Revista Ecos de Asia

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This article was written on 31 May 2018, and is filled under Crítica, Cultura Visual, Historia y Pensamiento.

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Reseña de la exposición “Ex Oriente. Los libros occidentales que iluminaron el conocimiento sobre Asia Oriental en la Edad Moderna” (Zaragoza, 2018)

Tras más de dos meses de exhibición pública, ayer se clausuraba en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza una de las más curiosas exposiciones temporales que éste ha acogido desde su reciente reforma y rehabilitación. Bajo el escueto título “Ex Oriente” (“De Oriente / Desde Oriente”), y el mucho más concreto y esclarecedor subtítulo “Los libros occidentales que iluminaron el conocimiento sobre Asia Oriental en la Edad Moderna”, los doctores y profesores de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza Elena Barlés y David Almazán pusieron a disposición de los visitantes una muestra en la que se combinaba su disciplina habitual –la Historia del Arte Oriental- con la recuperación de un importante patrimonio bibliográfico conservado en Aragón.

Inmejorable marco en el que se desarrolló buena parte de la exposición.

En esta ocasión, ambas facetas se combinaban bajo un denominador común de lo más atractivo, tanto para expertos como para el público más general: las visiones de Oriente que toda una serie de occidentales (religiosos, estudiosos, diplomáticos, viajeros) plasmaron en libros ilustrados de la Edad Moderna. Como ya hemos abordado en numerosas ocasiones, fue entonces cuando, desde Europa, se incrementaron las relaciones con esta región del mundo (con Japón se establecían por primera vez), con intenciones que pasaban, en mayor o menor medida, por lo económico, lo político, y, por supuesto, lo religioso. Fruto de estos primeros intercambios nacieron no solo muchas historias curiosas, sino también todo un género de libros que explotaban los relatos de lo exótico y de lo extraño que resultaba aquel “Otro” que habitaba allende la estepa, y que estaban destinados tanto a entretener como a formar y convencer a los futuros viajeros e inversores. No es por ello extraño que las imágenes que presentan sean, a nuestros ojos actuales, sumamente distorsionadas e incluso risibles (ya sea por su ingenuidad o por su carga negativa), pero en un mundo en el que la imagen comenzaba a estar cada vez más al alcance del pueblo (todavía quedaba mucho para que lo estuvieran los libros, o la lectura), estas se perfilaron como esenciales e influyentes para definir una serie de estereotipos y concepciones que se perpetuarían hasta bien entrado el siglo XX. Y es que, ¿acaso no seguimos concibiendo, todavía, muchos lugares según la forma en la nos las han presentado libros, cómics, películas y otros productos de la iconosfera popular? Mucho más poderosas y persistentes resultaron en un momento en el que determinadas informaciones llegaban con cuentagotas y en el que pasaban por filtros censores que hoy se encuentran suprimidos.

Algunas de las imágenes expuestas en la exposición, utilizadas para el folleto promocional.

Parte de la exposición se desarrolla en la Sala África Ibarra.

Para acercarnos tan tremenda temática, la exposición ha sido dividida en dos salas: una, la más espectacular, en la antigua biblioteca de la Universidad, en la que se expone el grueso de la colección bibliográfica; la otra –la sala África Ibarra- es mucho más modesta, pero seguramente resulte muy atrayente para la mayoría del público, ya que contiene una importante cantidad de obras de arte asiático (chino y japonés) correspondientes a este fructífero periodo de intercambios.

Imágenes como estas inspiraron las chinerías que ocuparon la decoración europea desde buena parte de la Edad Moderna.

Uno de los muchos mapas que se exhibía en la exposición.

Una de las imágenes más singulares de los libros, con una mala interpretación del Budismo.

Así pues, en el espacio correspondiente a la antigua biblioteca, que conserva todavía este aspecto antiguo y singular gracias a las mesas y estanterías originales, se dispone la parte más teórica de la exposición, con toda una serie de libros deliciosamente ilustrados, acompañados por didácticos textos en los que se relatan algunos de los aspectos principales sobre estas impresiones e intercambios Oriente-Occidente. Dentro de la selección de libros –que corrió a cargo de Alejandro M. Sanz, a quien auguramos una brillante carrera como curador-, se encuentran volúmenes de muy distinto calibre y origen: Francia, Inglaterra, Italia, Países Bajos… incluso algún que otro ejemplar editado en Zaragoza. Todos ellos se encontraban, muchos de ellos sin recibir atención alguna, en los fondos de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza, pero también en la biblioteca del Real Seminario de San Carlos. Además de las interesantes cartelas e infografías, en las vitrinas que se encuentran entre los anaqueles se disponen algunas obras de arte del máximo interés, mientras que algunos objetos destacados comparten espacio con los libros: entre ellos destaca una reproducción (posterior en el tiemplo, pero ya histórica) de un fumie, una de aquellas imágenes cristianas que las autoridades del Japón Tokugawa obligaban a pisar a los católicos como prueba de su apostasía, de las que persisten apenas unos pocos ejemplares en el mundo.

El particular fumie de la exposición.

En la sala semicircular, los grabados se completan con diferentes obras de arte de la época analizada.

Por otro lado, en la sala aledaña, se disponen toda una serie de obras “misceláneas”, muchas de ellas de menor antigüedad, pero no por ello de menor interés: desde los interesantes mapas que nos muestran el coyuntural conocimiento de Asia Oriental a toda una serie de obras de arte tradicionales (lacas, cajitas, abanicos, etc.), pertenecientes a la Colección Torralba-Fortún (alojada permanentemente en el Museo de Zaragoza, y tantas veces comentada en Ecos de Asia), complementados por una buena e interesante serie de grabados que versan sobre estos mismos intercambios y representación del Otro ya mencionada, perteneciente en este caso a la Colección Particular del Dr. Almazán.

En definitiva, con esta exposición se ha intentado una vez más, acercar al público el importante patrimonio artístico producido como fruto de unos intercambios históricos y culturales que fueron particularmente florecientes, pero que a menudo quedar eclipsados por lo prolífero de las relaciones que se han ido desarrollando durante los últimos siglos. Con las imágenes y textos que aquí se exponen comenzaron a forjarse y a asentarse determinados conceptos y nociones sobre Oriente que, lejos de resultar ajenos, todavía persisten en muchos imaginarios. Por ello, una exposición como esta resulta particularmente necesaria, en un momento en el que la supuesta corrección política parece forzarnos a obviar y olvidar los defectos del pasado, pues permite conocer en qué falacias y exageraciones cayeron nuestros antepasados, con la esperanza –al menos, de esta autora- de que jamás vuelvan a repetirse. Además, con el reclamo de sus llamativas ilustraciones, y sus sociológicamente interesantísimas iconografías, se pretende aquí reivindicar un patrimonio que es especialmente brillante y de calidad en nuestra comunidad, pero que rara vez encuentra espacios de difusión. Lástima que la muestra haya sido de tan corta duración, pero no cabe duda que, luego del esfuerzo en ella depositado y del material recabado, esta no ha sido sino una brillante pista de salida.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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