

Imagen del movimiento independentista del 1 de marzo de 1919.

Pero no todos los coreanos estuvieron en contra de la ocupación japonesa, ya que muchos estudiantes coreanos pudieron viajar a Japón y estudiar en sus mejores universidades. Fueron estos universitarios los que, en febrero de 1919, crearon una nueva revista en la que, al contrario que sus compatriotas coreanos, exaltaban y promovían la literatura japonesa y europea, abogando por la conciencia nacional y por el desarrollo de esta nueva literatura occidentalizada en su país de origen. Estos valores fueron recogidos en Creación, revista que nació en ese mismo año para promover esta nueva literatura en Corea.

Parece ser que esos valores cultivados en la revista Creación calaron profundamente en la población coreana. Poco a poco, el movimiento de esta nueva literatura se fue perfeccionando, forjando un estilo más riguroso. Así, junto a esta revista, se crearon Ruinas, en 1920, y Marea Blanca, en 1922. Las tres revistas fueron un refugio para los poetas que empezaban a sentir un espíritu moderno y cosmopolita en el que sus propias tradiciones coreanas empezaron a caer en el olvido, pues estos escritores coreanos empezaron a renegar de sus raíces. Este sentimiento fue provocado por los estudiantes que habían emigrado a estudiar a las universidades japonesas, pero también por el contacto de los estadounidenses que se encontraban tanto en Japón como en Corea y por el acercamiento de los misioneros europeos.

Estas dos nuevas revistas tuvieron, por supuesto, características bien diferenciadas. Por un lado, Ruinas fue una revista decadentista que se vio plagada de temas simbolistas originados a partir del principio del “arte por el arte”;[3] y por otro, Marea Blanca fue una revista romántica donde el dolor y el sentimentalismo fueron los protagonistas, dando lugar a historias de fantasía y de muerte. Así, mientras que unos escribieron acerca de la noche y de las pasiones ocultas, otros se centraron en describir la desesperación que sintieron los coreanos tras el fracaso de los movimientos independentistas de 1919, obligando a los escritores a viajar al mundo de la imaginación para poder plasmar por escrito sus verdaderos sueños y deseos sin que el autoritario régimen los censurase.

Aislados, exiliados y sometidos, cada artista hablaba un lenguaje único y privado, con su propia técnica y sus recursos, encontrando en el mundo sin límites de su imaginación todo tipo de expresiones, símbolos e imágenes con los que podían plasmar sus auténticos deseos que, aunque fugaces, daban al pueblo un poco de esperanza.

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Japanische Blutherrscháft in Korea escrito en 1923 y distribuido durante una conferencia de coreanos en Berlín. Se trata de un documento que empieza hablando del terremoto de Kanto de ese mismo año, y termina haciendo hincapié  en los malos tratos de los nipones a los coreanos.

Poco a poco la literatura fue enriqueciéndose con la llegada de nuevos escritores. Así, mientras que unos se dedicaban a viajar por su imaginación y a llorar desconsolados en sus escritos, otros dieron lugar a la literatura proletaria. Este nuevo movimiento literario de la izquierda proliferó en Corea entre 1924 y 1933 y fue usada para luchar por los derechos de las clases oprimidas y resaltar la necesidad de estudiar los nuevos conocimientos traídos desde Europa. Junto a este movimiento, en 1925 se creó la Federación Proletaria de Artistas Coreanos, una institución dedicada al uso de la literatura como medio para lograr los objetivos de la política de izquierdas; aunque al contrario que los poetas y escritores anteriores, éstos se dedicaron más a cultivar el contenido que la forma, transmitiendo mensajes claros y concisos.

Pero este movimiento únicamente abogaba por la modernización y la ruptura con la tradición coreana que tantos despreciaban, lo que acabó dando lugar a que en 1926 se crease otro movimiento literario, dirigido por Yang Chudong (1903-1977), con el objetivo de depurar a Corea de las innovaciones llegadas en el siglo XX y reanudar y enriquecer la cultura y la tradición nacional.

También se creó en esos años la Asociación Investigadora de la Literatura Occidental, pero esta institución no estuvo a favor de la literatura proletaria, sino que realizó una campaña en su contra. Esto fue debido a que, mientras que el movimiento izquierdista buscaba el avance del país por medio de los conocimientos llegados de Europa, la Asociación Investigadora de la Literatura Occidental buscaba estudiar la literatura europea para enriquecer la propia literatura coreana. De este modo, impulsó el crecimiento de la poesía pura.[4]

A pesar de todo, todos estos movimientos fueron definitivamente censurados en 1935 por las autoridades niponas. Además, la conquista de Manchuria por parte de Japón, y la ascensión del Nazismo en Alemania y del Fascismo en Italia, dieron lugar a una nueva era de terror entre el pueblo coreano. Fue entonces cuando la censura y las prohibiciones se hicieron más estrictas, provocando que los artistas no pudiesen expresarse libremente, sino que tenían que realizar obras artísticas para exaltar al régimen. El único campo literario que no fue tan controlado, fue el de la poesía pura, destacando autores como Chon Chiyong (1903-1950) o Kim Kirim (1909-1978), quienes se olvidaron del mundo occidental y se refugiaron en el mundo del subconsciente.

Poco después, en 1937, tuvo lugar el inicio de la guerra entre Japón y China, lo que dio lugar a que el pensamiento nacionalista coreano, es decir, el antijaponés, no fuese tolerado bajo ninguna circunstancia. Por tanto, todas las actividades literarias, artísticas, culturales y tradicionales fueron brutalmente perseguidas por los soldados japoneses, lo que acabó dando lugar al exilio de muchos escritores coreanos a los países vecinos.

Finalmente, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el idioma coreano fue prohibido completamente, e incluso se censuraron periódicos, revistas y asociaciones, ya que el régimen japonés no podía permitirse la libertad de expresión por parte de un pueblo que, ahora, se veía luchando en una guerra bajo las filas de su conquistador.

Líderes del gobierno provisional de Corea que se establecieron en Shanghái en 1919. Jugaron un gran papel durante la invasión nipona, reivindicando la independencia de Corea hasta 1945

Líderes del gobierno provisional de Corea que se establecieron en Shanghái en 1919. Jugaron un gran papel durante la invasión nipona, reivindicando la independencia de Corea hasta 1945.

Ya en 1945, con la derrota definitiva de Japón y la desmembración de su imperio, Corea pudo ser libre por fin. Fue entonces cuando surgieron dos nuevos movimientos literarios; uno de ellos defendía y recomendaba la restauración de la tradición, mientras que el otro quería seguir modernizándose y aprendiendo de la literatura europea. Al final, ambas corrientes se acabaron uniendo, pero esto duró poco, pues en 1948 comenzaron las discrepancias entre el Norte y el Sur de Corea, dando lugar a la Guerra de Corea (1950-1953) entre la República de Corea -Corea del Sur- y la República Popular Democrática de Corea -Corea del Norte- que acabó con la formación de dos países independientes.

A pesar de todo, esta triste historia del pueblo coreano dio grandes artistas que, por desgracia, el público europeo apenas conoce. La semilla llegada a Corea desde Europa a finales del siglo XIX, plantada a principios del XX y congelada con la ocupación nipona, creció y floreció, siendo sus semillas arrastradas por el viento a otros lugares de la península y dando lugar a nuevas flores que se convirtieron en un símbolo de esperanza. Una de ellas, posiblemente la más diminuta de todas, fue la que acabó dando lugar a uno de los movimientos literarios más importantes de todo el siglo XX en Corea, el Surrealismo; y, por ello, en el siguiente artículo se verá en profundidad el resultado de dicha flor.

 

Para saber más:

  • Lee, Peter. A history of Korean Literature. Cambridge, Universidad de Cambridge, 2004.
  • Sang, Yi. Yi Sang y otros narradores coreanos. Madrid, Verbum, 2013.

Notas:

[1] No se sabe exactamente ni la fecha ni el autor de la obra. Algunas fuentes la sitúan en 1906, siendo su autor Yi In-Jik (1862-1916), y otras en 1917, siendo entonces una obra escrita por Yi Kwangju (1892-1950).

[2] Los nombres coreanos tienen, en español, diferentes formas de escritura. Por ejemplo, Yi Sang puede aparecer como Ii Sang, Lee Sang o Li Sang. Por lo tanto, los nombres que aparezcan escritos en este artículo pueden aparecer escritos de otro modo.

[3] La expresión “arte por el arte” es un principio estético que implica el individualismo, es decir, es una expresión utilizada para referirse a la libertad del arte o del artista.

[4] Se trata de un término estético en el que se encuentra la poesía de entreguerras (1918-1939), y se utiliza para referirse a la poesía que combatía el decadentismo de la época. Así, este tipo de poesía daba lugar a crear nuevos lenguajes, explorando e indagando en la idea de la existencia humana a partir de las crisis y destrucciones del ser humano y del mundo.

avatar Daniel Rodríguez (208 Posts)

Profesor de Geografía e Historia. Graduado en Historia del Arte en la Universidad de Oviedo, con un Máster Universitario en Estudios en Asia Oriental cursado en la Universidad de Salamanca y otro Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato y Formación Profesional en la Universidad de Oviedo. Ha trabajado para el Museo Arqueológico de Asturias, la sala de exposiciones LAUDEO, la Universidad de Salamana, Satori Ediciones y la Academia Formación Sagan.


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