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This article was written on 25 Ene 2016, and is filled under Cultura Visual, Historia y Pensamiento, Literatura.

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De Sekien a Studio Ghibli: lo sobrenatural en la imagen dibujada del Japón (V) Reflexiones y relaciones entre los dos mundos nipones

Tal y como se ha tratado en los apartados anteriores de esta misma serie de artículos,[1] el imaginario colectivo enciclopédico de los yôkai ha facilitado su acceso a las manifestaciones culturales y a la narrativa popular más contemporánea. Su naturaleza fragmentaria a la hora de analizar a muchos de estos seres no está estrictamente ligada a una historia concreta, lo que permite que sean utilizados con mayor libertad y fluidez, apareciendo en diversos cuentos y narraciones a lo largo de su existencia, situándolos en una tradición más anclada en el pasado, como el caso de Mizuki, o llevándolos incluso al espacio exterior, como se vería en la posterior obra de Takahashi.

Autores como Mizuki retoman las tipologías enciclopédicas clásicas como la de Sekien para establecer los imaginarios contemporáneos de los yôkai.

Autores como Mizuki retoman las tipologías enciclopédicas clásicas como la de Sekien para establecer los imaginarios contemporáneos de los yôkai.

De la misma manera, tal y como plantea Azuma en su obra Otaku: Japan’s Database Animals,[2] el medio audiovisual es un sistema muy poderoso para enlazar y empatizar con la audiencia, que, aunque de una manera algo reducida debido a este mismo carácter parcial, les permite sentirse protagonistas principales de una obra, aunque de forma extradiegética, y disfrutar de los detalles secundarios. Sin embargo, es un acercamiento a una cultura más profunda desde manifestaciones como el manga o el anime a imaginarios tan diversos de los yôkai como el de Sekien.

En el campo occidental, películas como El cristal oscuro (1983), La historia interminable (1984), Legend (1985) o Dentro del laberinto (1986) (arriba) retoman un imaginario fantástico anclado en mitologías pasadas.

En el campo occidental, películas como El cristal oscuro (1983), La historia interminable (1984), Legend (1985) o Dentro del laberinto (1986) (arriba) retoman un imaginario fantástico anclado en mitologías pasadas.

Esta dicotomía entre el imaginario colectivo y un consumo centrado en la narrativa de la cultura popular más actual puede también distanciar a las diferentes generaciones de consumidores, que cada vez más se inclinan por los medios audiovisuales y se alejan, en parte, de las grandes y complejas epopeyas clásicas y la épica tradicional. Sin embargo, al igual que sucede en el cine occidental ya desde los años ochenta, y especialmente a partir de la década de los noventa, estos relatos anclados en cuestiones tradicionales han cobrado una mayor relevancia, como buscando una respuesta a estos tiempos de crisis en personajes del pasado que, en cierta medida, tuvieron la posibilidad de cambio en sus manos.

Surgen así algunas preguntas: ¿es posible acceder a esta dualidad entre tradición y modernidad? ¿Y entre realidad y ficción? ¿Es posible quedar prendado de ambas cuestiones? Al generar un código compuesto de hechos y de historias imaginarias donde las criaturas fantásticas o los robots gigantes pueblan los escenarios, estos yôkai pierden en parte ese sentido de existencia física que cobraban antaño y dejan de jugar con los frágiles nexos existentes entre lo real y lo ficticio. En otras palabras, clasificar el imaginario colectivo de la manera en que se ha hecho es algo que actualmente queda reservado a los más contemporáneos falsos documentales o las ficciones inconscientes. En ellas, el autor introduce una narrativa ficticia a la vez que revela algunos aspectos y omite otros que permiten al consumidor pensarlo como algo real en una parte, algo que crea una sensación de angustia a la par que de disfrute en la inquietud.

La construcción de saberes enciclopédicos juega con estas reglas desde que Sekien comenzó a añadir elementos que podríamos tildar de satíricos al incluir sus propias invenciones, tradición que continuaría Mizuki con un éxito bastante similar.[3] Así, aparece una parte humorística en todo este discurso y se acerca al manga y al anime en esta interacción mucho más dinámica entre los autores y sus seguidores, algo que en ocasiones pasa desapercibido en ese intento de catalogación tan estricto del conocimiento del universo en que nos sumergimos. En este sentido, Takahashi ha sabido combinar ambos elementos a la perfección, buscando interesar a sus fans por temas que van más allá del puro golpe visual y que por ello genera mundos tan atractivos de manera extradiegética, siendo una perfecta comprensión contemporánea del conocimiento enciclopédico sobre el tema.

Estos motivos del Japón tradicional se convierten en cuestiones reiteradas en la cultura popular contemporánea con facetas que van desde lo terrorífico a lo cómico.

Estos motivos del Japón tradicional se convierten en cuestiones reiteradas en la cultura popular contemporánea con facetas que van desde lo terrorífico a lo cómico.

Por ello, reeemplazar a las criaturas tecnologizadas de la ciencia ficción por yôkai permite trabajar con dilemas contemporáneos a través de modelos del pasado con carácter atemporal donde los seres humanos son definidos no únicamente por su estatus como parte activa, sino por su conexión y su participación dentro de mundos que podríamos tildar de alternativos. De esta manera, la ciencia ficción y la fantasía japonesa en el anime es conocida por explorar visualmente la relación entre lo humano y lo ajeno, entre la limitación de lo imaginable y la capacidad mutable de lo sobrenatural.

Según todo lo analizado anteriormente, explorar el futuro y el pasado de la identidad japonesa a través de materiales populares es hablar de animales, espíritus y otras entidades que viajan entre dos mundos indefinidos a los cuales, en este punto de la globalización, se intenta dar una ubicación geográfica concreta, como intentando registrar y controlar su existencia para nuestra tranquilidad como especie. Sin embargo, estos cambios formales de ciertos seres dificultan su catalogación, siendo uno de los principales puntos de nuestro temor, problema al que se ha intentado dar respuesta desde el mundo del cine de animación a través de un falso naturalismo que nos relaja al poder conocer de primera mano el proceso completo de transformación de un imaginario que viene ya de antaño y que, sólo con el paso del tiempo, se va completando con los nuevos medios tecnológicos, como si de un estudio científico se tratara.

Así, los ilustradores, diseñadores, directores y mangakas experimentan con la materia popular, la cual asimilan para poderla transmitir de manera íntegra, en clave tradicional o a modo de relectura, a un público con sed de conocimientos capaz de comprender los significados más profundos de sus obras a través del conocimiento académico y la experiencia personal.

Notas:

[1] Parte I: Espíritus y espiritualidades del Japón tradicional y moderno, disponible aquí.

Parte II: Shigeru Mizuki y Gegege no Kitarô: la creación de un nuevo imaginario, disponible aquí.

Parte III: Reinterpretaciones de lo clásico japonés, disponible aquí.

Parte IV: Los tanuki, los kitsune y el miedo a lo indefinido, disponible aquí.

[2] Azuma, Hiroki, Otaku: Japan’s Database Animals, Minneapolis, University of Minnesota Press, 2009.

[3] Esta concepción se vería reflejada en la ilustración británica de cuentos de hadas durante la primera mitad del siglo XIX, donde encontramos una gran cantidad de autores que trasladan las deformidades de la imagen satírica de la revista Punch a los nuevos seres fantásticos del imaginario feérico.

avatar Pablo Begué (21 Posts)

Graduado en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza y Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte por la misma universidad. Actualmente está realizando su tesis doctoral en torno a los cuentos de hadas clásicos, su ilustración en el siglo XIX y la influencia de estas imágenes en el arte popular y la cultura de masas.


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