Revista Ecos de Asia

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This article was written on 16 Nov 2016, and is filled under Historia y Pensamiento, Varia.

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Pies de luna, vida sin sol

Constantemente el ser humano se halla sometido a los cánones de belleza que impone la sociedad contemporánea. Evidentemente estos cánones varían en el espacio (ni siquiera en un mundo global como el actual el estereotipo de belleza es igual en Asia que en África) y en el tiempo (no es lo mismo el concepto de belleza existente en el Imperio Romano que en la Edad Media europea).

No obstante, lo que parece no cambiar ni en el espacio ni en el tiempo es el sacrificio que muchos hombres, y sobre todo mujeres, hicieron y hacen para alcanzar el ideal estético exigido por la sociedad. Y es que, a pesar del tiempo y del espacio, parece ser que belleza, en muchos casos, es sinónimo de dolor.

Precisamente esta relación belleza-dolor es algo que las pocas mujeres chinas de “pies de loto” que quedan vivas han conocido muy bien desde una edad muy temprana, cuando su camino en busca de la belleza empezó involuntariamente.

Muestra de botines con los que se calzaban los pies vendados de las niñas

Muestra de botines con los que se calzaban los pies vendados de las niñas

Este camino comenzaba cuando a los cinco o seis años de edad se consultaba a los astros sobre el momento más propicio para el inicio del proceso. Una vez consultados los astros, la niña comenzaba el proceso con una dieta basada en una mezcla de arroz glutinoso y judías rojas, (inserto coma) ya que esto hacía que los músculos se ablandasen. Posteriormente, los pies de la niña eran lavados en sangre y hierbas por una curandera a la cual su familia había encomendado preparar sus pequeños pies para la tortura que haría de ella una mujer hermosa. Después del lavado de pies, la curandera los masajeaba e impregnándolos de aceite rompía todos los dedos menos el pulgar (que con el tiempo sería el único apoyo posible para mantenerla erguida). Luego los doblaba sobre la suela del propio pie hasta formar un triángulo, quedándose a su vez el arco del pie plenamente doblado. Finalmente, estos amasijos de huesos rotos y músculos atrofiados se vendaban con una banda de seda que mantenía el conjunto inamovible y se calzaban en unos pequeños botines puntiagudos que la niña llevaba durante todo el día. Todo esto debía de ser realizado con la máxima diligencia posible, debido a que era la única manera de obtener el resultado querido y mantener el pie lo más pequeño posible.

Especial importancia tenía el conseguir que el pie fuese inmovilizado (durante el día calzando los diminutos zapatos y durante la noche apretando las vendas o incluso usando torniquetes especiales que aumentaban la presión). De hecho, esto hizo que se tuviese prohibida la participación de ningún miembro de la familia, especialmente la madre, que pudiera ceder a las súplicas de la niña ante el extremo dolor que esta atrocidad producía. Es más, el proceso se iniciaba en invierno pues era mucho más fácil que el frío mitigase el dolor de la niña.

Radiografía de pies de loto

Radiografía de pies de loto

A continuación, y durante un par de años aproximadamente, las vendas eran cambiadas regularmente (normalmente cada dos días), de esta forma se evitaba que los delicados pies se infectasen a causa de la sangre o cualquier otro elemento. También se obligaba a las niñas a caminar largas distancias con el fin de que los arcos plantares se acostumbrasen a su doblez realizándose seguimientos para que elementos como la propia piel, las uñas o la suciedad no causasen enfermedades. Al final de este proceso quedaban dos diminutos pies que, en teoría, provocarían el deseo en muchos hombres. Pero, en realidad, al final del proceso quedaba tan sólo una cosa: toda una vida anulada por la belleza.

Fotografía de pies de loto

Fotografía de pies de loto

Actualmente, el objetivo de conseguir pies diminutos se nos presenta como algo extraño e incluso surrealista y sólo se puede explicar haciendo referencia a los ya mencionados cánones de belleza que, aunque cambien en el espacio y en el tiempo, en ocasiones no distan mucho en propósito e incluso en resultados. Ejemplo de ello es que, salvando las distancias, se puede hacer un parangón entre los pies de loto y la estrecha cintura victoriana (que se conseguía con un corsé que no sólo dificultaba la respiración de la mujer, sino que a veces provocaba lesiones pulmonares y torácicas). Del mismo modo que se puede hacer un parangón entre la moda actual de usar zapatos de tacón alto –stilettos– (muchas veces de horma tan estrecha que dificulta el movimiento) y los pies de loto.

Sin embargo, en la época en la que se sitúa esta práctica y en China, esta costumbre no era ni extraña ni surrealista sino más bien la mejor manera para una familia de obtener un futuro para su hija. De hecho, un proverbio chino dice Una cara bonita, es un regalo del cielo, un par de pies bonitos es trabajo mío”. En la sociedad china la mujer era una moneda de cambio para unir familias y cuando ésta unión no era posible se buscaba para ella el mejor futuro posible. En dicha búsqueda, la belleza jugaba un papel fundamental para que la mujer se esposase o se convirtiese en concubina de un hombre rico o se prostituyese con hombres poderosos. Y esos hombres estaban dispuestos a pagar un alto precio (en forma de dote) por lo que se consideraba el ideal de belleza: los diminutos pies de loto.

Cabe recordar que la dote compensaba los gastos que la crianza de esta niña había supuesto, ya que en dicha época la mujer no era fuente de ingresos, puesto que tan sólo los descendientes varones lo eran. Sin embargo, las clases bajas no se podían permitir que un sólo miembro de la unidad familiar pudiese ser fuente de gastos y no de ingresos. Es por ello por lo que las mujeres de estas clases no sufrían la tortura de los pies vendados, ya que las hubiese incapacitado para trabajar en el campo (siendo más carga económica que beneficio).

Comparación entre pies de loto y pies normales

Comparación entre pies de loto y pies normales

De cualquier modo, aun teniendo en cuenta esto, es razonable seguir preguntándose cómo tantos hombres pudieron volverse locos por tales “muñones”.[1] Esto se debe al hecho de que antiguamente en China, el canon de belleza estaba basado en una mujer esbelta con manos finas y afiladas, con cara ovalada y pequeña, creándose un conjunto de etérea delicadeza.

Los pies de loto encajaban en dicha delicadeza ya que, además, proporcionaban un andar de paso corto (y oscilante) haciendo de la figura femenina una especie de “fantasma”, una delicada sombra del hombre.

Asimismo, esta práctica tenía una tremenda carga simbólica que aún alimentaba más la atracción por las mujeres de pies vendados. Por una parte, el hecho de que estas mujeres no pudiesen trabajar hacía que mantuviesen su “feminidad” intacta ya que no realizaban tareas pesadas ni sustituían al hombre. Al mismo tiempo, al mantenerse en casa proporcionaba al hombre un control absoluto sobre la mujer, perpetuando la tradición patriarcal. A ello se añade que, como ya se ha mencionado anteriormente, tan sólo las familias más pudientes se podían permitir el “lujo” de que uno o varios miembros de su familia no trabajasen, lo cual hacía que esta práctica fuese tenida como signo de estatus social alto.

Por otra parte, destaca el hecho de que la mujer mantuviese vendados (y por lo tanto ocultos) sus pies siempre. Esto creaba un halo de misterio que provocaba en la relación sexual un gran erotismo, factor imprescindible en el concepto chino del placer sexual[2].

Teniendo en cuenta lo anterior, es irónico creer que el hecho de ser pobre restaba belleza a muchas mujeres, pero también las libró de una vida de tortura.

No menos irónico resulta el hecho de que, según la tradición, esta costumbre fue inspirada por una mujer. Se dice que una bailarina cortesana llamada Yao Niang a petición del Emperador Li Yu de la Dinastía Tang (618–907) se vendó lo pies en forma de loto de tal forma que al bailar delante de él[3] lo cautivó con sus gráciles y elegantes movimientos. A partir de ese momento se convirtió en la preferida del emperador y los pies en forma de media luna (o de loto) adquirieron connotaciones eróticas. Rápidamente otras cortesanas se vendaron los pies, considerándose no sólo como símbolo erótico sino también como una muestra de pertenencia a la élite (con el dinero y el tiempo para llevar a cabo el proceso).

Con la Dinastía Song (960–1279) la moda se convirtió en una tradición con reglas propias como el tamaño del pie máximo para entrar en las diferentes categorías -loto dorado (7,6 cm), loto plateado (10 cm) y loto de hierro (más de 12 cm)- o el precio que se debía de pagar por ellos. De hecho, tanto mujeres de clase alta como cantantes de casas públicas tenían que someterse a la exigencia de tener pies vendados.

Pero no sólo eso, cuando los mongoles invadieron China en 1279 el vendaje de pies se convirtió en un modo de expresión de la identidad Han, ya que tan sólo las mujeres de esta etnia mantenían esta costumbre. De hecho, y a pesar de los intentos de prohibición, los Han consideraban esta costumbre como prueba de superioridad frente a los pueblos extranjeros.

Posteriormente, durante la Dinastía Ming (1368-1644) esta tradición se afianzó, de tal modo que se convirtió en un criterio imprescindible de belleza en la época. El respaldo final a esta práctica se produjo cuando los estudiosos confucionistas que previamente la había condenado consideraron que el adherirse a esta práctica y al confucianismo era un sólo acto. Esto se debió a que los pies vendados facilitaban la piedad, la obediencia y la castidad de la mujer, puesto que ésta apenas podía moverse de casa. Al mismo tiempo que el sacrificio de estos pies vendados no sólo se vinculaba al ideal de belleza, dejando de ser un acto frívolo, sino que también se vinculaba a la capacidad de la mujer de sufrir para alcanzar las virtudes confucianas: buena hija (castidad), buena esposa (obediencia) y buena madre (diligencia), pero también abnegación y sufrimiento.

No obstante, a partir de la Dinastía Qing (1644-1911), los gobernantes empezaron a considerar esta práctica como anticuada y en desuso. El Emperador Shunzi (1638-1661) fue el primero en promulgar un decreto prohibiendo su práctica siendo el Emperador Kangxi (1654-1722) quien continuó su labor promulgando otro decreto que castigaba a los padres de aquellas que infringían la ley.

Sin embargo, la costumbre estaba muy arraigada afectando no sólo a mujeres Han sino también a mujeres manchúes. De hecho, el Emperador Qianlong (1711-1799) emprendió duras acciones de castigo contra las mujeres manchúes (no contra las de la etnia Han); todo fue en vano, la práctica estaba muy extendida por todo el imperio.

Finalmente, todos los esfuerzos por abolir la práctica dieron su fruto a finales del siglo XIX y principios del siglo XX cuando los movimientos de liberación de la mujer se extendieron en China. La práctica fue definitivamente abolida en 1949 cuando el comunismo alcanzó el poder.

Para saber más:

  • Ko, Dorothy, Cinderella’s Sisters: A Revisionist History of Footbinding. Oakland, University of California Press, 2008.
  • Living History: Bound Feet Women of China. Proyecto fotográfico. Disponible aquí

Notas:

[1] Al observar las fotografías de los pies de loto cuesta entender como estos amasijos de huesos y carne fueron denominados de cincuenta y ocho imaginativas e incluso sensuales maneras. De hecho, además de la clasificación de pies de loto de oro, plata y cobre, se puede añadir otra según su forma: pétalos de loto, luna nueva, bóveda armoniosa, sombra de bambú y castaña de agua.

[2] En la cultura china, el sexo es el medio por el cual a través del placer sexual femenino el hombre alcanzaba la longevidad. No se trataba de la mera perpetuación de la especie, sino de crear un entorno en el cual el erotismo y la fantasía eran imprescindibles para que este placer sexual fuese pleno y por lo tanto ayudasen a alargar la vida terrenal.

[3] Se dice que este emperador mandó construir una flor de loto de oro de 1,8 m y, para que el escenario fuese completo, mandó a esta diminuta bailarina que vendase sus pies adaptándolos a la forma de su escenario.

avatar María Alicia Lacal (16 Posts)

Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, Estudios del Asia Oriental y Humanidades. Actualmente realiza un Doctorado en Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid sobre la inmigración japonesa en Brasil.


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