Revista Ecos de Asia

Un viaje a través de La vuelta al mundo en ochenta días II. Adaptaciones cinematográficas

Las adaptaciones que se han realizado de La vuelta al mundo en ochenta días son prácticamente inabarcables. Debido a su fuerte calado en el imaginario colectivo, esta novela ha estado muy presente en diversos medios: desde el teatro, en 1874, pasando por el cine, la televisión y la radio. El paso del tiempo y la profusión de adaptaciones ha facilitado, además, su asimilación dentro de la cultura popular, convirtiéndola en una suerte de icono que ha aumentado exponencialmente su presencia en los distintos medios anteriormente citados e internet, ya sea como nuevas adaptaciones, reinterpretaciones o simplemente de manera referencial. No obstante, antes de abordar este recorrido por las adaptaciones más famosas, es de justicia que clarifiquemos este aspecto, ya que desde esta serie de artículos en ningún momento se pretende detallar un listado completo de adaptaciones, sino aproximarnos a cómo se ha tratado el paso de la novela al medio correspondiente, y fundamentalmente, cómo se ha reflejado el recorrido asiático.

La primera versión cinematográfica de la que se tiene noticia es una producción alemana de 1919, de la que poco se sabe, más allá de que estaba dirigida por Richard Oswald[1] y protagonizada por Conrad Veidt,[2] Eugen Rex y Anita Berber.

Imagen del montaje de Orson Welles (fuente: The Guardian).

Imagen del montaje de Orson Welles (fuente: The Guardian).

Tiempo después, Orson Welles quiso llevar esta historia, que desde niño le había cautivado, no a la gran pantalla sino a los escenarios, creando en Broadway una más que ambiciosa obra musical plagada de todo tipo de efectos mecánicos, en pos de una espectacularidad nunca vista. Para poder sacar adelante semejante producción, Welles necesitó de una financiación tan grande como sus aspiraciones, para lo que tuvo que recurrir a préstamos y negocios varios, entre los que destacan, por un lado, la asociación en un primer momento con el productor de cine y teatro Mike Todd, y tras el abandono de éste, con el presidente de la productora cinematográfica Columbia.[3] Este acuerdo no solucionaría todos los problemas de financiación, que generaron a su vez una serie de handicaps y obstáculos, como verse obligados a recurrir a un elenco que no resultaba conocido para el público. A pesar de todo, se mantuvo durante cerca de  setenta y cinco funciones. Si bien conocemos poco de cómo fue,[4] es interesante tenerla en cuenta dado que entabla una relación que cristalizaría una década después: la de esta historia con Mike Todd.

1956: Michael Todd’s Around the world in 80 days.

Y es que fue Mike Todd quien produjo la primera versión hollywoodiense de la historia, una obra que la Academia reconoció como Mejor Película en la ceremonia de los Oscars de 1957. Esta producción es la que protagonizaron David Niven,[5] Cantinflas[6] y Shirley McLaine,[7] actores todos ellos queridos por el público, lo que favoreció el éxito y el cariño posterior hacia esta película, más allá de sus merecimientos artísticos.

Lo cierto es que esta versión tiene a su favor la técnica empleada, un sistema pionero que permitía una resolución mayor que la que hasta la fecha podía verse en cine. Estos alardes técnicos acentuaban las posibilidades visuales de una historia de aventuras que recorría los más exóticos ambientes: desde el Londres victoriano hasta la India, sin olvidar los paisajes que se podían admirar durante el recorrido.

Sin embargo, según el criterio actual para considerar una adaptación, ésta resulta muy negativa: los guiños a la obra original son lo suficientemente fieles como para tener siempre presente el referente, pero a su vez demasiado libres (en ocasiones con una libertad injustificada), de modo que evidencian su diferencia, frecuentemente en sentido negativo.[8] Más allá de ello, algunos de estos cambios perdurarían, repitiéndose de manera habitual en posteriores versiones audiovisuales.[9]

Cantinflas se dispone a torear a una vaca que está comiendo las flores de un puesto de venta, ignorando que no debe ser molestada por su carácter sagrado.

Cantinflas se dispone a torear a una vaca que está comiendo las flores de un puesto de venta, ignorando que no debe ser molestada por su carácter sagrado.

En lo que respecta a la representación de los episodios ambientados en Asia, sufren alteraciones notables pero más fluidas y, en algunos casos, fáciles de comprender para el espectador. En su primera parada dentro de territorio indio, recién desembarcados del Mongolia, Fogg y Picaporte se separan, y este último recorre el bazar, curiosea y termina cometiendo una ofensa de carácter religioso: si en la novela era la entrada sin descalzarse en un templo, en este caso Cantinflas contempla cómo una vaca está devorando las flores en un puesto del bazar, y para ayudar a la dueña, se arranca a torear a la vaca con su chaqueta. Al incordiar al animal sagrado e impedirle alimentarse, comete también una ofensa de carácter religioso, por la que es perseguido, sin embargo, se está aprovechando la vis cómica del actor (y, más que eso, las expectativas que los espectadores tenían de él), al tiempo que aligera el metraje y subraya el mismo mensaje con más claridad que una trasposición visual de las detalladas y complejas explicaciones que da la novela. El rescate de Aouda respeta las ideas principales de la novela, de nuevo aligeradas para que funcionen cinematográficamente sin explicaciones (que, cuando son necesarias, ralentizan el desarrollo fluido de las escenas).

Passepartout a su llegada a Japón, solo y extraviado.

Passepartout a su llegada a Japón, solo y extraviado.

Dejando de lado las variaciones a la historia, la representación de India, China y Japón podría describirse, fundamentalmente, como genérica.  Apoyada en los códigos visuales repetidos hasta la saciedad, cada cultura se muestra con una mezcla de corrección basada en los tópicos preexistentes y la superficialidad propia de una película de aventuras, en la que la única preocupación es mostrar el recorrido del viaje y las aventuras de los protagonistas. No obstante, cabe destacar el trabajo de producción, que extendió el rodaje, en la medida de lo posible, a enclaves reales: el Gran Buda ante el que Cantinflas camina, desubicado, a su llegada a Japón, los paisajes de la India con elefantes bañándose en lagunas… daban verosimilitud a los menudos escenarios recreando los exteriores de las ciudades, aquellos que hemos descrito como anodinos, en los que edificios de cartón piedra se apiñaban dentro de planos muy medidos que trataban de camuflar las construcciones artificiales bajo el aspecto de abigarradas calles y mercados.

1963: The Three Stooges Go Around the World in a Daze.

Escena de Los tres chiflados (fragmento disponible aquí).

Escena de Los tres chiflados (fragmento disponible aquí).

En 1963, fue el trío cómico conocido como Los tres chiflados el que protagonizó una, en este caso más que vaga, adaptación. Al modo de Una noche en la ópera, los tres cómicos protagonistas se ponen al servicio de un personaje en teoría principal (pero no de facto), Phileas Fogg III, nieto del Phileas Fogg original, que se ve retado a emular la hazaña de su abuelo. Con esta actualización de la historia, alteraban también la ruta y el contexto, pasando por la China comunista y visitando la capital nipona, Tokio, en lugar del principal puerto decimonónico, Yokohama. La película se realizó y estrenó en plena Guerra Fría, donde el comunismo era el enemigo de América y del mundo civilizado que debía combatirse desde cualquier frente posible. A pesar de que China y Rusia habían roto relaciones[10] y era Rusia la némesis natural, no se dejó de lado la ocasión de mostrar hostilidad con China, como en esta ocasión, en la que los humoristas se valen de la comedia para ridiculizar al ejército comunista que captura a los protagonistas. Debe entenderse que esto podía suceder en producciones de este tipo, películas casi serializadas, pensadas como elemento de consumo rápido y sin pretensiones, y que por el contrario no calase en superproducciones como la que comentábamos anteriormente de 1956.

1988: Around the world in 80 days.

En esta panorámica, no podemos dejar de mencionar una producción australiana de 1988, animada y directa a vídeo, que presentaba claras influencias de la serie La vuelta al mundo de Willy Fog.[11] Sin embargo, a diferencia de esta última, este mediometraje, que presentaba muy buenas intenciones, lamentablemente solo puede quedarse en eso: un bienintencionado film con pretensiones didácticas, toscamente animado y muy simplificado, en el peor de los sentidos (considera necesario, por ejemplo, explicitar el robo del banco, de una manera por otro lado tremendamente desafortunada).[12] También en el componente educativo falla, dado que, aunque las etapas del viaje se eliden a través de mapas, a modo de lección de geografía, en general la película se limita a la recreación de tópicos manidos.

Passepartout, descubriendo una nueva forma de alcanzar a Phileas Fog (película disponible, por partes, aquí).

Passepartout, descubriendo una nueva forma de alcanzar a Phileas Fog (película disponible, por partes, aquí).

La representación asiática adolece de las mismas cuestiones, sin embargo, es destacable la utilización de recursos culturales chinos que no estaban presentes en la novela para hacer avanzar la trama y solventar una de las alteraciones principales. Así, cuando Passepartout se descubre abandonado en Hong Kong, en el sótano de una juguetería, encuentra una manera para llegar hasta el barco en el que Phileas Fogg prosigue su viaje: volando en una cometa con cabeza de dragón chino, impulsada por un cohete. En los breves minutos en los que los personajes se mueven por Hong Kong, se atisba una ciudad abarrotada, con aspecto más rural que de gran capital del comercio oriental, y en definitiva, con rasgos chinos muy genéricos, que podrían sorprender para la época (1988) pero no para el bajo nivel general de la producción.

2004: Around the world in 80 days.

La última adaptación cinematográfica realizada hasta la fecha es la producida por Walden Media (subsidiaria de Disney) en 2004, protagonizada por Steve Coogan y Jackie Chan. A pesar de tratarse de una comedia ligera y una película de aventuras sin grandes pretensiones, una lectura más profunda permite revalorizar la originalidad de esta versión. Es por este motivo que preferimos poner fin a esta primera etapa de nuestro viaje, y emplazarles para la siguiente en la que esta versión sea protagonista.

Notas:

[1] De origen austríaco y formado en el ámbito teatral, Richard Oswald (1880 – 1963) cultivó una carrera cinematográfica realizando la adaptación cinematográfica de obras literarias de renombre, como El retrato de Dorian Gray (1917), El sabueso de los Baskerville (1929) o esta que nos ocupa.

[2] Conrad Veidt (1983 – 1943) fue un prolífico actor alemán que debutó en los años tempranos del cine mudo. Sin embargo, su nombre ha pasado a la historia del cine por su participación en películas como El gabinete del Doctor Caligari (1920), El hombre que ríe (1928), El ladrón de Bagdad (1940) o Casablanca (1942).

[3] A cambio de la colaboración económica de Columbia en el proyecto, Welles se comprometió a realizar una película para esta productora, escrita, dirigida, producida y protagonizada por él mismo y renunciando a cobrar por su trabajo. El film resultante fue La dama de Shanghái (1947).

[4] Si el lector tiene curiosidad y conoce la lengua inglesa, puede obtener más información aquí, o escuchar la primera media hora aquí.

[5] Participó en películas como Rebelión a bordo (Moutiny on the Bounty, 1935), Cumbres Borrascosas (1939), 55 días en Pekín (1963), Un cadáver a los postres (1976), Muerte en el Nilo (1978) o Tras la pista de la Pantera Rosa (1983).

[6] Cantinflas es el nombre del personaje creado por Mario Moreno, que de manera parecida a como le ocurrió a Chaplin, terminó fagocitando al actor, fusionándose en la mentalidad colectiva como un único ser. La vuelta al mundo en ochenta días supuso para Cantinflas el salto a Hollywood (aunque ya era un actor consagrado en el ámbito hispanohablante) y ser galardonado con un Globo de Oro.

[7] Que posteriormente se convertiría en actriz recurrente de Billy Wilder, apareciendo en películas como El apartamento (1960) o Irma la dulce (1963)

[8] Los primeros minutos de la película pueden ser un buen ejemplo de ello: al margen de que la presentación de los personajes suceda de manera diferente a la de la novela (algo fácilmente pasable por alto), la caracterización que se realiza de los mismos, con continuas alusiones a líneas literales de la novela pero alteradas por contexto, desvirtúa a los personajes originales convirtiéndolos en deformaciones de sí mismos. Esto, que en el caso del Picaporte/Passepartout de Cantinflas podría tener mayor sentido por tratarse del alivio cómico, en el caso de Fogg resulta chocante y antinatural. El problema no estriba tanto en que haya diferencias (lógicas y naturales algunas, pretendidas otras) con la novela de Verne, algo que es per se perfectamente válido y casi necesario cuando se adapta literatura al audiovisual (el “toque personal” del realizador, que es lo que dota de sentido a la adaptación), sino más bien se encuentra en el sacrificio de la autonomía de la película, poniéndola a la sombra de la novela con las constantes referencias literales. Dicho de otro modo, la manera en que se emplean las referencias o guiños menores e innecesarios hace que el espectador tenga siempre presente la novela, de forma que percibe los cambios de manera discordante y tiende a comparar ambas obras, calificando todas las diferencias de errores. Este efecto se ve suavizado en los episodios completamente nuevos, como el paso por España, ya que al no existir comparación, funcionan de manera más natural.

[9] Caso claro es la inclusión del globo, en esta película en su desplazamiento inicial, que ha persistido con frecuencia. Este medio de transporte pertenece a otra novela de Verne, Cinco semanas en globo, pero no aparecía en la novela de La vuelta al mundo en ochenta días. Sin embargo, aquí se introduce, muy al principio, como recurso narrativo para demostrar el carácter de Phileas Fogg, haciendo frente a cualquier adversidad, y como recurso visual, para mostrar unas panorámicas y vistas aéreas de gran espectacularidad que explotaban las posibilidades técnicas del Todd-AO.

[10] A la muerte de Stalin, la defensa de Mao Zedong de su figura en detrimento de su sucesor, Khrushchev, llevó a ambas potencias a un enfrentamiento por el liderazgo del movimiento comunista internacional, llegando incluso a un despliegue militar en las fronteras entre ambos países.

[11] Hemos escogido esta por su disponibilidad, pero dentro de este tipo de películas (dibujos animados de consumo doméstico que adaptan clásicos literarios) es seguro que éste no será el único ejemplo existente que tome como modelo el texto de Verne.

[12] Las simplificaciones innecesarias, hechas para formar un producto fácilmente comprensible para el público infantil, no solo arruinan la narrativa, convirtiéndola en una sucesión de acontecimientos, sino que alteran notablemente los acontecimientos principales de la historia. Si bien anteriormente defendíamos que los cambios pueden tener su razón de ser, manteniendo intactos los trasfondos esenciales, en el caso de este mediometraje los recortes carecen del más mínimo interés  por conservar los puntos clave de la novela. Así, por ejemplo, el rescate de Aouda tiene lugar, pero Aouda no era conducida a una pira funeraria sino que iba a ser ofrecida a Kali; al eliminar al marido también se altera considerablemente la forma en la que se produce este rescate; Aouda no se convierte en acompañante de Phileas, sino que es abandonada a su suerte en Calcuta, Passepartout es secuestrado (y no invitado) por Fix para tratar de detener a Phileas Fogg en Hong Kong y directamente se prescinde del paso por Japón, partiendo directamente de Hong Kong hacia América.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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