Revista Ecos de Asia

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This article was written on 14 Oct 2016, and is filled under Cine y TV, Historia y Pensamiento.

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Corazones Sucios (Kegareta Kokoro -汚れた心-), triste historia de la fidelidad a la patria.

Habitualmente, al realizar una adaptación cinematográfica de una obra literaria nos encontramos con un resultado totalmente diferente al que esperábamos debido a que la imaginación de muchos lectores no puede concentrarse en 90 minutos de película. En el caso de Corazones Sucios,[1] adaptación de la obra literaria homónima (Fernando Morais, 2000), se nos ofrece un resultado no sólo diferente sino también inesperado tanto para el espectador como para el lector del libro-reportaje homónimo. Un resultado tan inesperado que en su estreno no dejó indiferente a nadie tal y como lo había hecho años atrás la obra de Fernando Morais.

Cartel promocional del largometraje Corazones Sucios.

Cartel promocional del largometraje Corazones Sucios.

Inicialmente es preciso comentar que su director, Vicente Amorin, no sólo es hermano de cineastas (Pedro Amorin y Joao Gabriel) sino que es hijo del político Celso Amorin, el cual desempeñó durante mucho tiempo el cargo de embajador brasileño en diferentes países. El propio Vicente nació en Austria y pasó parte de su infancia entre Brasil y los destinos de su padre. Es particularmente este dato biográfico lo que hizo de él el director propicio para reflejar la situación que vivieron muchos nikkeis (日系)[2] durante el final de la Segunda Guerra Mundial ya que, sin duda,  tan sólo alguien que, como Amorin, ha vivido entre la fidelidad a su patria y la fidelidad al país que lo acoge,  puede entender perfectamente todo lo que ello implica.

Así pues, lo primero que Amorin hace es extraer de la obra de Morais todos los datos numéricos fruto de una exhaustiva y detallada investigación, centrándose exclusivamente en el drama humano, en lo más íntimo y personal de una serie de personajes cuyo universo se derrumbará en un sólo día, el 15 de Agosto de 1945.

Ese día, el Emperador Hirohito o Emperado Showa (Shōwa-tennō/ 昭和天, 1901-1989) retransmite  hará que se retransmita por radio su lectura del Rescripto Imperial sobre la Terminación de la Guerra. En dicha declaración Japón, y particularmente el emperador (tenido hasta entonces como un Dios invencible) reconocía el fin de la guerra y se rendía ante las tropas aliadas, poniéndose en manos del ejército de los Estados Unidos de América.

Ese día, en Japón se daba por terminada la Segunda Guerra Mundial, pero en Brasil se daba por comenzada otra guerra que hacía tiempo que venía fraguándose: la guerra entre Kachi-gumi (勝ち組) o ganadores y Make-gumi (負け組) o perdedores.

Takahashi (Tsuyoshi Ihara) explica a Akemi (Celine Fukumoto) porque él no habla portugués: “Yo soy japones” .

Takahashi (Tsuyoshi Ihara) explica a Akemi (Celine Fukumoto) porque él no habla portugués: “Yo soy japones” .

No obstante, la película no comienza su narración hasta 1946 cuando la derrota era más que conocida. Esto lo hace a través de los recuerdos de Takahashi (interpretado por Tsuyoshi Ihara), issei (一世, primera generación de inmigrantes nikkei) que para comunicarse con los clientes brasileños de su pequeña tienda de fotografía necesita como asistente-traductora a la pequeña Akemi (Celine Fukumoto). Esta nisei (二世, segunda generación descendiente de isseis) es, a su vez, hija de Sasaki (Shun Sugata) y Naomi (Kimiko Yo), el administrador de la cooperativa y su mujer respectivamente, los cuales intentan que, a pesar de las dificultades, la cooperativa de la localidad siga funcionando y ayudando a la comunidad a sobrevivir.

coracoes-sujos-profesora

Por su parte, Takahashi está casado con Miyuki  (Takako Tokiwa) la profesora de la colonia, la cual, a pesar de la prohibición impuesta por la Superintendencia de Seguridad Social y Política (Superintêndencia de Segurança Política e Social) de Sao Paulo[3] de no enseñar en lengua japonesa, todas las noches sigue impartiendo clases en japonés y enseñando el Yamatodamashii  (-大和魂-  doctrina del “espíritu japonés” o “estilo de vida japonés”) en lugares seguros y secretos provistos por la comunidad.

Siguiendo con escenas cotidianas de la colonia japonesa en el interior paulista, la narración no tarda en mostrar la situación de una comunidad considerada por el gobierno brasileño como el enemigo en su propio territorio. La cara amable de la colonia, la colaboración entre un adulto y una niña, da paso a la cruda realidad, la de una comunidad humillada por las fuerzas policiales.

Esta es la cara que se nos muestra cuando a los cinco minutos de largometraje, una reunión de nikkeis, por entonces prohibidas por el gobierno brasileño, es interrumpida por la policía, la cual humilla a la comunidad nikkei al mancillar la bandera nipona o Hinomaru (日の丸): el cabo al mando de los efectivos policiales  se limpia las botas con la bandera cuya exhibición está prohibida, mancillando el honor japonés.

A partir de entonces, los actos de venganza y violencia se desencadenan a modo de efecto dominó, uno tras otro y todos como consecuencia de anteriores actos.

El subdelegado policial (Eduardo Moscovis) desconfía de que sea una simple venganza.

El subdelegado policial (Eduardo Moscovis) desconfía de que sea una simple venganza.

El primer acto de esta cadena es la venganza por el vilipendio a la bandera nipona que se salda con varios detenidos y la extraña sensación por parte del jefe de la policía local (Eduardo Moscovis) de que algo más que una simple venganza estaba pasando.

Entre los detenidos por la policía, además del protagonista de la película (Takahashi) se encuentra el Coronel del Ejército Imperial Japonés Watanabe (Eiji Okuda) quien es, sin duda, el personaje más manipulador y siniestro de la película,  y que, haciendo un paralelismo con el libro, se correspondería con el fundador de Shindo Renmei (臣道連), el Coronel del Ejército Imperial Japonés Kikawa.[4] Este es una persona sin escrúpulos que no duda en engañar y manipular para alcanzar sus objetivos; el primero de ellos el de convencer al Takahashi de que se convierta en un cruel y despiadado asesino. Lo cual crea escuela, y los asesinatos llevados a cabo por sus seguidores inducen a la colonia nikkei un asfixiante ambiente de terror.

El Coronel Watanabe (Eiji Okuda) en dos momentos muy significativos: cuando van en busca del cabo que ha humillado la bandera japonesa y cuando convence a Takahashi de que tien que asesinar a aquellos que creen en la derrot de Japón y le entra una katana.

El Coronel Watanabe (Eiji Okuda) en dos momentos muy significativos: cuando van en busca del cabo que ha humillado la bandera japonesa y cuando convence a Takahashi de que tien que asesinar a aquellos que creen en la derrot de Japón y le entra una katana.

Pero no es sólo terror lo que Amorin nos narra, hay más. Hay coraje y valentía de aquellos que se enfrentaron a los kachigumi y de que, muy a pesar suyo, reconocen que el Imperio del Sol Naciente había dejado de ser Imperio. También hay fidelidad, pero no ciega y absoluta como la fidelidad que los kachigumi demuestran hacia la patria, si no fidelidad hacia la persona amada, a la familia y a los amigos aun sabiendo la verdad y soportando todo lo que ella trae consigo. Hay fe y esperanza en los seres humanos y en la comunicación entre ellos, hay responsabilidad y necesidad de hacer frente a sus acciones… en definitiva hay muchos valores que nos acercan a la vida cotidiana de una comunidad acosada por el exterior y aterrada desde el interior.

Esa vida cotidiana se ve magníficamente retratada a través de los utensilios, de la vestimenta, de los decorados y de todo aquello que a través de la imagen nos sumerge en la comunidad nikkei de la época. En dicho aspecto, Amorin utiliza mucha de la información que proporciona De Morais consiguiendo con ello que los detalles proporcionen una esencia única a cada escena.[5].

En dicho aspecto tiene parte culpa el hecho de que el equipo técnico esté formado por brasileños y japoneses teniendo la base de la película tanta esencia nipo-brasileira como la propia película. De hecho, el resultado es tal que la película,  pese a la dificultad de llevar a la gran pantalla este tema (considerado tabú durante años dentro de la comunidad nipo-brasileira), ha sido aplaudida tanto en Brasil como en Japón.

A modo de conclusión, se podría decir que Corazones Sucios es un largometraje sobre intolerancia, odio, racismo y violencia, pero también un canto al amor y al perdón y una muestra de cómo el tiempo cicatriza hasta las más profunda heridas; una recomendación para todo el que quiera saber más de cómo la colonia de nikkeis más grande fuera de Asia, la brasileña, se transformó en brasileña sin dejar de ser japonesa.

Para saber más:

  • Morais, Fernando. Corações Sujos: A história da Shindo Renmei. São Paulo, Companhia das Letras, 2000.
  • Ficha de la película en IMDB
  • Película completa en YouTube (original japonés-portugués)
  • Tráiler oficial de la película en YouTube (subtítulado en inglés).

Notas:

[1] Corações Sujos (2011). País: Brasil. Director: Vicente Amorin. Guión: David França Mendes. Música: Akihiki Matsumoto. Fotografía: Rodrigo Monte. Reparto: Tsuyoshi Ihara, Takako Tokiwa, Eiji Okuda, Shun Sugata, Kimiko Yo, Eduardo Moscovis, Celine Fukumoto. Idioma: portugués y japonés.

[2] Nikkei es el término con el cual se denomina comúnmente a los inmigrantes japoneses y a sus descendientes.

[3] Esta identidad impuso medidas muy restrictivas el 29 de enero de 1938. Posteriormente esas medidas serían adoptadas por el Gobierno de Brasil en 1941 aplicándose en todo el territorio brasileño.

[4] Como anécdota cabe mencionar que pese a que la obra literaria homónima es el resultado de una investigación sobre Shindo Renmei o la Liga del Camino de los Súbditos en la película no se menciona su nombre. Shindo Renmei fue una organización de carácter terrorista fundada en 1942. A pesar de toda la información que recibían no creyeron en la derrota de Japón. Su fin se produjo cuando 31.380 personas fueron apresadas y sometidas a interrogatorios por la policía (algunos de ellos posteriormente fueron sometidos a juicio).

[5] Un claro ejemplo de ello es el hecho de que cuando un grupo de nikkeis llegan al cuartel de la policía en busca de venganza algunos de ellos en su abdomen llevan enrollada la bandera de Japón. Pero no se trata de la bandera habitual si no una muy particular en la cual del sol naciente se desprenden rayos. Esta bandera conocida como Kyokujitsu-ji (十六条旭日旗) o bandera del Sol Naciente, es la que llevaban los soldados imperiales cuando iban a la guerra ya que esta banda de criminales se consideraban así mismos como soldados.

avatar María Alicia Lacal (16 Posts)

Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, Estudios del Asia Oriental y Humanidades. Actualmente realiza un Doctorado en Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid sobre la inmigración japonesa en Brasil.


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