Revista Ecos de Asia

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This article was written on 21 Ago 2015, and is filled under Varia.

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Hacia las rutas de la seda: Mi experiencia en Turquía II

Comenzamos nuestro viaje dirigiéndonos a Ankara, la capital del país, que desgraciada e inexplicablemente todavía no se ha convertido en un popular destino turístico, pero que fue uno de los lugares que más me impresionó. Pasamos poco menos de un día en Ankara, pero este fue bastante intenso. En primer lugar, visitamos el Anıtkabir, más conocido como “Mausoleo de Atatürk” y es, como su propio nombre indica, un monumento al padre de Turquía –con él nació la nación moderna- y a su vez un museo conmemorativo de toda la serie de reformas que el militar y político ejecutaron y que llevaron al ex Imperio Otomano a convertirse en el occidentalizante ejemplo de modernidad que tantas polémicas suscitó en todo Oriente Medio. Aunque en un principio era reticente a la visita de un espacio militar y de corte tan nacionalista como lo es este, creo que resultó vital para empezar a entender el tremendo culto al personaje de Atatürk que todavía existe en el país de los Gálatas.

El Mausoleo de Atatürk es una imponente y sobria construcción.

El Mausoleo de Atatürk es una imponente y sobria construcción.

El descomunal edificio, construido como tumba monumental para el difunto presidente, se completó en la década de los 50 y representa un egregio ejemplo de la arquitectura nacionalista turca. De una sobriedad y totemismo comparables a los ejemplos soviéticos y maoístas, representa un ciclópeo compendio de los diferentes estilos arquitectónicos históricos de Turquía: el coloso de hormigón y mármol combina la arquitectura otomana con la selyúcida, así como con la clásica y con la del movimiento moderno, y los relieves neofrigios conviven con el realismo soviético con un resultado imponente. Lo monumental de la construcción, rodeada de cuidados jardines y ubicada en un alto de la ciudad, logra transmitir, a pesar de lo transitado del sitio, un silencio y un respeto por la figura del homenajeado, cuya tumba se encuentra en el hall central y cuyos efectos personales –desde sus coches a su biblioteca, pasando por su perro disecado- se encuentran en los laterales y bajo este. En el resto del museo, toda una serie de pinturas y relieves conmemorativos recuerdan las hazañas militares de Mustafa Kemal, así como los puntos esenciales de las reformas legislativas y culturales que llevaron a Turquía a la modernidad. Esta fuera una muy buena primera muestra de contacto con el nacionalismo turco, que a través de la figura de Ataturk nos acompañaría, en forma de posters, estatuas e incluso montañas esculpidas –como la de Esmirna- a lo largo de todo el viaje.

La arquitectura del edificio combina diferentes estilos históricos de Turquía.

La arquitectura del edificio combina diferentes estilos históricos de Turquía.

Su interior alberga un museo en el que se narran las contiendas militares y los cambios políticos que, de la mano de Atatürk, convirtieron al antiguo Imperio Otomano en la moderna Turquía.

Su interior alberga un museo en el que se narran las contiendas militares y los cambios políticos que, de la mano de Atatürk, convirtieron al antiguo Imperio Otomano en la moderna Turquía.

Después de comer en una de las calles financieras de la ciudad, nos dirigimos hacia el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, uno de los más importantes del país y cita ineludible para los amantes y estudiosos de la Antigüedad. Ubicado junto a la ciudadela de la ciudad, y realizado a instancias del omnipresente Atatürk –que quería rescatar y destacar el pasado hitita de la región-, fue construido restaurando un antiguo bazar y un caravasar. Contiene piezas de incalculable valor, y que van desde época paleolítica hasta bizantina, aunque sobresalen especialmente las piezas de época asiria, hitita, frigia y lidia. A pesar de que ya tiene unas décadas, se trata de un museo extremadamente cómodo de visitar, en el que las piezas –muchas de gran tamaño- se integran en el edificio a través de un discurso y una museografía modernos y eficientes.

El Museo de las Civilaziones de Anatolia combina una moderna y respetuosa museografía con un impresionarte acervo de piezas arqueológicas de la Prehistoria, Protohistoria y Antigüedad,

El Museo de las Civilaziones de Anatolia combina una moderna y respetuosa museografía con un impresionarte acervo de piezas arqueológicas de la Prehistoria, Protohistoria y Antigüedad,

A continuación, dimos un breve paseo por el “castillo de Ankara”, es decir, por la parte más antigua de la ciudad, que ha estado habitada desde al menos época gálata, y que fue siendo conquistada y reformada por las diferentes culturas que gobernaron la ciudad, hasta las últimas remodelaciones llevadas a cabo en el siglo XIX. Actualmente, está en un estado de ruina, pero tiene el atractivo de la multitud de negocios tradicionales que se ubican en sus serpenteantes calles. Eso sí, tendrán que visitarla temprano porque a las cinco de la tarde ya estaba cerrando casi todo.

La Gran Mezquita de Ankara no es tan impresionante ni antigua como otras, pero es igualmente muy hermosa y consigue transmitir esa serenidad que se ha perdido en las mezquitas turísticas.

La Gran Mezquita de Ankara no es tan impresionante ni antigua como otras, pero es igualmente muy hermosa y consigue transmitir esa serenidad que se ha perdido en las mezquitas turísticas.

Para concluir la visita, y como queríamos ver una mezquita menos turística que las de Estambul, nos dirigimos a la mezquita de Kocatepe, la más grande de la ciudad y ubicada en el centro histórico. A pesar de ello, éramos los únicos visitantes y ni siquiera los vigilantes hablaban una palabra de inglés: este es un ejemplo de mezquita no turística en la que no hay personal de seguridad dentro ni material “cubridor” que se pueda prestar, por lo que si quieren visitarla, tendrán que ir preparados. A pesar de su aspecto, se trata de un edificio sumamente moderno, que no se terminó hasta la década de los 80, y que como puede verse, imita las mezquitas clásicas otomanas –como la “Mezquita Azul” de Estambul-, constituyendo el tipo básico monumental de mezquita turca.

Este lago salado es una singular parada obligada en el camino a Capadocia.

Este lago salado es una singular parada obligada en el camino a Capadocia.

Al día siguiente, pusimos rumbo a la Capadocia, otra de las regiones turísticas por excelencia. De camino, hicimos la parada de rigor en el lago Tuz, el lago salado más grande de Turquía y uno de los mayores del mundo. Ejemplo curioso de la inmensa variedad geográfica que ofrece el país, sirvió de inmersión en el cegador desierto en el que estábamos a punto de adentrarnos. Lo cierto es que Capadocia es un destino especialmente popular entre los amantes de la naturaleza por su peculiar orografía, ya que la capacidad de erosión de la roca ha generado importantes y atractivos paisajes, tanto naturales como humanos. Así, los llamados “paisajes lunares” y “sus chimeneas”, constituyen uno de sus atractivos principales. A pesar de ser una región poco densamente habitada –como decíamos en la parte previa, no es habitual que los turistas visiten las ciudades más grandes como Nevsehir o Aksaray, y ese mismo fue nuestro caso-. Pasamos algo más de dos días en Capadocia, en los que visitamos desde los más estereotípicos paisajes lunares (como aquel de la “roca camello”, que no falta en las fotos de ningún otro) hasta algunos otros de mucho más encanto, como la roca de Uchisar[1] y el cercano Valle de las Palomas.[2]

Uno de los muchos y muy famosos paisajes de chimeneas de hadas.

Uno de los muchos y muy famosos paisajes de chimeneas de hadas.

Adentrándonos en la región, visitamos la mal llamada ciudad subterránea de Derinkuyu, recibidos por decenas de mujeres locales que intentaban vendernos muñecas artesanales. Bajo la denominación de “ciudades subterráneas” son clasificadas varias construcciones de la región capadocia,[3] que en realidad servían como refugio habitable en caso de tumulto en la región.  La de Derinkuyu es la más grande del país, y se calcula que habría podido acoger hasta a 20.000 personas en sus mejores momentos. Al creérsela construida en época frigia, se considera como una de las más antiguas de Anatolia, aunque no adoptó su forma reconocible hasta la época de las luchas entre Árabes y Bizantinos, cuando se convirtió en un refugio para los muchos cristianos que hasta época reciente han habitado en la zona: en sus cámaras y pasillos los cristianos se refugiaron de árabes, mongoles y otomanos, hasta que la joven y laica República Turca los expulsó de la región.[4] Algo que la diferencia de otros refugios es que, además de ser considerablemente más grande y organizada, es que posee estructuras abovedadas, y que sus cámaras no tuvieron únicamente carácter habitacional, sino que entre las mismas se encuentran almacenes, cantinas, capillas, un lagar e incluso un aula-escuela.

Las mal llamadas ciudades subterráneas abundan en Capadocia.

Las mal llamadas ciudades subterráneas abundan en Capadocia.

Otro de los lugares que visitamos, y que es seguramente uno de los más frecuentado por los viajeros, e interesantes, de Capadocia fue el Valle de Göreme, surcado de iglesias excavadas en la tierra, y hoy constituido como museo al aire libre. Tal y como le sucede a la ya mencionada ciudad subterránea, este valle fue refugio de cristianos hasta las primeras décadas del siglo XX, quienes en época bizantina dejaron algunas de las más variadas y curiosas muestras del arte cristiano del centro de Turquía. A lo largo de todo el valle fueron realizadas varias iglesias-capillas, así como una serie de habitaciones accesorias para facilitar la vida monástica (son visitables, por ejemplo, varios refectorios); la distancia temporal entre unas y otras iglesias (la mayoría son de la época iconoclasta –constituyendo un raro ejemplo de arte del periodo- o del periodo conmeno, realizadas en un estilo más “provinciano”, que iconográficamente sigue pasajes del apócrifo Protoevangelio de Santiago,) hace que coincidan en un mismo valle ejemplares de muy diferentes calidades y tipologías, pero la mayoría se encuentran profusamente decorados y sorprendentemente bien conservados.

En Göreme, algunas iglesias tienen partes exteriores.

En Göreme, algunas iglesias tienen partes exteriores.

IMG_5284Al pie del valle queda la Iglesia de la Hebilla, la más “convencional” de las mismas pero también la más ricamente decorada y estructurada; ornamentada casi por completo con frescos de intenso azul, incluye un ciclo de treinta y dos escenas de la vida de Cristo, además de uno dedicado a la vida de San Basilio. Integradas dentro del complejo están varias diminutas iglesias, de diferente época y estado de conservación; la más grande y mejor conservada es la llamada Iglesia Oscura (s. XI), por la que había que pagar entrada a parte, pero la Iglesia de la Manzana y la Iglesia de las Sandalias son de época y estilo similar y ya se incluyen en la entrada; otras muy recomendables son la Iglesia de la Serpiente (así llamada por el dragón que San Jorge mata en uno de los frescos que la decoran), y que contiene retratos del Emperador Constantino y su madre Santa Helena, o la diminuta iglesia de Santa Bárbara.

Es la más bonita de las iglesias de Göreme.

La Iglesia de la Hebilla es la más bonita de las iglesias de Göreme.

Antes de dejar Capadocia realizamos otras actividades más prescindibles y enfocadas al consumo del grupo, como la visita de un centro de tejido de alfombras –uno de los productos más codiciados de la artesanía turca-, donde nos explicaron las diferentes técnicas que se emplean en la realización de las mismas y que fue ciertamente interesante, o una sesión de bailes “tradicionales” de diferentes partes del país que poco tenían de ortodoxo.

El día que salimos rumbo a Konya, en el centro del país, se acababa esta primera fase de viaje por Turquía, pero al principio del que fue uno de los días más cansados (con unas diez horas de carretera) tuvimos la suerte de adentrarnos, al fin, en una de las ciudades más importantes de la región, Askaray –uno de los más importantes centros de la Ruta de la Seda-, para visitar uno de los caravasares[5] mejor conservados del mundo. Datando del siglo XIII, el de Sultanhani no es el único de la ciudad, pero si es el mayor de la misma y de la propia Turquía; según el guía japonés del grupo vecino, fue lugar de descanso del mismísimo Marco Polo. Fuere como fuere, se trata de uno de los más bellos y mejor conservados ejemplos de la arquitectura seljúcida, en el que la decoración se concentra en las puertas y otros marcos arquitectónicos. Tras visitar sus colosales salas de descanso, seguimos inmersos en nuestra particular Ruta de la Seda, y siguiendo la antigua Ruta Real Persa, nos dirigimos a Konya, uno de los centros religiosos más importantes de Oriente Próximo, hogar de Rumi y sus derviches giradores, y uno de los lugares más conservadores del país.

El Caravasar de Aksaray es uno de los más impresionantes de Turquía.

El Caravasar de Aksaray es uno de los más impresionantes de Turquía.

Notas:

[1] El valle de Uchisar es uno de los más altos de la región, y está coronado por una colosal roca conocida como el “castillo”. Como muchos otros valles, está poblado de viviendas y estancias excavadas en la roca; muchas de las cuales siguen en uso, aunque otras han desaparecido debido a la erosión. Como muchos otros lugares de la región, sirvió de refugio a cristianos durante varios siglos.

[2]El Valle de las Palomas (Guvercinlik Vadisi) recibe este nombre debido a los centenares de palomares artificiales que en el mismo se construyeron para incrementar el negocio del guano, muy importante en la región.

[3] Hay más de doscientas ciudades subterráneas en la región, y al menos la quinta parte tiene varios niveles. Muchas de ellas están abiertas al turismo.

[4] Para más información, véase este artículo sobre el “intercambio” greco-turco de 1923.

[5] Un caravasar (también escrito caravansar y caravanserai (literalmente “palacio de caravanas”) es un establecimiento destinado a servir como lugar de descanso y pernocta de los integrantes de las caravanas. Habitualmente, tenían diferentes a habitaciones, destinadas al descanso de los viajeros y sus animales, así como a la custodia de sus mercancías.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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