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This article was written on 08 Dic 2016, and is filled under Crítica, Cultura Visual.

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Reseña manga: El pupitre de al lado

Portada del primer volumen de la colección, editado por Tomodomo.

Portada del primer volumen de la colección, editado por Tomodomo.

De la mano de la editorial Tomodomo, han llegado recientemente a las estanterías de las librerías especializadas los primeros volúmenes de El pupitre de al lado, un manga de Takuma Morishige. Siguiendo la línea que ha trazado la editorial durante su corta vida, El pupitre de al lado es un título con mucha personalidad, diferente a lo que el mercado tiene acostumbrados a los lectores españoles.

Con una estructura de capítulos autoconclusivos, cuenta la historia de Yokoi, una aplicada estudiante de secundaria que se esfuerza por atender en clase a pesar de las constantes distracciones que supone tener como vecino de pupitre a Seki. Por más que Yokoi intenta concentrarse en sus estudios, su voluntad encuentra resquicios al observar los juegos que Seki realiza para abstraerse de las lecciones.

En cada capítulo de El pupitre de al lado asistimos a un nuevo ingenio de Seki, que generalmente comienza como un pequeño entretenimiento. Sin embargo, gracias a las desbordantes imaginaciones de ambos, el juego pronto crece y alcanza tintes surrealistas. A veces esto se debe a la atención que Seki pone en su distracción, otras veces, es Yokoi la que magnifica los acontecimientos, dejándose llevar por los juegos que tienen lugar en la mesa vecina.

El primer tomo se articula con una serie de capítulos que equivalen a las diferentes clases de una larga jornada. La primera historia comienza de manera excepcionalmente cotidiana, con Seki jugando con un par de gomas de borrar y una regla, algo que todos hemos hecho en algún momento. Sin embargo, ante la atenta mirada de Yokoi, de repente la colección de gomas comienza a multiplicarse, formando un larguísimo circuito de dominó. Mientras Seki sigue colocando las gomas, Yokoi es recriminada por el profesor por no atender en clase. Tras el despiste, Yokoi observa que Seki ha avanzado enormemente en el montaje, conduciendo a un gran final con fuegos artificiales incluidos… que únicamente estallan en la imaginación de Seki, para alivio e indignación de Yokoi, a partes iguales: alivio porque Seki no haya cometido la insensatez de encender el petardo, e indignación porque le haya hecho creer que sí.

Esta historia es el perfecto ejemplo de la dinámica de los distintos capítulos. En todos los episodios, Yokoi recibirá en algún momento una llamada de atención por no atender en clase, algo que le causa siempre un gran enfado contra Seki. Por su parte, Seki parece vivir siempre encerrado en su propio mundo. Aunque interactúa con sus compañeros, y especialmente con su vecina de pupitre, muy frecuentemente sus gestos son malinterpretados por Yokoi.

El tomo se complementa con dos historias extra, de cuatro páginas cada una. El primer extra muestra la influencia de Seki en dos personajes de la escuela: un compañero de clase que practica beisbol, y un profesor que gestiona los clubes del instituto. El segundo, protagonizado por el propio Morishige, es un episodio pretendidamente autobiográfico en el que el autor desarrolla su personalidad en torno a una pizarra blanca.

Morishige manifiesta una asombrosa capacidad para elaborar divertidas fantasías partiendo siempre de una idéntica y muy limitada premisa: dos adolescentes aburridos en clase. A través de los distintos capítulos, es capaz de construir historias cargadas de humor, pero también de ternura, y, lo que es más difícil, consigue sorprender al lector en todas y cada una de ellas. Obviamente, no todas generan el mismo impacto en cada lector, ya que entra el juego la subjetividad y el gusto de cada uno, pero sí logra generar la curiosidad que incita a la lectura compulsiva, deseosos de saber con qué nuevo entretenimiento nos deleitará Seki. En este sentido, lo peor que se puede decir de cualquiera de sus capítulos es que resultan muy amenos, si bien nosotros somos de la opinión de que cada uno de ellos constituye una sorpresa nueva y deliciosa. Esta es su verdadera pega: la imaginación de Seki, Yokoi y Morishige alcanza tales cotas que la lectura se convierte en adictiva, y antes de darnos cuenta, hemos devorado los quince capítulos que se recogen en el primer tomo. Por suerte, ahora mismo hay cuatro más en el mercado, así como la promesa de nuevos números en los próximos meses. A Morishige tampoco parecen acabársele las ideas: en Japón llevan publicados nueve tomos y, de momento, no parece que haya un final a la vista.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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