Revista Ecos de Asia

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This article was written on 13 Dic 2018, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Meiroku Zasshi: Ilustración y liberalismo en Japón

Si hay un período de la historia japonesa que suscite pasión, tanto por los historiadores como por el público en general que se interese por la cultura e historia nipona, es el período Meiji. Dicha etapa se centra en el proceso de modernización de Japón y en su apertura con las naciones occidentales. Gracias a esta apertura pudieron llegar las ideas provenientes de Europa, especialmente las que se referían a los derechos individuales tales como la libertad de expresión, inclusión para todas las clases sociales o un nuevo modelo de Estado con diferentes cámaras de representantes. Todo ello gracias a la ayuda de la “Sociedad Meiji Seis” y a su revista: Meiroku Zasshi. Tras la reforma de la lengua japonesa Kokugo kokuji mondai,[1] la divulgación de nuevas ideas fue mucho más fácil al hacer la lengua japonesa mucho más flexible y proclive a la incorporación de nuevos vocablos de carácter jurídico y filosófico, ayudando a la transformación de la sociedad nipona. Meiroku zasshi se convirtió así en la revista de los ilustrados y libres pensadores, aunque como se explicará al final del artículo, cayeron en completo desuso tras la proclamación de la Constitución Meiji del 29 de noviembre de 1890. Sus principales miembros fueron: Fukuzawa Yukichi, Kato Hiroyuki, Mori Arinori, Mitsukuri Rinsho, Nishimura Shigeki, Mitsukuri Shuhei, Nakamura Masanao, Nishi Amane, Sugi Koji y Tsuda Mamichi.

La promulgación de la Constitución Meiji. Toyohara Chikanobu.

La repercusión de la Revolución Francesa y la Ilustración dejaron huella no solo en la transformación del sujeto -ahora entendido como ciudadano- también en una profunda reforma de la sociedad que desembocó en la desaparición del sistema del Antiguo Régimen. La filosofía propuesta por el racionalismo influyó en tantos aspectos y revolucionó el mundo filosófico transformando por completo la historia de las ideas políticas. En la Revolución Francesa es una pequeña élite la que se organiza con el pueblo para cambiar el orden establecido, con sus diferentes etapas y de manera bastante violenta. En este caso hablamos de una revolución, pero el caso japonés, es significativamente diferente. Los señores feudales japoneses tuvieron una gran visión de futuro al percatarse del problema antes de tiempo. También es cierto que las diferentes misiones que enviaron años anteriores a Europa, con el fin de aprender de su jurisprudencia, modelos de Estado, economía o ciencia, les posicionó en una perspectiva favorable. Es justo por esto que en Japón hablamos de restauración en vez de revolución. Fue una parte de la élite la que viendo peligrar su riqueza y posición, lleva a cabo ciertos procesos para la transformación de Japón, y para ello, era necesario contar con la figura del emperador, junto con la reforma profunda del Estado y las formas de vida del pueblo japonés.

El Siglo de la Luces o Ilustración fue un ejemplo a seguir especialmente tanto en cuestiones relativas a la educación de la ciudadanía como para definir un modelo de Estado y, sobre todo, establecer una diferencia entre un ciudadano civilizado e incivilizado. Para referirnos a la Ilustración en Japón es necesario remarcar el término Bunmei Kaika,[2] Civilización e Ilustración, el cual hay que concretar: En primer lugar se refiere a una parte concreta del período Meiji -concretamente  desde 1870 hasta 1880-; en segundo lugar denota una etapa en la que llegaron a Japón desde Occidente una serie de productos tan diversos como la alimentación, ropa, arquitectura y costumbres; tercero una difusión de ideas políticas que tuvieron un nexo en la creación de un nuevo modelo de ciudadano más educado y moderno; por último, fue la etapa en la que la Ilustración se llevó a cabo gracias a un espíritu racionalista, pragmático y de carácter empirista en cuanto a las ciencias se refiere.[3] La cuestión relativa al uso de la razón y la libertad propio de este momento llevó a ciertos intelectuales japoneses a proponer una serie de reformas para la nación japonesa. El desarrollo del criticismo y el empirismo científico propuesto por filósofos como John Locke tuvieron una gran aceptación entre los pensadores que se reunieron en torno a Meiroku Zasshi. Uno de los casos más importantes fue el de Nishi Amane que utilizó la epistemología propuesta por el positivismo para atacar la visión y organización de las ciencias propuesto por el neoconfucianismo y que le permitió escribir su propia enciclopedia titulada Hyakugaku renkan.[4] Meiroku Zasshi y los académicos que se reunieron en torno a ella fueron de especial interés para el liberalismo, llegando a ocupar diversas carteras algunos de sus miembros durante la primera parte del período Meiji. Esta sociedad tuvo una gran influencia no solo por sus propuestas para modernizar Japón, sino más bien, por garantizar una aplicación de una serie de argumentos y diálogos que definieron diversos modelos de progreso, libertad individual, modos de vida y modelos de Estado y gobierno.

La moralidad fue uno de los temas más recurrentes y principales durante el período Meiji. En la atmósfera de la “supervivencia del más fuerte” y los disturbios que atravesaban todo el país, el tema de la moralidad era algo completamente esencial. Dentro de este contexto tan conflictivo nace Rinrigaku: la nueva forma de entender la moral, completamente separada de principios religiosos y como disciplina académica relacionada con la “ética”. Esta disciplina se incorporó en la Universidad de Tokyo en 1893, dando lugar a una nueva especialidad dedicada al estudio de la moral. En un primer momento los académicos de esta disciplina defendían una articulación burocrática y más represiva del Estado con el objetivo de promover una moral nacional y más racional. Siempre con la vista puesta en alcanzar niveles superiores de civilización. Los primeros filósofos de Rinrigaku, también enfatizaron en el uso de la razón, la observación, la crítica al empirismo y la experimentación como metodología para la comprensión de la idea de bien. Rinrigaku estableció los límites, términos y problemas para delimitar el discurso moral que estuvo marcado por la cohesión y unión social, el sacrificio por el bien común o la supervivencia del Estado, preservando los valores nacionales. Estos cambios promovieron la aparición de nuevas clases sociales, diferentes concepciones del sujeto, una rápida industrialización y una gran capacidad económica y social en tiempos de guerra. Los estudiosos de Rinrigaku definieron en 1880 “el bien” en términos de poder estatal y orden social. Si hay un filósofo por excelencia que propusiera una moral completamente liberal es Nishi Amane. En su Teoría de los Tres Tesoros encontramos un exponente más del desarrollo individual fomentado en la búsqueda de la riqueza, el progreso y el cooperativismo. En otras palabras, sería la ética perfecta para el Estado del bienestar, porque habla de salud, riqueza y educación como base para la libertad individual y el progreso en términos muy próximos al que hemos definido hoy en día. Esta moral es utilitarista porque parte de la idea del bien general y liberal porque permite desarrollar ciertos derechos sobre el individuo que lo transforman en sujeto jurídico y en ciudadano.

(Rinrigaku)

Durante los primeros años del gobierno Meiji, se introdujeron numerosos cambios que fueron una transformación revolucionaria de la sociedad nipona: se reconoció la igualdad entre todas las clases, la abolición de la vestimenta feudal, la reforma del calendario, las escuelas estatales, libertad a la hora de escoger ocupación, etc. La pregunta relevante llegado este punto sería la siguiente: ¿Cómo es posible caracterizar a la Restauración Meiji como una revolución burguesa cuando no fue dirigida por la burguesía? Algo parecido sucedió en la Revolución Francesa, fueron los pequeños burgueses apoyados de una masa que esperaba garantizar sus derechos los que se unieron a la causa. En el caso japonés sucede lo siguiente: es una clase social mercantil en potencia -si lo entendemos en el estricto sentido aristotélico de acto y potencia- llena de posibilidades y proyecciones de futuro muy positivas la que se percata del peligro de quedarse atrás en cuanto al progreso se refiere, pudiendo perder su independencia política y económica. Era una clase social mercantilizada -la burguesía comercial y financiera- con grandes expectativas de crecimiento, además de conquistar ciertos derechos sociales propios de la nueva forma de gobernar que se estaba extendiendo por todo el mundo. Esta burguesía comercial y financiera era también potencialmente una burguesía mercantil, tan solo había que esperar una o dos generaciones para ver sus frutos. Aunque la Restauración Meiji fue una restauración desde arriba, fue especialmente notoria desde abajo, despertando en las clases más desfavorables una expectativa de vida mejor. Un ejemplo de ello fueron las constantes sublevaciones y la conquista de los derechos de la mujer. Por otro lado, la Constitución Meiji de 1889 tuvo un marcado aparato estatal represivo, basado en el modelo de la Alemania imperial. Se adquirió un sistema familiar doméstico, donde se adoptaron valores confucianos de la clase samurái: tomando el ejemplo del emperador como gobernador absoluto, el marido era en el hogar algo similar.

   Para poder realizar una transformación de la sociedad y asentar las bases para una burguesía industrial fueron necesarias tres cosas esenciales: simplificar la lengua para una mejora de la comunicación y difusión de ideas (principalmente de carácter político y nacionalista), educar a la ciudadanía y establecer un sistema de gobierno y modelo de Estado que favoreciera la idea de progreso que vino de Occidente y, lo más importante, centralizar ciertas fuerzas en el Estado para adquirir un modelo del mismo basado en la Alemania imperial de Bismarck o la incorporación del código de leyes francés. ¿Cómo es posible esto? Es decir, que sucedió para que después de haber transmitido modelos que actualmente son más democráticos -en su sentido más participativo- y valores tan seguros para mantener estos sistemas -me refiero a la educación o sanidad- pero sin embargo se estableció un modelo más centralizado, oligarca y poco democrático. ¿Acaso intentó parecerse tanto Japón a Occidente que no quiso dejar de ser un Imperio más con ansias expansionistas?

Para saber más:

  • Heising, James W., Kasulis, Thomas P., Maraldo, John C., Bouso García, Raquel. La filosofía japonesa en sus textos. Barcelona, Herder Editorial, 2016.
  • Reitan, Richard M. Making a Moral Society: Ethics and the State in Meiji Japan. Honolulu, University of Hawaii Press, 2010.
  • Jansen, Marius B. “The Nineteenth Century”, The Cambridge History of Japan, vol. 5, 1989.
  • Braisted, William R. Meiroku Zasshi: Journal of the Japanese Enlightenment. Cambridge, Harvard University Press, 1976.

Notas:

[1]国語国字問.

[2] 文明開化.

[3] Havens R.H.”Comte, Mill, and the Thought of Nishi Amane in Meiji Japan”,  Thomas Journal of Asian Studies, febrero de 1968, p. 217.

[4] 百学連環

avatar Juan Ignacio García de las Peñas (3 Posts)

Doctorando en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Ha centrado su investigación en la figura del filósofo japonés Nishi Amane y sus relaciones con el positivismo y el utilitarismo junto con la ética, moral y política en el período Meiji. También tiene un Máster Universitario en Formación del Profesorado por la Universidad CEU San Pablo. Es un apasionado de la literatura en general, de Japón y de la investigación filosófica.


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