Revista Ecos de Asia

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This article was written on 28 Ene 2014, and is filled under Música y escenarios.

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Que comience el baile: ‘Creación danzada – Asia a caballo entre varios mundos’, Museo Etnológico de Viena

Cartel de la exposición, que muestra al coreógrafo tailandés Pichet Klunchun.

Cartel de la exposición, que muestra al coreógrafo tailandés Pichet Klunchun.

Con este reportaje deseamos ofrecer al lector la crónica de un interesante viaje a través de los siglos y las culturas, en el que pudimos visitar los más diversos rincones del continente asiático junto a bailarinas y músicos de corte, monjes o chamanes. ¿El hilo conductor? El baile como manifestación artística, religiosa y cultural en Asia a lo largo de los siglos. ¿Nuestro anfitrión? Enseguida se lo presentamos.

 El Museo Etnológico de Viena, reinaugurado en abril de 2013 tras una profunda remodelación, contiene una de las colecciones más destacadas del mundo en su categoría: unos doscientos cincuenta mil objetos relacionados con culturas y pueblos no europeos. La ‘estrella mediática’ del museo es el llamado penacho de Moctezuma, expuesto en un lugar de honor, pero el resto de la colección permanente ocupa un espacio pequeño y recóndito en el segundo piso del imponente edificio. Y es que el plato fuerte en el Etnológico son las exposiciones temporales. El siguiente texto es el relato de una visita a la primera en ser presentada tras el ‘lavado de cara’ del Museo.  Y, como verán, concierne a Asia.

Para todos los públicos: niña con una réplica de una efigie de Shiva como ‘Nataraja’ o ‘rey de la danza’. Al fondo, el original.

Para todos los públicos: niña con una réplica de una efigie de Shiva como ‘Nataraja’ o ‘rey de la danza’. Al fondo, el original.

El título de la exposición, ‘Getanzte Schöpfung – Asien zwischen den Welten’, podría traducirse como ‘Creación danzada: Asia a caballo entre varios mundos’. Concebida en esencia a partir de fondos propios (a los que se suman préstamos de particulares e instituciones como el parisino Museo Guimet), ha sido comisariada por Sri Kuhnt-Saptodewo y Bettina Zorn. El objetivo: iniciar al visitante en la riqueza de significados y tradiciones que el baile posee en el continente asiático, en su importancia ritual y espiritual, en su fuerza artística. Pero también, geográfica y cronológicamente, en su alcance y diversidad, y en sus rutas de creación, dispersión e intercambio de influencias, desembocando en el terreno de las relaciones artísticas Oriente-Occidente con un optimismo en pro de lo multicultural.

La cartela explicativa que jalona la entrada a la exposición ya informa al visitante de un cambio de paradigma. Bailar en Asia va más allá de lo físico, adentrándose en lo trascendente. El bailarín interviene y altera la quietud del espacio con movimiento, sorpresa y caos, pero también lo alumbra y vigoriza, insertando un algo en medio de la nada como una suerte de Shiva (deidad hindú que con su danza frenética, la tándava,  destruye el Universo, pero también prepara el inicio de un nuevo ciclo creador). El título escogido para la exposición, ‘Creación Danzada’, no es casual.

De modo coherente, la India es el faro espiritual cuya luz ilumina el curso de buena parte de la exposición. Y es que las tradiciones de la danza clásica del sudeste asiático, bien representadas a lo largo del recorrido, se nutrieron a menudo de tradiciones indias adaptadas al gusto local a lo largo de los siglos, y tanto en la alta cultura como en el imaginario popular. Se nos mostrará, asimismo, cómo en Asia el bailarín es frecuentemente enlace entre dos mundos; el terreno y el divino, interviniendo en un espacio en el que se hace posible lo sobrenatural del trance, o de la comunicación con la divinidad. Así, los bailes religiosos en los templos en ocasiones se llevan a cabo tras lograr el ‘permiso’ de la divinidad mediante una ofrenda; otras veces el baile es la ofrenda en sí misma. Es casi ocioso recalcar que la inmensidad de un continente acoge multitud de opciones y variantes a una misma norma.

Por supuesto, en el baile es vital la vestimenta de aquel que baila, a menudo ligado al rol en el que se enfunda, a la nueva identidad adquirida. El bailarín a veces encarna un personaje en el sentido más directo, dentro del elenco de una obra pensada para entretener. Otras, su papel comporta ambiciones mayores, y le dota de poderes o permite ejercer ciertas actividades; caso del chamán o del monje danzantes.

Dentro de este carácter performativo del baile, el atuendo, como señalamos, no es banal: ya simbólico o simplemente estético, siempre es comunicativo de estatus o ayuda a identificar. Así, en las salas de la exposición se nos muestran, por ejemplo, coloridas vestimentas indias de baile, o joyas concebidas con el fin de equiparar en lujo y belleza a la bailarina hindú de la región de Mohini Attam con la novia en el día de la boda.

Otra de las conclusiones que se extrae tras la visita a ‘Creación Danzada’ concierne también a la India: la constatación del peso cultural de su legendario. El Ramayana y el Mahabharata, sus grandes epopeyas antiguas, extienden su influencia y popularidad en el imaginario colectivo asiático (en Burma, en Bali…) como nuestras obras homéricas.

Pero aun así, no todo es la India. Resulta, por ejemplo, bien interesante la sección de la exposición dedicada al teatro japonés (en una sala posterior hallaremos un pequeño número de objetos relacionados con el kabuki, género teatral nipón más moderno y conforme al gusto de la burguesía urbana del periodo Edo), en el que la música, el gesto, la declamación, y todo un complicado conjunto de atrezzo portado por el actor dan voz a relatos llenos de solemnidad.

Así, el queda bien representado por la exhibición de máscaras, de grabados ukiyo-e de temática teatral, de utensilios de maquillaje y de instrumentos musicales. Además, un vídeo traslada al visitante a una representación, permitiéndole entender el papel de cada objeto expuesto en el todo, y la importancia en el baile de la fuerza creadora, el juego con lo inesperado, el cambio de identidades, la esfera de lo simbólico. Estos mensajes, comprobará, pueden llegar incluso a los no iniciados. De ahí el poder universal del baile como manifestación cultural, como expresión humana y como lenguaje.

La exposición del Etnológico vienés nos presenta, sí, objetos de la cultura material. Pero la tecnología lleva tiempo permitiendo a etnógrafos, antropólogos y demás especialistas recoger usos y aspectos culturales de los diversos pueblos del planeta en grabaciones de vídeo y audio. La entrevista y el testimonio oral permiten, además, a los individuos más importantes dentro de una comunidad transmitir sus conocimientos acerca de un tema concreto, aderezadas con impresiones y anécdotas llenas de autenticidad.

Bulantrisna Djelantik sostiene una máscara que representa a Rangda, bruja que encarna las fuerzas del Mal en una obra de danza ritual balinesa. Foto: perfil en Facebook de la artista.

Bulantrisna Djelantik sostiene una máscara que representa a Rangda, bruja que encarna las fuerzas del Mal en una obra de danza ritual balinesa. Foto: perfil en Facebook de la artista.

Así lo ha entendido el museo, y más teniendo en cuenta que algo tan dinámico como la danza no puede explicarse sin voz, sin música, sin movimiento: sin la danza misma. Resulta, pues, muy didáctica la inclusión de testimonios de seis artistas provenientes de diferentes tradiciones y modos de entender la danza en Asia. Entrevistas con estos personajes, extractos de sus actuaciones, y la exposición de artículos relacionados con su carrera otorgan un valor añadido a la exposición. No estamos hablando de tradiciones anquilosadas y sin relevancia en el mundo actual, sino del baile como lenguaje vivo, en el que el vocabulario adquirido se enriquece acorde con los tiempos.

Así, por ejemplo, podemos conocer la figura de Bulantrisna Djelantik, balinesa de cuna aristocrática, y heredera del exclusivo arte de la danza cortesana de su país.

Identidad transmutada: recreación del camerino de Didik.

Identidad transmutada: recreación del camerino de Didik.

Otro ejemplo vivo interesante es el de Didik Nini Thowok, indonesio que se define como artista de ‘baile transgénero’. Su testimonio permite a los organizadores de la exposición abordar el asunto ya comentado del cambio de identidad del que danza, con una particularidad más: en Asia, la asignación de roles a los danzantes no siempre sigue el patrón que cabría esperar en lo que a género se refiere. Así, encontramos la tradición de los onnagata (actores teatrales especializados en papeles femeninos) japoneses, o el propio caso de Didik como representante de la tradición indonesia. Pero la situación opuesta (mujeres encarnando a hombres) también existe, como, por ejemplo, en Java.

La ambigüedad que impera en estas prácticas, entre la tradición solemne y la picardía subversiva, no es exclusiva sin embargo de Asia. Algunos ejemplos más cercanos a nuestro acervo cultural pueden hacer reflexionar a quienes se extrañen de ellas. Pensemos en los líos y engaños de género del teatro cómico (ópera bufa) o en la inversión de roles del carnaval. Pero también en las parcelas de la vida pública y la actividad artística vetadas a las mujeres en ciertas épocas: en el caso de la escena, la Antigua Grecia, el teatro shakespeariano o la ópera barroca (con el atrayente a la par que macabro fenómeno de los castrati, todo un ‘boom’, y a los cuales, por cierto, se asignaban los papeles más heroicos y viriles)  son ejemplos de terreno vedado.

Y es que Oriente y Occidente no se hallan tan lejanos. La frenética danza de la bacante griega crea armonía y la destruye con violencia, cumpliendo una función muy cercana a la de Shiva: perpetuando ciclos. En el baile coinciden binarios opuestos que en realidad se necesitan para existir. Recordemos el doble carácter, lúdico y sacro, con el que Occidente ha concebido, utilizado o enjuiciado a las artes escénicas. Del ballet clásico al musical de Broadway, de la pavana al tango, del teatro litúrgico cristiano al estético ballet y al desenfreno de las raves. Todo ello parece (y es) muy distinto, mas en el fondo quien baila siempre lleva a cabo un ritual, añade un atributo a su identidad y comunica un mensaje.

En sus dos últimas salas, la exposición ‘Creación Danzada’ entra de lleno en lo postmoderno. Se ponen en interacción objetos representantes de diversas tradiciones de baile asiático con obras de creadores actuales que han querido fusionar  lo heredado con lo innovador, Oriente con Occidente, la referencia con la originalidad. Algunos de estos  son el coreógrafo tailandés Pichet Klunchun -cuya imagen portando una máscara correspondiente a su espectáculo ‘Black & White’, lectura personal del Ramayana que fusiona danza clásica y moderna es portada de la exposición- o el artista austríaco Richard Teschner, cuya gran fuente de inspiración fue el teatro de marionetas de Burma e Indonesia (se exponen algunas figuras de su propia colección).

A la izquierda, parte de la serie fotográfica ‘Buydentity Unknown’, de Matsune. A la derecha, las máscaras teatrales que la inspiraron.

A la izquierda, parte de la serie fotográfica ‘Buydentity Unknown’, de Matsune. A la derecha, las máscaras teatrales que la inspiraron.

No falta tampoco la fotografía: de la recogida en el siglo XIX por viajeros occidentales en Asia a proyectos de rabiosa actualidad, como el del japonés Michizaku Matsune. Su serie ‘Buydentity Unknown’, a caballo entre la fotografía y la performance, e inspirada en las máscaras ashirai del teatro kagura nipón, reflexiona acerca de la sociedad de consumo actual entendida como perpetuación de una coreografía de compra a perpetuidad.

Como puede comprobar el lector, hemos visto de todo en nuestra visita: máscaras, vestidos, joyas, fotografía, vídeo… y más cosas que, por límites de espacio, no podemos reseñar. De cara al espectador, parece que el objetivo de la exposición está cumplido: conseguir que aprenda, pero también que disfrute, que se maraville y se sorprenda. Que aprecie las culturas antiguas y la(s) contemporánea(s). Pero, también, y quizá sobre todo, que participe, ya sea probándose pelucas javanesas o vestidos indonesios, aporreando un gong del siglo XIX, o, por qué no, bailando en un espacio habilitado ad hoc, además de en los talleres organizados para complementar la exposición.

Así, ‘Creación Danzada’ es un proyecto felizmente ameno, bien planteado, ambicioso y extenso. Su carácter abierto y vital, que abarca todas las culturas y abraza a todos los presentes, parece emular el carácter de la danza. Una danza de descubrimiento, renovación y transmisión de conocimiento sin prejuicios ni fronteras.

Quedan invitados a este baile. Recuérdenlo si pasan por Viena en los próximos meses: el contrapunto perfecto a un vals de Strauss lo encontrarán en el Museo Etnológico.

La exposición ‘Creación Danzada’ permanecerá abierta al público hasta el 5 de octubre de 2014.

avatar Claudia Sanjuan (15 Posts)

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster en Nineteenth Century-Studies por el King's College de Londres. El fin del XIX, los estudios de género y la historia cultural figuran entre sus mayores intereses. Actualmente, reside en Viena.


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