Revista Ecos de Asia

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This article was written on 01 Dic 2014, and is filled under Cultura Visual.

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Thermae Romae, Europa desde Japón.

Frecuentemente al hablar de manga tendemos a enfocar la cuestión convirtiendo a este producto comicológico en un vehículo de transmisión cultural unidireccional que nos permite aproximarnos a la cultura de su país originario, Japón, de una manera más o menos fidedigna a través de los distintos géneros y ambientaciones. No obstante, esta unidireccionalidad puede ser fácilmente cuestionada por el conocimiento mutuo que favorece a emisores y receptores de una manera dual: sobre ellos mismos y sobre el otro. El valor del manga en ese sentido estriba en su carácter bidireccional mayoritariamente latente. La lectura básica resulta sencilla de alcanzar: nosotros conocemos Japón a través de lo que del país se nos muestra a través de sus obras. Sin embargo, en otras ocasiones debe existir una voluntad explícita por alcanzar determinados planos de este abanico de conocimiento, más ocultos a la vista.

Cabe destacar la existencia de una serie de obras que, por su temática o ambientación, facilitan y explicitan una segunda lectura, que es la interpretación japonesa de la cultura europea. Las influencias mutuas y la asimilación cultural de ambas partes dentro de una cultura globalizada hacen que muchas veces los rasgos occidentales queden difuminados, sin embargo, en otras ocasiones los contactos e intereses mutuos quedan explicitados mediante el tema.

La obra que aquí nos ocupa constituye una de las franquicias más exitosas del Japón actual. A medio camino entre la comedia y la ciencia ficción, Thermae Romae se convirtió desde su aparición en un producto altamente rentable, que dio el salto natural del manga al anime y posteriormente a la imagen real con relativa celeridad y gran acogida de público.

Portada española para el tercer tomo del manga.

Portada española para el tercer tomo del manga.

Italia, año 128. El emperador Adriano gobierna un vasto Imperio. Mientras tanto, en Roma, el arquitecto Lucius debe hacer frente al rechazo de sus planos, excesivamente ordinarios, que no encajan con la imponente modernidad que está adquiriendo a marchas forzadas la capital del imperio. Para relajarse y tratar de olvidar sus problemas, acude, como es habitual, a unas termas, en las que vivirá una experiencia que cambiará su vida y marcará su carrera para siempre. A través de un agujero en el fondo de una piscina, Lucius viaja a un sentô[1] en el Japón actual, un mundo absolutamente diferente al suyo, poblado por una extraña tribu de “caras planas” que utilizan objetos rarísimos y poseen unas costumbres muy peculiares, pero con los que sin embargo tiene un poderoso rasgo en común: la afición por los baños públicos. Tras vivir una experiencia de choque cultural y aprender algunas de estas costumbres que le son ajenas, Lucius despierta de nuevo en Roma, donde al parecer se había desmayado en la piscina. Sin embargo, utiliza lo aprendido en ese viaje temporal para realizar un nuevo proyecto de terma, que se convierte en un absoluto éxito y lo encumbra como arquitecto de la modernidad y el progreso romanos.

Siguiendo este esquema, las aventuras de Lucius y sus viajes se repiten constantemente y de manera mecánica, poseyendo una estructura narrativa reiterativa y, en cierto sentido, poco ágil (especialmente en el anime, ya que el manga presenta una mayor evolución a este respecto). Cada capítulo se inicia con Lucius atascado ante un proyecto que no sabe cómo resolver en el que se juega su prestigio y su renombre, encuentra de manera fortuita e inintencionada la puerta a Japón, donde conoce y profundiza en los usos y costumbres niponas, hallando así las soluciones que necesita aplicar para su proyecto, y volviendo a su época para solucionar con éxito el conflicto. La mecánica se mantiene prácticamente sin cambios en manga y anime, aunque como comentaremos más adelante, se agiliza ligeramente en la película de imagen real (sin renunciar nunca a ésta). Aunque puede, en cierto modo, resentir el funcionamiento del producto, esta estructura repetida hasta la saciedad no hace adolecer excesivamente la narración, ya que el peso de la ficción recae en el humor. El lector/espectador conoce prácticamente desde el primer momento la premisa y el funcionamiento interno de la historia, así que su única preocupación es dejarse sorprender por los gags y situaciones extravagantes que vive Lucius, así como no tanto si resolverá o no sus problemas, sino cuál será la resolución que aplique en cada una de las ocasiones.

Escena del anime.

Escena del anime.

Respecto al dibujo, en el manga se huye de la línea estética asociada las obras que más habitualmente llegan a nuestras librerías, no obstante, debe subrayarse que el aspecto extraordinariamente estilizado, con grandes ojos y estrambóticos peinados prolifera especialmente en los géneros juveniles, shôjo y shônen, mientras que los géneros más adultos, en los que se circunscribe Thermae Romae (seinen,[2] en este caso), abarcan una gran diversidad estilística. En el manga, el mundo romano es mostrado con una exquisitez en los fondos que casi hace pensar en bocetos arquitectónicos, de gran verosimilitud y detalle; algo parecido sucede con los espacios nipones, que también son pormenorizadamente representados. Los personajes, por su parte, responden a un diseño anatómicamente realista, sin renunciar tampoco a cierto caricaturismo propiciado, sobre todo, por las situaciones cómicas. En el caso del anime, realizado con técnica de animación Flash, el diseño de personajes varía y adopta unas formas serias pero casi autoparódicas, mientras que los fondos, generados por ordenador, pierden el preciosismo del manga, creando en conjunto un contraste que resulta atípico pero que encaja a la perfección con el tono distendido y humorístico de la obra.

Los protagonistas: Hiroshi Abe en el papel de Lucius y Aya Ueto como la aspirante a mangaka Manami Yamakoshi.

Los protagonistas: Hiroshi Abe en el papel de Lucius y Aya Ueto como la aspirante a mangaka Manami Yamakoshi.

El enorme éxito que obtuvieron tanto el manga, publicado primero en la revista Comic Beam y posteriormente recopilado en cinco volúmenes, como el anime exhibido por Fuji TV en su espacio noitaminA permitió que la misma compañía televisiva decidiera apostar por el producto un paso más allá, y permitir que la historia saltara de una miniserie de corta duración a una película de imagen real, producida por la mítica compañía Tôhô y contando, entre otros, con uno de los actores más carismáticos y populares del panorama cinematográfico japonés actual: Hiroshi Abe, cuyos rasgos duros y “poco japoneses” le convirtieron en el perfecto candidato para encarnar a Lucius. La película, que terminó convirtiéndose en la segunda con mayor recaudación en Japón en el año que fue estrenada, había sido parcialmente rodada en los estudios Cinecittà de Roma. Pese a su éxito precedente, la película no era un producto concebido exclusivamente para satisfacer a los fans (como puede ocurrir en otros casos), sino que buscaba con el salto a la imagen real una ampliación del target o público objetivo. Esto hizo que se introdujeran algunos cambios, como la presencia del personaje femenino, Manami Yamakoshi, “Mami”, una aspirante a mangaka con la que Lucius se encuentra de manera recurrente cada vez que visita el presente nipón. Este enriquecimiento de la trama, quizás impulsado por la poca confianza en que una historia o una concatenación de historias cortas y gags pudiese soportar el salto al largometraje sin tener una trama principal que atrajese y atrapase a los espectadores, a la larga terminó obstaculizando el desarrollo fluido de la historia de Lucius y desvirtuando el espíritu original.

Las producciones audiovisuales se han visto complementadas con numeroso merchandising.

Las producciones audiovisuales se han visto complementadas con numeroso merchandising.

Más allá de los rasgos propios de cada uno de los formatos en los que se ha presentado la historia de Thermae Romae, lo interesante está en ver cómo la mangaka Mari Yamazaki emplea la cultura clásica europea para, por un lado, fomentar el conocimiento de ésta en Japón, pero sobre todo, como vehículo de autoconocimiento y de reafirmación cultural. A través de uno de los elementos comunes entre ambas culturas, como es la importancia del baño, construye una trama con múltiples lecturas que es, en primer lugar, una obra humorística, amena y de entretenimiento, pero más allá también es una reflexión sobre diversos temas más profundos. La grandeza de una civilización viene determinada por factores como el valorar la higiene corporal y concebir el bienestar y la limpieza física como pilar fundamental en la definición del individuo que construye la sociedad, parece decirnos la autora. Además de este paralelismo y esta reflexión, hay otra que se ha hecho más evidente porque se ha explicitado en su vis cómica, y es la supremacía de Japón sobre la civilización más importante de la Historia de Europa, ya que Lucius siempre queda absolutamente fascinado hasta niveles ingenuos por el progreso nipón. Esta cuestión ha condicionado varias críticas recibidas por la obra en Occidente, sin embargo, en cierto modo es un aspecto que se ha exagerado en su valoración sin tener en cuenta suficientemente la necesidad de subrayar estas diferencias con motivo humorístico.

En definitiva, y aunque aquí no podemos extendernos, Thermae Romae constituye un perfecto ejemplo de la dialéctica multidireccional que puede establecerse a través de objetos de entretenimiento aparentemente intrascendentes, estableciendo diferentes diálogos en función de los receptores pero aportando en todo caso y para todas las lecturas argumentos de reflexión que quedan planteados para quien quiera ir más allá.

Para saber más:

  • El manga de Thermae Romae ha sido editado en España por Norma Editorial en seis volúmenes.
  • En la reseña del primer volumen realizada por Deculture.es pueden verse algunos ejemplos del interior del manga.

Notas:

[1] El sentô es un tipo de local de baño japonés, una casa de baños de pago abierta al público que generalmente consta de dos espacios, uno para damas y otro para caballeros, en los que se encuentran por orden unas duchas para limpiarse y una bañera o piscina para sumergirse (una vez limpio). En la actualidad diversos factores han conducido a la decadencia de estos establecimientos, que aunque siguen existiendo, deben competir con el modelo occidental de spa y con otros tipos de baños públicos nipones, como los onsen, cuya principal diferencia estriba en que en éstos últimos las piscinas son de aguas termales.

[2] Seinen es la denominación por la que se conocen las obras destinadas a un público adulto, generalmente masculino en contraposición al josei, que sería su equivalente femenino. Al igual que sus “hermanos pequeños”, shônen (para chicos) y shôjo (para chicas), esta distinción condiciona más (y esto cada día se hace más evidente) la línea y el tratamiento argumental, dando cabida los géneros femeninos a temas más femeninos, y recibiendo los masculinos menores connotaciones genéricas.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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