Revista Ecos de Asia

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This article was written on 26 Oct 2015, and is filled under Literatura.

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Una aproximación a “El año de Saeko” (2011)

Portada de la edición castellana de El año de Saeko.

Portada de la edición castellana de El año de Saeko (fuente: prisaediciones.com).

Del ganador del prestigioso premio Bungakkai por la obra magna Kaihai (Sign) llegó en 2011, El año de Saeko, un libro que pretende seguir la estela del exitoso drama romántico, Un grito de amor desde el centro del mundo, (2008).

Con notable éxito entre la crítica, el libro de Kyoichi Katayama se sustenta en un nivel primario, argumentalmente hablando, en la relación y la interacción cotidiana entre las dos partes que componen una pareja japonesa típica.

Por un lado, está Shun’ichi, que es programador informático en una empresa auxiliar de la empresa eléctrica en la que trabajaba cuando estaba casado con su anterior esposa. Es un personaje gris, que se transforma a lo largo de la obra en un hombre en cierto modo asocial y con poca empatía, cuya única afición es la de fotografiar gatos y pasar el tiempo junto a su esposa. Por otro, Saeko, esposa de Sun’ichi, la cual se encarga de preparar las comidas diarias para su marido y de generar ingresos adicionales con las máquinas expendedoras que gestiona.

Todo es completamente “normal” y ordinario hasta que Saeko acepta el implante de un embrión en su útero. La hermana de Saeko, Izumi, no puede tener hijos dado que a causa de un mioma le extirparon la matriz. Izumi, tras tratar de tener descendencia infructuosamente con su marido, Toshio, vio ue la única forma de tener un hijo sin adoptarlo era encontrar a una madre de alquiler. Analizando la situación, vieron que la posibilidad más factible era pedírselo a su hermana Saeko, ir a Corea del Sur posteriormente hacer un seguimiento del proceso en Tokio. Saeko aceptará, entre otras cosas, por solidaridad familiar, ya que a su hermana dicha situación le está causando graves problemas mentales.

De esta tesitura derivarán una serie de acontecimientos como el estado de locura transitoria de Saeko, que irá en aumento a partir del primer mes y que terminará en un desenlace que no explicitaremos para no desentrañar partes fundamentales de la trama. Posteriormente Saeko recobrará parte de su cordura tras pasar un periodo de catarsis en el pueblo de Shun’ichi.

Shun’ichi, desde una perspectiva sociológica, es el arquetipo de salaryman;[1] se trata de una persona sumida en la rutina, cuya lealtad a la empresa es visible, por ejemplo, en el hecho de mantener acciones de esta a pesar de que no son rentables. Se relaciona con sus compañeros de trabajo de la forma típica; es decir, tras largas jornadas de trabajo van a un bar a beber antes de ir a casa, aunque Shun’ichi suele rechazar este tipo de propuestas. Podríamos decir que esto es fruto de un individualismo exacerbado y cierta apatía hacia la socialización. Es probable que dicha situación derive del tedio que provocan unas formas de vivir subsumidas a las pautas que marca el mercado; por ejemplo, Sakaguchi, un compañero de Shun’ichi, menciona en una sección del libro que no puede tener hijos precisamente por las condiciones económicas que son necesarias para ello (uno de los factores para explicar el descenso de la natalidad en Japón y el mundo desarrollado). Sakaguchi pone también de manifiesto que su mujer es cara de mantener; situaciónque en algunos casos se sigue perpetuando en la actualidad, una parte importante de la población sigue funcionando en base a unas convenciones reelaboradas en el siglo XX en las que los maridos mantienen a sus mujeres, lo que hace que estas suelan buscar hombres bien posicionados económicamente.

Profundizando en la lectura del libro encontramos elementos interesantes para el análisis de la sociedad japonesa, como la presión que ejerce la familia en el momento del casamiento. Cuando Shun’ichi, se comprometió matrimonialmente con su anterior mujer, la familia de esta solo aceptaba dicha acción si tenían un hijo y estese hacía cargo del negocio familiar de telas cuando sus padres ya no pudiesen realizar tal actividad. Al no poder tener un hijo el matrimonio se rompe por la presión familiar y la frustración que ello suponía.

Debido al intento de evitar el enfrentamiento entre partes y de conservar la armonía, observamos que al igual que muchos hikikomori (引き籠もり),[2] Shun’ichi, en vez de solucionar los problemas mentales de su esposa, busca atajos y evita el conflicto, por lo que el problema perdura.

También cabe aludir a otras cuestiones transcendentes que aparecen en el libro, como el cambio generacional. Podemos ver dichas diferencias en el momento en que Shun’ichi y el vecino mayor mantienen una conversación. Cuando a ambos les toca patrullar por el vecindario, para alertar del fuego, se produce una conversación sobre la dispersión de los lazos familiares en la actualidad y la pérdida de la solidaridad en la comunidad.

La superstición es otro de los elementos que aparece en el libro y que todavía tiene cabida en la sociedad japonesa. Por ejemplo, cuando Shun’ichi va a la festividad conocida como setsubun (節分),[3] come semillas de soja y las esparce por el suelo de su casa para entrar en la primavera con buen pie.

Los largos silencios que tan característicos de las culturas de alto contexto, son otro de los elementos que merece la pena tener en cuenta. Dichos silencios producen en el lector cierto desconcierto, pero a través de las reflexiones del personaje durante estos lapsos podemos ver un pensamiento profundo que busca las formas de evitar la confrontación.

Saeko, por su parte, desempeña un rol estereotípico trasmitido desde las generaciones pre-nucleares a una porción importante de mujeres de las generaciones postnucleares, es decir, el cuidado de su marido y en ocasiones una pequeña o mediana contribución al erario familiar. Pasa la mayor parte del día en casa y solo sale para la compra y para reponer las máquinas expendedoras. En el libro podemos ver el papel que ejerce la colectividad a la hora de crear unas pautas. Todos juzgan (se puede ver el caso de la señora Urabe), encuentran un punto de referencia en el que descargar la frustración (muy similar a las situaciones que se producen con el ijime (いじめ)[4] y se unen para hacerlo. Observamos también como Shun’ichi intenta mantener ocultos los problemas de Saeko, para que nadie se entere, algo bastante frecuente en Japón. En cuanto a la falta de atención del padre hacia el niño, vemos como Toshio y Shun’ichi se alejan bastante de todo lo que tiene que ver con las necesidades del embarazo, simplemente acceden a lo que sus mujeres les dicen, pero nada sale por iniciativa propia.

Como conclusión, este es un libro con varias lecturas, cuestión que depende del bagaje que uno tenga sobre las pautas de comportamiento de la sociedad japonesa. Como obra, no está a la altura de los libros anteriores de Katayama; el ritmo lento y la poca capacidad de sorprender hacen que se convierta en un libro monótono en ciertas ocasiones. A pesar de todo, refleja bastante bien la cotidianeidad, algunas de las convenciones por las que se rigen ciertas generaciones dentro de la sociedad japonesa, como la presión social, la importancia del matrimonio y la soledad. La validez a niveles psicosociológicos es limitada, pero como obra introductoria y pasatiempo es agradable. Recomendable para aquellos que nunca hayan leído literatura contemporánea pero que tengan ciertos conocimientos sobre Japón.

Notas:

[1] El concepto de salaryman (サラリーマン),  es el término por el cual los japoneses designan a los ejecutivos de bajo rango dentro de una empresa. Este concepto, tomado de los términos ingleses salary y man no existe en inglés.

[2] Termino que alude a los jóvenes japoneses, con grandes dificultades para socializar. Su actitud se basa en un aislamiento social extremo o agudo, por lo que raramente salen de su habitación. Las necesidades básicas se cubren mediante la compra por internet omediante familiares cercanos como la madre o hermanos.

[3] El setsubun es celebración japonesa llevada a cabo el día antes del comienzo de una nueva estación del año. El nombre significa literalmente “separación de estaciones”, pero en general el término hace referencia al setsubun de primavera, cuyo nombre correcto es el de Risshun (立春), celebrado anualmente el día 3 de febrero. Dicha festividad es de suma importancia y es realizada por gran parte de la sociedad japonesa cada año.

[4] El concepto de ijime hace alusión a una situación de abuso y vejación psíquico-física producida por parte de los miembros de un colectivo hacia alguien que es distinto o consideran inferior. Es similar al concepto anglosajón de bullying.

avatar Mario Malo Sanz (4 Posts)

Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza, máster en Asia Oriental especialidad Japón por la Universidad de Salamanca, Máster en Asia Oriental, especialidad Corea, Universidad de Salamanca y Máster de estudios de Lengua y Cultura japonesa en la Universidad de Takushoku (Tokio). Actualmente cursando el doctorado entre la UAB y la USAL sobre Génesis, desarrollo y características del civismo fraguado en la Restauración Meiji.


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