Revista Ecos de Asia

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This article was written on 28 Abr 2015, and is filled under Cultura Visual.

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¿Podemos ser héroes?: Nación, Religión y Femineidad en las nuevas superheroínas de Oriente Medio I

No cabe duda que los envites y debates de las diferentes problemáticas del mundo islámico se han convertido en algunos de los conflictos internacionales más importantes de las últimas décadas. El vasto complejo de mareas ideológicas y sociológicas conocidas como “Primaveras árabes” que han tenido lugar durante estos últimos años abrieron los ojos de Occidente a golpe de revueltas, que tuvo que reconocer reconocer que el inmenso mundo musulmán era mucho más que el manifestado en elementos traumáticos para la democracia occidental, como la Revolución Cultural Iraní, la Guerra del Golfo o, especialmente, los atentados del 11-S.

A día de hoy, la recentísima emergencia del Estado Islámico hace que buena parte de planeta no-musulmán se haya olvidado de muchos de los logros y características de aquel sexto del planeta que sí lo es, y que deje de prestar atención a otros fenómenos culturales y sociológicos emergentes, que mucho tienen que ver con temáticas tan caleidoscópicas, importantes e interesantes como la emancipación nacional, la lucha por los derechos de la mujer o el derecho a la libertad de expresión. Y, quizás, uno de los más curiosos, complejos y a la par atractivos sea la emergencia de un fenómeno tan aparentemente contradictorio como necesario: la aparición y consolidación de la superheroína musulmana, que llega en un momento de fuerte empoderamiento, tanto para la mujer como para la religión.

Cada vez son más numerosas y variadas las superheroínas de trasfondo musulmán.

Cada vez son más numerosas y variadas las superheroínas de trasfondo musulmán.

Se trata este de un tema en el que confluyen aspectos tan importantes como el papel y la representación de la mujer (específicamente, de la mujer musulmana) en dos ámbitos considerados predominantemente masculinos, como el universo del cómic o los sistemas hetero-patriarcales islámicos -cuya naturaleza dominantemente masculina confrontaremos después-. Teniendo cada vez más vigente la problemática de las representaciones figurativas -sin entrar a debatir sobre la licitud de la sátira o la corrección política- y de la inferencia y omnipresencia de la religión en la vida cotidiana, es especialmente importante reflexionar sobre la manera en la que el cómic y algunos productos relacionados (en el caso que nos atañe, series de televisión, aplicaciones y juegos) son unas de las maneras más poderosas de difusión de ideas, en particular si tenemos en cuenta cómo muchos de ellos se valen de la importancia de la imagen para la difusión de un mensaje entre personas con un bajo nivel de educación -niños, adolescentes o incluso analfabetos adultos-.[1]

Burka Avenger es la primera y más exitosa serie animada de Pakistán, destinada al público infantil.

Burka Avenger es la primera y más exitosa serie animada de Pakistán, destinada al público infantil.

Antes de entrar a considerar los diferentes ejemplos de superheroínas musulmanas aparecidas en los últimos años, cabe hacer unas consideraciones generales sobre la historia y el mercado del cómic, especialmente del de superhéroes. En primer lugar, debemos tener en cuenta que en los últimos años se ha enriquecido y diversificado el mercado gráfico mundial: si bien la producción norteamericana sigue siendo la predominante, otras industrias particularmente fuertes, como la francófona o la japonesa, tienen ahora fuertes competidores en determinados territorios de Asia y el Norte de África. Como ya comentamos en una ocasión, la prensa ilustrada tuvo una tardía pero importante aparición en el mundo musulmán, estando sus focos principales en Egipto, Turquía e Irán, aunque por lo general la historia del cómic islámico ha sido bastante oscura e irregular. Sin embargo, el impulso capitalista y globalizador ha facilitado durante estos últimos años, no solo la difusión del cómic extranjero en el Mundo Árabe (acaba de celebrarse en Kuwait la segunda edición del Middle East Film & Comic Con, proclamada la única Comic Con de Oriente Medio), sino la aparición de unos mercados nacionales que responden a determinadas necesidades culturales antes desatendidas.

Material promocional de la Comic Con de Kuwait.

Material promocional de la Comic Con de Kuwait.

Antes de lanzarnos a nuestro análisis, debemos advertir que es incorrecto e imposible hablar de un “mercado musulmán” -más allá de que el Islam esté presente en los cinco continentes y entre las más diferentes culturas-, pues existen además diferentes industrias gráficas y culturales, como la india, la indonesia, la filipina o la israelí, que se mueven en ambientes en los que la religión islámica tiene un peso enorme, pero que no están sometidos a la misma presión ni legislación religiosa que la de otros países; es esencialmente el idioma lo que generará, en este caso, un determinado marco cultural. En nuestro análisis hablaremos de una serie de producciones y personajes que afectan, especialmente, a dos ámbitos conflictivos: el corredor árabe-saudi (del que excluiremos, por motivos geográficos, a Egipto, otro de los mercados importantes) – en el que el medio de expresión será la lengua árabe y que ha sido considerado tradicionalmente como el más conservador, aunque afín políticamente a Occidente- y el afgano-paquistaní -especialmente (im)popular en el imaginario colectivo como consecuencia del gobierno y la inferencia talibán.

En cuando a los creadores de estas superheroínas musulmanes, existirán prácticamente todas las combinaciones posibles: hombres y mujeres, orientales y occidentales, religiosos (practicantes ortodoxos y no) y laicos, que trabajan dentro o fuera de sus países, y cuyas trayectorias profesionales son más que diferentes. La lista de posibles interacciones entre estos factores dibuja un elenco variopinto de superheroínas cuyas características son tan variadas como su público: algunas se dirigen al mercado adolescente y adulto occidental, mientras que otras intentan ocuparse de este mismo nicho en Oriente, aunque existen también personajes dirigidos a un público infantil.

En cuanto a las mencionadas heroínas, provienen de países tan diferentes como Pakistán, Irán, Yemen o Turquía, y sus posturas sobre diferentes aspectos relacionados con la religión -especialmente el que concierne al atuendo- tampoco podrían ser más variadas; en algunas historietas el elemento religioso será apenas contextual o se inferirá del nombre y aspecto de la heroína, mientras que en otras como The 99 el Islam jugará un papel esencial en el argumento.

Un nutrido grupo de diversos superhéroes y superheroínas conforman The 99.

Un nutrido grupo de diversos superhéroes y superheroínas conforman The 99.

Dust, de X-Men, será rescatada por Lobezno en Afganistán.

Dust, de X-Men, será rescatada por Lobezno en Afganistán.

En la emergencia de estas figuras confluyen varios fenómenos. Por una parte, existe un interés cada vez más grande de Occidente por las mujeres musulmanas -producido habitualmente con una intención (más o menos paternalista) de denuncia-; la represión que las mismas sufren en no pocos regímenes musulmanes hace que se ponga el grito en el cielo y se denuncien los incontables acosos y crímenes machistas que tienen lugar contra las mismas. Este mismo sentimiento aparece también en buena parte del marco musulmán, encontrándonos en un momento muy importante para el desarrollo del feminismo islámico. Existen muchas posibles lecturas sobre el emergente protagonismo y visibilidad de la mujer musulmana, que van desde la férrea voluntad de denuncia a la identificación colonialista del Otro -de Oriente, en este caso- con una figura femenina, habitualmente considerada como débil y, por ello, como “rescatable” por Occidente. Pero, ¿qué sucede cuándo son ellas las heroínas que nos rescatan?

Por otra parte, la adopción de la narrativa y los arquetipos de superhéroes y superheroínas es esencialmente un producto de la globalización, y, aunque modelado en un principio en base al modelo norteamericano, puede ser -y ya ha sido- adaptado y reinventado para servir a los diferentes pronósticos nacionales, culturales, y, lógicamente, religiosos, de especial vigencia en los territorios que nos atañen.

¿Es este un mundo de hombres?

Tradicionalmente se ha considerado que tanto el universo islámico como el de los cómics de superhéroes son dos territorios eminentemente masculinos y falocéntricos, en los que las mujeres están apenas presentes de una manera marginal, dependiente, en suma manera, de la “mirada masculina”, que relega sus valores y funcionalidad a la mera objetualidad. Son estos unos usos y conceptos que, aunque de facto presentes, se oponen a la génesis misma tanto del Islam como del propio héroe moderno. Y es que este concepto de “mirada masculina” ya ha sido contestado en varias ocasiones.

Kahina the seer, aliada de  Aquaman, y de supuesto origen iraní.

Kahina the seer, aliada de Aquaman, y de supuesto origen iraní.

Por ejemplo, en el ámbito religioso, no debemos olvidar que incluso en algunos de los sistemas más represores para con la mujer – como el Irán post-revolucionario –, las Bellas Artes (y con ellas, el universo gráfico) han sido consideradas como uno de los cotos delimitados en los que la mujer podía aplicar sus capacidades técnicas e intelectuales; el Arab Museum of Modern Art de Doha (Qatar) -uno de los pocos ejemplos del tipo en Oriente Medio- gran bastión del arte contemporáneo en la región, está dirigido esencialmente por mujeres. Por otra parte, quizás haga falta recordar que la mayor parte de portavoces internacionales de países islámicos, especialmente de aquellos que peor han tratado a la mujer, en estos últimos años han sido casi siempre mujeres: valga como ejemplo Benazir Bhutto, que en 1988 ganó las primeras elecciones democráticas de Pakistán (país que durante el segundo mandato de la misma vería la emergencia talibán), o de Malala Yousafai, que en 2014 se convertía en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos de las niñas en el Pakistán dominado por los talibanes.

Janissary, una doctora turca, será aliada de Wonder Woman y luchará contra lo que intentan devolver su país a la oscuridad.

Janissary, una doctora turca, será aliada de Wonder Woman y luchará contra lo que intentan devolver su país a la oscuridad.

En cuanto a la idea de que el superhéroe es, por antonomasia, varón y de origen anglosajón, es un concepto al que deberíamos renunciar, pues, aunque fue la industria norteamericana la que sentó la mayoría de arquetipos al respecto, los primeros superhéroes aparecieron precisamente fuera de este mercado,[2] y la aparición de la superheroína apenas se retrasó unos años con respecto a sus congéneres masculinos. Las primeras superheroínas surgieron ya en 1940, aunque durante este primer periodo -caracterizado por la propaganda y la implicación bélica-  pocas son verdaderamente protagonistas de sus historias, con la notable excepción de Wonder Woman (1942), que, todavía hoy, constituye un icono al respecto. A partir de la década de los 50, se crearían muchos contrapuntos femeninos a personajes populares (Batgirl, Superwoman), y durante la década de los 60 se generalizarían las figuras femeninas dentro de los equipos de superhéroes. Habría que esperar a los equipos grandes, como los X-Men, para llegar a ver un desarrollo mínimamente igualitario de figuras femeninas cuya personalidad no responda a clichés machistas o que no se definan conforme a sus compañeros masculinos, una tendencia que continúa en alza hoy en día, coincidiendo con las políticas de igualdad de género en la industria.

El vientre de Jalila, protectora de la Ciudad de todas las fes (Jerusalén), fue censurado en Egipto, su principal mercado.

El vientre de Jalila, protectora de la Ciudad de todas las fes (Jerusalén), fue censurado en Egipto, su principal mercado.

En el caso particular que nos concierne, cobra una especial importancia la representación sexualizada de las heroínas, y que, aunque cuenta con excepciones y afecta igualmente a gran parte de los ejemplos masculinos, ha sido la tendencia desde su aparición hasta la actualidad. Los uniformes ceñidos y elásticos – tan supuestamente útiles para la actividad física del superhéroe – entraban en conflicto teórico con el precepto de la modestia en el vestir del Islam, algo que ha sido resuelto de diferentes maneras; por otra parte, prendas como pañuelos, velos o burkas, consideradas por la mayor parte del público secular como represoras para la mujer, resultan especialmente útiles para la función de proteger la identidad secreta de las superheroínas. Sobre su uso también han corrido ríos de tinta y veremos muy distintas aplicaciones de los mismos. Diferentes autores realizarán diferentes representaciones, en los que el factor de la vestimenta y la cubrición jugará un papel mucho más importante que el de la mera provocación, permitiendo establecer un complejo debate en torno a las ideas de conformismo y empoderamiento.

La nueva Mr. Marvel, Kamala Khan, es de Nueva Jersey.

La nueva Mr. Marvel, Kamala Khan, es de Nueva Jersey.

En esta tesitura, y quizás dentro de una evolución más distendida de las “primaveras árabes” y de un proceso multilateral que integra visiones orientales y occidentales, así como laicas y espirituales, han aparecido toda una serie de figuras femeninas que están ayudando a reflexionar de muy diversas maneras sobre nación, poder y género y diferentes estados; un tipo de figura emergente sobre cuya representación, significación, intencionalidad y funcionalidad se hace necesario debatir en una serie de artículos.

En primer lugar, repasaremos varias de las recientes aproximaciones de los gigantes del mercado   norteamericano de los superhéroes (D.C. Comics y Marvel) a las figuras musulmanas femeninas, para observar la diversidad de lecturas de sus diferentes personajes. Más adelante, nos detendremos cuidadosamente en dos ejemplos más que distintos provenientes directamente del mundo islámico: las diversas protagonistas femeninas de la exitosa serie de cómic y televisión kuwaití The 99 y a Burka Avenger, primera serie animada de Pakistán y una de las más controvertidas y exitosas aportaciones dirigidas al mercado infantil. Por último, repasaremos algunos ejemplos clásicos procedentes de países en los que el Islam es una relación importante pero absoluta (Filipinas, India, Indonesia e Israel), para ver cuán similares son sus modelos a los de Occidente.


Notas:

[1] Como ya hemos apuntado en varias ocasiones, el cómic puede ser una más que valiosa herramienta en los lugares con un bajo índice de alfabetización, como las áreas rurales de Afganistán y Pakistán, ámbito al cual se han enfocado algunas de las historias que aquí mencionaremos. En 2012, una empresa de comunicación afgana contrató al dibujante belga Nicolas Wild para crear una historieta de superhéroes islámicos ambientada en el país, que tuviera como objetivo concienciar a la población en contra de la corrupción y el consumo del opio. La misma, no se valía de la palabra escrita para poder llegar a un público más amplio. Para ver algunos de los resultados, o al superhéroe Mir Watan, véase el blog del autor.

[2] En Argentina apareció tan pronto como en 1928 Patoruzú, mientras que el que muchos consideran como el primer superhéroe moderno, con apariencia espectral y capacidad para volar, se registra en Japón en 1930 como Ôgon Bat (literalmente “Murciélago Dorado”, traducido al castellano como Fantasmagórico.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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