Revista Ecos de Asia

Crónica del XXII Salón del Manga de Barcelona II: exposiciones

Siguiendo con nuestra crónica del XXII Salón del Manga de Barcelona, después de hablar de las presentaciones queremos dedicar nuestra atención a comentar las exposiciones que tuvieron lugar durante el evento, distribuidas por todo el recinto. A lo largo de cuatro días, los asistentes pudieron disfrutar de todo tipo de propuestas, que abarcaron desde la historia o la cultura más tradicional hasta las manifestaciones más contemporáneas, repartidas entre el Palacio 1, las dos plantas del Palacio 2 y el Palacio 5.

En el Palacio 1, dedicado a gastronomía, se ubicó una exposición dedicada a la repostería japonesa. En torno al pequeño graderío instalado para los talleres gastronómicos, se situaron una serie de paneles centrándose en el wagashi o repostería nipona. Se trataba de una exposición que podía pasar fácilmente desapercibida para el grueso de los asistentes, ya que este pabellón estaba planteado como un gran comedor que atraía al público especialmente en las horas centrales del día y, por la distribución interna de los espacios, quedaba alejada de la zona de paso. Sin embargo, presentaba un planteamiento muy atractivo.

Basándose en las estaciones del año como hilo conductor de las rutinas gastronómicas, se exhibían paneles informativos en los que figuraban los principales postres, agrupados en función de si se consumían vinculados a una determinada época del año o si se trataba de dulces que no están ligados a ninguna festividad o fecha determinada. Comenzaba la muestra con un panel introductorio al wagashi, en castellano, catalán y japonés. A continuación se disponían los dulces de todo el año (nerikiri, daifuku mochi y dorayaki), los de primavera (hishi-mochi, kashiwamochi, sakuramochi y hanami dango), los de verano (mizu-yôkan, anmitsu), los de otoño (kuri manjû, ohagi, tsukumi dango) y los de invierno (hanabiramochi, kurikinton y oshiruko).

Imagen de la disposición de la exposición de postres japoneses, con los wagashi de invierno.

Imagen de la disposición de la exposición de postres japoneses, con los wagashi de invierno.

Cada panel mostraba el nombre del dulce en cuestión, tanto en kanji como romanizado, e incluía una fotografía del aspecto típico que suele presentar cada postre, una pequeña descripción y, he aquí lo más llamativo, los ingredientes y la receta para prepararlo. Además, por tratarse del tema que articulaba el taller de cocina de este pabellón, en algunos casos se publicitaban las actividades relacionadas con postres concretos, como los talleres de dorayakis o el de nerikiri y yatsuhashi.

En el Palacio 2 se concentraban la mayor cantidad de exposiciones, aunque al estar repartidas entre las dos plantas de este pabellón, se diluían entre la abrumadora oferta de ocio de este espacio, en cuya planta inferior se aglutinaban los principales stands comerciales mientras que en la superior se sucedían las actividades culturales en la zona denominada Espíritu del Japón.

En la planta inferior del Palacio 2 se dispusieron las exposiciones más comerciales, así como una de las más llamativas y visualmente impactantes: las de Yo-kai watch y la de Pokémon, la retrospectiva de Belén Ortega, y la de Tomás Hijo.

La exposición de Yo-kai watch daba la bienvenida al visitante, ubicada en una situación privilegiada ante la entrada principal del pabellón. Se trataba de una muestra sencilla, con láminas enmarcadas con los principales personajes y criaturas de la exitosa franquicia que suponía uno de los leit motivs del Salón, pensada especialmente para los más pequeños, si bien el diseño de las criaturas resultaba lo bastante llamativo como para atraer la atención de generaciones anteriores, que son ajenas al fenómeno que está suponiendo Yo-kai watch entre el público infantil.

Vista general de la exposición de Yo-kai watch.

Vista general de la exposición de Yo-kai watch.

A decir verdad, pese a que la exposición estrictamente hablando se ubicaba en una zona preeminente del Palacio 2, lo cierto es que, al tratarse de uno de los protagonistas del Salón, podían encontrarse referencias a Yo-kai watch en prácticamente todo el recinto. El espacio de videojuegos estaba tomado por esta franquicia, con un gran mural ante el que poder hacerse fotos como si se estuviera dentro de la serie, y en la zona infantil también era el tema principal. Además, tanto en el pequeño escenario del área de videojuegos como en el gran escenario de la Plaza Univers tuvieron lugar espectáculos de baile y actuaciones relacionadas con esta serie. De hecho, las referencias podían encontrarse hasta en las indicaciones a los lavabos, para las cuales se habían empleado diversos personajes.

Uno de los carteles indicadores de los lavabos, ilustrado con un personaje de Yo-kai watch llamado Cuesco.

Uno de los carteles indicadores de los lavabos, ilustrado con un personaje de Yo-kai watch llamado Cuesco.

En fuerte contraste con este protagonismo, la exposición titulada El arte de Pokémon se encontraba en un rincón apartado, pasando prácticamente desapercibida. No deja de resultar sorprendente esta ubicación marginal, especialmente teniendo en cuenta que los creadores del manga de Pokémon, Hidenori Kusaka y Satoshi Yamamoto, eran dos de los invitados estrella del Salón.

Además de escondida, esta muestra resultaba diminuta y presentaba muy poco interés, resultando absolutamente decepcionante, no solo para los fans de la franquicia sino para cualquier aficionado, ya que se componía de apenas unas pocas láminas, reproducciones de ilustraciones y del proceso creativo.

Vista parcial de la exposición de Pokémon.

Vista parcial de la exposición de Pokémon.

La retrospectiva de Belén Ortega, por su parte, gozaba también de una ubicación cómoda, junto a la puerta de acceso al Palacio 2, y en una de las avenidas principales que articulaban el movimiento dentro del pabellón. Belén Ortega ha sido la encargada de diseñar el cartel de la presente edición del Salón del Manga, así como es uno de los principales nombres del mangañol, con obras como Himawari, ambientada en el Japón tradicional, que fue lanzada en el Salón del Manga de 2007 y premiada en la edición de 2008 como Mejor Manga Español. Además de dibujar manga, es una ilustradora de gran versatilidad, que ha realizado trabajos propios y encargos de lo más variopinto: desde Pájaro Indiano hasta Marc Márquez, la historia de un sueño, o el proyecto que verá la luz en 2017 de adaptar la trilogía Millenium a viñetas.

Vista del inicio de la exposición retrospectiva sobre Belén Ortega, con su último trabajo, Millenium, en primer término.

Vista del inicio de la exposición retrospectiva sobre Belén Ortega, con su último trabajo, Millenium, en primer término.

En la exposición, podía verse una muestra de todos sus trabajos, con láminas,  páginas a color y en blanco y negro de las principales obras anteriormente citadas, así como una colección de ilustraciones de temáticas muy variadas, tanto de estilo manga como de influencia occidental.

Una de las ilustraciones más sorprendentes recogidas en la muestra de Belén Ortega.

Una de las ilustraciones más sorprendentes recogidas en la muestra de Belén Ortega.

La última de las exposiciones situadas en la planta inferior del Palacio 2 es la de Tomás Hijo, titulada Yôkai, Kaijû, Mecha, que se encontraba junto a la de Yo-kai watch, en un lugar muy destacado. Si bien resulta un poco extraño dentro del planteamiento y la distribución expositiva en los distintos espacios, lo cierto es que el poderío visual de esta muestra excusaba su ubicación estratégica.

Una de las piezas de Tomás Hijo.

Una de las piezas de Tomás Hijo.

Con un atractivo montaje, sobre paneles de un llamativo y sobrio color naranja, se exhibían las planchas de madera coloreada y los trabajos sobre tela del artista, centrados en una temática a medio camino entre lo sobrenatural y lo fantástico, que entroncaba con la temática del Salón. Los yôkai, o criaturas mitológicas japonesas, son la inspiración fundamental y evidente para las criaturas de Yo-kai watch, de modo que la relación es evidente, y se acentúa al estar ambas muestras juntas. Por su parte, los kaijû tenían también una presencia relevante gracias a las exposiciones del Palacio 5 (de las que hablaremos más adelante), así como a algunas actividades. Quizás fueran los mecha los que quedasen más descolgados, si bien es innegable que Mazinger Z es un icono lo bastante potente como para que nadie se cuestione su presencia en un lugar preeminente del Salón.

Mazinger Z y Godzilla, trabajos en tela de gran formato de Tomás Hijo (fotografías cedidas por José Andrés Santiago).

Mazinger Z y Godzilla, trabajos en tela de gran formato de Tomás Hijo (fotografías cedidas por José Andrés Santiago).

Pero, más allá de la temática, lo realmente atractivo de Yôkai, Kaijû, Mecha es la representación visual de estas criaturas. Las obras sobre tela destacaban principalmente por su espectacularidad y grandes dimensiones, pero las planchas de madera grabada transmitían una fantasía visual desbordante, plagadas de detalles en los que detenerse, con un juego cromático intenso que las dotaba de un atractivo singular.

Una de las imágenes más impactantes de la muestra de Tomás Hijo (fotografía cedida por José Andrés Santiago).

Una de las imágenes más impactantes de la muestra de Tomás Hijo (fotografía cedida por José Andrés Santiago).

El espacio Espíritu de Japón, por su parte, acogía cinco exposiciones. Esta planta, muy diáfana, en ocasiones parecía estar desangelada, si bien todas las actividades celebradas en ella obtuvieron una gran respuesta de público, también las muestras, que en algunos momentos llegaron incluso a generar colas o ser difíciles de ver. Jugaba en su contra la gran superficie disponible, que transmitía la falsa sensación de vacío y falta de público.

La primera y principal de las exposiciones del espacio Espíritu de Japón era la dedicada a las relaciones entre literatura y manga. En ella, podían verse las relaciones entre ambos medios, las inspiraciones mutuas y algunas de las principales adaptaciones de la palabra escrita a la viñeta nipona. Todo ello, mediante la reproducción de algunos de los mangas más famosos de esta corriente: desde el Crimen y castigo de Osamu Tezuka hasta el Frankenstein de Junji Ito, pasando por títulos como El capital o Don Quijote, que en España publica el sello editorial La otra H.

Detalle de las láminas de la adaptación manga de Don Quijote.

Detalle de las láminas de la adaptación manga de Don Quijote.

Junto a la exposición de literatura y manga se encontraba la muestra de kimonos, organizada por Minna no kimono, que incluía además un photocall para que los visitantes pudieran fotografiarse vistiendo algunos de los kimonos que habían traído para tal fin. En la exposición propiamente dicha se exhibían, por una parte, kimonos de diseños especialmente bellos, algunos de ellos extendidos y otros vistiendo a maniquíes. Por otro lado, y quizás lo más llamativo, se mostraban también accesorios y complementos, desde un camisón interior para vestir bajo los kimonos hasta distintos ejemplos de obi espectacularmente anudados emulando composiciones florales.

Obis delicadamente anudados en la exposición de kimonos.

Obis delicadamente anudados en la exposición de kimonos.

En la zona central del pabellón, junto a la exposición de kimonos, se ubicaba una instalación muy atractiva sobre Chisato Kuroki, una artista y ceramista japonesa afincada en Cataluña desde 1989. Desde lejos, el visitante podía contemplar una estructura que evocaba una casa tradicional japonesa, con paneles de papel iluminados desde el interior que transmitían una luz clara y atractiva. Una vez ante esta pequeña casa, el visitante descubría unos pequeños espacios delimitados, a modo de jardines, de los que surgían las esculturas cerámicas de fantasiosas formas y sobriedad cromática. Al recorrerla, se descubría que desde la parte trasera era accesible al interior, entrando a una pequeña salita cuadrangular, con pasillos en forma de cruz (siendo uno de los brazos el acceso, otro la salida, y los otros dos simplemente espacios diáfanos para permitir ver el interior desde el exterior), con cuatro espacios en los rincones en los que se ubicaban distintas muestras de la artista, desde platos hasta teteras o cuencos.

Detalle del interior de la exposición de Chisato Kuroki.

Detalle del interior de la exposición de Chisato Kuroki.

Muy cerca de esta instalación, en uno de los rincones del pabellón, se encontraba la exposición de bonsáis, organizada por la Asociación Catalana de Amigos de los Bonsáis. A diferencia de la mayoría de las muestras del Salón, esta se ubicaba en la parte interior de un gran stand, para regular el acceso, debido a lo delicado de los bonsáis expuestos, lo cual en algunos momentos generó pequeñas colas para poder realizar el recorrido. En la muestra se recogían distintas especies de bonsáis, así como diferentes tipologías de estos árboles en miniatura, que resultaban muy llamativos por las formas que habían ido adquiriendo.

Detalles de dos de los bonsáis que integraban la muestra organizada por la Asociación Catalana de Amigos de los Bonsáis.

Detalles de dos de los bonsáis que integraban la muestra organizada por la Asociación Catalana de Amigos de los Bonsáis.

Finalmente, en un rincón cercano al salón de actos de esta planta, se encontraba la muestra de Miyamoto Musashi, que a pesar de su pequeño tamaño, tuvo muy buena acogida, mostrándose siempre muy concurrida. Distribuida en torno a dos paredes, aprovechaba el espacio para crear una división conceptual y temática: en la pared lateral se exhibía, en vitrinas, una colección de armas y reproducciones, mientras que en la frontal, que quedaba a la vista de forma más llamativa, se disponían paneles explicativos e ilustraciones sobre la figura de Miyamoto Musashi, incluyendo un mapa de Japón con los principales conflictos en los que participó, así como una pintura contemporánea en la que Miyamoto Musashi aparece representado con el rostro de Toshiro Mifune, el célebre actor japonés que encarnó al personaje histórico en la Trilogía del Samurái, de Hiroshi Inagaki.

Vista parcial de una de las secciones de la exposición sobre Miyamoto Musashi.

Vista parcial de una de las secciones de la exposición sobre Miyamoto Musashi.

En el Palacio 5 podían encontrarse dos exposiciones. La primera, sobre los orígenes del manga, se desarrollaba de manera cronológica poniendo distintos ejemplos que aunaban, por un lado, la teoría de la continuidad, y por otro, la influencia decimonónica occidental, hasta llegar a la configuración del manga previa a la influencia de Osamu Tezuka. De este modo, podían contemplarse reproducciones del Chôjû Jinbutsu Giga, el emakimono que se considera tradicionalmente como punto de partida de la teoría de la continuidad; una colección de ukiyo-e, seleccionados por su temática para ofrecer ejemplos de la consolidación iconográfica de las representaciones de yôkai; viñetas de las primeras revistas satíricas niponas, como la Japan Punch, y terminando con algunas reproducciones de revistas infantiles de comienzos de la era Shôwa (1926 – 1989), entre los que destaca Sô-chan no Bôken. Si algo debe resaltarse de esta muestra es que es una lástima que fuese tan pequeña y que se ubicase en una situación tan descontextualizada, quizás hubiera tenido más sentido que se hubiera colocado próxima a la exposición de literatura y manga.

Punto de arranque de la exposición sobre los orígenes del manga.

Punto de arranque de la exposición sobre los orígenes del manga.

También en el Palacio 5, junto a los orígenes del manga, se ubicaba una de las muestras más llamativas de la amplia oferta de este Salón. Se trata de la exposición titulada Kaijû Eiga, los monstruos más grandes. Como su propio nombre indica, estaba dedicada a las criaturas de la mitología moderna japonesa y contaba con tres secciones diferenciadas. La primera de ellas mostraba la colección de originales realizados por Carlos Gañarul para las ilustraciones del libro Kaijû. Cuaderno de campo, publicación promovida por el Festival de las Nits Orientals de Vic y presentado en el Salón dentro de la conferencia de CineAsia. En estos dibujos podían contemplarse distintos monstruos, a cuerpo completo o en detalle, realizados con una gran precisión anatómica.

Uno de los originales para las ilustraciones de Kaijû. Cuaderno de campo, el monstruo Gamera.

Uno de los originales para las ilustraciones de Kaijû. Cuaderno de campo, el monstruo Gamera.

La segunda sección era la exposición de memorabilia varia sobre cine kaijû eiiga, que incluía grandes carteles de películas del monstruo Godzilla, reproducciones de páginas de prensa española en las que había menciones a la recepción de estas películas… Esta sección se complementaba con dos proyecciones simultáneas de fragmentos de algunas de las películas más célebres del género.

Arriba, vista general del montaje de cartelería sobre kaijû eiga. Abajo, las pantallas en las que se proyectaban escenas de películas del género.

Arriba, vista general del montaje de cartelería sobre kaijû eiga.
Abajo, las pantallas en las que se proyectaban escenas de películas del género.

Por último, reservando para el final el apartado más espectacular, el visitante pudo contemplar una maqueta de Tokio, en la que podían verse en uno de sus lados el famoso y concurrido cruce de Shibuya y en el otro el parque Yoyogi, ambos invadidos por reproducciones de distintos kaijû, a cada cual más peculiar y sorprendente, combatiendo y sembrando el pánico… y la curiosidad, puesto que en Shibuya podían apreciarse las parpadeantes luces de los flashes de los teléfonos móviles que fotografiaban para la posteridad las luchas entre los monstruos.

Detalle de la maqueta, en la que puede verse a Godzilla paseando por el cruce de Shibuya, con Mothra posado sobre el edificio Shibuya 109, entre otros monstruos.

Detalle de la maqueta, en la que puede verse a Godzilla paseando por el cruce de Shibuya, con Mothra posado sobre el edificio Shibuya 109, entre otros monstruos.

En definitiva, como adelantábamos al principio de este artículo, el XXII Salón del Manga de Barcelona ha ofrecido una gran diversidad en cuanto a temáticas, creando un gran número de atractivas propuestas, que se vieron complementadas con un amplísimo calendario de actividades que nos ocupará en la próxima entrega de este especial.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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