Revista Ecos de Asia

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This article was written on 01 Dic 2016, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Roda al món i torna al Born: crónicas burguesas de una vuelta al mundo VII. Rumbo a Corea

Retomamos la vuelta al mundo de Oleguer Junyent para abordar el episodio dedicado a Corea. En el artículo anterior, habíamos analizado el viaje por China, después de repasar en varios textos la figura de Junyent, el libro de viajes que realizó a modo de crónica, su paso por Egipto e India, la escala realizada en Ceilán y la travesía por Australia y Filipinas.

Lo cierto es que las menciones a Corea en Roda el món i torna al Born son relativamente escasas, y se hace patente en este episodio la independencia entre el discurso textual y el discurso visual que comentábamos en el segundo artículo de esta serie. Las páginas que dedica a relatar su paso por Corea se acompañan de imágenes tomadas en China, mayoritariamente en Pekín y alrededores, y no es hasta bien avanzado el relato sobre la experiencia en Japón que comienzan a aparecer las fotografías pertenecientes a Corea, así como algunos dibujos realizados allí.

Dejando de lado este detalle, Junyent incluye, dentro de su relato sobre Corea, toda la travesía desde que embarcaron en el Santu Maru, un buque japonés que debía conducirles hasta la península, haciendo escala en la ciudad china de Dalian. Allí, Junyent lamenta amargamente el estricto control sobre la zona, que les impide visitar Port Arthur, uno de los puntos estratégicos fundamentales en la Guerra Ruso-Japonesa (1904 – 1905), donde habían tenido lugar batallas decisivas para el conflicto.

Acuarela de Junyent reproducida en Roda el món i torna al Born en la que refleja el día a día en Seúl.

Acuarela de Junyent reproducida en Roda el món i torna al Born en la que refleja el día a día en Seúl.

No debe perderse de vista que esta guerra había despertado en Occidente una enorme curiosidad, ya que había sido una de las más contundentes exhibiciones del poder militar que había logrado Japón con el proceso de modernización al que el emperador Meiji sometió a la nación. Si bien había habido otras ocasiones previas en las que Japón había demostrado su potencial (como en la Primera Guerra Sino-Japonesa en 1894 – 1895, o con su participación sofocando el Levantamiento de los Boxers en 1900), esta era la primera ocasión en la que Japón se enfrentaba (con resultado victorioso, además) a una potencia occidental, lo cual servía de declaración de intenciones y consolidaba al País del Sol Naciente como una potencia internacional de primer orden.

Todo ello había generado un enorme interés en Occidente, que había realizado un seguimiento considerable del desarrollo del conflicto. Dentro de la prensa española, pueden encontrarse en medios como ABC, La Vanguardia o La Ilustración Española y Americana abundantes reportajes, notas informativas y menciones de diversos tipos al proceso bélico, de forma que resulta lógico que Junyent y Recolons anhelasen conocer, dentro de su periplo, un enclave que les resultaba particularmente familiar y que, probablemente, sintiesen conocer ya de primera mano. De este modo, la decepción de Junyent al respecto resulta fácilmente comprensible.

A cambio, sí que tuvieron ocasión de visitar la ciudad surcoreana de Chemulpo (actual Incheon),[1]  si bien la estancia en la ciudad es tan breve como la referencia que Junyent le dedica en su relato: apenas deambularon durante una hora, y el único rasgo llamativo que el artista pudo indicar fue que era una ciudad completamente japonizada.

De allí, se desplazaron en tren a Seúl, donde Junyent destaca, por un lado, su importancia estratégica para los japoneses durante la ocupación (“desde la cual, como gatos inteligentes, esperan la ocasión para saltar a los ojos de los rusos, los chinos o de quien les convenga[2]), y por otro, la sorpresa que le produce conocer esta ciudad, por contraste con las ciudades chinas que acababan de visitar.

Acuarela de Junyent incluida en Roda el món i torna al Born que muestra a un grupo de niños.

Acuarela de Junyent incluida en Roda el món i torna al Born que muestra a un grupo de niños.

Se sorprende por la sencillez, la humildad y la cotidianeidad que transmite la ciudad. Las casas son sencillas y de aspecto limpio y cuidado, igual que los habitantes que llenan las calles de vida y color. Se recrea en describir los atuendos tradicionales que viste la población local, para posteriormente sumergirse en una reflexión sobre la identidad de la ciudad. Concluye que Seúl se encuentra a medio camino entre las ciudades chinas, que beben de un pasado orgulloso que en cierto modo transmite cierta decadencia, y el Japón del progreso. Los habitantes de Seúl, pese a encontrarse en un estado de ocupación extranjera, prosiguen con sus vidas como si no hubiera invasor alguno (ni político, Japón, ni urbano, las modernizaciones que se habían implantado en la ciudad: electricidad, tranvías, etc.), manteniendo sus costumbres y la esperanza de recuperar su autonomía e independencia, política y cultural.

De Seúl se dirigen, nuevamente por tren, hacia Fusan. Durante el trayecto, Junyent reflexiona sobre la población de las pequeñas aldeas que encuentran a su paso, de quienes dice que no han sabido aprovecharse de los recursos que los invasores han implantado en el país.

Junyent califica Fusan como una ciudad plenamente japonesa, ya desde antes de que se produjera la ocupación. El único testimonio que realiza Junyent sobre la ciudad se refiere al hotel, de características japonesas, considerando la experiencia como un ensayo de lo que les deparará en la siguiente etapa de su viaje, en el País del Sol Naciente. Cabe destacar que al hilo de su pernoctación en este establecimiento, Junyent trae a colación un recuerdo sobre Raku, el luchador japonés que realizó una gira por España.

Respecto al apartado visual, que como ya adelantábamos en Corea se muestra especialmente independiente del texto, encontramos una peculiar discriminación, en la que el grueso de fotografías pertenece, precisamente, a escenas de Fusan, todas ellas imágenes tomadas en el puerto, en los muelles y en un mercado de pescado; mientras que las representaciones de Seúl, más abundantes, responden a dibujos, bocetos y acuarelas realizados por Junyent. Buena parte de estos dibujos transmiten una preocupación por mostrar la indumentaria o las costumbres, teniendo como protagonistas absolutos a distintos personajes. En la mayoría de los casos, estos personajes se insertan en fondos abstractos, indefinidos o escasamente esbozados, son muy escasas las ocasiones en las que el dibujo muestra una escena completa (los personajes desenvolviéndose en la ciudad), y tan solo uno de ellos presta atención a un elemento arquitectónico (la puerta de las murallas).

Uno de los monumentos arquitectónicos coreanos que llamaron la atención de Junyent.

Uno de los monumentos arquitectónicos coreanos que llamaron la atención de Junyent.

En definitiva, más allá de lo sorprendente que resulta, inicialmente, la inclusión de Corea en el itinerario a seguir, y de que se considere a estos destinos de suficiente entidad como para incluir un breve anecdotario, el contenido de esta mención tiene poco que ver con el destino. La mayoría de las referencias aluden a contextos de China o de Japón, y Corea funciona como un puente, una transición entre ambos ámbitos, en vez de poseer una entidad cultural propia. El único aspecto que destaca como parte de la identidad nacional coreana son las alusiones a la indumentaria tradicional de sus habitantes. Toda sorpresa inicial queda reemplazada por una falta de contenido que ha generado una visión en la que Corea queda eclipsada por China y por Japón.

Como Junyent anticipaba hablando de su hotel en Fusan, esta experiencia no era más que un ensayo antes de adentrarse en Japón, que se descubriría como uno de los destinos más impactantes para el artista. En el siguiente artículo, tendremos ocasión de profundizar en ello.

Notas:

[1] Pese a que esta ciudad también había jugado un papel destacado durante la Guerra Ruso-Japonesa, siendo un enclave de similar importancia estratégica que Port Arthur (de hecho, Incheon y Dalian son ciudades hermanadas), no ejercía sobre los viajeros el mismo atractivo, posiblemente por haber recibido menos atención mediática.

[2] “Desde ahont com gats inteligents esperan la ocasió pera tornar a saltar als ulls dels rusos, dels xinos ò de qui’ls  convingui”. Junyent, Oleguer, Roda el món i torna al Born, Barcelona, La Ilustración Catalana, 1910.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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