Revista Ecos de Asia

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This article was written on 24 Nov 2014, and is filled under Literatura.

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MUSASHINO de Doppo Kunikida.

xLa literatura japonesa nunca ha estado tan de moda como ahora. Este mismo año el Nobel de Literatura ha estado cerca de caer, por tercera vez, en la tierra de los kami gracias a la popular obra de Murakami. Numerosas editoriales, incluida la que nos trae la lectura de hoy, han respondido a la demanda creciente de los clásicos y noveles autores japoneses que reclaman sus lectores. Gracias a esto cada vez es más común poder encontrarse en nuestras librerías apartados dedicados a la literatura japonesa donde se exponen  las obras de las letras niponas.

Aún con todo, la literatura japonesa en nuestro país, salvo honrosas excepciones, no ha gozado del interés de las mayorías y por ello son, a día de hoy, escasas las obras traducidas a lengua castellana directamente desde el japonés.  Este volumen publicado por Ardicia editorial podemos decir orgullosamente que lucha contra esta situación. La traducción es impecable y ha sido llevada a cabo por Fernando Cordobés y Yoko Ogihara, un español y una japonesa que se aseguran que la adaptación cubra todos los matices, que normalmente tienden a esfumarse   con el cambio de lengua. Y los matices son clave en Mushashino.

Este texto no es una novela al uso, sino que se trata de una colección de relatos publicada por vez primera en 1898, ya hace más de un siglo. Para salvar mejor la distancia temporal, geográfica y cultural que se sitúa entre el lector hispanohablante y el libro, este volumen cuenta con una introducción que explica breve y certeramente el momento literario en el que se escribió esta, además de encuadrar en las siempre rígidas, pero aun así útiles, etiquetas literarias de la obra y el autor. Considerado por los académicos como un representante de la corriente del Naturalismo Romántico japonés, Kunikida pertenece a una escuela que se recreaba en la visión romántica en cuanto a que veían la Naturaleza como una manifestación divina y como tal querían imitarla fidedignamente.  Pero las etiquetas siempre reducen demasiado la realidad y en el caso de este autor tenemos que adentrarnos un poco más en su vida y obra para realmente apreciar su personalidad literaria.

Doppo Kunikida  estudió Filología Inglesa en la Universidad de Tokio, por lo tanto era perfectamente consciente de las novedades y formas de la literatura inglesa de su época y anteriores. Esto unido a una azarosa vida en la que trabajó de manera intermitente como reportero y dando clase en distintos centros de enseñanza, ya que el oficio de escritor entonces, como tampoco lo es ahora, no era suficiente para mantenerle. En su obra se refleja su espíritu profundamente romántico, pero que desea conocer la verdad objetiva de una naturaleza que le fascina. Los misterios del universo y la existencia humana han de tener una explicación y la busca sirviéndose  de grandes obras literarias.  No rechaza lo anterior siendo que tanto autores occidentales -Wordsworth, Turguévev y Tolstoi- como literatura clásica china y japonesa son influencias reconocibles y reconocidas en su trabajo. Y es que Kunikida trabajó y vivió en una época de mestizaje y aperturismo, la era Meiji, en la que su literatura era un instrumento catártico que reconstruía las inquietudes, temores, esperanzas y el desquiciamiento de toda una generación de japoneses que nadaban entre las aguas de la “modernización” occidental y la idiosincrasia tradicional japonesa.

Del apelativo de “naturalista” en su obra podemos ver a la gran y omnipresente naturaleza, la naturaleza que tiene el papel  protagonista en las artes de Japón y en los japonismos occidentales. Cualquier manual de literatura japonesa  se recreará en la especial relación que tienen los habitantes del archipiélago con los fenómenos naturales que protagonizan su religión autóctona, su poesía, su arte, su literatura, y el primer relato de esta obra que, sin dejar de lado las referencias literarias al Japón tradicional (haikus y relatos épicos como el Heike Monogatari) y a la literatura contemporánea. Insiste en una naturaleza divina que lo llena todo y eleva la existencia del protagonista a un terreno poético, no exento de cierta melancolía.

En esta naturaleza de inspiración divina hay, también, un lugar para un naturalismo, siguiendo la estela de los autores europeos que cuarenta años antes habían trazado Zola o Dostoievski. Pero sin caer en las reclamaciones políticas de las obras de estos. Kunikida  explotaba más la vertiente humanista de la literatura naturalista y hablaba de la vida rural, el hombre en las pequeñas comunidades, el hombre en la ciudad, el hombre en el mundo  en definitiva.

La parte de romántico, sin embargo, es puramente occidental e introduce en su obra elementos insólitos para Japón. Junto con toda una generación de literatos, verá el lector la presencia de un nuevo Estado, de la recientemente adquirida libertad, individualismo, subjetividad, amor romántico, identidad social… serán protagonistas de nuevo cuño que se unirán al sedimento japonés compuesto por la belleza de lo efímero, la de lo pobre, viejo, desgastado e imperfecto.

Los personajes de la literatura occidental, los malditos, los inconformistas, idealistas y desplazados por la sociedad, gente que no encajaba en un mundo humano entran, en el mundo de Musashino. Sus personajes desean y temen a la occidentalización por partes iguales, en especial en el último capítulo donde con la excusa de una reunión casual de hombres se ponen sobre la mesa las grandes cuestiones de la literatura humana de su época, tanto a nivel nacional como internacional: el idealismo, el realismo y el amor romántico. ¡Ay el amor! Puebla las páginas de todos los románticos, y Kunikida es uno de los empedernidos. El suyo, es un amor trágico, maldito e idealizado. El autor tuvo su dosis personal de tragedia en el terreno de las mujeres, casado y divorciado dos veces jamás consiguió consumar un ideal romántico, como jamás llegaron a consumarlo sus personajes que pierden a sus amores en manos de la muerte.  Este es un amor solo posibilitado por la nueva individualidad llegada desde Europa, que funciona tan trágicamente cómo funcionaba en el Viejo Continente. Nuestro desgraciado autor no pudo alcanzar el amor sublime, ya que muere de tuberculosis en 1908 con tan solo diez años de escritura a sus espaldas.

 Su obra no es un ejemplo de victoria ni de perfecta amalgama, no dejará en el lector una sensación de plenitud. Pero en ella Kunikida  busca un atisbo de reconciliación entre el hombre y la naturaleza, entre los ideales y la realidad, lo extraordinario y lo común.

Para saber más:

  • Kunikida, Dopo. Musashino. Madrid, Ardicia, 2014.
  • Cabezas, Antonio. La literatura japonesa, Madrid, Ediciones Hiperión, 1990.
  • Rubio, Carlos. Claves y textos de la literatura japonesa. Una introducción, Madrid, Cátedra, 2007.
  • http://www.ardiciaeditorial.es/libros/musashino/
avatar María Galindo (40 Posts)

Estudió la Licenciatura de Historia del Arte y un Máster de Estudios Avanzados especializándose en Arte Extremo Oriental en la Universidad de Zaragoza. Trabaja como profesora de Historia del Arte, cronista, divulgadora y conferenciante. Actualmente, sigue formándose en la Universidad Complutense de Madrid cursando un Máster de Gestión del Sector creativo y cultural.


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